Guyraroká: nueva retomada revela el uso de agrotóxicos como arma de guerra y las redes del latifundio corporativo
"Los ataques químicos contra Guyraroká son realizados por medio de maquinarias y aviones agrícolas, resultando en la pérdida de toneladas de alimentos producidos por los indígenas y frecuentes enfermedades de los ancianos, niños y jóvenes, incluyendo casos de hospitalización".
Era de mañana temprano cuando llegamos al kokue (plantío tradicional) de Papito Vilharva, también conocido como Seu Tito, nhanderu (rezador) de 107 años que vive en la retomada de Guyraroka, situada en el municipio de Caarapó (estado brasileño de Mato Grosso do Sul). “¡Estoy aquí jugando un poquito!”, dijo el rezador, hablando de sus cuidados con la tierra repleta de maíz y yuca, donde carpía delicadamente con su asada. Compartimos avati pará, como los Guaraní y Kaiowá llaman a una variedad de maíz rayado. Seu Tito cultiva una gran variedad de alimentos, constantemente amenazados por las fumigaciones de agrotóxico en los monocultivos de soja que cercan la retomada. En diversas ocasiones, el veneno ya fue utilizado como arma química contra Guyraroká, resultando en destrucción de cultivos y enfermedad generalizada. Seu Tito nos llevó, entonces, a su casa. “Mi canasta básica viene de la tierra. ¡Mientras no llega la demarcación, igual planto de todos modos!”, decía, en medio de las largas historias de su vida y el minucioso y afilado pensamiento crítico sobre el contexto social y político que enfrentan los Guaranjí y Kaiowá.
Las retomadas Guaraní y Kaiowá, procesos de lucha por la recuperación de las tierras ancestrales de esos pueblos, se intensificaron en julio de 2024, después de avanzar coordinadamente en cinco tekoha [1], en especial aquellos que fueron retomados en la región de Douradina, parte de la Tierra Indígena Panambi-Lagoa Rica: Yvy Ajeré, Kurupai’ty y Pikyxi’yn [2]. En estos lugares, actualmente, vuelve a resurgir la vida: retorna la biodiversidad, los árboles nativos brotan espontáneamente, los cultivos tradicionales (kokue) producen alimentos sin veneno y dividen espacio con huertas comunitarias y áreas de regeneración forestal, en contraposición a los anteriores monocultivos de soja y maíz transgénico que, año tras año, agotan e intoxican la tierra indígena. El día 21 de octubre de este año, fue retomado parte del territorio reivindicado como Tierra Indígena (TI) [3] Guyraroká y, en seguida, Passo Piraju/Porto Cambira. En esta nota, focalizaremos el caso de Guyraroká.
La TI Guyraroká está declarada como ocupación tradicional Guaraní y Kaiowá por la Fundación Nacional para los Pueblos Indígenas (FUNAI), con 11.401 hectáreas, aguardando la conclusión del proceso de homologación por el gobierno nacional. Actualmente, Guyraroká ocupa solo 44 hectáreas. Con la demora del Estado en cumplir su papel en la demarcación legal y con las constantes fumigaciones de agrotóxico por los hacendados, la comunidad decidió retomar la Fazenda Ipuitã, sobrepuesta al territorio originario y limítrofe al lugar actualmente ocupado. Con esa decisión, los indígenas tienen como objetivo liberar la tierra de las contaminaciones por agrotóxicos que han afectado a las personas y a los cultivos de Guyraroká —hechos recurrentemente denunciados nacional e internacionalmente [4]— y garantizar el efectivo reconocimiento de la TI. Los ataques químicos contra Guyraroká son realizados por medio de maquinarias y aviones agrícolas, resultando en la pérdida de toneladas de alimentos producidos por los indígenas y frecuentes enfermedades de los ancianos, niños y jóvenes, incluyendo casos de hospitalización. Las fumigaciones son frecuentes en las proximidades de la escuela indígena de Guyraroká.
