Colombia: carta del pueblo Embera Katío desde la sede de Urrá S.A.
"Hoy les estamos recordando que están y estarán condenados a llevar sobre sus hombros la pesada carga de la práctica desaparición de un pueblo entero lleno de cultura, distinto en sus costumbres pero igualmente digno que se resiste a recibir migajas de un estado y un megaproyecto que siempre les ha dado la espalda"
CARTA ABIERTA AL PUEBLO COLOMBIANO
ASAMBLEA PERMANENTE DEL PUEBLO EMBERA EN URRÁ
CARTA ABIERTA A LOS SEÑORES MINISTROS, HONORABLES CONGRESITAS Y PUEBLO COLOMBIANO
Señores senadores y ministros, pueblo de Colombia:
Hoy cumplimos 9 días de Asamblea Permanente al frente y dentro de las oficinas de la Empresa Urrá SA. Y dentro de escasos dos día cumpliremos diez años de haber iniciado nuestra lucha y resistencia contra el más monstruoso proyecto emprendido en nuestros territorios ancestrales. Desde entonces, cuando el 4 de noviembre de 1994 realizamos la gran marcha fluvial de más de 600 Emberas denominada "Do Wabura", nuestros jais y nuestros antepasados nos preguntan en sueños porqué está tan herida y al borde de la muerte nuestra madre naturaleza. Los ancianos vivos todavía no entienden porqué el río se estancó en un gran hueco que nos ha traido enfermedades y sepulto bajo una mortaja líquida la mayoría de nuestros sitios sagrados. Los niños acostumbrados a retozar en las aguas bullosas y claras de nuestros ríos nos miran como pidiendo explicaciones al hecho de que de un tramo a otro el río pasa de ser una corriente, que permite el transporte de una comunidad a otra, a un gran espejo resplandeciente que nos deja casi ciegos y sin posibilidades de navegar con nuestros canoas pequeñas (jambasake).
Nuestras mujeres ven impotentes el acelerado avance de la desnutrición de nuestros hijos por la perdida de pescado aguas arriba del embalse de Urrá. Nuestros hombres, también impotentes, cada vez deben trasladarse hasta lugares más lejos para poder cazar los escasos animales que la presión de colonos y cultivadores de plantas de terror han dejado.
En toda esta década de agonía hemos visto que las medidas de mitigación que supuestamente emprendió la monstruosa empresa Urrá tal vez sólo ha servido para calmar la conciencia de aquellos que en nombre del desarrollo occidental no les importó para nada nuestra vida, nuestros hijos y nuestra descendencia. Sin embargo hoy les estamos recordando que están y estarán condenados a llevar sobre sus hombros la pesada carga de la práctica desaparición de un pueblo entero lleno de cultura, distinto en sus costumbres pero igualmente digno que se resiste a recibir migajas de un estado y un megaproyecto que siempre les ha dado la espalda.
Al menos a nosotros nos queda la posibilidad de seguir mirando orgullosos el poco paisaje que nos queda, al menos podemos decirle a nuestra madre tierra que la culpa de su destrucción no ha salido nunca de nuestras manos, al menos todavía podemos conversar sin vergüenza alguna con nuestros hijos y ancianos explicando que nuestro compromiso con la naturaleza y nuestra promesa de vida de no quebrantar sus leyes sigue incólume como la sostuvieron nuestros abuelos y tatarabuelos.
Mientras tanto, los funcionarios de Urrá y todos aquellos que ordenaron dañar nuestros territorios, no podrán mirar a sus hijos y explicarles con verdad el atentado, éste mucho más terrorista de lo que cacarean en los noticieros y en la prensa a diario. Pero aun cuando puedan mentirles a sus hijos, no podrán mentirle a la historia y algún día tendrán que explicar de sus propias bocas al país, a nuestro pueblo y al mundo el irremediable daño que nos ocasionaron.
Nuestra Asamblea es un gran grito de interrogación lanzada al viento para que la escuchen en los cuatro horcones de la tierra. Nuestra Asamblea como dijimos hace diez años busca que nuestra voz se convierta en un solo grito. Nuestra Asamblea honorables senadores y ministros es la búsqueda incansable de respuestas a esas preguntas que a diario se aparecen en nuestros sueños y nos acompañan como una gran nube negra a todas partes donde vamos.
Nuestro pensamiento sustentado en Krincha Wandra y nuestra naturaleza madre de Drua Wandra, ha sido herida de muerte y nosotros no podemos responder por un daño ocasionado por las manos de otros. Por eso es que ahora, hacemos estas preguntas en y solicitamos atención del gobierno central para que ustedes nos ayuden a responderle a nuestros antepasados, a nuestros hijos y mujeres y a las improbables generaciones futuras de hermanos que nacerán con una mancha de muerte en sus territorios.
