Declaración de repudio del Movimiento de Pequeños Agricultores (MPA)
A la comunidad nacional e internacional, a los pueblos del campo, de las aguas y de los bosques, a los defensores de la agroecología, la soberanía alimentaria y la justicia climática. El Movimiento de Pequeños Agricultores expresa vehemente e indignadamente su repudio absoluto a la creación del espacio denominado Agrizone, coordinado por la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa) en la COP 30 en Belém, Pará.
Observamos que esta iniciativa representa explícitamente la apropiación corporativa de los espacios para el debate climático, la mercantilización de la crisis ambiental y un intento de legitimar un sector agroindustrial ya considerado responsable de miles de impactos socioambientales como una "solución" a los males que ayudó a crear.
Agrizone fue concebido como un “espacio para debates narrativos” sobre la crisis climática, con el apoyo directo de grandes corporaciones agroindustriales y asociaciones del sector, incluyendo la Confederación Brasileña de Agricultura y Ganadería (CNA), CropLife International y otras importantes empresas patrocinadoras que llevarán a cabo actividades exclusivas dentro del espacio.
Esta coordinación revela un claro intento de transformar la COP 30 en una plataforma de lavado de imagen verde para el agronegocio: utilizar la conferencia para encubrir un modelo que sigue basándose en la deforestación, el uso intensivo de agroquímicos, la concentración de la tierra, la expulsión de los pueblos tradicionales y la devastación de
los recursos comunes, disfrazándolo de "sostenibilidad" y "tecnología de soluciones".
Según datos del SEEG, los sistemas alimentarios en Brasil representaron el 73,7% de las emisiones brutas de gases de efecto invernadero en 2021, y el sector agrícola fue responsable del 33,7%. Este hecho demuestra que la agroindustria constituye una parte importante del problema climático, y no una solución indiscutible.
Principales críticas al funcionamiento de Agrizone:
a) Conflicto de intereses evidente: el patrocinio de empresas que producen pesticidas (como Bayer AG), alimentos ultraprocesados (como Nestlé SA) y otras vinculadas a la concentración de la producción, demuestra que este espacio sirve para promover intereses privados y no la agenda pública de justicia climática.
b) Predominio de narrativas dominantes: Agrizone se ubica a menos de dos kilómetros del pabellón oficial de la COP y fue creado por Embrapa para el sector agrícola mayoritario. Está configurado como un espacio paralelo, financiado por grandes empresas y asociaciones comerciales, con sus propios stands y salas de negocios exclusivas.
c) Falta de equidad y pluralidad reales: mientras que las corporaciones tienen stands y el poder de organizarse, las organizaciones agroecológicas, los pueblos indígenas, las comunidades quilombolas, los campesinos y las comunidades tradicionales permanecen relegados a un segundo plano, sin las mismas condiciones de acceso, visibilidad y financiación.
d) Riesgo de “soluciones” que profundizan el problema: la presentación de sistemas como la “soja con cero emisiones de carbono”, la “ganadería lechera con bajas emisiones de carbono” o nuevas métricas de metano busca promover una narrativa que exacerba la evasión de responsabilidades, desvía la atención de la transformación estructural y naturaliza la lógica de la expansión productiva.
Esta formulación tiene consecuencias directas para los pequeños productores, los pueblos tradicionales, la biodiversidad y el clima futuro del planeta. Al legitimar la agroindustria como «parte de la solución», oculta el hecho de que su lógica productiva es la raíz de la crisis: deforestación, expansión de monocultivos, acaparamiento de tierras, expulsión de campesinos, contaminación del suelo y del agua, y debilitamiento de los territorios.
Para el Movimiento de Pequeños Agricultores, esto significa:
• Menor visibilidad para la agroecología: nuestro modelo de producción, que preserva la biodiversidad, prioriza la soberanía alimentaria y promueve la justicia social, continúa siendo marginado.
• Reducción del espacio de toma de decisiones públicas: cuando las corporaciones financian, coordinan y ocupan los espacios de negociación climática, la democracia agraria y ambiental se ven amenazadas.
• La perpetuación del “modelo exportador” y las prácticas depredadoras: al presentarse como una “solución verde”, la agroindustria puede ocultar su papel como fuente de contaminación, destructora de territorios y reproductora de vulnerabilidades.
Ante este escenario, la MPA reafirma las siguientes demandas:
1. Suspensión inmediata del patrocinio corporativo que posiciona a empresas con un historial de impacto social y ambiental como protagonistas de la agricultura "sostenible".
2. Garantizar espacios de participación igualitarios para los pequeños agricultores, los pueblos indígenas, las comunidades tradicionales y las organizaciones agroecológicas dentro de la COP y, específicamente, dentro de Agrizone.
3. Transparencia total en cuanto a los criterios, convocatorias de propuestas, asociaciones y financiación del espacio Agrizone, incluidos los contratos de Embrapa con empresas privadas y cualquier vínculo que comprometa la misión pública de la institución.
4. Reconocimiento oficial de que la crisis climática exige una transformación estructural de la agricultura —y no el fortalecimiento del agronegocio— apoyando políticas públicas para la reforma agraria, la agroecología, el control social de las cadenas alimentarias y el pago directo a los verdaderos cuidadores de la tierra.
5. Respeto a la soberanía alimentaria de los pueblos; prioridad dada a la producción de alimentos sanos y locales, y rechazo de la lógica de la exportación y la mercantilización irrestricta de la naturaleza.
Reafirmamos que no existe un futuro justo, democrático y ambientalmente responsable si permitimos que la agroindustria dicte unilateralmente el rumbo de la producción alimentaria, la ciencia, la tecnología y la política climática. La COP 30 no puede convertirse en un escenario para el marketing corporativo, sino en un centro para la verdadera transformación, donde se escuche la voz de quienes viven de la tierra, defienden la vida, las semillas y la diversidad.
El Movimiento de Pequeños Agricultores se solidariza con las comunidades rurales, acuáticas y forestales, y exige que la agroecología, la soberanía alimentaria y la justicia climática estén en el centro de la toma de decisiones, no como retórica, sino como práctica, política y compromiso público.
No aceptamos soluciones falsas. Luchamos por un cambio fundamental, por el derecho a la tierra, al agua, a la biodiversidad y a la dignidad. Por nosotros mismos y por las generaciones futuras, exigimos —y resistiremos— lo que nos corresponde.

