México: amenaza "biopiratería" la selva en Chiapas, por Enrique Romero
"Varias de estas riquezas están en la mira de algunas empresas porque le son indispensables a los campos de la biogenética, la microelectrónica y la nueva tecnología de materiales; por supuesto, sus reservas de petróleo siguen siendo codiciadas"
ONG'S tienen en la mira la explotación ilegal de material biológico ante las endebles leyes en la materia.
Chiapas, paradoja de riqueza biológica y cultural y pobreza y marginación social, guarda para México y para la humanidad uno de los bosques tropicales con mayor biodiversidad del mundo: la Selva Lacandona, la cual constituye una de las más extensas selvas altas perennifolias del país, la segunda selva tropical más importante de Latinoamérica después de la Amazonia, y uno de los ecosistemas más complejos y diversos que se conocen y que constituye una porción significativa de la biodiversidad mexicana.
Chiapas cuenta además con otros parques nacionales y áreas protegidas. ¿Pero qué tan protegidas están en las leyes y en los hechos?
Dicen las abuelas que "En arca abierta hasta el más justo peca" y el "arca" de la biodiversidad chiapaneca, en nada desmerece a la bíblica de Noe -sólo que él era más precavido-: Sólo por mencionar un ejemplo, habría que recordar que las 331 mil 200 hectáreas de la Reserva Integral de la Biosfera Montes Azules (RIBMA), representa un quinto de la Selva Lacandona original, y en ella se encuentra el 70% de la vegetación original remanente: unas 4000 variedades de plantas vasculares y 1500 de árboles.
Entre 20 y 25 % de las especies animales mexicanas están presentes en Montes Azules: más del 33% de las especies mexicanas de aves (345); cerca del 25% de especies de mamíferos (112); un 44% de las especies de mariposas diurnas (800), de acuerdo con datos del CIPES.
Asimismo, su macizo forestal permite la regulación hidrológica regional, mantiene la humedad de los suelos y el control de la erosión. Riqueza no menor representa el que la cuenca Usumacinta-Grijalva contiene un tercio de los recursos de agua dulce de México.
El sistema Grijalva genera más del 30% de la energía eléctrica del país y, por si fuera poco, cuenta con amplias reservas de petróleo y gas; yacimientos de uranio, hierro, aluminio, cobre. Cualquier persona sensata, dueña de semejante patrimonio, pondría a buen recaudo una fortuna así, una fortuna que ni siquiera sabemos que contiene y cuánto representa, en conocimiento, y por supuesto, en verdes dólares.
Antes fueron los talamontes, quienes saquearon estas riquezas, y finqueros que cambiaron por pastizales grandes extensiones de bosque. Un estudio del Ciepes detalla los pasados embates a la naturaleza: "La primera causa de destrucción en la Selva Lacandona fueron las monterías, que deforestaron desde Guatemala y luego desde Tabasco, aprovechando la Ley de Baldíos de 1863 que permitía denunciar como propios terrenos ignotos hasta por 2500 hectáreas y que ocasionó que empresas privadas penetraran la selva para explotar palo de tinte, caoba y cedro. Hacia 1892 la caoba lacandona tuvo tal auge que comenzó a fluir en grandes cantidades a Liverpool, Londres, Hamburgo y Nueva York. Fue la época de oro de la caoba".
Agrega el estudio que "Animadas por las políticas de inversión extranjera de Porfirio Díaz, diez compañías expandieron o iniciaron sus actividades de extracción mediante contratos de arrendamiento y explotación. Toda la zona aledaña a los ríos caudalosos, propicios para el transporte de las trozas, se cubrieron de campamentos de extracción".
Y concluye señalando que "Estas empresas ocasionaron daños irreparables a la selva. Su daño es menor comparado con el que ocasionaron entre 1951 y 1973 Maderera Maya y el Aserradero Bonampak. Con el uso intensivo de maquinaria pesada, la apertura de grandes brechas hacia zonas inaccesibles y la instalación de enormes campamentos, fueron sin duda los mayores devastadores de la Selva Lacandona junto con la ganadería y el auge petrolero desatados a partir de los sesenta y setenta. Entre 1860 y 1960 se deforestaron 665 mil hectáreas de selva de las 1.6 millones existentes".
Ahora, con los avances científicos y tecnológicos, y a pesar de estar "protegidas" legalmente, varias de estas riquezas están en la mira de algunas empresas porque le son indispensables a los campos de la biogenética, la microelectrónica y la nueva tecnología de materiales; por supuesto, sus reservas de petróleo siguen siendo codiciadas y en el enorme potencial de generación hidroeléctrica del Usumacinta pone sus ojos el PMP.
Recientemente, Ernesto Enkerlin, presidente de la Comisión Nacional de Areas Naturales Protegidas (Conanp), declaró a la Jornada que "en México aún no existe la forma de controlar la salida del material biológico". La biopiratería, práctica de empresas que utilizan ilegalmente la diversidad biológica de países en desarrollo, así como los conocimientos colectivos de los pueblos indígenas, para ofrecer productos y servicios que se explotan comercialmente sin la autorización de sus creadores, se realiza en México sin que importe a las autoridades mexicanas crear un marco jurídico adecuado para combatirla.
