Nueva visita a senda desolación

Idioma Español
País México

En nuestra columna anterior, nos metimos a pasear en una canción de Bob Dylan, Desolation row, del álbum Highway 61 Revisited (1965). Tras buscar una versión en prosa y en castellano que refleje un poco lo que tal vez Dylan quiso decir, sentí que las últimas dos estrofas que abordé la vez pasada, podrían requerir mayor trabajo de puentes entre ese momento, su canción y lo que pasa ahora. Por eso, esta entrega la comienzo con esas dos últimas estrofas.

Hace una hora que pasó por aquí Einstein, disfrazado de Robin Hood, con sus recuerdos en un baúl. Iba con su amigo, un monje celoso, y se miraba inmaculadamente aterrador fumando su pipa. Luego se fue a olisquear por entre los drenajes recitando el alfabeto. Ahora no te atreverías a mirarlo, pues fue famoso, pero antes, por tocar un violín eléctrico [quien dijera que pese a las intenciones de Einstein y su amistad con Robin Hood ese monje celoso logró colar su mirada, y hoy la ciencia y su dizque estricta mirada, se ponen al servicio de quienes administran esas hileras de la desolación].

El doctor Mugre mantiene su mundo dentro de una taza de prestigio. Pero sus pacientes asexuados intentan hacerla explotar. Ahora su asistente, una enfermera, una fracasada local, se encarga del agujero con cianuro y guarda unas tarjetas que rezan “Tengan Misericordia de su Alma”. [Y Monsanto, qué nombre, se solaza con la cauda de venenos, aunque tenga más de 13 mil 400 reclamos que acusan a la empresa pues se consumen más de 800 mil toneladas al año en el mundo].

Todos los pacientes soplan silbatos corrientes, podemos escucharlos chiflando, sobre todo si aguzas el oído y asomas la cabeza en las hileras de la desolación.

Al otro lado de la calle ya tendieron el cortinaje, y todo mundo se prepara para el festejo. Aparece el Fantasma de la Ópera. Es la imagen perfecta del sacerdote. Mientras le dan de comer en la boca a Casanova a cucharadas para hacerlo sentir un poco más “seguro”. Y luego lo matarán con la confianza excesiva, con el veneno de las palabras.

Y aquí llega ya el Fantasma gritándole a las delgadas muchachitas: ¡ya váyanse de aquí!, ¿no ven que estamos castigando a Casanova por andar entre las hileras de la desolación?

Y ahora que es media noche todos los agentes y el equipo de superhumanos, se apersona y rodea a quienes saben más de la cuenta. Luego los llevan a la fábrica, y ahí con correas le ajustan al pecho una máquina que provoca ataques al corazón. Luego traen kerosene que bajan de los castillos. Lo trae personal de las compañías de seguros que vigilan que nadie escape de las hileras de la desolación. [Sí, los datos de la “repre” son contundentísimos: nomás activistas defensores de la tierra y el entorno a nivel mundial son unos 1733 muertos en Brasil, Honduras, Filipinas, México y Colombia “encabezando la lista negra”, dice El mundo de España].

Pero no paran las alabanzas al Neptuno de Nerón. El Titanic zarpa en la madrugada. Y todo mundo se pregunta, ¿entonces, por fin, de qué lado estás? Mientras Ezra Pound y TS Eliot pelean en el puente de mando, se ríen de ellos unas mujeres que bailan calipso. Los pescadores cargan flores, entre las ventanas del mar donde las hermosas sirenas fluyen y así nadie tiene que pensar mucho estando en la senda Desolación. [Ni pandemias, ni asesinadas, ni crisis climática ni desastres mortales terminan siendo importantes mientras toque la orquesta y no acabe la fiesta, en las hileras de la desolación].

Sí, ayer recibí tu carta (justo cuando se rompió el picaporte). Una carta donde me preguntabas cómo estaba. ¿Es un chiste? Toda esa gente que mencionas, sí, los conozco, son realmente guangos. Tuve que reacomodar sus rostros y cambiarles el nombre. Por ahora no puedo leer muy bien, así que no me envíes más cartas, no, a menos que las mandes desde las hileras de la desolación.

***

De dónde surgen todas estas imágenes que pueblan el imaginario de las canciones de esos años. Desde dónde leerlas. Me atrevo a compartir estos experimentos con tal de abrir los sueños de entonces a un presente que está inmerso en las hileras de la desolación, de la ambigüedad, del desconcierto.

Como señalamos arriba, la violencia rampa. Según un informe de la excelente revista de periodismo ambiental independiente  Mongabay, “desde 2019, México registra un aumento significativo en la violencia contra los defensores ambientales. Si en 2020, el país registró 30 homicidios, para el 2021 la cifra se elevó a 54. Ese número ubica a la nación como la más peligrosa cuando se trata de defender la tierra y el medio ambiente. De los 54 defensores asesinados en México, 40% eran personas indígenas. Además, al menos 19 de los defensores también fueron víctimas de desaparición. En abril de 2021, por ejemplo, al líder indígena nahua José Santos Isaac Chávez lo desaparecieron. Lo encontraron muerto en su coche, que había sido conducido a un precipicio. Su cuerpo tenía marcas de tortura. Santos era uno de los opositores más visibles a las operaciones de la mina Peña Colorada que es manejada por las empresas ArcelorMittal y Ternium en la región de la Sierra de Manantlán, en los límites entre el estado de Colima y Jalisco, en México”. Esto además fue extraído del  informe de Global Witness. Según este informe, la mayoría de los ataques ocurrieron en América Latina donde “una de cada diez personas asesinadas en 2021 eran mujeres”.

Tan sólo en 2021, 200 personas defensoras de la tierra y el medio ambiente fueron asesinadas.

En el caso de las mujeres asesinadas,  OIG-Cepal, el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe, en su informe de estadísticas: “En 2021, 11 países de América Latina registraron una tasa igual o superior a una víctima de femicidio o feminicidio por cada 100.000 mujeres (Argentina, Bolivia (Estado Plurinacional de), Brasil, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, República Dominicana y Uruguay). De estos países, las mayores tasas de femicidio o feminicidio se registraron en Honduras (4,6 casos por cada 100.000 mujeres), República Dominicana (2,7 casos por cada 100.000 mujeres) y El Salvador (2,4 casos por cada 100.000 mujeres). En el caso del Caribe, para el 2021, Belice ha registrado una tasa de muertes violentas de mujeres por razón de género de 3,5 por cada 100.000 mujeres, mientras Anguilla e Islas Vírgenes Británicas no han registrado ningún caso de víctimas de violencia letal de género en sus territorios”.

Quien no haya cruzado siquiera las hileras de la desolación, la senda misma donde la desolación cunde, no puede entender con claridad la urgencia de transformar nuestras relaciones e impedir que la violencia y la zozobra, la explotación, el abuso y la represión, se apoderen de nuestras vidas.

Como bien señala el investigador y activista brasileño Leonardo Melgarejo “en esto tiempos de amenazas permanentes, ecocidios y golpes fascistas, requieren nuevos tiempos, nuevos cuidados y nuevos métodos con una sola receta: fortalecer y expandir los lazos de cariño y compromiso”. Tal vez así, podamos cruzar por entre las hileras de la desolación.

Fuente: Desinformémonos

Temas: Comunicación y Educación

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