"Hay vinculación escandalosa entre el poder político y el de las transnacionales"

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"Entrevista a Juan Hernández Zubizarreta , profesor de derecho laboral de la Universidad del País Vasco y autor del libro "Las transnacionales frente a los derechos humanos". Además participa en el movimiento Enlazando Alternativas y es miembro de la Plataforma contra el BBVA."

 

Juan Hernández Zubizarreta, profesor de derecho laboral de la Universidad del País Vasco y autor del libro "Las transnacionales frente a los derechos humanos". Además, Juan Hernández participa en el movimiento Enlazando Alternativas, que ha promovido un foro de denuncia ante la próxima cumbre de Gobiernos de América Latina y Europa y una sesión del Tribunal Permanente de los Pueblos, donde se juzgarán 25 casos de violaciones de derechos humanos, y con la cual está colaborando en la articulación de la acusación. También es miembro de la Plataforma contra el BBVA.

 

-¿Qué conclusiones sacas en el libro "Las transnacionales frente a los derechos humanos" que has escrito?

 

"He intentado poner en relación dos temas que son como dos carreteras separadas, que son las transnacionales y los derechos humanos en su versión más amplia, incluyendo la alimentación, la libertad sindical, el respeto a la naturaleza, los derechos sociales, los cultuales, los individuales...Me he encontrado que la empresa transnacional viola los derechos humanos de una manera sistemática, no puntual, en Africa, en América Latina..., y aquí con distintas intensidades. Esto ocurre porque la transnacional actúa con muchísima impunidad, que le viene de dos registros. Por una parte, tiene un poder económico, político y jurídico impresionante y a la vez los controles normativos que existen son muy débiles, tanto en lo que respecta a la legislación del país donde llega, como internacionalmente (el derecho internacional de derechos humanos y el derecho internacional laboral son muy frágiles). En cambio, hay un derecho económico y financiero muy fuerte, coercitivo e imperativo que protege a las multinacionales. La balanza está muy desequilibrada.

 

-¿En qué situación se encuentra el derecho internacional de los derechos humanos?

 

"En el derecho internacional de los derechos humanos existe esa especie de quimera que es la responsabilidad social corporativa, que es un lavado de cara, un derecho blando, unilateral, voluntario de las transnacionales que aparece como la solución y lejos de serla, es una modalidad legislativa que está colonizando las instituciones internacionales. El "Global Compact" de las Naciones Unidas (ONU), que para algunos es excelente, es un mecanismo colonizador; de hecho las multinacionales más fuertes y más duras son las que antes lo han firmado para poder decir que cumplen con la ONU, cuando en realidad no cumplen nada. Nadie las controla, no hay denuncias de nadie. Es absolutamente voluntario. No sólo coloniza, sino que además atrofia, ya que cualquier posibilidad de evolución normativa en el seno de las instituciones de derechos humanos no funciona en ningún caso".

 

-¿Cómo definirías la investigación que has realizado?

 

"Soy riguroso en la investigación, pero no soy neutral. Yo estoy por la construcción de los derechos humanos. Me parece un punto de partida perfectamente legítimo, que lo hace cualquiera, pero algunos no lo dicen y otros lo decimos. Yo fundamentalmente me considero militante del movimiento internacionalista. No sólo estudio esto por deporte intelectual, sino que lo hago con propuestas modestas y colectivas para intentar transformar la realidad".

 

-Las transnacionales afirman que contribuyen al desarrollo...

 

"Pertenezco a la plataforma contra el BBVA aquí en Euskal Herria. Si a alguien hemos hecho seguimiento es al BBVA, que no es fácil, porque es una empresa financiera. Desde el punto de vista general, con las transnacionales a mí lo que me suele gustar es saber si la transnacional ha contribuido al desarrollo, porque ellas dicen en cualquier parte del mundo y también aquí que sí todo el rato. La pregunta es: ¿a qué desarrollo? Y por otra parte ni siquiera resulta fácil medir si han contribuido o no al modelo de desarrollo que ellos dicen defender. Por ejemplo, pregunto: cuando el BBVA llegó a América Latina, (Colombia...), ¿Cuánto pagó por los bancos que compró? ¿Cuántos trabajadores tenía y cuántos tiene ahora? ¿Cuánto ha ganado y cuánto ha dejado en el país? ¿Cuánto ha revertido a los bolsillos del Consejo de Administración? ¿Cuánta transferencia tecnológica ha generado? ¿Cuánto crédito barato ha ofrecido a cooperativas...? Y todos esos son datos que cuesta encontrar, porque hay una cosa clara, que las transnacionales no son un agente de desarrollo, no han contribuido al desarrollo, sino a lo que se llama la segunda o tercera colonización, a unos expolios claros".

