Argentina: Guaraníes exigen que la Universidad de La Plata les devuelva sus tierras ancestrales
Los caciques de las comunidades Mbya Guaraní del Valle de Kuña-Pirú, de Misiones, viajaron a La Plata, para volver a reclamar a la Universidad (UNLP)la devolución del título de propiedad de las tierras que habitan. Los convocó la presencia de Evo Morales Ayma, símbolo de la resistencia de los pueblos indígenas. Pero nuevamente las autoridades académicas hicieron oídos sordos al reclamo y los Mbya volvieron a Misiones con las manos vacías.
Alrededor de 600 familias de las comunidades Mbya Guaraní que habitan el valle de Kuña-Pirú, en el Municipio de Aristóbulo del Valle, provincia de Misiones, viven de la caza, la pesca y la recolección de frutos y hierbas medicinales; pero en la última década, se vieron obligados a dedicar gran parte de su tiempo a una nueva actividad: enfrentar a la Universidad Nacional de La Plata en un conflicto por la propiedad de las tierras en las que viven y entierran a sus muertos, desde hace más de un siglo y medio.
El caso tomó visibilidad el último 27 de abril, en La Plata, cuando la UNLP hizo entrega del título de Doctor Honoris Causa al presidente de la República de Bolivia Evo Morales Ayma. Durante la ceremonia, mientras el rector Gustavo Aspiazu blandía el supuesto compromiso de la institución con las luchas latinoamericanas, lo interrumpió un grito desde el público: “¡Devolvé las tierras a los Mbya Guaraní!”. Entre quienes asistieron al evento, se encontraban los caciques y otros integrantes de las comunidades de Yvy Pita, de Ka´aguy Poty y de Kapi´i Poty que, desde hace más de 13 años, vienen reclamando la restitución de sus tierras.
“Nuestro viaje es muy lejos, sufrimos acá en las ciudades —dice Salustiano González, cacique de una de las comunidades—. No es por nuestro gusto sino por nuestro reclamo. Dejamos nuestra familia sufriendo, venimos acá y queremos llevar soluciones y resultados, pero nunca salimos con resultados”. Los Mbya Guaraní solicitan la devolución de las más de 6000 hectáreas de las que se apropió la Universidad, y el otorgamiento del título de propiedad exclusiva. Pero la UNLP tiene otros planes. Desde que en 1992, y a pesar de que eran tierras habitadas, la empresa papelera Celulosa Argentina S.A. le donó estas tierras a cambio de la obtención de exenciones impositivas, la Universidad planificó la administración del predio como si los Mbya Guaraní no estuvieran allí. Ya en 1996 las comunidades comenzaron su reclamo, pero no sirvió de mucho: dos años después, la cas de estudios ya había donado 45 hectáreas al Municipio de Aristóbulo del Valle destinadas a la construcción de un balneario.
Uno de los argumentos de la UNLP es que, dada la preocupante situación socio-económica de las comunidades (un estudio indica que más de 80 por ciento de los Mbya Guaraní sufre de desnutrición), el territorio quedaría expuesto al negocio de la tala de árboles, porque quienes lo habitan se verían “tentados” de vender sus tierras para resolver sus problemas de subsistencia. Justifican así la creación de una “reserva natural” y la implementación de un sistema de guardaparques que supuestamente generaría empleos para los Mbya. “Nosotros originarios sabemos cómo usar y para qué necesitamos el monte”, retruca Salustiano González. Hay una dosis notable de condescendencia en el discurso de las autoridades de la Universidad: se trataría de que la academia conserve el control de las tierras para poder enseñarle a sus habitantes originarios cómo administrarla mejor. Pero los Mbya Guaraní no necesitan profesores. “Nadie ha podido, hasta ahora, mostrar un plan conservacionista mejor” que el de los guaraníes, sostiene Vasco Baigorri, escritor y periodista misionero, responsable de prensa de las comunidades.
Otro de los motivos para justificar el despojo de las tierras a sus dueños originarios, está centrado en los proyectos de investigación que promueve la casa de estudios. Sin embargo, dentro de la misma Universidad se alzan las voces de oposición a la postura oficial. De acuerdo al artículo “Etnografía de la política universitaria”, un trabajo publicado en 2004 por cuatro antropólogas de la misma UNLP, varios de los alumnos de Agronomía y Antropología de que concurren al Valle de Kuña-Pirú, denuncian que “los guaraníes son tratados como animales, con prácticas invasivas que no tienen en cuenta su cultura”. De alguna manera, se ha querido presentar el conflicto como “los guaraníes vs la educación”, pero es una falsa dicotomía. Los Mbya Guaraní aclaran que no impedirían el acceso de los alumnos y docentes al predio. “Nosotros no queremos que los estudiantes dejen de venir a las tierras —sostiene Baigorri—, pueden seguir viniendo, pero nosotros queremos que se entienda que estamos reclamando el reconocimiento de la propiedad comunitaria y la actitud de la universidad es no devolver las tierras”.
