Bioterrorismo igual a proteccionismo, por Víctor Ego Ducrot

La ley bioterrorista aplicada por Washington es una nueva forma de proteccionismo comercial. Esto pone sobre el tapete las limitaciones de la ideología del MERCOSUR sobre estrategias de integración

(APM) La primera aplicación de la ley de bioterrorismo por parte de Estados Unidos afecta seriamente a Argentina y a otros países del Sur, y puede convertirse en la más grande barrera paraarancelaria registrada en la historia del comercio internacional.

Se trata de un hecho contundente que pone en tela de juicio al optimismo expresado desde el Mercado Común del Sur (MERCOSUR) respecto de los recientes anuncios de Estados Unidos, la Unión Europea (UE) y Japón a favor de una baja de los subsidios agrícolas.

Hace pocos días, al retomar las negociaciones del la Ronda de Doha de la organización Mundial de Comercio (OMC), a casi una año del fiasco de la reunión de Cancún, las autoridades de Washington, Bruselas y Tokio se comprometieron a recortar buena parte de sus subsidios agrícolas -los que afectan en miles de millones de dólares a los países del Tercer Mundo-, aunque no establecieron ni montos ni plazos ciertos.

Una denuncia anónima recibida por correo electrónico el 3 de agosto pasado hizo que la guardia costera norteamericana obligara a la nave chilena Río Puelo a quedar amarrada al puerto de Newark porque cinco contenedores con limones argentinos podrían estar contaminados con la bacteria ántrax, un producto químico que envenena a los consumidores.

Para Jesús González, ex subsecretario de Puertos y Vías Navegables de Argentina, esta ley "es una formidable barrera paraarancelaria que Estados Unidos puede aplicar discrecionalmente a cualquier país que lo perjudique en el comercio exterior".

González advirtió que, pese a que la ley rige con flexibilidad, desde el 12 de agosto se aplicará en plenitud y será aún más dura. Pero la preocupación mayor no es la pérdida monetaria por esta carga (170.000 dólares), sino que quede instalado en el mundo que, por supuesta falta de controles, desde Argentina pueden salir productos contaminados por el terrorismo, lo que los asemeja a las armas químicas.

En ese marco, preocupa la aparente euforia de muchos funcionarios de países miembros del MERCOSUR ante las últimas novedades de la OMC y respecto de lo que se llaman avances en las negociaciones sobre libre comercio entre el bloque sudamericano y la UE.

El MERCOSUR y la UE, que esta semana reactivaron en Brasilia las negociaciones para concluir un tratado, dicen haber avanzado en sus propuestas respectivas, con la intención de alcanzar sus objetivos a fines de octubre próximo, mejorando ofertas y mostrando flexibilidad.

Tras dos días de reunión y luego de que las tratativas fueran suspendidas el pasado 21 de julio en Bruselas, el ambiente de moderado optimismo se evidenció con la mejora de la oferta europea en materia de carne bovina congelada, elevada a una cuota de 116.000 toneladas anuales. Sin embargo, el MERCOSUR reclama una propuesta global.

¿O será que la euforia oculta otra que los gobiernos de la región no se animan, por ahora, a hacer pública? Ese acuerdo alcanzado en el seno de la OMC, que supuestamente encarrilaría las conversaciones sobre el comercio global, podría también reavivar la estrategia de dominación económica de Estados Unidos sobre América Latina.

?Claramente, el ímpetu creado por las reuniones de la OMC en Ginebra proporcionan por lo menos una cierta luz al final del túnel para las estancadas negociaciones sobre el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA)", dijo Marck Smith, vicepresidente ejecutivo del Consejo Empresarial de Negocios Brasil-Estados Unidos

Otro que se mostró de acuerdo en ese sentido fue el embajador en Argentina de la delegación de la UE, Angelos Pagkratis. ?El entendimiento alcanzado revitaliza las negociaciones porque le inyecta confianza al sistema multilateral, lo que no se evidenciaba luego de la Ronda de Cancún. Lo más importante es que prueba que el sistema se afirmó", dijo el diplomático.

Pagkratis recordó también que las negociaciones bilaterales entre el MERCOSUR y la UE, como las del ALCA, ?están enmarcadas en lo que suceda con la multilateral que se lleva adelante en la OMC?.

Recordemos que en abril del 2001, la revista británica "The Economist" revelaba que, para Estados Unidos, ALCA, OMC y sumatoria de acuerdos bilaterales de libre comercio con países de América Latina son todas variables de una misma estrategia: control de los aparatos productivos y comerciales del Sur por parte de las corporaciones de matriz estadounidense. No en vano el título en inglés de aquél artículo es "All in family" (Todo en familia).