Cerco policial, ataques con bombas de gas lacrimógeno vencidas y la resistencia que ya no teme la muerte
Tres bloqueos con patrulleros policiales del Departamento de Operaciones de Frontera (DOF) en el camino que da acceso a las retomadas de Passo Piraju, Porto Cambira y Guyraroká señalan la sistemática represión y violencia estatal-latifundista intensificada nuevamente contra los Guaraní y Kaiowá desde las retomadas de 2024, esta vez en la región de Caarapó. Además de los patrulleros y policías fuertemente armados, un helicóptero sobrevuela el cielo de Guyraroká, ahuyentando los pájaros y causando terror a la comunidad. El nombre del tekoha (Guyraroká) puede ser traducido como “terreno de los pájaros”. Durante los ataques del Batallón de Policía de Choque (BPChoque), unidad especializada de la Policía Militar de Mato Grosso do Sul, además de balas de goma y bombas “de efecto moral”, fueron lanzadas bombas de gas lacrimógeno desde el helicóptero contra los indígenas.
Hay un número significativo de mujeres, niños y jóvenes en el espacio de la retomada. La aridez del tiempo seco y cálido en los vestigios de la tierra que hace pocos días era un monocultivo de maíz compone el paisaje formado por madres con bebés, niños sentados en la tierra y adultos aprensivos con la situación, empuñando arcos, flechas y machetes. Una mamá Kaiowá, con el rostro tapado con una camiseta, para no ser identificada, denuncia la realidad vivida por su hija, que necesita recurrentemente atención de salud en función de la contaminación por agrotóxicos aplicados por los hacendados contra Guyraroká. Ella cuenta que la nena posee un extenso prontuario en los servicios de salud debido a las ocurrencias ocasionadas por las intoxicaciones. Afirma encontrar dificultades de atención por parte de los agentes de salud por pertenecer a la retomada. El sufrimiento vivido por su hija y la comunidad es lo que movilizó a esta mamá a sumarse a la acción de recuperación de tierra.
Otra joven mamá dice que no tiene más miedo, inclusive de la muerte, porque las condiciones actuales de sobrevivencia y las razones de la retomada son mayores que los temores que tiene de participar en la lucha. De los ojos descubiertos por las camisetas que tapan el restante del rostro es posible reconocer la determinación en mantener la retomada. Esa determinación está reafirmada por los pronunciamientos de que permanecerán en la tierra y que no aceptarán la continuidad de los ataques químicos.
Seu Tito, anciano de la comunidad, con 107 años, recuerda los períodos de la actuación del Servicio de Protección al Indio (SPI) [5] y de la dictadura militar en la expropiación de la TI Guyraroká. En 1947 fueron expedidos los primeros títulos de propiedad (para hacendados) sobrepuestos al tekoha, articulados con la remoción forzada de familias por el SPI, confinándolas en las Reservas Indígenas de Dourados y Caarapó, según el Relatorio Circunstanciado de Identificación y Delimitación de la Tierra Indígena. La primera retomada de Guyraroká ocurrió en el año 2000.

Foto: Maria Ignácia Montero.
Conectando algunos puntos de violencia estatal-empresarial-latifundista
La respuesta del Estado frente a la retomada de Guyraroká revela los vínculos entre la represión policial y el latifundio. El lunes 22 de setiembre de este año, un día después de la retomada, se divulgaron por la internet escenas del BPChoque reprimiendo violentamente a las personas de la TI. El aparato represivo y la violencia desproporcional contrastan con el colectivo indígena formado por ancianos, mujeres, niños y jóvenes. Bombas vencidas, escudos militares (uno de ellos curiosamente estampado con el diseño de un elmo espartano), helicóptero y patrulleros de diferentes instituciones policiales (DOF, BPChoque, Policía Militar) componen la reacción del gobernador de Mato Grosso do Sul a las demandas de Guyraroká y de la lucha por la tierra. Desde el año pasado, la única respuesta del gobierno de Mato Grosso do Sul a los indígenas y campesinos sin tierra fueron bombas y balas. El día 24 de setiembre, a pesar del desalojo ilegal resultante de la acción de la policía, los indígenas volvieron a realizar la retomada en el mismo lugar. Pistoleros acampados en la hacienda Ipuitã los atacaron con tiros y, enseguida, dos indígenas fueron secuestrados y llevados al casco de la hacienda.