 

-¿Qué tipo de vulneraciones de derechos llevan a cabo las transnacionales?

 

"La vulneración de derechos civiles y políticos llega al extremo de incluso estar vinculada a paramilitares, como sucede en Colombia. Lo que pasa es que esto es difícil demostrarlo. La acusación concreta y jurídica es complicada, pero tienen vinculaciones con los grupos paramilitares y, por lo tanto, están asesinando sindicalistas, gente de las comunidades afro-descendentes, indígenas, mujeres. Esta es una denuncia que en Colombia es clara. Así que violan derechos humanos directos como es el de la propia vida.

 

Otro ejemplo. Sabemos que detrás del golpe de Estado de Honduras estaban la cámara de comercio y las transnacionales farmaceúticas, entre otras. Sabemos que iban a llegar medicamentos genéricos de Cuba a Honduras y las transnacionales tenían negocio suficiente y no lo podían permitir. Las transnacionales tienen complicidad con la venta de armas y con las guerras, como la de Iraq, la de Afganistán...No son ajenas a la disputa de hidrocarburos, del petróleo y de los recursos naturales. Las bases militares de Colombia responden a muchas cuestiones y registros, pero también dan cierta seguridad a las transnacionales.

 

-¿Y en cuanto a vulneración de derechos laborales, contra los pueblos indígenas y otras?

 

"En el ámbito laboral, las violaciones de derechos son durísimas: despidos, bajos salarios, subcontratación; y de esto el BBV sabe mucho; que está yendo a Sevilla y a Andalucía externalizando. En América Latina se da también la persecución sindical: despidos por sindicarse, construcción de sindicatos amarillos que sean fieles a la dirección. Esto ocurre en Colombia, ha ocurrido en México. Está claro su interés de quedarse con menos plantilla, que sea muy fiel, pagándole lo menos posible y utilizando muchísima subcontratación, es decir, externalizando servicios.

 

Luego te encuentras con situaciones muy graves, que han sucedido en Ecuador, Bolivia, Amazonía... , como es la expulsión de comunidades de indígenas para usurparles sus tierras, que son suyas de toda la vida. Son expulsadas legal, alegal o ilegalmente. Aparte de provocar impactos en la naturaleza y exportar un modelo de desarrollo cruel como es el capitalista, están actuando contra los propietarios que cultural y colectivamente tienen una relación con la tierra. En Colombia he visto funcionar a Repsol en Arauca expulsando a afro-descendiente de sus territorios".

 

-¿Quién controla la información sobre estas transnacionales?

 

"Tenemos grandes dificultades de hacer seguimiento de las prácticas de las transnacionales. Recibimos la información de los colectivos que directamente sufren violaciones e impactos y nosotros articulamos denuncias, pero no siempre es fácil. Pero denunciamos también que las multinacionales tienen todos los mecanismos para vender por la Responsabilidad Social Corporativa una imagen que no es real, pero que nos cuesta desmontar; por ejemplo, nos cuesta seguirle al BBVA en todas las trampas que hace en los paraísos fiscales. Tienen el poder de la información y no es fácil. Por eso pedimos que que la única fuente de lo que hace una multinacional no sean las páginas de su memoria de responsabilidad social, que son una vergüenza, porque es información todo el tiempo de una parte, la suya, que se convierte en información sagrada. Entonces nosotros decimos, que no es pedir mucho, que se construya un centro de empresas transnacionales, me da igual que sea en el ámbito de Naciones Unidas, pero eso sí gestionado públicamente y de una manera tripartita, donde estén, además de los empresarios, los movimientos sociales y los sindicatos; y que se puedan presentar ahí las denuncias y que ese centro instaure un mecanismo de inspección pública, como hay en otras cuestiones, que investigue. Cuando quieran y donde quieran ponemos encima de la mesa las denuncias que nosotros presentamos en el Tribunal Permanente de los Pueblos o las denuncias que presentan las personas que sufren violaciones de derechos humanos para que se puedan analizar junto a las páginas de la memoria social corporativa de las transnacionales y veremos a ver quién miente; pero para eso necesitamos un centro público de inspección, a go a lo que se niegan a muerte las transnacionales. Les gusta el "Global Compact" de la ONU, porque por Internet dicen lo que quieren y no se coteja la información".

