América Latina: tragedia verde
Buena parte de los bosques naturales del mundo se encuentran en América Latina y el Caribe, pero cada año inmensos territorios son devorados por la agricultura, la tala, los incendios, la minería y proyectos de ingeniería a gran escala.
El agotamiento y la destrucción de los recursos forestales, especialmente en la cuenca del Amazonas, y la amenaza que ello representa para la diversidad biológica son considerados por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) como el segundo gran problema medioambiental de la región.
La cubierta forestal de bosques naturales y plantaciones del continente asciende a 1.435 millones de hectáreas, América del Norte, 526; América Central, 18; Caribe, 6; y América del Sur, 885. Esta cifra corresponde, según la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación (FAO), a un 37,1 % de la cubierta forestal del planeta (3.869 millones de hectáreas).
América Latina y el Caribe cuentan con el 40 % de las especies vegetales y animales del mundo, el 47 % de su territorio está cubierto por bosques y contiene el 27 % de la escorrentía del planeta, pero la región está amenazada por el descenso de los recursos forestales, según indicó la FAO en el año 2003.
La pérdida anual neta de bosques en la región, de 1990 a 2000, fue de 4,28 millones de hectáreas. Algunos países reflejaron un incremento en su cubierta forestal de 1990-2000, entre ellos, Costa Rica, Cuba, Estados Unidos, Granada, Guadalupe y Uruguay.
Pablo Yapura, de la Fundación Vida Silvestre Argentina, en conversación con Focus2004, precisa que entre las principales causas de deforestación están la conversión de las tierras boscosas en tierras para la agricultura, la ganadería, el aprovechamiento industrial excesivo sin planes de manejo sostenibles, la extracción de leña y los incendios.
La combinación de la tala con la sequía aumenta la inflamabilidad de los bosques. La penetración de la luz solar hasta la capa combustible hace que los bosques sean pasto de las llamas, según Yapura, que también considera que en algunas ocasiones los incendios se deben a descuidos del hombre y en otras se trata de incendios intencionados.
La República Dominicana, Chile, Argentina, Nicaragua y Trinidad y Tobago han sufrido la voracidad de las llamas, a punto de convertirse en una causa importante de la degradación de los bosques.
Se identificaron mediante imágenes de satélite 219.401 focos de calor (registro de calor superficial superior a los 47 grados centígrados) en América del Sur (en 1999). Brasil produjo el 66,41 % de estos focos; Argentina lo siguió, con un 10,85 %, y después continúan Bolivia (10,50 %) y Paraguay (8,2 %).
Los incendios contribuyeron significativamente en el Amazonas brasileño a la deforestación, agravada por las sequías originadas por el fenómeno climático de El Niño, según el PNUMA.
En esas mismas áreas brasileñas de la Amazonia, el 12 % de la superficie de bosque talado se destina a la agricultura y el 88 % restante se usa para pastos.
La selva amazónica, el bosque tropical más grande del mundo y el ecosistema con mayor biodiversidad del planeta, tan grande como Europa occidental o Estados Unidos, sufrió la tala de unos 15 millones de hectáreas en el área brasileña entre 1988 y 1997.
Sólo en la selva amazónica hay alrededor de 60.000 especies de plantas. En el célebre río se calcula que viven más de 2.000 especies de peces de agua dulce y mamíferos acuáticos. Según Greenpeace, el 15 % de esa selva ha sido ya destruida.
Entre 1980 y 1990, América Latina y el Caribe consumieron 61 millones de hectáreas de su cobertura forestal (el 6 %), la mayor pérdida forestal del mundo en esos años. Según el PNUMA, entre 1990 y 1995 se perdieron 5,8 millones de hectáreas anuales.
El 16 % de la tierra de América Latina y el Caribe, según el PNUMA, está afectada por la degradación del suelo. En América del Sur, la degradación afecta el 14 % del territorio: un 45 % de la tierra cultivada, un 14 % de los pastos permanentes y un 13 % de los bosques.
La erosión asciende en América del Sur a 170 millones de hectáreas (68 % del área degradada) y unos 58 millones de hectáreas en Mesoamérica (82 % del total afectado).
Las pérdidas totales por desertificación alcanzan cerca de los mil millones de dólares al año. Si a este monto se suman las pérdidas por la sequía, la cifra llega a 4.800 millones de dólares anuales.
Focus2004 recorrió zonas del noreste argentino, desde las cataratas de Iguazú hasta la región del Chaco, territorios fronterizos con Brasil y Paraguay. En medio de zonas boscosas asoman las manchas de terrenos devastados para dedicarlos a la agricultura.
Un estudio de la Universidad Central de Maracay, Venezuela, informa que la aguda crisis económica de la mayoría de los países de América Latina ha provocado cambios e intensificación en los sistemas de explotación agrícola y ha aumentado las deforestaciones, con inversiones a corto plazo y fines inmediatos de producción para la exportación y generación de divisas.
Este escenario ?según el centro de estudios? ha llevado a un deterioro creciente de los recursos naturales, la degradación de los suelos, el estancamiento e incluso debilitamiento de instituciones y personal encargados de frenar o revertir la degradación.
Según la FAO, «una tendencia muy positiva en muchos países es la creciente participación de la sociedad sobre la importancia de los bosques, desde la perspectiva social y ambiental». Añade, además, que «se aprecia que la participación civil en las decisiones que afectan al sector forestal de los países continúa aumentando».
Yapura relata que organizaciones no gubernamentales promueven en la región la certificación, lo cual brinda una garantía fidedigna de que los productos forestales que incorporan el logotipo provienen de zonas boscosas administradas correctamente.
En abril de 2003 había 276 bosques certificados por el Forest Stewardship Council, uno de los organismos más vinculados a esta materia, con una superficie total de 10.564.507 hectáreas. De ese total, 111 bosques, el 40 %, están en Canadá y Estados Unidos, con una superficie de 6.894.750 hectáreas.
En los próximos años, según evaluaciones recientes de la FAO, el enorme crecimiento demográfico, junto con el mayor consumo per cápita, continuarán provocando en el mundo una expansión agrícola hacia nuevas tierras, sobre todo debido a la deforestación.
De acuerdo con Greenpeace, hasta la fecha, los seres humanos hemos destruido casi el 80 % de los bosques primarios del mundo. Menos de una quinta parte de la cubierta forestal original del planeta, según este organismo, permanece en su estado natural. La tragedia avanza a un ritmo de una hectárea perdida cada dos segundos, más o menos el tamaño de un campo de fútbol.
Forum 2004, Boletín RedBosque, 13-7-04