La Biopiratería: una nueva forma de saqueo

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Durante siglos el uso de nuestra biodiversidad se concibió como una práctica libre, no regulada, que constituía una suerte de patrimonio común de la humanidad

Hasta que a finales de los años setenta se consolidó la biotecnología y surgieron los derechos de propiedad intelectual, pero también la biopiratería considerado por muchos como la "ciencia" del saqueo que sólo busca la innovación de ganancias, y que Rumbos se ha sumergido en los gabinetes para desempolvar las patentes que colisionan con el conocimiento y la biodiversidad, en un discurso ciertamente esclarecedor.

La biopiratería no es un fenómeno reciente. Siempre lo hubo y cada vez se agudiza al sacarse del país hongos, animales, semillas y plantas; otras veces se compran predios tropicales para identificar las especies; y hay quienes ingresan a las comunidades indígenas para extraer sus conocimientos. Después de obtener las especies e información, patentan los productos en el exterior, los procesan y los comercializan llevándose todas las ganancias.

Esta acción tiene un nombre: biopiratería. Sin embargo, difícil es creer que esta actividad se convierte legalmente en un derecho de propiedad privada al otorgarse patentes sobre invenciones que incorporan de manera irregular los componentes o conocimientos, obviándose los procedimientos de la novedad, nivel inventivo y aplicación industrial; además de no reparar en la demostración de origen, obtención lícita y recompensa al país por el producto inventado.

Según Richard Stallman, esta acción perjudica al país de tres maneras. En primer lugar, aumentan los precios hasta que la mayoría de los ciudadanos no tengan acceso a los nuevos desarrollos; en segundo lugar, frenan la producción local cuando el propietario de la patente lo decide; y en tercer lugar, prohíben a los agricultores la continuación de su cultivo como lo venían haciendo durante siglos de años.

Tal es así, que los profesionales Laird y Ten Kate han investigado que las ganancias anuales en el mercado mundial oscilan entre 500 y 800 billones de dólares de los productos derivados de la diversidad biológica, un bocado apetitoso para que las trasnacionales farmacéuticas incursionen en desmedro de los conocimientos de los pueblos.

A esto se suma, en la región amazónica que incluye al Perú, estudios de organizaciones ecologistas advierten que las pérdidas anuales son superiores a los 10.000 millones de dólares en tráfico de especies y conocimiento indígena.

Pero también una forma de contribuir a la biopiratería es la despreocupación de los peruanos a no patentar sus investigaciones, como lo señala Bruno Ménchor de la Oficina de Invenciones y Nuevas Tecnologías del Indecopi, al explicar que "De 1,200 solicitudes al año, el 95% son extranjeras y sólo el 5% corresponde a peruanos en rubros que no corresponden a investigación de biodiversidad". Entonces ¿Dónde están las investigaciones de nuestras universidades e institutos de ciencias del país? ¿Dónde están los inventos de nuestros estudiosos nacionales? Sólo se registra el ácido gálico de la vaina de tara que ha sido patentado por la Universidad Católica hace unos años.

En ese sentido, la Blga. Marina Rosales, de la Dirección de Conservación de la Biodiversidad de la Intendencia Forestal y Fauna Silvestre del INRENA, asegura que este tema no es sólo asunto de patentes y conservación de la biodiversidad, sino un asunto de capacidades profesionales en invención e inversión, "Generar recursos sobre la base de la ciencia y tecnología y un mayor retorno de la industria farmacéutica con procedimientos claros, participación justa y equitativa".

Casos sonados

Los más perjudicados con el aumento de la biopiratería son los pueblos indígenas, por la expoliación que sufren muchos de sus recursos naturales. Y por eso buscamos la opinión del Centro Internacional de la Papa (CIP), allí el Ing. René Gómez, precisa que no hay casos de biopiratería en este tubérculo, debido al trabajo coordinado con el Parque de la Papa que integran seis comunidades altoandinas y conservan las 2,300 variedades de origen peruana. Igual sucede con el camote y sus 500 variedades en el Perú, conservándose la cuarta parte de las 5 mil variedades existentes en el mundo, asegura Daniel Reynoso, especialista del CIP.