No se menciona ésta práctica en el discurso oficial de los temas de soberanía nacional ni en los ambientalistas. Prefieren concentrarse en 42 comunidades indígenas "irregulares" a los que, muy convenientemente, culpan de la inexorable desaparición de los macizos forestales de la Selva Lacandona, muchos de ellos, bases zapatistas que en el marco de su autonomía, tienen leyes ambientales y además se erigen en protectores de los recursos naturales de las zonas que ocupan, según dio a conocer esta semana el Sub Marcos.
Sin embargo, que el tepezcohuite de Chiapas, planta medicinal para el tratamiento de quemaduras, ya utilizada por los mayas, haya sido extraída ilegalmente del país y patentada por empresas extranjeras, no llama la atención de Semarnat, Profepa, Conanp, legisladores locales y federales, y el gobierno del estado, como tampoco llamó su atención que el muy mesoamericano pozol está patentado por la Universidad de Minnesota; los nabos negros de la Montaña de Guerrero se registraron en España, el nopal en Italia y el fríjol enola en Estados Unidos. Ernesto Enkerlin declaró a La Jornada que controlar la biopiratería es casi imposible, porque si alguien descubre un hongo que pudiera tener una propiedad curativa, puede llevarse unas esporas en un papel y germinarlas en cualquier parte del mundo. "Es posible sacar una poda de una planta y en un mes ya la reprodujeron", explicó.
El titular de Conanp agregó que no se tiene identificada alguna organización ambientalista que se lleve vida silvestre, pero en casos como la estadounidense Conservación Internacional, que invierte en la protección ambiental en la reserva de la biosfera de Montes Azules, si realmente quisiera llevarse material genético le bastaría contratar a alguien que lo hiciera por ellos.
Para la organización ambientalista "Maderas del Pueblo del Sureste" la bioprospección ilegal, es decir la colección de muestras genéticas y su estudio, "ocurre de manera diaria y silenciosa, encubierta bajo supuestas actividades de "ecoturismo" o de "turismo de aventura", solapada, a la vez, bajo el discurso cientificista de que en todo caso, toda esa labor de investigación, colectas y saqueo de flora y fauna selvática, realizada por abnegados académicos se realiza para "beneficio de la humanidad", cuando lo que en realidad está ahí, en el trasfondo, es "la ambición de grandes corporaciones multinacionales por apoderarse de los territorios megadiversos -en tanto su carácter de inmensos bancos genéticos- y de los grandes caudales de agua dulce, como es el caso de la Reserva Montes Azules".
"Maderas del Pueblo" y el Ciepac han destacado que estas multinacionales cual cuentan con la complicidad conciente de socios o contrapartes locales pseudo ONG's "conservacionistas"como "Espacios Naturales y Desarrollo Sustentable A.C."(ENDESU) o de aquellas directamente vinculadas financieramente con las citadas corporaciones multinacionales, especialmente norteamericanas, como es el caso de Conservación Internacional (CI), The Nature Conservancy (TNC) y World Wildlife Fund (WWF) y otras de origen nacional que operan, unas como maquiladoras científicas (Espacios Naturales y Desarrollo Sustentable, fundada por el ex-director general de Áreas Naturales Protegidas de SEMARNAP) o como agentes de provocación social (Meralek, a.c., presidida por un ex-consultor del Banco Mundial)".
Pocos saben que la dependencia encargada de vigilar que no se cometan delitos ambientales, la Profepa, cuenta en Chiapas con alrededor de 40 inspectores ambientales, nos podemos percatar de que la protección que se da en las leyes, por imperfectas que sean -ya que no previenen delitos como la biopiratería ni regulan los trabajos de bioprospección-, a los recursos naturales del estado, es meramente nominal. Si dividiéramos al estado en 40 porciones, tocaría a cada uno de estos inspectores el cuidar una extensión equivalente a la reserva de Montes Azules (331200 hectáreas). No obstante, hay que señalar que existen 4 inspectores para Montes Azules, varios de los cuales se mantienen poco en la zona, porque además cuentan con un solo vehículo y alrededor de mil 500 pesos mensuales para combustible. Resulta paradójico que Profepa en estados pequeños como Tlaxcala, con un territorio bastante menor y con escasa biodiversidad, comparada con la chiapaneca, cuenten con una plantilla de personal y un parque vehicular similar.
Si a eso se añade la corrupción que se da entre autoridades, madereros y redes de traficantes de animales, palma camedor o xate y otros productos silvícolas, nos podremos percatar que el "arca" de los recursos naturales de Chiapas está abierta de para en par. Y en esas circunstancias, unos de manera descarada, otros de manera oculta o disfrazada de "bienhechores" de los indios y el medioambiente, y otros más por simple ignorancia y avaricia, saquean el "arca abierta" chiapaneca, a veces bajo la mirada cómplice del guardián.
Santuario de vida
La selva lacandona tiene la más importante riqueza biológica de México.
4000 variedades de plantas vasculares 1500 de árboles
345 tipos de especies mexicanas de aves
112 especies de mamíferos
800 especies de mariposas diurnas
2 millones de hectáreas de extensión, tenía la Selva lacandona a principios del siglo
500 mil hectáreas tiene la Selva lacandona actualmente
Fuente: Tabasco Hoy