A contrapelo del sentido común liberal

"El problema de la tierra y de los bienes comunes en el marco del modelo extractivo implicó para Miguel un abordaje tanto estructural como sociopolítico, en donde tenían especial importancia las luchas sociales que buscaban otros espacios y mundos posibles".

El 19 de enero de 2021 falleció Miguel Teubal, economista agrario e Investigador Superior del Conicet. Tuvo una extensa y diversa trayectoria en donde logró la difícil tarea de combinar una investigación académica a contrapelo del sentido común liberal, con un fuerte compromiso con las mejores luchas sociales. Su vida está marcada profundamente por esas dos dimensiones de pensamiento y acción. Realizó su carrera de grado y maestría en la Universidad de California, Berkeley, a finales de los '50 y en ese período se avocó al análisis de los procesos geopolíticos de integración regional que se ensayaban por esos años en América latina.

A su regreso, en Argentina, comenzó a trabajar con Julio H. G. Olivera, a quien consideraba uno de sus mentores, e ingresó al mundo de la docencia en la Universidad de Buenos Aires. En julio de 1966, tras la represión conocida como la “Noche de los Bastones Largos”, Miguel renunció a sus cargos y retornó a California para hacer su doctorado en Economía Agraria bajo la supervisión de Alain de Janvry. Esta vez el problema de investigación giraría en torno a uno de los nudos centrales de la vida económica y política de Argentina: el rol del sector agropecuario en el desarrollo nacional. Una de sus contribuciones más importantes al pensamiento de la economía crítica fue la definición y el cálculo del excedente financiero del sector.

En 1969 retornó nuevamente al país y en 1972 ingresó al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) como Investigador Científico bajo la dirección de Olivera. En ese mismo período también dicto clases y colaboró con la renovación del Programa de Estudios de la Carrera de Economía en la Universidad Nacional del Sur (UNS) en Bahía Blanca. Esta labor, junto con la enseñanza de corrientes económicas críticas -especialmente marxistas-, implicó su ingreso en las listas negras de los aparatos represivos y tras el golpe cívico-militar de 1976 tuvo que exiliarse junto a su compañera de toda la vida, Norma Giarracca.

Durante el exilio en Europa y luego en la Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Azcapotzalco (UAM-A) en México, Miguel comenzó a trabajar dos de los temas nodales de sus investigaciones: los complejos agroindustriales y el hambre como problema político. En este contrapunto reflexionó sobre las paradojas de la abundancia y la escasez, la concentración económica y sus impactos materiales en el acceso a la alimentación.

Años más tarde, y tras el retorno a la democracia en 1982, regresó a Argentina y abordó estas problemáticas desde varios puntos de vista. Entre sus aportes, que siguen vigentes hasta hoy para entender lo que llamó la paradoja del hambre en el "granero del mundo", planteó una perspectiva estructural de esta grave problemática, originada tanto en el modelo económico neoliberal, como en las tendencias hegemónicas de la globalización agroalimentaria, el agronegocios y el neo-extractivismo en el sistema agroalimentario.

De allí que la globalización de la agricultura y las expresiones vernáculas del neoliberalismo agrario despertaron un profundo interés en él, y junto a Norma y el frondoso equipo de investigación que formaban cotidianamente, comenzaron a delinear una crítica profunda y temprana al proceso de sojización, que más tarde sería complejizado y conceptualizado bajo la mirada crítica del agronegocio.

El problema de la tierra y de los bienes comunes en el marco del modelo extractivo implicó para Miguel un abordaje tanto estructural como sociopolítico, en donde tenían especial importancia las luchas sociales que buscaban otros espacios y mundos posibles.

En ese camino intelectual y personal supo también formar a muchxs investigadorxs y discípulos. Quienes lo conocíamos sabíamos de su modestia, que muchas veces se expresaba en su propia sorpresa frente a la calidad y actualidad de un texto escrito hace muchos años, o cuando en alguna reunión científica entregaba tarjetas personales que lo presentaban como compositor musical y no como el reconocido investigador que era.

Extrañaremos no sólo sus desafiantes preguntas críticas acerca de la realidad de nuestro Sur, sus reflexiones que estimulaban a poner en dudas axiomas canonizados, a la vez a explorar nuevas cuestiones, sino también su buen humor y generosidad.

Fuente: Página/12

Temas: Ciencia y conocimiento crítico, Defensa de los derechos de los pueblos y comunidades

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