OGMs: la salud dúplice, por Luis E. Sabini Fernández

OGMs y el divorcio de tratamiento entre el centro imperial y la periferia planetaria

Noruega. El Directorate for Natural Management, órgano oficial y supremo del país para establecer pautas de salud y cuidado ambiental, publicó en 1999 un informe lapidario sobre la ingeniería genética. Se aclara en el prólogo: ?la liberación de organismos transgénicos (OGMs) al ambiente [...] tiene muchas cuestiones sin respuesta.? Su solo subtítulo nos dispensa de mayores comentarios: ?Riesgos ecológicos asociados con el uso de la cadena de ADN como herramienta biológica para la investigación, la producción de alimentos y la terapia?.

Inglaterra. Sanjay Suri analiza desde Londres el comportamiento de la mayoría de los británicos (informe ?GM Nation?? IPS, 29/9/03): ?El estudio revela que, cuanto más involucrados están los consumidores en la cuestión de los transgénicos, más intensa es su preocupación.? También indica que hay escaso apoyo para comercializar productos genéticamente manipulados, y que ?prevalece una desconfianza generalizada hacia el gobierno y hacia las compañías multinacionales del sector de la biotecnología.? (?Agricultura en Gran Bretaña: el gobierno empieza a huir de Frankenstein?)

Holanda. El informe (publicado por el ISIS, octubre 2003) escrito por Mae-Wan Ho y Joe Cummins, ?Dutch Precaution Keeps Bt Crops at Bay? [Política de precaución en Holanda mantiene a raya los cultivos transgénicos (Bt)] sostiene que: ?apenas concebir un peligro ecológico potencial, aun sin pruebas científicas a mano, requiere medidas precautorias hasta que las investigaciones permitan un manejo totalmente seguro.?

Como vemos, en Noruega, en Inglaterra, en Holanda, hay diversos y muy serios reparos a los alimentos transgénicos dentro de Noruega, Inglaterra, Holanda, respectivamente. Podríamos agregar el caso de Jean Ziegler, ex-parlamentario suizo, que trabaja en el PMA (Programa Mundial de Alimentos) de la ONU, que se atrevió a recordar las declaraciones de 2001 del director (francés) de la FAO (Organización Mundial para la Agricultura y la Alimentación) Jacques Diouf, que precisara algo archisabido y sin embargo negado: ?Hay comida suficiente para alimentar a todos los hambrientos del mundo sin necesidad de un gramo transgénico?. La burocracia ginebrina se apresuró a pedir disculpas a los mecanismos de ?ayuda? de EE.UU. y a aclarar que el sociólogo Ziegler había hablado a título personal (tal vez Diouf lo haya hecho en estado etílico...). También hay grandes reparos en aceptar alimentos transgénicos en varios otros países del 1M, como en la misma Suiza, en Dinamarca (donde hay grupos que exigen por lo menos el etiquetado de OGMs para poder evitarlos mejor), en el País Vasco, etcétera.
Veamos ahora lo que sostienen los bienpensantes, más bien primermundianos, sobre el hambre, los alimentos y la situación del continente más devastado por el colonialismo y el imperialismo: el África:

Sudáfrica. Jennifer Thomson escribe Genes for Africa: Genetically Modified Crops in the Developing World [Genes para el África: cultivos transgénicos en el mundo en desarrollo], ed. Cape Town University. Y el catálogo de la muy británica Natural History Book Service (NHBS) comenta: ?La autora explica por qué y cómo los cultivos transgénicos pueden combatir la pobreza, las hambrunas y las enfermedades en el mundo en vías de desarrollo [sic!: mantiene en pie el mito de que existen naciones ?desarrolladas? ?no subdesarrollantes? y otras ?en desarrollo? que deberán cumplir ?las etapas de crecimiento? para llegar al estadio de las primeras, de las ?maduras?, como si transitaran por un mundo sin interferencias, como si se pudiera hacer semejante símil organicista. Mr. Cheek gustaba juguetear con la idea de que la Argentina era ?una adolescente?...].