 

-Pero las transnacionales vascas son mejores. Lo digo irónicamente.

 

"Operan del mismo modo. Los cánones de funcionamiento son similares. Es cierto que hay unas multinacionales más depredadoras que otras. Novartis y Coca-cola son tremendas, pero Repsol no le anda a la zaga e Iberdrola amortigua un poco el impacto, pero al final se mueven con la misma lógica de máximo beneficio con menos costo. Esta es la lógica del sistema capitalista, para el cual las trasnacionales son un instrumento perfecto de dominación. Ekologistak Martxan tiene numerosos artículos de denuncias concretas contra Iberdrola; aunque ésta diga que es energía verde, lo cierto es que genera muchísimo impacto medioambiental, está metida en la energía nuclear...".

 

-Quizás aquí, como vivimos mejor, miramos a otro lado cuando hablamos de impactos de las multinacionales...

 

"A veces la sociedad vasca y la española miran con cierta complicidad a sus -porque mías no son- transnacionales y te dicen eso de que "mientras la transnacional vasca no deslocalice, no nos quite puestos de trabajo aquí..., igual no hacen las cosas muy bien en Honduras -por poner un ejemplo-, pero crean riqueza allí" y además financian la liga de fútbol o a la asociación Síndrome de Down. Es un problema que nos preocupa. Salvo con EHNE, no conseguimos alianzas estables y fuertes con el movimiento sindical, porque éste tiene problemas. Por ejemplo, Unión Fenosa ha sido expulsada de República Dominicana, yo estuve en un juicio popular en Nicaragua por las barbaridades que hacía allá, y ahora en Guatemala más de cinco luchadores sociales contra esta empresa han sido asesinados por paramilitares. Hemos intentado hablar con los representantes sindicales del Comité de Empresa de Unión Fenosa en Madrid para hacer una denuncia conjunta y miran para otro lado.

 

A mi juicio, el internacionalismo proletario es básico y quien piense que Unión Fenosa aquí es estupenda y en Guatemala es mala, se equivoca. Aquí estará haciéndolo transitoriamente bien, pero mañana nos la juega. Quien piense que lo que está ocurriendo en Grecia no nos afecta, está equivocado. Eso EHNE y Vía Campesina lo saben muy bien. La idea es construir redes contra-hegemónicas transnacionales.

 

-En cuanto al poder político, también habrá pruebas que demuestran que las decisiones que toma son decididas por las transnacionales, ¿no?

 

"Cuando alguien piensa que la transnacional es un OVNI que funciona en la globalización, es en parte verdad, pero al final tienen una patria. Más allá de lo que diga la técnica jurídica, que es compleja, el hecho es que tienen detrás Gobiernos que les apoyan políticamente y eso provoca un efecto de retroalimentación.

 

Las empresas transnacionales españolas cogen fuerza con Felipe González cuando entramos en la Unión Europea y empieza a preparar la pista de despegue de las transnacionales en Latinoamérica. Privatiza telefónica, la banca... pero empieza a darles apoyos -y a fecha de hoy también- con créditos financieros y de cooperación al desarrollo de muy alto copete, que son garantía para que la empresa transnacional salga fuera y si las cosas no salen bien, va a cubrirle con seguros especiales la Administración española. Entonces el riesgo que corren fuera es en parte relativo.

