El viento trae nuevas voces desde la Amazonia, por Eduardo Gudynas

Culminó el encuentro en Santa Cruz, Bolivia

Florestania / Instituto Seré y Claes. Uruguay-. La Amazonia, un vasto bosque tropical que cubre más de siete millones de kilómetros cuadrados en ocho países, sufre una continua embestida por apropiarse de sus recursos. Amparados en el espejismo de enormes riquezas, se intenta mercantilizar su fauna y flora, extraer sus recursos minerales y domesticar sus aguas. Frente a problemas como esos, más de una treintena de promotores locales en desarrollo sostenible de seis países amazónicos, alertan que la región sigue sufriendo la imposición de estrategias de desarrollo impuestas desde afuera, impidiéndose que sus pobladores puedan construir adecuadamente su propia organización del territorio y de la economía.

Estas posiciones fueron presentadas en un taller sobre las prácticas políticas en el desarrollo sostenible en la Amazonia, con la presencia de más de 30 personas provenientes de Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela, que acaba de tener lugar en Santa Cruz (Bolivia). Los participantes eran muy variados, desde líderes de organizaciones indígenas a técnicos universitarios, desde militantes en organizaciones ciudadanas locales a un gobernador, un alcalde y varios consejales, sin olvidar a otros envueltos en la producción agrícola o los recursos forestales.

La declaración final del encuentro, "Tuntuí, Tuntuí: escuchen al viento de la Amazonia", presenta un mensaje que es llevado por el viento para "llamar a todos los hombres y mujeres a prepararnos para reencontrarnos con la selva". Se invoca al "tuntuí", el vocablo de los pueblos shuar y achuar de Ecuador, para un instrumento de percusión construido sobre un tronco de árbol, y que se utiliza para lanzar mensajes que son repetidos una y otra vez en la selva. Esa declaración afirma que en la "Amazonia celebramos la riqueza de la vida; es un tesoro frágil pero a la vez de una gran diversidad biológica y cultural. Allí reside la fuerza que nos da la selva. Es un solo bosque que compartimos miles de pueblos vecinos y hermanos que luchamos juntos por conservar, proteger y manejar de manera sostenible los increíbles y frágiles recursos que mantiene hasta hoy la floresta amazónica."

En el taller se presentaron los más diversos problemas de la Amazonia, tales como la deforestación, la violencia asociada al narcotráfico, la contaminación de las aguas por los buscadores de oro, el avasallamiento de los territorios indígenas y el lento pero constante avance de las petroleras. Problemas de este tipo se repiten con distinta intensidad en cada una de las naciones amazónicas, y por lo tanto también emergen respuestas comunes a partir de una visión regional. En ese sentido, la declaración del taller afirma que los participantes demandan "ser parte de una Comunidad Ecológica de Naciones Amazónicas expresada en un esfuerzo político de integración".

La idea de "comunidad ecológica" remite inmediatamente a una postura anclada en el desarrollo sostenible - uno de los ejes centrales del ciclo de talleres que se han realizado en la región donde se han alternado actividades nacionales con encuentros internacionales. Los primeros han tenido lugar en localidades como Puyo o Macas en Ecuador, Rio Branco en el estado de Acre (Brasil), Rurrenabaque en Bolivia, Leticia en el "trapecio amazónico" de Colombia o Puerto Maldonado en Perú. Los talleres internacionales han apuntado tanto a fortalecer los aspectos conceptuales como a brindar instancias que permitan el encuentro entre personas provenientes de distintos países para poder compartir sus problemática amazónicas.

Esos encuentros no son nada frecuentes en la región amazónica. En efecto, no siempre es fácil que aquellos que trabajan, por ejemplo en la Amazonia de Perú se puedan encontrar con los amazónicos de Ecuador, o los de Brasil con los de Bolivia. En casi todos los casos cada uno de ellos debe deambular por algún río o alguna carretera hasta un poblado cercano, allí tomar un autobús para legar a una ciudad, y luego seguir en avión a la capital, donde volverá a tomar otro vuelo para llegar a un punto de encuentro común - un largo peregrinaje que puede llevar más de dos días. Las localidades amazónicas de diferentes países, a pesar de estar insertas en una misma cuenca, en realidad están desconectadas entre sí. Se expresa así una amarga condición de la Amazonia: su fragmentación geográfica, donde una articulación real entre las naciones todavía está muy lejos de lo que sucede en las fronteras. La desarticulación tiene muchas consecuencias; por ejemplo los amazónicos colombianos no siempre saben lo que sucede en la Amazonia de Venezuela, y los venezolanos tienen enormes dificultades para enterarse de los problemas en la Amazonia de Bolivia. Por lo tanto es evidente que si bien se reconoce una problemática regional y se espera una respuesta amazónica, es necesario recorrer un camino que permita el encuentro entre actores que provienen de distintos países.

