Argentina-Uruguay: "De soberanía de cuenca, se trata"

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Soberanía de cuenca, son y somos, unos y otros, desde Salto y Concordia hasta el último pueblito al sur del río, sea de la margen oriental u occidental. Es el abrazo del puente del 30 de abril, como expresión de esa soberanía de los sueños hecha realidad en la construcción de esta Soberanía de la cuenca, que busca en definitiva, otras maneras, otros modos, otras herramientas para que la integración posible sea sobre la verdad de los intereses más sentidos y democráticos de nuestros pueblos

De manera reiteradas, unos y otros, luchan por un patriotismo soberano, lineal, absoluto, casi feudal y convocan incluso a la causa cerrada en defensa de lo nacional. Los conceptos se prostituyen, se nacionalizan en los extremos de derechas o izquierdas, y para mal se conforman alianzas inimaginables y lamentables. Malos caminos se pueden adoptar por estos rumbos. Nuestra común y hermana historia, sufrida y dramática, así lo sabe, así lo enseña. No la olvidemos, por favor.

El por-venir de este proceso de debate ciudadano en nuestras cuencas y sus territorios debería profundizar un concepto, podemos decir relativamente nuevo, el de soberanía de cuenca. Que esta exploración, este ejercicio sirva para empujar, acompañar y acordar el proceso de búsqueda de la solución política al grave y delicado conflicto socioambiental y profundamente político que tenemos en nuestras manos. No es una cuestión de Uruguayos y Argentinos, o entrerrianos fundamentalistas, menos aún la mala comparación del Sr. Chacho Alvarez en sus últimas declaraciones fuera de lugar e inoportunas en el proceso de consolidación de si, una posición nacional, que claro, no es lo mismo que una causa nacional.

Soberanía de cuenca implica la construcción ya en marcha de una ciudadanía de cuenca, el reconocimiento de los uruguayos orientales, pero también de nosotros, los uruguayos occidentales, de este lado de las cuchillas y del río de los pájaros, del río bello.

Soberanía de cuenca importa la no cesión o delegación de la soberanía de nuestros pueblos, ni a Tabare, ni a Kirchner, ni a Busti, ni a nadie, para que decida el futuro de nuestros próximos 50 o 100 años con la concreción de megaproyectos faraónicos privados de manera alevosa e impune como estas dos y más megaplantas de celulosas, o de millones de hectáreas de eucaliptales y pinos en la cuenca y sus territorios, o la construcción de represas hidroeléctricas en el marco del hasta ahora modelo de construcción de decisiones vigente.

La lección de Gualeguychu, no aprendida parece que por muchos, es que se está terminando esto de que desde los grande centros del poder económico y político se hace lo que se quiere hacer, más allá de las buenas o malas intenciones.

La lección de Gualeguaychu es que claramente se debe respetar el derecho nacional e internacional. Que se terminan los entes binacionales cerrados, corruptos y constructores de decisiones inconsultas y autoritarias.

La democracia llega para todos, no para algunos escenarios y en otros conservamos las dictaduras. La CARU y otros, parecen no comprenderlo.

Y entonces, estos pueblos en su conceptualización movilizada de la soberanía de los sueños y de la soberanía de cuenca, como soberanía del pueblo, seguirán marchando, pensando lo no pensado, haciendo lo no hecho, para liberar al río de los pájaros en su concepto propio, dinámico y creciente de "Ríos Libres, para pueblos Libres", como decía nuestro General Artigas.

Soberanía de cuenca, son y somos, unos y otros, desde Salto y Concordia hasta el último pueblito al sur del río, sea de la margen oriental u occidental. Es el abrazo del puente del 30 de abril, como expresión de esa soberanía de los sueños hecha realidad en la construcción de esta Soberanía de la cuenca, que busca en definitiva, otras maneras, otros modos, otras herramientas para que la integración posible sea sobre la verdad de los intereses más sentidos y democráticos de nuestros pueblos. Por esto, como el Biguá, custodio de la verdad de las aguas, ahora las Asambleas y las gentes, son custodios de esa verdad naciente, la de la soberanía de la cuenca; pueblos que custodian la verdad de sus aguas y de las aguas que sus hijos aún no nacidos y el derecho natural milenario les ha legado como protectores de su libertad.

Jorge Daneri
Foro de Ecología Política-Argentina.
(Miembro del equipo de abogados de la Asamblea Ciudadana Ambiental de Gualeguaychu)

Paraná, 20 de Enero de 2006.

Comentarios

26/01/2006
Detrás de las papeleras, por Informe Uruguay
El conflicto por las papeleras de Fray Bentos ha dejado de ser un problema medioambientalista para convertirse en algo que encierra dimensiones económicas, políticas, históricas y culturales. Antes que nada, es menester tener en cuenta que la idea de un Uruguay independiente, es decir de un Estado uruguayo soberano, despierta aun desagrado y resistencia en varios círculos de la sociedad argentina. No hay, por supuesto, una oposición abierta a este hecho histórico, ni tampoco es algo generalizado, pero sí es verdad que existe en algunos sectores de la sociedad argentina una cierta disposición, mezclada con no poco romanticismo histórico y nostalgia imperialista, a ver el proceso independentista uruguayo como algo “impuesto” al Estado argentino de la época por las potencias europeas, más concretamente Inglaterra y Francia, gracias a una coyuntura especial basada en la fuerza militar. De esa manera, la misión de reincorporar la Banda Oriental aparece para ciertos argentinos como una especie de signatura pendiente.