Montería, noviembre 3 de 2004
CABILDOS MAYORES DE RIOS SINU Y VERDE*
RESGUARDO EMBERA KATÍO DEL ALTO SINÚ
Carrera 5 # 10-65 Barrio El Prado Tel. +(57) 47 - 771603
Tierralta Córdoba COLOMBIA
A.A. 770 Montería - Córdoba
Email: oc.ten.letade@seroyamsodlibac
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POAGA JUESOMA UME BA YO ZEBURUTA DAYI EBERA KRINCHADE - DIEZ AÑOS DE LUCHA Y RESISTENCIA DEL PENSAMIENTO EMBERA
Hace diez años despertamos alarmados ante el etnocidio que un estado prepotente e inconsecuente planeaba para nosotros mientras exhibía orondo una constitución política pluriétnica y multicultural. El estado que reconocía plenamente la existencia de los grupos étnicos disminuidos a causa de la colonización española y el blanqueamiento mestizo y que ofrecía posibilidades participativas a todos los sectores de la sociedad, nunca renunció a su esencia. Los intereses económicos de una clase dirigente que no necesita fórmulas especiales para permanecer en el poder hacía realidad el sueño de todo país tercermundista de mirada baja y sin identidad quiere alcanzar: vender a los ricos con la esperanza de serlo algún día, se concretaba en la construcción de la hidroeléctrica Urrá. Un empeño nacional, que se logró gracias al empuje de los "hombres de empresa", quienes desde 1950 venían planeando cómo vender parte del territorio nacional, para obtener nimios beneficios económicos a costa de nuestro territorio, nuestra madre tierra, nuestra cultura y en últimas nuestra vida como pueblo y física.
Poca fe teníamos y tenemos que estos "hombres de empresa" pensaran que arrasaban con un pueblo, pero resulta paradójico que no hubiesen pensando siquiera en los hijos de sus hijos. Desde sus inicios los estudios de impacto ambiental (que curiosamente albergan lo social y lo cultural) contratados por los dueños del proyecto tenían un fin específico, demostrar que el proyecto era viable y que el "costo ambiental" era mínimo. Por supuesto se requirieron miles de mentiras la peor de todas era sin dudas la concreción de una idea que aun ronda en las cabezas de los dirigentes regionales, y sin duda nacionales: desaparecer a los embera katío del Alto Sinú.
Por eso iniciamos el Do Wabura para decir sí existimos, aquí estamos, aquí hemos estado y aquí permaneceremos, mientras nuestros ombligos sigan aquí enterrados. Los que entonces éramos apenas unos muchachos recordamos que nuestros abuelos nunca creyeron que un río se pudiera tapar, nunca creyeron que manos humanas pudiesen hacer una laguna. Al calor de esos primeros días de organización aprendimos que debíamos gritarle al mundo que sí existíamos. A decir verdad, ese 4 de noviembre de 1994, muchos abordamos las balsas que surcarían el Sinú aguas abajo, sin creer que sería la última travesía que nos permitiría llegar por río a Tierralta, Montería o Lorica arrancando desde nuestras comunidades.
Diez años después, nuestras mentes, nuestros corazones y en últimas nuestro pensamiento se resiste a aceptar el daño inmenso que un enorme muro de concreto trajo tras de sí. Impávidos como hace diez años, vemos crecer a nuestros hijos enfermos con males que no ceden al poder de los jaibanas, vemos avanzar las serpientes que desconcertadas buscan su antiguo hogar. Pero sobre todo vemos a nuestro pueblo precipitarse en un abismo de locura de billetes, consumo, tiempos, reuniones. Hoy que somos padres de niños como nosotros en ese entonces, sentimos un dolor inmenso de saber que sus ojos nunca verán la majestuosidad del Sinú completo. Son diez años que nos han arrebatado la tranquilidad pero nunca la esperanza.
Por eso desde hace diez años la organización del pueblo embera ahora congregada bajo el nombre de Cabildos Mayores de Río Sinú y Río Verde, avanza cada vez con mayor fuerza hacia la defensa y garantía de ese derecho a existir. En estos diez años la cultura ha sido el motor de nuestra lucha , hoy todos los sitios de nuestro resguardo han recuperado los nombres primigenios que los colonos les habían hurtado hace años.
Hoy después de diez años de cambio nuestras mujeres orgullosas alaban su fertilidad y su voz se une en una sola para gritar que desean parir muchos hijos, tantos que un día cercano los embera seamos tantos como los kapunia (no indígenas). Ellas disfrutan su maternidad con la misma alegría que el bosque nos trasmite a todos enseñándonos a vestir con colores brillantes y festivos, como debe ser la vida.
Día a día nos ratificamos en el hablar embera, en buscar traducciones, antes de adoptar nuevas palabras o peor aun de adoptar conceptos. En estos diez años una y otra vez hemos analizado y buscado una palabra embera que signifique derecho y aún no la hallamos. Tal vez ningún lingüista logre la traducción, porque el sentido de la vida no se reduce a frases o palabras como educación, salud, participación, la vida y su sentido no caben en las palabras que torpemente pronunciamos los humanos. Los embera no supimos de derechos hasta que nos los arrebataron, antes nunca nos faltó nada y si nos faltó siempre un anciano sabio buscó en su pensamiento la historia adecuada que logró hacernos entrar en razón. Por eso nuestro pensamiento sigue siendo el mayor de nuestros tesoros y ese nunca podrán arrebatárnoslo.
Los cuatro horcones de nuestra organización siguen tan firmes como siempre: oi wandra, drua wandra, krincha wandra y embera wandra
Achera emberara, yumakera, werara: gracias por hacer posible este sueño de unidad, organización, cultura y territorio.
Compañeros indígenas, gracias por guiarnos y acompañarnos en este camino.
Compañeros kapunias de las ONGS, amigos del pueblo embera gracias, por caminar junto a nosotros.
HACE DIEZ AÑOS NOS OBLIGARON A DECIR DO WAMBURA(ADIOS RÍO) PERO NUNCA DIREMOS: ADIOS VIDA
¡ URRA DESMANTELAMIENTO YA !
Montería, noviembre 4 de 2004
Fuente: Indymedia Colombia