Sin Maíz No Hay País: un movimiento social a favor del campo y la alimentación
En México, cuna del maíz, una red de organizaciones reclamó desde 2007 la protección del cultivo nativo frente a los transgénicos y el derecho a una alimentación sana y nutritiva. La campaña creó la celebración del Día del Maíz y logró frenar el cultivo genéticamente modificado. En marzo, el Congreso mexicano le dio protección constitucional. Adelita San Vicente Tello, referenta de la campaña, repasa la historia.
Adelita San Vicente Tello es ingeniera agrónoma, con especialización en agroecología y maestría en desarrollo rural, durante años estuvo al frente de la campaña Sin Maíz No Hay País, espacio que logró un hito en la historia de México y del mundo. En marzo de este año, el Congreso modificó los artículos 4 y 27 de la Constitución para declarar al país como un territorio libre de modificación genética en el maíz, alimento central en esas latitudes. México, que resistió las presiones del lobby transgénico estadounidense, celebra cada 29 de septiembre el Día del Maíz. Y este es el primer año con ese cultivo protegido por la Carta Magna.
Sin Maíz No Hay País
La Campaña Sin Maíz No Hay País surgió en 2007 —“hace 18 años, ya cumplió su mayoría de edad”, bromea San Vicente Tello— como una articulación de organizaciones campesinas, de derechos humanos, ambientales y científicas, una red de redes. El antecedente había sido una red de organizaciones sólo campesinas que en 2001 se reunieron bajo el nombre de “El campo no aguanta más”.
En 2007, el motivo de la ampliación de aquella red —a la que se sumaron organizaciones como Greenpeace— fue la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte —acuerdo entre México, Estados Unidos y Canadá— firmado en 1994. La propuesta de las organizaciones que integran la campaña era renegociar el capítulo agropecuario, porque “ha sido algo muy determinante para la agricultura y para la alimentación en México”, sostiene la ingeniera agrónoma y asegura que ampliar la red de organizaciones mostraba que “el problema del campo atañe también a la gente de la ciudad”.

Foto: Campaña "Sin Maíz No Hay País"
“Salvemos al campo para salvar a México. ¡Pon a México en tu boca!”, era la consigna para convocar a la ciudadanía. “Si bien en un principio demandamos al Gobierno que renegocie el TLCAN y luego que no permitiera la siembra de maíz transgénico, llegó un momento en que gracias a las organizaciones de derechos humanos, y en especial al padre Miguel Concha, comprendimos que teníamos derechos y que no sólo teníamos que exigirle al Poder Ejecutivo. Entonces, teníamos que exigir nuestros derechos y usar instrumentos legales”, marca San Vicente Tello, integrante también de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad.
Ese fue el primer paso para iniciar una demanda colectiva cautelar, en 2013, para proteger el maíz demandando a empresas como Pionner —ahora fusionada dentro de Corteva Agriscience— y al propio Poder Ejecutivo por “contaminar la biodiversidad del maíz”. La medida cautelar fue resuelta a favor del colectivo y, desde entonces, la siembra de maíz transgénico está suspendida. Según la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) de las 220 razas de maíz existentes, 64 tienen presencia en suelo mexicano y 59 son nativas.
“Fue un logro súper importante y nos llevó a otras luchas, como incluir el derecho a una alimentación nutritiva, suficiente y de calidad en la Constitución y, recientemente, incluir en la Constitución la prohibición de la siembra de maíz transgénico en México”, destaca la ingeniera agrónoma, que fue representante legal de la demanda colectiva que logró suspender jurídicamente la siembra de maíz transgénico.

Foto: Campaña "Sin Maíz No Hay País"
Como parte de la campaña, en 2009, se comenzó a celebrar el Día del Maíz cada 29 de septiembre. “Es una celebración como son las de los pueblos originarios y campesinos, con muchas fiestas alrededor del ciclo agrícola. Una celebración de la cosecha que se realiza en muchos lugares del país y en la que los campesinos te regalan maíz al pie del campo. En 2009, lo hicimos en la plaza principal de México, en el Zócalo, y logramos que se reprodujera en más de 100 lugares hasta en Alemania. Fue un éxito”, recuerda San Vicente Tello e indica que la fecha se instaló y oficializó con el respaldo del gobierno de Morena —fuerza política fundada por Andrés Manuel López Obrador, que gobierna desde 2018, ahora bajo el mandato de Claudia Sheinbaum—.
“La campaña ha innovado como un movimiento social a favor del campo y de la alimentación nutritiva, suficiente y de calidad”, destaca la ingeniera agrónoma.
La amenaza transgénica sobre el maíz
La Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados (OGM) en México ordena que los estudios tengan una fase experimental, piloto y luego a campo abierto. La presión de las multinacionales por introducir sus variedades encendió las alertas cuando se obtuvieron los permisos en fase experimental y se probaron casos de contaminación cruzada entre maíces nativos y modificados genéticamente. “El maíz es un cultivo de polinización cruzada. Cada granito tiene su propio papá, digamos. Entonces el polen puede volar y, rápidamente, como se demostró, puede haber contaminación con transgénicos. Se halló hasta en la sierra, en una zona muy lejana y ese fue un signo de alarma. ¡Se está contaminando el maíz!”.