Sin embargo, productos como la maca andina (Lepidium meyeni), de propiedades nutritivas, reconstituyentes y medicinales, tras su exportación hacia Japón, EEUU y Europa, terminó siendo patentada por dos empresas norteamericanas Pure World Botanical y Biotics Research Corp, que incluso impiden a los productores peruanos comercializar productos de maca. Pero lo anecdótico del asunto es que la Pure World Botanicals, sostiene haber descubierto mediante "sofisticada ciencia", un extracto acuoso, que en cristiano es maca concentrada a la que han llamado "MacaPure", señalando además que la raíz es cultivada en las alturas de la sierra central del Perú. ¿Dónde está entonces el invento?, y por eso el Mincetur y Cancillería han levantado un documento que cuestiona la patente que jamás debió otorgarse.

Otro es el caso de Sally Fox, investigadora estadounidense que accedió -sin conocimiento de las autoridades peruanas- a muestras del algodón de color (Gossypium barbadense) que luego mejoró, desarrolló y patentó en EEUU para suplir las demandas de la empresa fabricante de los blue jeans Levi Strauss en búsqueda de algodón sin colorantes ni tintes (natural 100%). Este algodón es un "cultivo perdido", único en el mundo, encontrándose solamente en el Perú. Pero como para sellar la desinformación mundial, en 1998 el programa Discovery difundió un documental sobre el algodón de color sin mencionar al Perú como lugar y país de origen del referido algodón.

Pero el casos más sonado ocurrió en 1999, cuando el Centro Internacional de la Papa entregó a solicitud del Inrena muestras de yacón (Smallantus sonchifolius), a instituciones de investigación de Japón, las que posteriormente habrían patentado componentes de la misma, generándose gran escándalo sin que hasta la fecha se haya esclarecido las responsabilidades que habrían incurrido en ese entonces algunas autoridades peruanas, al saber que las semillas iban a ser llevadas a Japón y no tomaron ninguna acción legal.

También hay otras especies de uncaria tomentosa y uncaria guianensis, conocidas como la "uña de gato" de la comunidad Ashaninka en la selva peruana que han sido deforestadas por personas interesadas sólo en obtener ganancias económicas de la corteza. Ante tanta pérdida, ¿Será posible evitar que la biopiratería continúe?

La fórmula

Aunque es claro que en el Perú no se patentan seres vivos, sino productos que incorporan una innovación, también es preciso indicar que en EEUU están permitidas las patentes de plantas. De ahí la controversia y los vicios que detrás de la fórmula se esconden innumerables abusos, falsedades y engaños.

En el plano universal existe el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) que establece los derechos soberanos nacionales sobre los recursos biológicos y compromete a los países miembros a conservarlos y desarrollarlos para la sostenibilidad. El Perú forma parte de este Convenio y por eso ha creado el Régimen de Protección de Conocimientos Colectivos de Pueblos Indígenas liderado por el Indecopi, el órgano técnico que entre otras acciones evalúa los registros de patentes del mundo con el fin de objetar solicitudes o cuestionar las concedidas. Actualmente funciona un comité de trabajo integrado por representantes del Instituto Peruano de Plantas Medicinales, la Cancillería, ADEX, entre otros, quienes evalúan las implicancias técnicas y económicas a fin de interponer una acción legal.

Pero también hay otras instancias como la Organización Internacional de Propiedad Intelectual (OMPI), invocada muchas veces por las organizaciones campesinas para que garantice que lo que se exporta no termine en una oficina de patentes.

Según los Acuerdos adoptados por la Organización Mundial de Comercio (OMC) sobre Derechos de Propiedad Intelectual relacionados al Comercio (ADPIC), la patente es un derecho de propiedad que se concede a los inventores de productos, incluida la obtención de variedades vegetales, con el requisito de que el invento sea "nuevo", "útil" y susceptible de ser industrializado.