La propuesta de la UNLP respecto del predio es mantener la mayor parte de la extensión en un sistema de “codominio” y manejo conjunto, una figura difusa en la que no queda claro de quién son las tierras y quién puede decidir sobre ellas. Hasta ahora, las autoridades universitarias proponen devolver entre 500 y 800 hectáreas (menos de un 15 por ciento del predio), y que la misma cantidad sea otorgada a la Universidad en propiedad exclusiva, mientras que el resto del predio sea de “uso compartido”. De plano la UNLP niega la posibilidad de que la comunidad crezca en el futuro, y a cambio de la entrega de sólo una porción del predio, como si se tratase de una negociación empresarial, la institución ofrece la implementación de planes sociales, de salud y de energía alternativa, y la capacitación de los guaraníes en técnicas de desarrollo sustentable.
“Jurídicamente eso no existe. O estamos hablando de una propiedad comunitaria a nombre de los Mbya Guaraní, o las tierras las tiene la Universidad”, argumenta Baigorri. Por otra parte, si la UNLP pretende mantener la propiedad de las tierras y otorgar un “permiso de uso” a las comunidades Mbya Guaraní, nada garantiza que, así como esta gestión entrega ese permiso, la gestión siguiente lo elimine. “Sin título no podemos tener seguro”, afirma el cacique Salustiano González. Y agrega: “Queremos tener seguridad para nosotros, para nuestra familia, para nuestra comunidad. Nosotros reclamamos por el título, porque muchos ciudadanos nos quieren reconocer solamente por palabras nomás”.
La escalada de desacuerdos y la seguidilla de reuniones sin resultados, llevaron a las comunidades a iniciar en octubre de 2007 una demanda ante el Juzgado Federal de Posadas, para que se realice un Juicio de Reconocimiento de la Propiedad del Territorio Indígena. Los Mbya Guaraní tienen a la Constitución de su lado: después de la reforma de 1994, el artículo 75 contempla el reconocimiento de “la posesión y propiedad comunitaria de las tierras que [los pueblos indígenas argentinos] tradicionalmente ocupan”. En el marco de esta causa, el pasado 10 de marzo el juzgado convocó a una audiencia de conciliación a las partes, pero la Universidad no se presentó. Según Aspiazu, no está en manos de la UNLP el decidir sobre la cuestión: el rector insiste en la existencia de un supuesto expediente iniciado ante el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), dependiente del Ministerio de Desarrollo Social. “No hay ningún expediente para la negociación del conflicto”, responde Vasco Baigorri, y aclara que el INAI sólo fue convocado por las comunidades para que participara como veedor durante algunos encuentros que mantuvieron con las autoridades académicas.
La otra herramienta que podría utilizarse es la convocatoria a una Asamblea Extraordinaria por parte de la Universidad, para que se discuta abiertamente la cuestión. Baigorri sostiene que, después de lo ocurrido en la ceremonia con Evo Morales en abril, “es la primera vez que Aspiazu hace un reconocimiento pleno del conflicto, incluso dijo que si fuera por él devolvería las tierras”. A criterio de Baigorri, el rector “de alguna manera públicamente quedó comprometido” para llamar a asamblea. No obstante, el discurso de Aspiazu después de bajar del escenario fue otro: al ser consultado sobre la posibilidad de ese tipo de convocatoria abierta, la descartó de plano y dijo que obstruiría la posibilidad de una devolución de las hectáreas en disputa. Y acto seguido señaló: “Si hacemos una asamblea la venta de las tierras… eh… la cesión de las tierras, no se va a hacer”. El rector de la UNLP argumenta que “hay mucha gente de la Universidad que no quiere desprenderse de esas tierras”.
Como suele suceder, la elección de las palabras transparenta la cuestión de fondo: las autoridades de la Universidad hablan de ceder hectáreas a las comunidades. Los Mbya Guaraní, en cambio, reclaman la devolución de las tierras que, tras cinco siglos de opresión, todavía tienen que seguir defendiendo.
Fuente: Prensa de Frente