Cambio climático y derechos humanos

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El Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas organizó un seminario para establecer cómo el cambio climático afecta a los derechos humanos.

Uno de los grandes temas planteados en el seminario, que tuvo lugar la semana pasada en Ginebra, fue cómo debería enmarcarse el punto de contacto entre el cambio climático y los derechos humanos.

 

En mi discurso en la sesión de apertura abordé este aspecto con los siguientes argumentos:

 

* El cambio climático es una crisis compleja y multidimensional que abarca el medio ambiente, el desarrollo y la equidad. Por lo tanto, debe abordarse de manera integral.

 

* Los países en desarrollo enfrentan ahora el tema del clima más seriamente. Su necesidad inmediata es hacer frente a los desastres naturales. Los eventos climáticos extremos, como inundaciones, tormentas y huracanes, han aumentado en los últimos años, afectando a millones de personas y provocando destrozos multimillonarios.

 

* Es necesario crear un sistema internacional adecuado que asista a los países cuando ocurran los desastres y ayude en las tareas de reconstrucción.

 

* Los países en desarrollo tienen muchas dificultades y dilemas. Deben destinar cada vez más recursos para la adaptación al clima, así como lidiar con los daños y perjuicios.

 

* También necesitan desarrollo social y económico, para que sus ciudadanos ejerzan sus derechos humanos a la alimentación, el agua, la salud y el desarrollo. Y, además, deben contribuir al esfuerzo mundial de reducción de las emisiones adoptando medidas como conservación de los bosques, introducción de energías renovables y reforma de la industria y el transporte.

 

Los países en desarrollo enfrentan el dilema de cumplir con todo esto sin contar con recursos suficientes. Se compite por los escasos fondos estatales mientras las empresas privadas necesitan apoyo para adoptar métodos de producción con bajo nivel de emisiones.

 

Entre 1850 y 2010 se emitieron alrededor de mil trescientas gigatoneladas de dióxido de carbono equivalente. En el futuro, las emisiones deben limitarse a aproximadamente setecientas cincuenta gigatoneladas para que exista una posibilidad razonable de que el aumento de la temperatura global se mantenga en dos grados centígrados. De lo contrario sobrevendrá una calamidad climática.

 

En primer lugar, los países desarrollados deberían tomar la iniciativa por su responsabilidad histórica, sus mayores ingresos y su capacidad tecnológica. Por lo tanto, tendrían que encabezar los esfuerzos de mitigación, así como una adecuada transferencia financiera y tecnológica a los países en desarrollo, de acuerdo con sus compromisos derivados de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.

 

En segundo lugar, los países en desarrollo deben reforzar sus esfuerzos para enfrentar los efectos del cambio climático a través de medidas de adaptación, manejo de desastres y reconstrucción. Tienen que luchar por el desarrollo social y económico, apoyar a sus poblaciones para que ejerzan sus derechos a la alimentación, la vivienda y el desarrollo y, a la vez, cambiar a modelos de producción con un bajo nivel de emisiones.

 

En tercer lugar, los países en desarrollo no podrán asumir sus múltiples tareas por sí solos. Es necesario instalar mecanismos concretos para ofrecerles fondos adecuados y tecnología ambientalmente inocua.

 

En cuarto lugar, es necesario negociar un acuerdo mundial en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que tome en cuenta todas esas múltiples dimensiones.

 

El marco de negociación debería basarse en el principio de la Convención de lograr un grado de ambición importante en los esfuerzos por minimizar el cambio climático, así como en el principio de equidad en el “reparto de la carga” de las medidas que deben realizar los países.

 

El mercado por sí solo no puede resolver el problema. Los países, tanto desarrollados como en desarrollo, necesitan implementar grandes cambios en las políticas económicas, la tecnología y los estilos de vida. Esos cambios exigen coordinación y cooperación a escala mundial a partir de principios de solidaridad, equidad, justicia y respeto por los derechos humanos. De no ocurrir esta transición de manera ordenada y justa, entonces habrá un cambio climático drástico que traerá consigo cambios económicos y sociales caóticos, desordenados y basados en la coerción más que en la cooperación.

 

En este mundo de pesadilla, cada país y cada persona luchará por sus estrechos intereses en una loca pelea por la supervivencia donde los ricos y poderosos estarán en situación de ventaja y los débiles y pobres serán dejados de lado.

 

Es importante que quienes están involucrados en la protección de los derechos humanos aúnen esfuerzos con quienes luchan por la justicia en el cambio climático, de manera que el primer escenario, de cooperación y solidaridad, prevalezca sobre el segundo, de caos y ley de la selva.

 

*Martin Khor, fundador de la Red del Tercer Mundo, es director ejecutivo de South Centre, una organización de países en desarrollo con sede en Ginebra.

Fuente: Red del Tercer Mundo

Temas: Crisis climática

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