Foto: Campaña "Sin Maíz No Hay País"
Las consecuencias de la contaminación de los cultivos nativos con los transgénicos trae consecuencias “en todos los niveles”, señala San Vicente Tello, y habla de investigaciones del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt) que han mostrado cómo pueden generar modificaciones a nivel fisiológico, hasta la preocupación de asociación de esos cultivos transgénicos con el glifosato.
“Pero lo que más nos preocupa es el tema de las patentes. ¿Sabemos que con los transgénicos las empresas de tecnología de ingeniería genética lograron patentar la vida? Algo que antes no era posible”, señala y marca que, además de contaminar los cultivos nativos y la salud, a partir del uso de agrotóxicos, podría ocurrir que llegarán las empresas a cobrar por sus patentes.
“Perderíamos y estaríamos sujetos a que en su momento Monsanto, ahora Monsanto-Bayer, vengan a cobrar los derechos de propiedad. ¡Por nuestra planta milenaria!”, insiste la agrónoma y retoma los años de recorrer las oficinas del Poder Judicial para promover la demanda que frenó el cultivo de maíz en México.
“Cuando hicimos la demanda colectiva que fuimos a ver, no sé qué cantidad de jueces, más de 100 jueces; cada vez que les decíamos que estaba en peligro el maíz, los mismos jueces reaccionaban. ¿Cómo es nuestro maíz? ¡No, cómo se van a apropiar de algo tan sensible como nuestro!”, recuerda.

Foto: Gerónimo Molina / Sub.coop
“El maíz está en nuestro corazón”
El maíz no tiene su cuna solo en México sino en la región denominada Mesoamérica, que se extiende desde suelo mexicano hacia al sur hasta Nicaragua y Costa Rica. “En esta zona ocurrió la domesticación de origen y la diversificación constante del maíz. Aquí están los tipos simples que son los parientes silvestres más antiguos. Esto es muy relevante porque es el reservorio genético para la reproducción de todo el maíz que existe en el mundo, que hoy es el cultivo alimentario más importante. No solo porque se utiliza en la mayor parte de los productos industrializados, ya sea en forma de almidón o de azúcar, sino que también por sus características biológicas de adaptabilidad”, explica San Vicente Tello y reivindica: “El maíz salió de Mesoamérica y conquistó el mundo”.
La ingeniera agrónoma destaca que esto se debe a su gran adaptabilidad, que le permite crecer a 3500 metros sobre el nivel del mar en Perú o en el llano desde Sudamérica a Sudáfrica y de allí a Europa del este. Además de su adaptabilidad se siguen descubriendo beneficios de cada especie, muy valiosas frente al cambio climático. En Oaxaca, región del sur de México, se descubrieron maíces en cuyas raíces se fijan bacterias que permiten fijar nitrógeno en el suelo.

Foto: Campaña "Sin Maíz No Hay País"
Su gran adaptabilidad, explica San Vicente Tello, llevó a que este cultivo milenario sea sobre el que más experimentos de modificación genética se hayan realizado e incluso haber sido el cultivo con el que se inició el camino de “mejoramiento genético” de la denominada Revolución Verde de fines de la década del 60. “Nosotros le decimos mejoramiento ancestral”, contrapone la integrante de la campaña. Norman Borlaug, el agrónomo y genetista estadounidense al que se conoce como padre de la “Revolución Verde”, viajó a México y creó allí el Cimmyt (Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo).
“Para las los mexicanos el maíz es un signo, es un símbolo de identidad. Hay quienes dicen que México huele a maíz. Mañana, tarde y noche es nuestro principal alimento. Entonces, en México, es sumamente relevante. Por eso, la celebración del Día del Maíz tiene en su logo, un corazón de maíz. El maíz está en nuestro corazón”, define San Vicente Tello.
Un ejemplo desde México para luchar contra el trigo transgénico
En octubre de 2020, la Argentina aprobó el trigo transgénico HB4, el primer trigo modificado genéticamente del mundo —patentado por las empresas Bioceres-Florimond Desprez—, y, dos años después, habilitó su comercialización, luego de que fuera aprobado en otros países productores como Brasil, Australia y Nueva Zelanda.Organizaciones campesinas, ambientales y científicas, como ocurrió en México, rechazaron su aprobación y denunciaron los peligros, sin embargo, no se logró ni que el Poder Ejecutivo dé marcha atrás ni que el Poder Judicial avance confirme las medidas cautelares presentadas.
Con su experiencia al frente de la Campaña Sin Maíz No Hay País, San Vicente Tello señala que, como todos los transgénicos, el trigo representa “un gran riesgo”. “Ya sabemos lo que generó en la salud y cómo avanzó esta agricultura industrializada en el Cono Sur, que tristemente se los llama la ‘República Unida de la Soja’. Es una lucha de largo aliento, como hemos dicho siempre, es una lucha por la vida y no nos rendiremos. Pienso que el pueblo argentino también es sabio y sabrá encontrar sus caminos para seguir luchando”, confió.
Ana Valtriani es ingeniera agrónoma e integrante de la Red de Cátedras Libres de Soberanía Alimentaria (Red CALISAS)
Fuente: Agencia Tierra Viva