Argentina: el país perdió el 70% de sus bosques en los últimos 70 años, por Georgina Elustondo

El censo forestal de 1935 contabilizó 1.100.000 kilómetros cuadrados de bosques naturales; ahora sólo quedan 330.000. Es por la tala indiscriminada, los incendios y la expansión de las fronteras agrícolas

No sólo fuimos, desde hace décadas, un alejado granero del mundo. En sintonía con su hogar, Sudamérica, Argentina también fue, desde siempre, un pulmón verde fundamental del planeta Tierra. Sin embargo, el país está cambiando las tonalidades que pintaron su suelo, las bondades que destacaron su medio ambiente. Según un flamante informe oficial, al que Clarín accedió en forma exclusiva, en los últimos 70 años los argentinos perdimos el 70% de nuestros bosques nativos.

Así lo revela un trabajo realizado por la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), en el marco del Programa de Acción Nacional de Lucha contra la Desertificación. El mismo será presentado hoy y sacudirá a la población con estadísticas alarmantes: de 1.100.000 kilómetros cuadrados de bosques naturales que contabilizó el censo forestal de 1935 sólo quedan poco más de 330.000. En aquel entonces, el 39% del territorio nacional estaba cubierto de bosques; hoy, la superficie boscosa no llega al 12%.

El diagnóstico es contundente. Y el abanico de causas no es demasiado amplio. Los culpables se cuentan con los dedos de una mano: la tala indiscriminada, los incendios y, sobre todo, la ferocidad de las topadoras decididas a sumar más y más hectáreas para el cultivo y el pastoreo.

"Un problema grave que estamos teniendo es la expansión de sordenada de las fronteras agrícolas. Para frenar esta situación vamos a impulsar subsidios para quienes protejan los bosques y, aunque el Estado nacional no tiene injerencia directa sobre los recursos naturales (porque son patrimonio de las provincias), vamos a promover una ley de ordenamiento territorial, para asignar cantidades de hectáreas para cada uso", dijo Atilio Savino, titular de la Secretaría de Ambiente, que depende del Ministerio de Salud.

"Se están sacrificando superficies ricas en biodiversidad, destinándolas a fines bendecidos circunstancialmente por vaivenes del mercado de efímera duración. Se está extendiendo la frontera agropecuaria a fuerza de arrasar bosques y selvas y desplazar importantes comunidades rurales. Creo que debemos avanzar hacia una ecología social, a través de procesos productivos más sustentables", agregó el titular de esa cartera, Ginés González García.

Los bosques nativos son nuestro patrimonio forestal originario. A diferencia de los bosques implantados, son propietarios de una biodiversidad vegetal y animal valiosísima en términos genéticos, económicos y ambientales. Además, entre otras cosas, mejoran el régimen de humedad, contribuyen al asentamiento del suelo y constituyen barreras geográficas fundamentales para prevenir la erosión hídrica y eólica y las inundaciones.

El informe advierte, a su vez, que en esta pérdida de biodiversidad, en este empobrecimiento cualitativo de nuestros bosques, se juega la suerte del 40% de sus especies vegetales y animales. De hecho, ya hay unas cuantas amenazadas: corren peligro de extinción, entre otros, el pino paraná y el palo rosado, en Misiones; los lapachos, las quenoas y el roble amburana, en la selva de Yungas; el palo santo y algunas especies de quebracho, en el Chaco; y los alerces y algunas araucarias y cipreses, en el Sur.

El panorama es desolador. Y no habla sólo del pasado. Cada año, todavía, se desmontan unas 30.000 hectáreas de bosques. "Nosotros aseguramos que son muchas más. Estamos documentando qué está pasando con el 30% de bosques que nos queda y recibimos a diario denuncias sobre el tema. En Salta, hasta se están vendiendo reservas ecológicas para sembrar este cultivo", alerta Emiliano Ezcurra, de Greenpeace. Los lugares más castigados son las selvas de Yungas y la misionera, el monte chaqueño y Tartagal, en Salta.

Una de las principales consecuencias de esta acelerada deforestación es la desertificación de nuestro suelo, agravada ?sobre todo en el Sur? por un manejo irracional del ganado, que termina agotando el recurso.

A Claudio Bertonatti, director de la Fundación Vida Silvestre, el tema lo enoja y lo desvela: "Perdimos el 70% de nuestras masas forestales porque en el país ha habido una política de corsarios: los bosques han sido tomados como botín de guerra. El que llega los explota, los degrada y los abandona. Hubo un manejo absolutamente extractivo, sin ningún tipo de planificación".

"Aún así ?continúa?, creo que el problema más grave es la expansión de las fronteras agropecuarias. No somos extremistas, no queremos que se interrumpa el cultivo de soja y, tampoco, que el país desaproveche sus beneficios económicos. Lo que pedimos es que se haga de una manera planificada y no en desmedro de las pocas áreas donde queda vida silvestre."

El informe señala que "el 80% de las reservas naturales carece de la instrumentación necesaria para conservar eficazmente los ecosistemas y especies protegidas", y que "la aplicación de las normas existentes es precaria, desorganizada e ineficiente".

Varios organismos han denunciado, más de una vez, la falta de interés oficial para establecer controles eficaces y estrategias sustentables a largo plazo. El futuro de estos nuevos anuncios es, quizá, la incógnita a develar. Teníamos 105 millones de hectáreas de bosques. Hoy nos quedan, apenas, 33 millones. En el medio sólo pasaron 70 años. Es claro que no hay más tiempo que perder.

Georgina Elustondo
E-mail: gelustondo@clarin.com

Clarín, Argentina, 30-4-04

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