Argentina: pampeanización y deuda ecológica - Entrevista a Walter Pengue, por Alfredo Hoffman
El riesgo de dejar la alimentación en manos del mercado. Walter Pengue habló de la inacción estatal ante el modelo y sus efectos ambientales y sociales
En la Argentina cada gran cosecha de soja implica un gasto de aproximadamente 1.000 millones de dólares en fertilizantes, y eso no alcanza para recuperar totalmente la estructura del suelo. Con ese cálculo, Walter Pengue revela una parte de lo que pierde el país en recursos naturales en el marco del modelo productivo imperante, es decir, cuál es la ?deuda ecológica? que genera una agricultura básicamente destinada al pago de la deuda externa.
Pengue, magister en Políticas Ambientales y Territoriales y doctor en Agroecología, estuvo ayer y el viernes en la capital provincial invitado por el Foro Ecologista de Paraná para disertar sobre procesos de integración y soberanía alimentaria. Durante una extensa charla que mantuvo con UNO expuso su visión sobre el proceso de pampeanización, como él denomina al desplazamiento de la producción en casi todo el país hacia el monocultivo de soja, alertó por el riesgo que significa para el país dejar librado al mercado las decisiones sobre la alimentación de su población y remarcó que será prácticamente imposible para la Provincia controlar el avance sobre la frontera agropecuaria en detrimento del bosque nativo.
Para Pengue, la pampeanización de gran parte del territorio nacional en la última década ha significado la muerte definitiva del granero del mundo. ?Ser el granero del mundo significa producir alimentos variados y diversos y eso el país ya no lo hace?, señaló. ?La Argentina está recomponiendo su sistema productivo de la mano de avances tecnológicos. Esto ha generado un proceso de desplazamiento de muchísimos sistemas de producción hacia la soja?.
Que predomine el hambre en una nación históricamente productora de alimentos se explica, en parte, por la nula intervención del Estado. ?Durante la última década se disolvió la Junta Nacional de Granos, la Junta Nacional de Carnes, el Instituto Forestal Nacional. Evidentemente, ningún país que se precie podría dejar de lado simplemente a las fuerzas del mercado y a la dominación monopólica y oligopólica de ciertos sectores la base de recursos más importante: cómo alimentar a su propia población?. Una ecuación en boga indica que hay dos toneladas de grano para cada argentino, lo cual para este investigador es ?una aberración, un juego y una ironía?. Incluso: ?Puede haber mucho más gente todavía sin ningún tipo de acceso a los alimentos y el país navegar sobre un mar de dólares?.
?¿Hay hambre solamente por la inacción del Estado o tiene algo de culpa el propio productor, que se adhiere al modelo con los ojos cerrados?
?No se le puede reclamar a un empresario una respuesta que tiene que ser de tipo social y de definiciones de políticas. El hecho de que una persona esté pasando hambre no tiene absolutamente ninguna relación con que un productor de soja se enriquezca en este momento. Si la Secretaría de Agricultura de la Nación, como lo muestra actualmente, continúa con algunos pequeños ajustes que son sólo cosméticos, es imposible que se pueda generar algún cambio. La Argentina nunca analizó profundamente una reforma agraria, una discusión de los planes de apoyo a la promoción de pequeños y medianos agricultores y no una legislación que proteja a grandes capitales que sobreexplotan los recursos naturales y se llevan las ganancias. El desarrollo rural no pasa por la intensificación de la agricultura, sino por incorporar a la gente a la producción.
?Una de las banderas del gobierno nacional ha sido la supuesta dureza en la negociación de la deuda externa. Teniendo en cuenta la relación entre la deuda ecológica y la deuda externa que usted menciona en sus trabajos, ¿piensa que esta negociación es un cosmético más?
?El problema de la deuda externa no se resuelve desde la economía, sino desde la política. Hay una relación directa entre lo que el país produce y lo que el Gobierno permite que salga nuevamente para el pago de la deuda externa y eso yo lo relaciono con la deuda ecológica. Por un lado hemos pagado intereses leoninos sin protestar y la deuda de la Argentina ha crecido. Este Gobierno negocia aceptando muchas condiciones que no creo que sean tan positivas para el pueblo argentino, y no tiene la información suficiente para comprender que no sólo es importante producir, sino cómo se produce, especialmente en un país que depende de sus recursos naturales. Debemos cuidar esos recursos y no ligarlos al pago de la deuda, porque nos van a pedir que exportemos cada vez más. La importación de fertilizantes para recuperar el suelo, para la extracción de minerales de nitrógeno y fósforo, la estimamos en unos 1.000 millones de dólares en esta última campaña de 34 millones de toneladas de soja. Y no se recupera absolutamente la estructura del suelo.
?¿Cuánto tiempo le queda de rentabilidad a la soja?
?La soja va a seguir teniendo rentabilidad, posiblemente, por un buen tiempo. La estructura económica se ha transformado para que la Argentina, Brasil y Estados Unidos sean básicamente los países que produzcan soja. China sigue teniendo una demanda importante que no puede ser abastecida por su propia producción, lo mismo le pasa un poco a la Unión Europea. Sí van a tener problemas los que pretendan arrendar campos, al no ser los precios tan interesantes como hoy. Esto puede presionar de nuevo para el avance sobre la frontera agropecuaria.
El momento de parar la pelota
Según Walter Pengue, será más que difícil para la Provincia ejercer el control sobre la tala del bosque nativo, que ya se encuentra amenazado por la extensión de los terrenos destinados al monocultivo. ?Más allá de la institucionalidad de la legislación, si no tenemos los medios y las capacidades adecuadas para poder controlar el avance tan fuerte sobre frontera agropecuaria, es un riesgo muy grande permitir un uso aparentemente extractivo y controlado (del monte) para la transformación hacia la agricultura. Este es el momento de parar la pelota y mirar para dónde vamos, no de acelerar los procesos. Pero avanzar sin tener un ordenamiento territorial y una planificación estratégica puede ser un error totalmente irreversible. En este momento no sería adecuado para nada permitir una liberación ni siquiera aparentemente controlada, porque la demanda por tierras para producir soja en las próximas campañas será tan fuerte que hará que sea imposible controlarla.
?Donde hubo bosque nativo ahora hay soja y después de la soja ¿desierto?
?Dependerá mucho de las condiciones agroecológicas de cada región. Después de hacer una monocultura sojera durante un tiempo es muy posible que se pueda avanzar primero hacia una degradación estructural del suelo, una pérdida de la riqueza en nutrientes, una pérdida de la riqueza biológica y finalmente, al no existir una recuperación racional, un avance hacia la erosión definitiva. Creo que no se va a llegar a eso porque el mismo modelo está analizando otras alternativas que le van a ser propicias económicamente. Posiblemente el año que viene ya se ofrezca hacer maíz, que permitiría una recuperación estructural dentro del ciclo de rotaciones. Esto forma parte del negocio de las semilleras para proponer otro cultivo transgénico.
?¿Pero el monocultivo de maíz no genera también problemas en el suelo?
?Sí. Cualquier monocultura va a generar problemas. Con la misma siembra directa se generan también inconvenientes, porque no estamos cortando los ciclos de las plagas y las enfermedades. Entonces, al estar cambiando las condiciones agroecológicas del medio estamos facilitando la llegada de nuevas enfermedades.
Redacción de "UNO", Argentina, 4-4-04