Entonces…
Como bien evalúa un indígena de Passo Piraju/Porto Cambira, en situación semejante a la de Guyraroká, para la actuación de la Policía en esos contextos son precisas órdenes que parten de instancias superiores, lo que fue referenciado por el representante de la Secretaría de Estado de Justicia y Seguridad Pública (SEJUSP) en reunión convocada por el gabinete de mediación de conflictos compuesto por el Ministerio de los Pueblos Indígenas (MPI), SEJUSP, representantes indígenas y otras autoridades, el jueves 25 de setiembre de 2025. En medio de la reunión que ocurría online, representantes indígenas presentes en Guyraroká tuvieron su participación interrumpida por la embestida de un helicóptero en el territorio, en nítida acción de intimidación.
Los Guaraní y Kaiowá de Passo/Piraju afirmaron: “El Estado nos quiere exterminar”, refiriéndose a las políticas represivas de la policía contra la retomada. Según el relato de la comunidad, fueron lanzadas bombas de gas lacrimógeno en las proximidades de las viviendas donde estaban dos mujeres gestantes, que tuvieron que ser encaminadas para un hospital de la región. La comunidad denuncia la permanencia de la Policía Militar en el lugar, con acciones de intimidación y persecución, tal como los interrogatorios de indígenas que intentan ir a la ciudad a comprar alimentos.
Los organismos estatales han actuado de diferentes formas que violan los derechos de los indígenas. La SEJUSP actuó con represión y violencia, incluyendo desalojos ilegales. La FUNAI estuvo ausente en el acompañamiento de las acciones policiales en el territorio, con alegación de riesgo de sus funcionarios. El MPI ha buscado costurar acuerdos con el gobierno del estado, que se limitan a la salida gradual de la policía del lugar. Sin éxito. El ministerio apuntó para un acuerdo de movilización para una supuesta “fuerza-tarea” en los moldes de lo que ocurrió en el proceso demarcatorio de Ñande Ru Marangatu, cuando, después del asesinato de Neri Ramos con un tiro de fusil de la Policía Militar en la cabeza, fue realizada una negociación para la demarcación por la vía de compra de tierra, recompensando con fondos millonarios a los hacendados por los años de genocidio, usurpación territorial, explotación de la tierra y violaciones de derechos cometidos contra los indígenas.
La lucha histórica de ancianos como Seu Tito y su compañera Miguela es inspiración para los más jóvenes, que no vieron la misma selva que la pareja centenaria, pero ven la recuperación del tekoha como única forma de vida diferente de la realidad de una tierra diminuta, en régimen de confinamiento, a la que los indígenas se refieren como “chiquero”, experimentada actualmente por las limitaciones físicas y simbólicas del territorio. La vida digna en el tekoha se inicia cuando ellos se levantan, entre diferentes generaciones, y retornan para los caminos que los más viejos, los que vinieron antes que nosotros, anduvieron y vivieron libres antes de la colonización. La demarcación de Guyraroká, que no viene del Estado, será hecha en la práctica: cuantas veces sea necesario, las cercas serán cortadas.

Foto: Maria Ignácia Montero.
Notas:
[1] Unidad territorial Guaraní. Traducción literal: “lugar en se es”.
[2] Para más informaciones, leer el artículo.
[3] Designación legal del Estado brasileño.
[4] Para más informaciones, leer aquí
[5] SPI precedió a la FUNAI, y fue disuelto aun durante la dictadura por el desprestigio que obtuvo, acusado de la muerte de 8.500 indígenas, según el Relatorio Figueiredo (investigación encomendada por la propia dictadura) y recogido por la Comisión de la Verdad.
Fuente: Huella del Sur