Chile: reserva de vida del sur del mundo, por Myriam Carmen Pinto
En un estado de permanente alerta se han declarado las organizaciones ciudadanas organizadas en el Comité Reserva de Vida y la Alianza por la Reserva de Aysén para oponerse al megaproyecto conocido como Alumysa que se propone poner en operación una planta reductora de aluminio aprovechando el recurso hidroeléctrico existente en la Región de Aysén; ubicada al sur de Chile, considerada como una de las zonas ecológicas más ricas en recursos naturales y de enorme potencial económico
Con una inversión de US$ 2.750 millones, en lo que se ha denominado la incursión trasnacional más grande de la historia de Chile, el proyecto requiere instalar tres centrales hidroeléctricas con cinco represas y junto con ello habilitar 95 kilómetros de caminos de acceso y construir un puerto que permita atraques de barcos de hasta 45 mil toneladas de peso. En otras palabras, esto significará intervenir y/o eliminar importantes lagos, valiosos ríos y esteros, e inundar por lo menos cerca de diez mil hectáreas. Sólo la creación de una de las Centrales Hidroeléctricas (Río Cuervo) implicaría la fusión de dos lagos y una laguna Quetro, transformándolos en un embalse que posibilite generar electricidad para el funcionamiento de la planta refinadora de aluminio; una suerte de espejo de agua de alrededor de 12.900 hectáreas que cubrirían otras 6.000 hectáreas de humedales.
El proyecto producirá 440.000 ton/año de aluminio en lingotes; lo cual generará la no despreciable suma de 660.000 ton/año de desechos, entre emisiones masivas y continuas de gases tóxicos que contribuyen al efecto invernadero tales como gases sulfurosos (responsables de la lluvia ácida), CO2 (968.000 ton/año), hidricarburos policíclicos aromáticos y material particulado orgánico tóxico. A ello se agrega el acopio masivo de desechos tóxicos y grandes magnitudes de afluentes líquidos domésticos e industriales los que sumados a las aguas lluvias serán vertidos a esteros del sector, donde actualmente existen aguas de singular pureza. Aquí también se realizan actividades pesqueras.
Los contaminantes principales que afectarían las aguas, tierra y aire de la región son diversos gases tóxicos, tales como: fluoruro particulado sedimentable, material particulado orgánico, CO2, perflurocarbonos y gases sulfurosos.
Además, la prístina zona estará afectada por el acopio masivo de desechos tóxicos, tales como: los fluoruros, alúmina enriquecida, cianuro, sodio, arsénico, metales pesados en general, escoria de aluminio, desechos metálicos, aceite quemado, lubricantes industriales, solventes, refrigerantes, restos de pintura, filtros cargados material particulado, entre otros.
La población de la región no supera los 100.000 habitantes. Dichas características permiten el desarrollo de actividades sustentables, como el ecoturismo, la pesca artesanal, la agricultura y la ganadería tradicional y orgánica; transformándose en una real alternativa de desarrollo para su joven población. La Región de Aisén no supera los 80 años de colonización. Ello le ha permitido mantener casi intactas algunas características que hoy en día son escasas en el mundo. Posee amplias hectáreas de bosques y ecosistemas prístinos con especies de fauna y flora propias del Bosque Nativo; cielos limpios y aire puro; lagos y ríos sin contaminación que son alimentados por una pluviosidad que supera los 3.000 mm al año en algunos sectores.
Para oponerse al megaproyecto, la ciudadanía de la región organizó el Comité Ciudadano por la Defensa de Aisén Reserva de Vida. Aquí se reúnen asociaciones gremiales de pequeños agricultores, ganaderos, pescadores artesanales, agrupaciones culturales, artistas y artesanos, corporaciones de turismo, entre otras. En lo que ha sido observado como paradojal, las empresas salmoneras también se oponen al proyecto, aliándose con los que antes eran sus principales detractores: las organizaciones ambientalistas. Y no es para menos. Las empresas salmoneras al igual que los pequeños pescadores, sufrirán un impacto negativo ya que los desechos de la actividad contaminará sus productos. Carlos Vial, gerente general de la pesquera Friosur, explica que existe una incompatibilidad entre la industria pesquera y el proyecto Alumysa. Por su parte, Marcelo Maldonado, gerente general de Salmones Antártica ? de capitales 100% japoneses - vaticina el cierre de la empresa en caso de instalarse Alumysa, perdiéndose 750 empleos que actualmente genera. Al respecto menciona que Japón, su principal mercado, no aceptaría productos fabricados al lado de una planta de aluminio.
One World América Latina, 21-4-03