Los grandes supermercados españoles no venden productos etiquetados como transgénicos, según Greenpeace.
La organización ecologista critica no obstante el "escaso rigor" de los controles de la Administración
Los grandes supermercados españoles no venden productos en cuya etiqueta se especifica que contienen organismos genéticamente modificados (OGM), según una investigación realizada por Greenpeace y que ha sido llevada a cabo en otros seis países de la Unión Europea donde se constató que "sólo un puñado de estos productos se encuentran en los supermercados europeos".
Cien días después de que la Unión Europea aprobara la comercialización de productos elaborados con transgénicos, la organización ecologista mostró su satisfacción porque "el mercado está prácticamente libre de productos que contienen estos organismos", según declaró hoy el responsable de la sección Europea de Greenpeace, Eric Gall.
El pasado 18 de abril, Greenpeace comenzó una investigación para detectar la presencia en las grandes cadenas de supermercados europeos de productos que contienen, al menos, un 0,9 por ciento de ingredientes que han sido manipulados genéticamente, el porcentaje mínimo a partir del cual la Unión Europea obliga a los productores a señalar esta presencia en el etiquetado del producto.
En los supermercados franceses se encontraron hasta catorce productos, lo que convierte a este país en el mayor comercializador, por delante de Países Bajos, donde se detectaron doce. En Alemania, se comercializan cuatro productos, según la investigación, y dos alimentos en Reino Unido y la República Checa, respectivamente.
En los supermercados daneses tan sólo se encontró un producto en cuya etiqueta se aseguraba la presencia de OGM. En el resto de países investigados, España, Italia, Austria, Grecia y Suecia, Greenpeace no halló ningún producto con ingredientes manipulados genéticamente.
Sin embargo, en el caso de España, la organización ecologista criticó el escaso rigor de los controles realizados por las autoridades españolas, lo que podría provocar que "salgan al mercado productos que contienen OGM por encima del 0,9 por ciento, sin que por ello exista una especificación en la etiqueta", según explicó a Europa Press Eric Gall.
La organización ecologista criticó al anterior Gobierno español por "fracasar en la puesta en marcha de la legislación y en la realización de correctos controles en las empresas". Sin embargo, el portavoz aseguró que la iniciativa de la actual ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, de nombrar una autoridad experta para realizar estos controles, les hace ser "optimistas".
Por otra parte, Greenpeace denunció que productos elaborados con carne de animales (vacas, pollos o cerdos) alimentados por piensos modificados genéticamente se vendan en los supermercados europeos, sin que su etiqueta informe sobre esto a los consumidores.
"Es una laguna legal seria, ya que grandes cantidades de cultivos genéticamente modificados se convierten en comida para animales", advirtió Gall. "Se ha dejado a los consumidores en la oscuridad respecto a esto y están pagando por el cultivo global de cosechas genéticamente modificadas cuando ellos compran leche, huevos y salchichas", advirtió.
Asimismo, Greenpeace criticó el cultivo de maíz genéticamente modificado debido a "los estragos que está causando en países como Argentina, donde cien millones de hectáreas de cultivo de soja se han perdido y un área de bosque del tamaño de Alemania está amenazada".
Argentina es el tercer productor mundial de soja y exporta el 90 por ciento de esta cosecha, de la cual un 98 por ciento es genéticamente modificada. La Unión Europea y China son los principales importadores de este producto, utilizado principalmente para alimentar a los cerdos, vacas y pollos, según Greenpeace.
De 1997 a 2002, la producción de soja en Argentina creció un 74,5 por ciento, mientras la producción de arroz cayó un 44,1 por ciento, la de maíz un 26,2 por ciento y la de girasol un 34,2 por ciento. Con estos datos, la ONG quiso destacar "el impacto devastador" que está produciendo "una agricultura insostenible" y denunció la actitud de la Comisión Europea, dedicada a "apoyar a la industria de la ingeniaría genética".
La bolsa, Internet, 26-7-04