EE.UU. Otro libro, editado por CAB International, distribuido por el mismo servicio británico, exactamente en la misma senda ideológica, tanto en lo referido a tecnología como al mito del desarrollo. Compilado por G.T. Tzotzos y K. G. Skryabin; Biotechnology in the Developing World and countries in Economic Transition [Ingeniería genética en el mundo en desarrollo y en países en transición económica]. Consiste en una suerte de listado de programas, centros de estudios, empresas que en el ramo existen en los países periféricos, empobrecidos o satelizados.

OMS en Zambia y Zimbabwe. Cuando los gobiernos de estos países africanos, devastados por hambrunas, se niegan a recibir como ?ayuda? granos transgénicos, (fines de 2002) la directora de la OMS (Organización Mundial de la Salud), Gro Harlem-Brundtland (ex-primera ministra noruega, socialdemócrata) recrimina duramente a sus gobiernos ?ciegos? ante el hambre de sus pueblos. Y les advierte ?flagrante mentira? que no hay otra cosa para ?ayuda? que granos GM. Uno de los dos países se mantendrá en sus trece; el otro aceptará finalmente recibir los granos pero partidos, para imposibilitar su cultivo, aunque aceptando su uso para la alimentación) (véase G. Monbiot, que brinda los datos sobre la disponibilidad alimentaria a la que hacía referencia J. Diouf, citado antes, en Futuros no 5, invierno 2003) .

El caso Kenya. Mercy Wambui Kamara describe la penetración imperial en su país: las organizaciones que promueven la ingeniería genética son el DGIS con fondos de Holanda, el ABSP de EE.UU. y el ISAAA, de Dinamarca (?Pobreza [genéticamente] modificada en Kenya?, publicado-e).
El ISAAA ha creado un organismo ?mixto?, con el KARI (el equivalente kenyatta al INTA argentino), Monsanto y el USAID (Agencia de EE.UU. para el desarrollo, en rigor Agencia para el desarrollo de EE.UU.). Monsanto y USAID, gracias al dinámico juego de ?las puertas giratorias? son hermanos siameses de la política estadounidense. El ?consenso? así logrado significa, entonces, que la celestina danesa ha colocado la actividad en ingeniería genética de Kenya en manos de EE.UU. En los dos aspectos básicos: capacitación ?científica? y producción de campo. Lo de científico es relativo, puesto que las agencias ?civilizadoras? del Primer Mundo lo que hacen es capacitar a técnicos en la manipulación de genes. Nos dice Wambui: ?Algunos científicos kenyatas fueron así entrenados en Occidente. El entrenamiento implicó el desarrollo de cultivos transgénicos o estructuras de bio-seguridad nacionales, solicitudes de permiso exitosas, evaluaciones de riesgo o de derecho de propiedad. Y por sobre todo, el savoir-faire de un diplomático para construir consenso sobre que es ?obvio que la biotecnología representa ?las más de las veces? la única forma de esperanza para la mayoría de la población de África? [...] y esta experiencia fueron diseminados a través de seminarios y talleres para crear conciencia entre un número limitado aunque crítico de kenyatas que llegaron a formar la política pro biotecnología y la elite científica.? Como se desprende de la propia cita, el último vocablo, ?científica?, tiene poco que ver con lo actuado.