En el Perú, si alguien quiere patentar un producto, debe hacerlo en el Indecopi, adjuntando primero un documento técnico en el que se incluya las características completas y lo que se pretende solucionar con la invención; luego añadir un resumen del documento; también un pliego de reivindicaciones de la materia concreta a protegerse; después el Indecopi evaluará y publicará en el diario El Peruano para el conocimiento público; y finalmente dictaminará un informe técnico a favor o en contra de la patente en un proceso de tres años, como lo establecen los plazos mundiales.

Sin embargo, el tema debería estar agotado si todas las leyes relativas a los derechos de propiedad intelectual, incluyendo a los EEUU deberían excluir expresamente las patentes de organismos vivos, seres vivos y sus partes, ya que la privatización de las formas de vida mediante derechos de propiedad intelectual de cualquier clase viola el derecho fundamental a la vida y atenta contra la ética y el interés público.

Y mientras esto continúe, surgirán las protestas y mecanismos para salvaguardar la biodiversidad, como la que viene impulsando la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental con iniciativa y coordinación en la Prevención de la Biopiratería, proyecto auspiciado por el International Development Research Centre (IDRC) de Canadá, en un esfuerzo nacional, regional e internacional para contribuir a enfrentar la biopiratería desde diferentes frentes: la investigación, las acciones de incidencia, la creación de redes, la organización de eventos y las campañas de concienciación (www.biopirateria.org).

De todos modos, resulta muy difícil ejercer un control adecuado sobre esta mala práctica en la que cabe plantearse una interrogante, ¿Basta que el Perú prohíba la biopiratería cuando a nivel internacional está prácticamente legalizada?

Posiciones encontradas

A pesar que la biodiversidad lleva en sí la inteligencia de tres mil 500 millones de años de experimentación de formas de vida, como lo asegura el biólogo John Todd. Nuestro país se ha mostrado algo indiferente y por eso hoy sufre las consecuencias.

"El no haber tomado conciencia de la protección coherente de la biodiversidad y apoyado además en una patente "chicha" que sólo causa impactos negativos en nuestros recursos y comunidades, ha llevado al Perú a mejorar las relaciones Estado y ciudadanía a fijar claras muestras de conciencia de responsabilidad política, jurídica, social y del mismo gobierno a defender los recursos naturales y culturales", afirma el Ing. Daniel Reynoso del CIP.

Para Marina Rosales, especialista del INRENA, la posición peruana frente a las negociaciones del Tratado de Libre Comercio (TLC) es firme al incluir la Develación de Origen que exige en el proceso de patentes "El consentimiento informado y autorización expresa del país de origen del producto natural". En esa misma dirección, Bruno Ménchor del Indecopi, agrega que se ha propuesto a EEUU reconocer en el Capítulo de Propiedad Intelectual, "La obligación de informar que el producto biológico obtenido fue lícitamente y corroboradas por las autoridades competentes, además de una adecuada recompensa económica para el país de origen".

Y aunque ambos técnicos han reconocido que EEUU ha manifestado signos de flexibilidad en las rondas de negociaciones en el tema de biodiversidad; José Luis Silva, presidente del Instituto Peruano de Productos Naturales, dice que EEUU "En las negociaciones sobre libre comercio, exige que se sancione la piratería de la propiedad intelectual, pero al mismo tiempo defiende el presunto derecho de las transnacionales a no pagar un centavo por el conocimiento tradicional sobre las propiedades de la flora y fauna que recolectan en nuestros países".

Por su parte, Antonio Brack Egg, ex asesor del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y uno de los más prestigiosos investigadores de la ecología peruana, advierte que el "Perú es un gran reservorio de genes y de conocimientos tradicionales sobre el uso de la biodiversidad, y tiene derecho a exigir un trato preferencial".

Rumbos, Perú, 17-11-05

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