Es sintomático que en las efemérides recordadas por Radio Nacional de Buenos Aires el 25 de agosto del año pasado, la cruzada de los 33 fue definida como "el deseo de algunos orientales de cumplir con el objetivo de Artigas de unir Uruguay a la Argentina". Radio Nacional, que no es otra cosa que un vocero estatal argentino, confunde de esta manera el ideario artiguista de Patria Grande, en donde todas las provincias integrantes se deberían encontrar sobre un pie de igualdad, con la anexión lisa y llana de Uruguay por parte de Argentina, para su posterior administración como una provincia más por el gobierno central con sede en Buenos Aires.

Viviendo en Argentina, uno percibe regularmente este sentimiento de revanchismo e insatisfacción. A veces, las situaciones creadas parecen obras de surrealismo. En un ambicioso texto de estudios académicos, "La cultura argentina", tomo II, publicado por primera vez en Buenos Aires en 1996, se descubre que ciertos íconos culturales uruguayos han sido sencillamente argentinizados. Uno de ellos es Horacio Quiroga (página 157 y siguientes). Otro es Florencio Sánchez. En la página 81 de dicha obra leemos cuanto sigue: "Aunque nacido en Montevideo, Sánchez es argentino a partir del momento en que su producción teatral fue mayoritariamente representada en Buenos Aires y en otras ciudades de nuestro país."

O sea que, no habiendo logrado anexar todo el Uruguay, Argentina se consuela con anexar uruguayos en forma individual...

Otra táctica elegida dentro de esta perspectiva es la de sustituir el concepto uruguayo por el de rioplatense. Así, cuando una personalidad es argentina de nacimiento, se le llama argentina. Cuando por el contrario la misma es uruguaya, pasa a denominársele rioplatense. Un caso clásico de este eufemismo aparece en la novela (premiada con la contribución de Mario Benedetti entre otros) “El general, el pintor y la dama,” de María Esther de Miguel, la cual trata la relación de Blanes, el general Urquiza y Carlota Ferreira. Allí, Urquiza es argentino y Blanes rioplatense. Urquiza es un gran héroe argentino. Y Blanes es uno de los mayores pintores rioplatenses. La relación contraria, es decir Urquiza como héroe rioplatense y Blanes como pintor uruguayo, no figura nunca en el libro de de Miguel.

Decíamos, al inicio, que detrás de los cortes de ruta entrerrianos hay mucho más que mera solidaridad con el medio ambiente local. Los cortes, apoyados por el gobierno de Kirchner, son un burdo intento de perjudicar la economía uruguaya, especialmente en lo que refiere a la industria turística. No es la primera vez que vemos algo así. A partir de 1946, el gobierno del general Perón llevó adelante una intensiva guerra económica contra Uruguay, cortando tan dramáticamente las comunicaciones hacia y de nuestro país que llegó a ser imposible viajar de orilla a orilla, incluso con pasaporte diplomático.

Para los observadores extranjeros de la época, la pregunta crucial era hasta cuándo "el pequeño Uruguay" podría resistir la presión argentina. Los diplomáticos anotaban que mientras en años anteriores Uruguay recibía "una invasión" de hasta 150.000 turistas argentinos por año, entre 1952 y 1954 los que lograron atravesar el bloqueo peronista no pasaban del centenar.

Borgenstierna, embajador sueco en Uruguay, subrayaba que nuestro país había tenido más que suficientes motivos para romper las relaciones con Argentina, "pero ha preferido ser tolerante a toda prueba". "La paciencia uruguaya", agregaba el sueco, "ha aguantado hasta el momento y las medidas y las restricciones argentinas contra Uruguay durante los últimos doce meses aun no ha logrado hacerle perder el equilibrio al gobierno de la pequeña República."

Uno de los negociadores en esta difícil crisis fue, justamente, el ex presidente Jorge Batlle, quien viajó a Buenos Aires como enviado personal de su padre para tratar de ablandar la rígida posición de Perón y su ministro Borlenghi.

Perón no logró quebrar la economía uruguaya, ni siquiera en su vertiente puntaesteña. Pero la creciente amenaza argentina sirvió para que Uruguay en mayo de 1952 concretase la firma de un tratado de ayuda militar con los EEUU. Innegable ironía de la Historia es el hecho de que la actual crisis uruguayo-argentina y las crecientes presiones de Buenos Aires se den en un marco de nuevo acercamiento entre Uruguay y EEUU, con la firma, esta vez, de un acuerdo económico y la perspectiva de un convenio de libre comercio.