PNUD. En agosto de 2001, en su Informe sobre Desarrollo Humano, erigió a la Argentina como modelo de desarrollo ?biotecnológico?, que establece ?sistema de seguridad biológica que les permiten avanzar en la gestión de la seguridad tecnológica.? Reconocían que un diagnóstico tan optimista como el del PNUD resultaba ?chocante? en la Argentina real (entrevista de Raúl Dellatorre a Carmelo Angulo Barturen, P12, 23/7/01). Sin embargo, seguían hablando del ?fortalecimiento de la capacidad institucional en la Argentina? y otras bellezas que lamentablemente cuatro meses más tarde deberán ser piadosamente olvidadas. No hay problema. El mismo elenco burocrático que erigió a la Argentina como modelo transgénico, que obviara la década de ?relaciones carnales? que le permitió a EE.UU. tan fácil penetración en la Argentina, unos meses después ni mencionaba la soga en la casa del ahorcado: ?Se revelan y confirman datos de un país intrínsecamente poco competitivo [...]? (Veintitrés, Buenos Aires, 12/12/02, otra entrevista ?sin historia? al mismo Angulo Barturen).

Lástima que el PNUD con todo su presupuesto no percibiera tales rasgos en agosto de 2001, cuando erigió a la Argentina como modelo de desarrollo biotecnológico. ?La Argentina ha sufrido en los últimos años [sic] una importante caída en todos sus indicadores económicos y sociales (ibíd.).? Con un mínimo de honestidad intelectual correspondía una autocrítica a la glorificación de un año y medio antes. Pero de ninguna manera: nuestro técnico supranacional perora como si hablara del país por vez primera.

Es la política general de las organizaciones pertenecientes a la estructura transnacional y nominalmente pública de la ONU la que nos da la clave del servicio que han pasado a prestar. El actual director del PNUD, Mark Malloch Brown, nos dice en un editorial de su house organ (Opciones, diciembre 2000): ?El PNUD se encuentra en condiciones particularmente favorables para ayudar [...] debido a su presencia a escala mundial, la tradicional confianza de que goza en los países en desarrollo [...].? Nos aclara la función de ?partir y repartir? que el PNUD ha ido obteniendo, ?[...] comenzando a utilizar sus fuertes vínculos con los gobiernos [...] para establecer una función mucho más activa. Y finalmente MMB nos revela el punto neurálgico: ?[...] lo que quizás es más importante es el uso estratégico de la capacidad tradicional del PNUD para [...] impulsar el entorno macroeconómico y restablecer el imperio de la ley.? ¡Acabáramos!

Ya sabemos qué quiere decir ?el entorno macroeconómico?: las transnacionales, casi todas ellas de origen primermundiano y fundamentalmente madeinUSA. Y el imperio de la ley. Los bolivianos conocen de ello. Sánchez de Losada, como su predecesor Paz Zamora, se pasaron redactando leyes de entrega al ?entorno macroeconómico?. Como lo hizo Menem en Argentina (sólo las redactaba o las recibía redactadas; las votos ?nesarios? no importaban; eran reales o ?truchos?).
Como explica Monbiot (ob. cit.) el PMA ?elige? los granos (transgénicos) del USAID a varios miles de km de distancia del país africano receptor y no acepta los disponibles (no transgénicos) que se le ofrecen de países vecinos... cuestan menos, son más seguros, pero no son del caballo del comisario.

Llegamos a ?entender? lo que está en juego con tales posiciones, entendemos mejor la duplicidad de algunos referentes del Primer Mundo que toleran la resistencia a los OGMs en sus propios países pero insisten en exportarlos o en forzar su consumo ?lejos de casa?. Entendemos ?el nuevo papel? que las redes burocráticas y supranacionales juegan al servicio de las empresas transnacionales, del mismo modo que llegamos a entender ?las razones? que nos dieran más entrecasa: una organización argentina resume con envidiable síntesis esta esquizofrenia deliberada, éticamente intragable. Cuando un apasionado cruzado de la agricultura orgánica le preguntó al secretario de Prensa de la Sociedad Rural por qué los ?pesos pesados? de la gremial no apostaban a la agricultura orgánica, por qué no la tenían en cuenta en sus planes de producción, el interpelado salió al cruce con estas sugestivas palabras: ¡claro que atendemos a la producción orgánica! ¡Nuestros productores de transgénicos son consumidores de productos orgánicos!
Ah, bueno.

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