El canciller argentino Rafael Bielsa acaba de reivindicar la política de su gobierno en materia de integración regional e inserción en el comercio internacional, a la que consideró "vital para el crecimiento económico con equidad social y crecimiento del empleo e inversiones". Sostuvo También que "los procesos de integración demandan años y es necesario tener voluntad política, una visión estratégica y paciencia para su concreción".

Esas fueron las palabras de Bielsa durante la conferencia del Consejo de las Américas realizada esta semana en Buenos Aires. Esa entidad reúne a las empresas y "lobbystas" estadounidenses con más intereses en juego en América Latina y fue firme impulsora de las políticas neoliberales implantadas en toda la región durante la pasada década del ?90.

En ese mismo foro, la senadora argentina y esposa del presidente Néstor Kirchner, Cristina Fernández de Kirchener, fustigó al Fondo Monetario Internacional (FMI) y recomendó seguir el ejemplo de Estados Unidos, porque, dijo, "ese país nunca le hizo caso y siempre le fue muy bien".

En tanto, el presidente Kirchner dijo estar harto de "los caprichos" del FMI y confirmo que su país suspende las negociaciones hasta enero próximo, época para la cual tiene previsto haber acordado la salida del "default" de su deuda externa con los tenedores privados de bonos de la misma. Sin embargo, la situación objetiva no guarda el dramatismo que parecería indicar la espectacularidad de las palabras oficiales, ya que al mismo tiempo Argentina se apresta a pagarle al Fondo más de 3.000 millones de dólares, con reservas de su Banco Central.

Esta dicotomía entre las palabras y los hechos también es válida para el análisis del discurso -no sólo argentino sino de todos los gobiernos del MERCOSUR- respecto de los tan mencionados procesos de integración: el gran peligro radica en poner el acento en el comercio exterior cuando sus agentes principales, las empresas, raramente traducen sus nuevas ganancias en empleo y reinversión.

En Argentina, por ejemplo, uno de los sectores más beneficiados por el incremento de las exportaciones, el petrolero, sigue gozando de un privilegio único el mundo: puede dejar fuera del país hasta el 70 por ciento de su facturación en transacciones internacionales. El sector agropecuario, mayoritariamente en mano de corporaciones transnacionales de origen estadounidense y tenedor de la parte del león en materia exportadora, se encuentra entre las áreas que menos empleos genuinos genera. El sector textil, otro de los grandes beneficiarios, trabaja fundamentalmente con mano de obra informal -fuera del circuito previsional- y retribuida en forma precaria e irregular.

Para colmo, los dos principales motores del MERCOSUR, Brasil y Argentina, siguen ocupando su tiempo más en las asperezas de sus respectivos grupos empresarios que en plasmar en hechos sus enunciados estratégicos.

Durante su reciente visita a Buenos Aires, el canciller brasileño Celso Amorim, debió escuchar las críticas del presidente Kirchner a la firma estatal Petrobras -integrante del oligopolio que maneja los recursos energéticos del país y pretende extraer del mercado interno la misma renta extraordinaria que el sector petrolero está obteniendo en el ámbito internacional- y dedicarse con su homólogo argentino a defender los intereses de los respectivos fabricantes de heladeras autopartes y calzados.

Fue en ese marco que el gobierno argentino se manifestó dispuesto a trabar las importaciones de calzados brasileño. Tal medida se aplicaría a pesar de la presión ejercida por Celso Amorim.

El secretario de Industria de Argentina, Alberto Dumont, envió una carta a su par brasileño, Marcio Fortes, en la que describe la preocupación por el crecimiento de las importaciones de zapatos desde Brasil. También Dumont confirmó que en 10 días viajará a Brasilia para tratar, entre otros, el tema calzados. Amorim le había dicho el lunes pasado al ministro de Economía argentino, Roberto Lavagna, que no quería regresar a Brasil y encontrarse "con una sorpresa desagradable", como la aplicación de nuevas restricciones comerciales.

Si los procesos de integración siguen desarrollándose desde esa óptica ideológica nada aportaran a las soluciones que reclaman los problemas urgentes de Sudamérica, la pobreza, la enajenación de sus recursos estratégicos y la creciente marginación social. Las actuales tasas de miseria social -Argentina produce alimentos para 300 millones de personas mientras el 50 por ciento de su población vive bajo la línea de pobreza- irán en aumentos y lo que los gobernantes llaman integración, más allá de sus buenas intenciones, se transformará en más desintegración.

Cuyo Noticias, Internet, 14-8-07

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