A su vez, en la Amazonia se expresan también las culturas indígenas, las que obviamente no necesariamente siguen las fronteras políticas contemporáneas. Su presencia siempre enriquece estros encuentros, y sus aportes revelan la riqueza de saberes y tradiciones. Por ejemplo, la imagen del "tuntuí", el instrumento de percusión que inspiró la declaración final del taller, fue presentada por Rosendo Nurinkias, un joven líder shuar de Ecuador; rápidamente se sumaron aportes sobre prácticas similares por otros pueblos amazónicos. En estos encuentros siempre queda en claro que los pueblos indígenas sostienen una cultura exquisita finamente articulada con el ambiente tropical que les rodea, de donde se extraen muchas pistas para un verdadero desarrollo sostenible.

Sin embargo, tanto ese saber como los propios pueblos indígenas amazónicos que lo cobijan, están amenazados de las más diversas maneras. En general se trata de la imposición externa de estrategias de desarrollo, que van de hechos pequeños como suplantar las viviendas tradicionales con pajas por casas construidas con metal, a las grandes obras de infraestructura como las represas o los oleoductos. Todas ellas se originan fuera de la Amazonia y se las presenta como muestras de progreso y modernidad. Pero en ningún caso están adaptadas a las circunstancias de la selva tropical, y en realidad terminan teniendo efectos negativos (que también van de sufrir el calor debajo de un techo metálico en pleno trópico, o la desaparición de la biodiversidad bajo el lago de una hidroeléctrica).

La declaración reconoce este problema y sostiene que "en la selva el concepto de pobreza cambia y son necesarias nuevas visiones. Lo que para algunos es pobreza, para otros es una riqueza ancestral; allí donde se proclama el progreso, muchas veces se trata en realidad de un retroceso, en el entendido que pobreza es un deterioro del natural buen vivir".

Estas imposiciones externas se dan la mano con posturas que sostienen que los habitantes de la región son "débiles, irresponsables o incluso como salvajes", y frente a esto, los participantes en el taller reaccionan sosteniendo que "los irresponsables son otros; son aquellos que imponen sus planes de desarrollo, marginan la participación ciudadana, y generan la violencia o destruyen la naturaleza".

En ese sentido, el desarrollo sostenible amazónico se expresa como un hecho político, donde se articulan las circunstancias locales con una visión regional. La expresión política de un camino alternativo para el desarrollo no siempre es sencilla en los países amazónicos dada la fragilidad de los procesos participativos y democráticos. Esas limitaciones se mantienen en todos los países amazónicos bajo diferentes contrastes. Recordemos que Venezuela acaba de pasar por un traumático referéndum, pocos meses atrás en Bolivia se produjo una irrupción popular, Colombia sigue inmersa en su guerra interna, mientras que el apoyo ciudadano a los gobiernos de Toledo en Perú y Gutiérrez en Ecuador es muy bajo, y si bien Brasil ha disfrutado de un tranquilo cambio de gobierno, la violencia rural ha alcanzado nuevos picos en el 2003 y lo que va del año 2004.

A su vez, para hacer todo más complicado, los territorios amazónicos son la "periferia" dentro de esos países periféricos. En aquellos bosques el amparo legal se desvanece, se repiten los ejemplos de corrupción, la militarización es palpable y la violencia se vuelve cotidiana. Allí llegan enormes proyectos y grandes corporaciones transnacionales a extraer sus recursos, y en casi todos los casos, poco o nada queda de las jugosas ganancias en esas localidades. Justamente por estas circunstancias tan adversas es remarcable la tarea de los gestores en desarrollo local sostenible y su propósito de potenciar los espacios abiertos y democráticos de construir sus propia versión del desarrollo. En esa tarea reclaman su espacio: "la presencia de la sociedad civil es indispensable" sostienen los promotores, y recuerdan que "todos convivimos en la Amazonia, y somos parte de ella". Desde Santa Cruz han enviado un mensaje, que se suma a muchos otros que otras tantas organizaciones ciudadanas promueven en la Amazonia, y tras dejarlos volar al viento, sentencian: "nosotros escuchamos y actuamos, ¿ustedes sabrán escuchar?"

(*) E. Gudynas es analista de información en D3E (Desarrollo, Economía, Ecología, Equidad) y participa del equipo del proyecto en desarrollo sostenible amazónico. La declaración final del encuentro está disponible en www.florestania.com y las adhesiones están abiertas.

BolPress, Internet, 15-9-04

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