 

Además les apoyan con los séquitos comerciales. Cada viaje que hace nuestro lehendakari, el anterior, los presidentes, vayan donde vayan, van con séquitos comerciales; siempre es algo un poco oculto, pero van a hacer negocio; pueden ser países que violan los derechos humanos, pero es igual; como hablan de otra cosa, que es de negocios, dejan los derechos humanos para grandes declaraciones y congresos internacionales; se limitan a hablar de pasta y de abrir mercado.

 

Así, por ejemplo, el Gobierno español muchas veces toma medidas políticas pensando en las multinacionales.

 

-¿Puedes poner algún ejemplo?

 

"Hay múltiples ejemplos, pero hay uno que fue muy sonado. Cuando en México López Obrador disputaba en rebeldía la presidencia del actual presidente, el primer Gobierno que reconoció al actual presidente y dejó desplazado a López Obrador fue el de Zapatero. Fue una de sus primeras medidas cuando llegó al Gobierno en la legislatura anterior. Esto implicó que al de poco tiempo el presidente mexicano dijera que sus relaciones con España son excelentes y se haya abierto un negocio a las transnacionales españoles en México, que se están forrando, ente otras Iberdrola. Este es en general el proceder de los presidentes europeos.

 

-Las transnacionales son un lobby impresionante...

 

"Allá donde va la empresa transnacional ejerce, a modo de lobby, un poder informal, pero que es brutal. Esto sucede también en la Unión Europea. Sabemos que Zapatero tiene un consejo de sabios, no conocido, que lo forman las empresas más importantes del IBEX 35, con quienes se reúne cada cierto tiempo para hablar en serio y ahí le marcan la línea política y económica; de modo que el Gobierno está en gran medida en manos de las multinacionales; no en vano el PSOE debe bastante dinero a la banca por campañas electorales.

 

Luego está el fenómeno de las puertas giratorias. Cualquier presidente español, como Aznar y Felipe, ministros, lehendakaris, diputados forales cuando salen de lo público se van a los Consejos de Administración de las transnacionales. Ayer le veía a Marín, ex presidente del Congreso de los diputados, que es ahora presidente de la fundación de Iberdrola; Aznar está en una de las empresas de capital especulativo más espectaculares del mundo, igual que Tony Blair; Felipe González es el embajador de las transnacionales en América Latina; nuestro ex lehendakari Ardanza está en Euskaltel; Josu Jon Imaz en Petronor...Así cómo va a haber autonomía de los Gobiernos políticos respecto a las transnacionales. Hay una vinculación escandalosa entre el poder político y el de las transnacionales.

 

En América Latina, antiguos ministros de los gobernantes anteriores a Evo Morales, que eran super-neoliberales, están en plantilla de Repsol y viceversa. Y eso es puerta giratoria, que se da de una manera sistemática en el mundo occidental y el mundo capitalista. Eso demuestra el poderío que tienen las transnacionales.

 

Hay otro fenómeno que son los grandes despachos de abogados. Ahora hay verdaderas multinacionales del derecho que trabajan para las transnacionales; no sólo hacen los contratos de éstas, sino también leyes marco que luego los Gobiernos las hacen suyas. La reforma de la ley de minas colombiana se ha hecho en un despacho conocido de EEUU de una gran transnacional. Esto está ocurriendo también en la Unión Europea".

 

Cumbre de los pueblos,

 

Enlazando alternativas, 14-18 de mayo. Madrid

 

-Si resulta que el propio poder político, elegido democráticamente, está aliado a las transnacionales, ¿cómo se puede salir de este atolladero?

 

"Meternos contra las transnacionales es morder hueso duro y eso EHNE ya lo sabe en casos como Monsanto ,que hace verdaderas barbaridades en el mundo de la alimentación. Lo que estamos haciendo desde el movimiento contra las transnacionales es cuestionar de arriba abajo el sistema capitalista. Entonces, es un tema difícil de entrada. Muchos nos dicen que somos una banda de utópicos, pero también sabemos que la utopía deja de serlo cuando comienzas a caminar con ella. No estoy por la labor de la dictadura de los hechos”.

 

 

-Precisamente la Cumbre de los pueblos, Enlazando alternativas va por esa línea, ¿no?

