Las filtraciones de la ONG del oso panda

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Funcionarios congoleños entregan un rifle a un empleado de WWF en el Parque Nacional de Salonga.

Documentos internos de WWF hablan de su participación en una operación de compra de armas y de haber operado como un “centro de espionaje mundial, organizando, financiando y gestionando redes de espías” en comunidades indígenas.

Desde París

Se multiplican las denuncias por violaciones a los derechos humanos por parte del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés), la organización conservacionista cuya filial en la Argentina es la Fundación Vida Silvestre. La versión en inglés de Buzzfeed publicó esta semana un extenso reportaje ( ver aquí) que fue reproducido por los principales diarios de Inglaterra, Estados Unidos y Europa, en el que revela abusos por parte de guardaparques financiados por WWF. El parlamento británico inició una investigación para determinar si sigue financiando a la organización.

El equipo de periodistas inglés afirma: “La ONG con el entrañable logo del oso panda financia, equipa y colabora directamente con fuerzas paramilitares que han sido acusadas de golpear, torturar, violar y asesinar en diferentes lugares del mundo”.

Documentos internos de WWF hablan de su participación en una operación de compra de armas y de haber operado como un “centro de espionaje mundial, organizando, financiando y gestionando redes de espías” en comunidades indígenas, “con el fin de facilitar información confidencial a las direcciones de los parques”. La creación de parque nacionales puede ser, a veces, una manera de avanzar sobre territorios todavía no “conquistados”, un colonialismo verde.

Actualmente WWF tiene su sede en Suiza y cuenta con 2500 empleados en 80 oficinas en todo el mundo. Gestiona cerca de 150 millones de euros. Se fundó en 1961 con el objetivo de asegurar “la integridad ecológica de los ecosistemas prioritarios”. Fue impulsada por el biólogo Julian Huxley, hermano de Aldous, el autor de “Un mundo feliz”.  El primer presidente fue el Príncipe Bernardo de Holanda, que antes había sido parte de las SS. 

Bernardo creó un espacio de magnates, “El club de los 1001”, para financiar la organización, del que fueron parte desde los hermanos Rockefeller hasta Henry Ford o representantes de la Barrick Gold, Nokia o IBM. Entre quienes dirigieron la organización o fueron miembros de honor, además, se encuentran el rey Juan Carlos (a quien se lo descubrió cazando elefantes) y el esposo de la Reina Isabel, el Príncipe Felipe de Gran Bretaña (quien escribió en su libro titulado “Si yo fuera un animal”, que en otra vida le gustaría “volver como un virus mortal, para contribuir en algo a resolver la sobrepoblación”). 

En 2012 el periodista alemán Wilfred Huismann había publicado el libro “Panda Leaks”. Allí dedica un capítulo a la Argentina: uno de los miembros del club de honor de WWF ha sido uno de los fundadores de la Fundación Vida Silvestre Argentina (FDVA), el ex ministro de economía  de la dictadura José Martínez de Oz. Además Huismann afirma que la FDVA es funcional a la sojización del territorio: “Monsanto creó un modelo agropecuario que es predominante en Argentina y WWF a través de FDVA está haciendo esfuerzos para volverlo socialmente aceptable”.

FDVA tiene influencia en el gobierno de Mauricio Macri. El actual Subsecretario de Política Ambiental, Cambio Climático y Desarrollo Sustentable de la cartera que encabeza el rabino Sergio Bergman es Diego Moreno, ex Director General de FDVA. Y Javier Corcuera, otro ex director de FDVA, fue presidente de la Agencia de Protección Ambiental de la Ciudad de Buenos Aires y secretario de Ambiente de la Municipalidad de Pilar. Actualmente no tiene un cargo en el gobierno, después de haber sido denunciado por acoso y maltrato.

Una de los polémicas que envuelve a WWF es por su rol en la creación del Parque Nacional Messok Dja en el Congo: un territorio ancestral habitado por una tribu, el pueblo Baka, que se ve presionada por guardaparques financiados por WWF para abandonar el parque. Se registraron más de 200 casos de violaciones de los derechos humanos en los tres países de la cuenca del Congo.

Según Stephen Corry, director de Survival International (una organización que se dedica a la defensa de los pueblos indígenas), WWF necesita un cambio de dirección amplio y radical: “debe dejar de trabajar en áreas donde no cuenta con el consentimiento de la población local, compensar a sus víctimas, despedir a los culpables y poner su dinero y vastos recursos al servicio de los pueblos indígenas, que son los mejores conservacionistas y guardianes del mundo natural”. Según la ONU, las tierras y las aguas indígenas representan el 80 por ciento de la biodiversidad global.

WWF respondió este martes que iniciará una investigación sobre las revelaciones de que los guardias que financia han torturado y matado a personas, aunque Buzzfeed reveló que WWF ya había encargado una investigación similar hace cuatro años y luego ocultó los hallazgos. Para realizar la investigación ahora los conservacionistas han contratado al estudio de abogados Kingsly Naply, especialista en “gestión de la reputación” y que aconseja a sus clientes: “responder de forma completa a todas las preguntas, no siempre es la mejor estrategia”. WWF lo sabe desde el principio: su logo es una verdad a medias. El oso panda en el que se inspiraron no era un animal libre y silvestre: se llamaba Chi-Chi y vivía en el zoológico de Londres.

Fuente: Página 12

Temas: Criminalización de la protesta social / Derechos humanos

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