Transgénicos: el toro por las astas

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A esta altura resulta indiscutible que estamos necesitando llevar a cabo un gran debate público acerca de los transgénicos. Aparecieron casi en silencio y de la misma forma se introdujeron en la vida de las comunidades. Son productos tecnológicos, desarrollados por gigantescas corporaciones a costos siderales, con el fin de generar enormes ganancias

El problema no radica en ello sino en la naturaleza del producto. Se trata de organismos que han sido manipulados en sus genes, en su ADN de una manera que tan singular que viola las leyes más elementales de la naturaleza. En el laboratorio el científico introdujo material genético de una especie en otra, pasando por alto la barrera impuesta por las fuerzas naturales. La pregunta a responder es ¿por qué la naturaleza se tomó tanto trabajo en impedir que genes de especies diferentes se mezclen? A no dudar que alguna sabia razón habrá. Esta consideración la hacemos con la intención de dejar planteado el peligro potencial que encierra la liberación al ambiente de cualquier transgénico. Los temores están centrados en que si con el paso del tiempo confirmamos efectos muy negativos, quizás resulten irreversibles porque estamos hablando de combinaciones genéticas que nunca existieron y que la naturaleza específicamente "prohibió" que ocurrieran.

Hace unos días dos técnicas de la Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas para América Latina (Rap-Al) expusieron en Montevideo, algunos interesantes aspectos del tema. La Ing. Agr. Elsa Nivia, por definición presentó como plaguicidas a algunos de los transgénicos ofrecidos como alimentos. Utilizó el ejemplo el maíz Bt, llamado así porque, mediante la ingeniería genética, recibió un gen extraño a la planta del maíz que produce la toxina de la bacteria Bacillus thuringiensis. Esa sustancia es capaz de controlar a ciertos insectos plaga del maíz. Por lo tanto ese alimento contiene una proteína con una reconocida toxicidad sobre algunos insectos. Pero esa toxina, a diferencia de lo que ocurre en la naturaleza con esa bacteria, es activa, por lo tanto no desaparece cuando se libera en el suelo y actúa sobre un número indefinido de seres, afectando el ecosistema de manera aún no debidamente estudiada. A otros transgénicos los han hecho resistentes o tolerantes a herbicidas. Es el caso de la soja de cultivo creciente en la región.

Subraya Nivia que ante esta posibilidad, el uso del herbicida aumentó considerablemente, elevando la contaminación ambiental y el riesgo para la salud humana. Por su parte la química Lorna Haynes afirmó que se está perdiendo la batalla semántica, en la medida que las grandes empresas productores de transgénicos van imponiendo palabras que atenúan la resistencia del público a esos productos.
Por ejemplo, en lugar de hablar de ingeniería genética ahora se usa biotecnología moderna, concepto tan amplio que incluye por ejemplo a procesos tradicionales como la fermentación o la domesticación de especies. Denuncia que la intención es evitar los debates entre todos los actores involucrados, causando confusión y ganando tiempo.

Es probable que la gran batalla se libre en el sector académico pues, como se sabe, lo habitual es que en temas de tanto contenido científico como éste, las decisiones políticas se toman considerando de manera prioritaria lo que afirma la ciencia. Por su parte el público también juega su papel que será clave, al tener que escoger entre productos elaborados con materias primas naturales o transgénicas; siempre y cuando se le respete su indiscutible derecho a conocer el contenido de los productos a través del etiquetado.

Fuente: EL PAIS, España

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