 

“Para intentar denunciar a las multinacionales, primero hay que visualizar lo que hacen. Nosotros desde Enlazando alternativas -que es una red bi-regional de hombres y mujeres y organizaciones de América Latina y Europa, siguiendo la estela de Vía Campesina, pero con mucha más modestia- hemos utilizado lo que se llama el Tribunal Permanente de los Pueblos, que es un tribunal de opinión formalizad,o que tiene su propio estatuto y que pertenece a la organización italiana Lelio Basso; lleva mucho tiempo, juzgaron los crímenes de Vietnam, las dictaduras militares de América Latina; hace cuatro años, aprovechando el encuentro de presidentes Latinoamericanos y europeos en Viena, acordamos juzgar a las transnacionales europeas que realizan violaciones de derechos humanos en América Latina, y así iniciamos un camino conjunto. Se hizo luego en Lima y ahora se va a hacer en Madrid del 14 al 18 de mayo, coincidiendo con otra nueva cumbre de presidentes de ambos continentes. Va a haber una sesión del Tribunal Permanente. Vamos a juzgar 25 casos y estoy articulando la acusación técnica con otra gente. Lo importante es lo político. Van a venir testigos que han sufrido directamente la violación de derechos humanos en distintas partes de América Latina. Ojalá los medios sean capaces de entrevistarles y que ante la memoria social corporativa de las multinacionales, vean caras y huesos de gente que se la juega, porque arriesgan personalmente, demuestran una dignidad espectacular y se atreven a venir a Madrid a denunciar algo que cuando vuelvan tiene sus riesgos -haremos todo lo que podamos para que no pase nada, pero-”.

 

 

-Además del juicio, hay múltiples actividades, ¿no es cierto?

 

“Paralelamente todo el movimiento social de Madrid, Catalunya y Euskal Herria estamos acumulando fuerzas para denunciar lo que es la actitud de los gobernantes europeos en complicidad con muchos gobernantes latinoamericanos y con las transnacionales. Va a haber foros, manifestaciones, actividades de desobediencia civil y el Tribunal. Juzgando a las transnacionales vemos que hay complicidad y co-responsabilidad de Gobiernos donde las transnacionales tienen su sede principal y de Gobiernos absolutamente corruptos y cómplices con esta explotación -el caso más evidente es Uribe en Colombia-. Es cierto también que hay otros Gobiernos que están empezando a reinterpretar las reglas y que somos solidarios con ellos: Evo Morales, Chávez y con discusión Ecuador. Otro vértice de denuncia son las organizaciones e instituciones internacionales del ámbito de inversiones, como la Organización Mundial del Comercio, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la propia Unión Europea”.

 

 

-Además de denunciar, ¿qué proponéis?

 

“Junto a la denuncia, tenemos propuestas: la construcción de redes contra-hegemónicas, como lo es Vía Campesina, que es una referencia en este sentido y está con nosotros; porque hay gente de Vía Campesina que viene con toda su dignidad a hacer la denuncia a Madrid. Redes contra-hegemónicas quiere decir cómo conseguimos ideas para subir la complicidad entre hombres y mujeres del Norte y del Sur, porque la solidaridad no es sólo de nosotros con ellos, sino que va y viene, por ejemplo de ellos con nosotros en el tema de Grecia. Entre esas ideas que nos dan complicidad estoy pensando en soberanía alimentaria, en el desarme, en que todo no se puede comprar en este mundo (la tierra, el agua, la vida), en que la propiedad privada no puede ser ilimitada -no puede ser que el presidente del BBVA gane 7 millones de euros, es una obscenidad-, en que el Estado tiene que ser mucho Estado en políticas públicas y poco Estado en políticas represivas, en el decrecimiento, que este modelo de crecimiento tiene límites, que tenemos que dejar de crecer y de consumir en el Norte y que esto tiene que ir acompañado con la redistribución de la riqueza. Ante la crisis, aquí todo el mundo está diciendo como hecho infalible que tenemos que consumir más, cuando eso es totalmente una locura”.

 

Fuente: Baserri Bizia

Temas: Corporaciones

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