Ajedrez forestal, por Jorge Ramírez-Escudero
Pese al creciente auge de las plantaciones forestales, el área boscosa del planeta sigue disminuyendo, el calentamiento global continúa aumentando y los polos no han dejado de derretirse. Todo esto demuestra que el pretendido alivio de la presión sobre los bosques no es más que un ejercicio de publicidad interesada
La deforestación, la pérdida de la biodiversidad y el calentamiento global consecuente han sido motivo de preocupación en las últimas décadas. Ante esta situación, los expertos creen haber dado con una solución ecológica al problema: la plantación de cientos de hectáreas de árboles. Según los especialistas, las plantaciones van a dotar al planeta de nuevos pulmones, capaces de absorber el exceso de dióxido de cárbono y reducir así la asfixia del planeta.
El argumento es que al haber más madera disponible a partir de las plantaciones, se reducirá la extracción de madera de los bosques nativos. La realidad es bien distinta. Se ha constatado que las plantaciones son en general un factor más de deforestación.
En muchos países, las plantaciones se instalan eliminando previamente el bosque existente, como en un oscuro ajedrez forestal. En algunos casos, tal eliminación se realiza mediante gigantescos incendios provocados, mientras que en otros, son la tala del bosque y la venta de la propia madera las que financian la plantación posterior. Toda esta actividad justifica la deforestación, ya que se sostiene que la tala de amplias áreas no daña el ecosistema si viene seguida por la plantación de árboles.
La acción de las empresas madereras y plantadoras afecta directamente a la migración (voluntaria o forzada) de los pobladores autóctonos, que inician otro proceso de deforestación para poder instalarse y atender a sus necesidades básicas. Como resultado, la plantación de árboles inicia un proceso doble de deforestación.
La madera producida en estas nuevas plantaciones no sustituye a las valiosas especies del bosque tropical, ya que ambas tienen mercados distintos. La madera de las plantaciones se destina a la producción de papel y productos de baja calidad. La de los bosques, sobre todo los tropicales, acaban moldeados en muebles de los salones más elegantes. Como consecuencia, las plantaciones generan una demanda mayor, y con ella una deforestación aún más devastadora.
Pero el mayor enemigo de los bosques no es sólo el consumo de madera. En la deforestación intervienen también distintas industrias. Numerosas áreas de bosques son a menudo eliminadas para destinar el suelo a cultivos de exportación o a ganadería extensiva. Otras desaparecen bajo gigantescas represas hidroeléctricas o son carcomidas por explotaciones petroleras y mineras. Ninguno de estos procesos destructivos guarda relación con la mayor o menor área destinada a monocultivos forestales, por lo que es falso que alivien presión sobre los bosques.
Pese al creciente auge de las plantaciones forestales, el área boscosa del planeta sigue disminuyendo, el calentamiento global continúa aumentando y los polos no han dejado de derretirse. Todo esto demuestra que el pretendido alivio de la presión sobre los bosques no es más que un ejercicio de publicidad interesada.
El autor es periodista.
Fuente: Centro de Colaboraciones Solidarias