Guerra química contra las drogas

Según el discurso oficial sobre las armas químicas y biológicas, si llega a darse una guerra con tales armamentos, Estados Unidos será la víctima y no el agresor. Sin embargo, la guerra química ya es una realidad y Estados Unidos es el agresor. Como parte de la famosa "guerra contra las drogas", se están aplicando yerbicidas tóxicos de origen estadounidense sobre suelo colombiano para erradicar cultivos de marihuana y coca.

En la primera mitad del año pasado, se rociaron en Colombia casi 70 mil galones del yerbicida Roundup de la empresa Monsanto en operaciones antidrogas. Monsanto y el gobierno de Estados Unidos juran que el Roundup es inofensivo y ambientalmente sano.

¿Cuán inofensivo? Las propias contraindicaciones del producto dicen lo siguiente: El Roundup matará a casi cualquier planta verde en proceso de crecimiento; no se debe aplicar a cuerpos de agua porque puede ser dañino a organismos acuáticos; se recomienda que animales herbívoros, como caballos, ganado, ovejas y cabras, se mantengan fuera del área rociada por dos semanas. Si se aplica alrededor de árboles frutales, favor de esperar tres semanas antes de comer de sus frutos.

Sostiene la bióloga Martha L. Crouch, de la Universidad de Indiana, que para evaluar la toxicidad del Roundup hay que tener en cuenta los ingredientes "inertes" que vienen con el ingrediente activo del producto, llamado glifosato. Esos ingredientes "inertes", que constituyen 99.04% de la masa del producto, no matan yerbajos pero sí pueden envenenar a humanos y otros organismos. "Trabajadores agrícolas han reportado serios males por usar Roundup. También se ha demostrado que Roundup le hace daño a los hongos beneficiosos y a otros organismos que viven en el suelo, y ha sido implicado en un aumento en la frecuencia de brotes de algunas enfermedades de plantas."

Por otra parte, existen estudios que demuestran que el glifosato tampoco es inofensivo, sino que puede causar daños a largo plazo al cuerpo humano. Un estudio de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de California determinó que el glifosato es la causa más común de enfermedades relacionadas con agrotóxicos entre trabajadores de jardinería paisajista en California, y la tercera causa más común entre los trabajadores de la agricultura. Las plantas que reciben Roundup absorben el glifosato por sus raíces y acaba así en sus partes comestibles. Se ha encontrado esta sustancia en fresas, lechuga, zanahorias y cebada.

Crouch señala que una vez aplicado, el Roundup no se queda quieto en el cultivo, sino que viaja viento abajo y río abajo. Como resultado, el químico afecta la vegetación silvestre en los alrededores de las fincas. Se ha demostrado que el Roundup mata insectos y gusanos beneficiosos, y es extremadamente tóxico a los peces. Y encima de todo esto, el glifosato persiste hasta un año donde se aplica.

Peor aún, el Roundup que se usa contra cultivos ilícitos en Suramérica no es el mismo que se usa Puerto Rico y Estados Unidos en la agricultura. El periodista holandés Marjon van Royen descubrió que para aplicaciones antidrogas se le añade un aditivo, llamado Cosmoflux 411 F, para aumentar su toxicidad. La doctora Elsa Nivia, de la Universidad de California, sostiene que el Cosmoflux cuadruplica la toxicidad del Roundup.

¿Todo bajo control?

Las autoridades colombianas y estadounidenses aseguran que el Roundup se rocía desde aviones y que se hace con absoluta precisión y con la ayuda de imágenes de satélites, para no hacerle daño al ambiente o a la salud pública o perjudicar cultivos agrícolas legales en áreas adyacentes. En diciembre del 2000, el senador demócrata estadounidense Paul Wellstone visitó a Colombia para averiguar personalmente cuán precisas eran las asperjaciones aéreas.

Las fuerzas armadas colombianas y la embajada estadounidense le montaron al senador todo un espectáculo de relaciones públicas. Lo ubicaron a él, al embajador y otros dignatarios estadounidenses y militares colombianos de alto rango en la cima de una colina con una vista panorámica de un cultivo de coca. Pasó el avión cargado de Roundup y en lugar de soltar su cargamento sobre el cultivo, lo hizo sobre el senador Wellstone y sus acompañantes, quienes acabaron totalmente empapados de yerbicida.

Si esa es la "exactitud" con que aplican yerbicidas cuando hay altos dignatarios estadounidenses mirando, ¿Qué podemos esperar cuando no haya "gente importante" presente?

El impacto de este tipo de guerra sobre las vidas humanas ha sido desgarrador. En el 2000, un grupo de líderes indígenas de Colombia viajaron a Wáshington hablar en contra de la fumigación de agentes químicos. "Doce pueblos indígenas han sufrido bajo esta plaga como si fuera un decreto del gobierno para exterminar nuestra cultura y nuestra supervivencia misma", declaró José Francisco Tenorio, el único de ellos que se atrevió a usar su nombre real. "Nuestros cultivos lícitos- nuestro único sustento- mandioca, guineo, palmeras, caña de azúcar y maíz, han sido fumigados. Nuestras fuentes de agua, quebradas, ríos, lagos, han sido envenenados, matando nuestros peces y otras criaturas viventes. Hoy, el hambre es nuestro pan de cada día. En el nombre de los pueblos indígenas del Amazonas, pido que las fumigaciones se suspendan de inmediato."

Amenaza a la alimentación mundial

¿Qué efectos podría tener la proliferación de este tipo de guerra química al resto de Latinoamérica? Se podría afectar adversamente la agricultura del mundo entero, ya que en Centro y Suramérica se originan el maíz, calabacín, calabaza, habichuelas, casabe, algodón, tomate, papa y batata. La papa, para nombrar un caso específico, se origina en el altiplano andino, entre Perú y Bolivia, precisamente uno de los objetivos principales de la "guerra contra las drogas".

Estos centros de origen se conocen como centros Vavilov, en honor al científico ruso que los identificó hace un siglo. Los centros Vavilov son, por lo tanto, santuarios irremplazables de diversidad biológica, y son indispensables para la alimentación de la raza humana.

A pesar de los adelantos tecnológicos de la agricultura en el siglo XX, los agrónomos aún hoy día tienen que acudir a los centros Vavilov para conseguir material genético nuevo con el cual fortalecer y mejorar sus variedades de plantas. Independientemente de que la papa se cultive en Polonia, Irlanda o en Idaho, el agrónomo que quiera desarrollar nuevas variedades de papa o simplemente vitalizar las ya existentes tiene por obligación que accesar las variedades que crecen en los Andes. Por lo tanto, un descalabro ecológico causado por yerbicidas tóxicos y armas biológicas en los centros Vavilov puede tener consecuencias nefastas e irreversibles para la alimentación mundial.

PARA MAS INFORMACIÓN:
http://www.usfumigation.org/
http://www.sunshine-project.org/
http://www.jeremybigwood.net/
http://www.corpwatch.org/ Monsanto and the Drug War in Colombia. 

Carmelo Ruiz Marrero
Semanario CLARIDAD
Puerto Rico, 15 de febrero 2002

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