La adopción de los biocombustibles sería un desastre humanitario y medioambiental

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Los biocombustibles se producen a partir de plantas oleaginosas o de desechos forestales y se pueden utilizar en coches, autobuses y camiones

Al quemarlos, el carbón que las plantas extrajeron mientras crecían, es el único que vuelve a la atmósfera. Así que ahora se promueve cambiar de los combustibles fósiles a biodiesel y a bioalcohol como la solución al cambio climático. El próximo mes, el gobierno británico tendrá que fijar un límite a la cantidad de combustible para el transporte que procederá de los cultivos. La Unión Europea desea que a finales del próximo año, un 2% del uso del petróleo que ahora utilizamos provenga del biodiesel, subiendo a un 6% para el 2010 y a un 20% para el 2020. Para procurar conseguir estos objetivos, el gobierno ha reducido los impuestos sobre los biodiesels 20 peniques por litro, mientras la Unión Europea paga a los agricultores unos 45€ por hectárea para que los cultiven.

Parece que todo el mundo está feliz con ello. Los granjeros y la industria química pueden desarrollar nuevos mercados, los gobiernos pueden alcanzar sus objetivos de reducir las emisiones de dióxido de carbono y los ecologistas pueden celebrar el hecho de que el combustible de las plantas disminuye la contaminación, así como el efecto invernadero. Al contrario que con las pilas o células de combustible de hidrógeno, los biocombustibles se pueden producir inmediatamente. De hecho así es como Rudolf Diesel esperaba que funcionase su invento.

Cuando hizo funcionar su máquina en la Exposición Mundial de 1900, fue con aceite de cacahuete. “La utilización de aceites vegetales como combustible para los motores, puede parecer insignificante hoy”, predijo. “Pero estos aceites pueden llegar a ser tan importantes como el petróleo en el futuro” Algunos entusiastas ya predicen que si los precios de los combustibles fósiles siguen subiendo, podría tener razón pronto.

Yo espero que no. Los que han estado promoviendo estos combustibles, puede que sean bienintencionados, pero se equivocan. Se equivocan porque el mundo es finito. Si los biocombustibles llegan a despegar, causarán un desastre humanitario mundial.

Tal y como se utilizan hoy, a pequeña escala, no son dañinos. Unos cuantos millares de verdes en el Reino Unido ya mueven sus vehículos con aceite de freír patatas.
Pero el aceite para cocinar usado apenas podría suministrar 100.000 toneladas de diesel anuales en este país, equivalentes a 1/380 del combustible utilizado para el transporte por carretera.

También es posible convertir los desechos de los cultivos, tales como el rastrojo del trigo, en alcohol, para su uso en automóviles; The Observer publicó un artículo sobre ello el domingo. Me gustaría ver las cifras, pero me resulta difícil de creer que podemos extraer más energía de la que necesitamos para transportar y procesar la paja. Pero los planes de la Unión Europea, como los de todos los entusiastas de la biolocomoción, dependen de cosechas específicas para combustibles. En cuanto se examinan las implicaciones, se ve que el remedio es peor que la enfermedad.

El transporte por carretera en le Reino Unido consume 37,6 millones de toneladas de productos derivados del petróleo cada año. La cosecha más productiva que se puede dar en este país es la de colza. El rendimiento promedio es de 3 a 3,5 toneladas por hectárea. Una tonelada de semilla produce 415 Kg. de diesel. Así que cada hectárea de tierra arable podría proporcionar 1,45 tonaleadas de combustible para el transporte.

Para mover nuestros coches y autobuses con biodiesel, se requerirían, en otras palabras, 25, 9 millones de hectáreas. Existen en el Reino Unido 5,7 millones de hectáreas. Incluso el objetivo más modesto del 20% propuesto por la Unión Europea para el 2020 se llevaría casi todas las tierras de cultivo.

Si esto sucediese en toda Europa, las consecuencias sobre el suministro global de alimentos serían catastróficas: lo suficiente para inclinar la balanza de ser excedentarios a ser deficitarios netos. Si, como algunos ecologistas demandan, esto se tuviese que hacer a escala mundial, entonces, la mayor parte de la superficie arable del planeta debería dedicarse a producir alimentos para coches, no para personas.

Estas perspectives, parecen, a primera vista, ridículas. Si no se pudiese cubrir la demanda de alimentos, ¿no se aseguraría el mercado de que las cosechas se utilizasen para alimentar personas, en vez de vehículos? No existen seguridades al respecto. El mercado responde al dinero, no a las necesidades. La gente que posee coches tiene más dinero que la gente que se está muriendo de hambre.

En una competición entre su demanda de combustible y la demanda de alimentos de los pobres, los conductores ganarían siempre. Algo parecido ya está sucediendo.

Aunque existen 800 millones de personas permanentemente subalimentadas, el aumento global de la producción vegetal se utiliza para alimentación animal: la cabaña ganadera mundial se ha quintuplicado desde 1950.

La razón es que los que toman carne y productos lácteos tienen más poder adquisitivo que los que compran solamente cosechas de subsistencia.

El combustible verde no sólo es un desastre humanitario; es además un desastre ecológico. Aquellos que se preocupan del volumen y de la intensidad de la agricultura actual, deberían considerar cómo serían los cultivos si estuviesen dirigidos por la industria del petróleo. Es más, si intentáramos desarrollar un mercado del biodiesel procedente de la semilla de colza, saltaría inmediatamente al mercado del aceite de palma y de soja. El aceite de palma puede producir cuatro veces más de biodiesel por hectárea que la colza y crece en lugares en los que la mano de obra es barata. Los cultivos son ya una de las mayores causas de destrucción de las selvas tropicales.

La soja tiene un menor rendimiento que la colza, pero el aceite es un subproducto de la producción de alimentación animal. Si se abre un nuevo mercado para ello, se estimularía una industria que ya ha destruido la mayoría del “cerrado” brasileño (uno de los lugares del mundo con mayor biodiversidad) y gran parte de las selvas húmedas.

Resulta chocante ver lo estrecha que puede resultar la visión de algunos ecologistas. En una reunión el mes pasado en París, un grupo de científicos y verdes que estudiaban el cambio climático abrupto, decidieron que las dos grandes ideas de Tony Blair: hacer frente al calentamiento global y ayudar a África, solo podrían llevarse a cabo convirtiendo a África en una zona de producción de biocombustibles. Esta estrategia, según sus promotores, “proporciona una vía de desarrollo sostenible para muchos países africanos que pueden producir biocombustibles baratos”. Se que la definición de desarrollo sostenible ha ido cambiando, pero no era consciente de que conllevaba ahora la hambruna masiva y la destrucción de las selvas tropicales. El año pasado el comité parlamentario británico sobre medio ambiente, alimentos y asuntos rurales, que supuestamente debería estar especializado en aunar sus ideas, examinó todas las posibles consecuencias de la producción de biocombusitbles -desde los ingresos rurales al número de golondrinas- excepto la repercusión sobre la producción de alimentos.

Necesitamos una solución al calentamiento global causado por los coches, pero no es este. Si la producción de biocombustibles es lo suficientemente grande como para afectar al cambio climático, será lo suficientemente grande como para afectar al hambre mundial.

Asociación Universitaria "Carlos Marx", Internet, 25-8-06

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