Los indígenas ganan fuerza en América latina, por Celina Chatruc

El conflicto de Bolivia podría repetirse en otros países. Ecuador es la nación con mayor riesgo de que se produzca una crisis, según los analistas. Perú, México, Colombia, Chile y Guatemala también corren ese peligro

La advertencia no fue escuchada. Líderes indígenas de siete países latinoamericanos, reunidos en México, dijeron en mayo pasado que pelearían por su autodeterminación y sus tierras a cualquier precio. Uno de ellos, incluso, llamó a no descartar la lucha armada. Era Felipe Quispe, el representante de Bolivia, quien cinco meses más tarde contribuiría a la renuncia del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada.

"Vamos a tomar el poder político para autogobernarnos y expulsar a los invasores que ahora están en nuestros territorios", dijo entonces el líder campesino ante los delegados de Ecuador, Perú, México, Colombia, Chile y Guatemala.

Justamente ésos fueron los países señalados por varios analistas a LA NACION como los que tienen movimientos indígenas más organizados, o los que están en riesgo de conflicto por la tensa relación entre éstos y el Estado. Especialmente Ecuador, donde, según los expertos, podrían desencadenarse hechos similares a los de Bolivia.

Para Marcos Matías Alonso, presidente del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América latina y el Caribe, todos esos países viven "situaciones cíclicas, que pueden colapsar en cualquier momento". "Hay un movimiento que no vemos ni escuchamos; un río que va a encontrar caudales con una fuerza impresionante, y que va a arrastrar a otros países", advirtió.

La teoría de Alonso es que en América latina "se está tejiendo una nueva red de relaciones de liderazgos indígenas que puede derivar en una situación conflictiva supranacional. Habrá en un futuro próximo un encadenamiento de los conflictos, debido a la situación de extrema pobreza, incluso en países en aparente calma".

También el antropólogo Alejandro Isla, investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) y del Conicet, prevé que el conflicto en Bolivia podría provocar un "efecto contagio", especialmente en Ecuador y Perú.

"Los movimientos indígenas están muy conectados -opinó-. Los activistas, incluso los de la Argentina, están muy atentos a lo que está pasando en Bolivia y van a intentar asimilar el discurso."

Es que, pese a que tienen culturas diferentes y viven realidades distintas, a los indígenas latinoamericanos los unen los mismos reclamos:

El acceso a la propiedad de la tierra y la explotación de los recursos naturales (un tema muy ligado a la extrema pobreza que padecen).

La autodeterminación (ser libres como pueblo dentro o fuera del Estado, según el caso).

La justicia y la igualdad (lograr una verdadera democracia).

Por otra parte, como señaló Rodolfo Stavenhagen, antropólogo mexicano y relator especial para pueblos indígenas de las Naciones Unidas, muchos países de América latina padecen los mismos problemas:

Los efectos que tuvo el modelo neoliberal sobre la mayoría de la población, en su opinión, son "desastrosos". El pueblo no aguanta más -afirmó- a los modelos que excluyen y marginan."

El distanciamiento "cada vez mayor" entre los partidos políticos y la gente, que lleva a buscar "formas alternativas de expresión".

La indiferencia frente a la identidad y las necesidades de los indígenas; "un juego muy peligroso".

Y estos problemas subsisten pese a que en las últimas dos décadas prácticamente todos los países latinoamericanos hicieron reformas constitucionales para garantizar los derechos de los indígenas, quienes a su vez comenzaron a participar en forma políticamente más activa.

Su gran desafío ahora, coinciden los analistas, es lograr "tejer alianzas" para convertirse en movimientos populares. "Esa fue la lección que dejaron los indígenas de Bolivia y México (con el levantamiento zapatista de 1994)", opinó Alonso.

En el mismo sentido se expresó Stavenhagen. "En los últimos años los indígenas se han puesto de pie -observó- y en varios países, como Bolivia y Ecuador, ya son actores políticos. Pero ahora tienen que saber construir alianzas. Porque en países como Guatemala, Chile y México hay una resistencia muy grande por parte de quienes están en el poder, y se ha desvirtuado lo que los indígenas anhelaban."

Esas alianzas se concretarán en la próxima década, según anticipó la CIA en su informe "Tendencias globales 2015".

Para entonces, predijo, los movimientos indígenas "se incrementarán, facilitados por redes transnacionales de activistas de derechos indígenas, apoyados por grupos internacionales de derechos humanos y ecologistas bien financiados" desde México hasta el Amazonas.

Al respecto, Stavenhagen opinó que "cualquiera que conoce la situación en América latina puede prever el incremento de los movimientos indígenas de resistencia en los próximos años. Su emergencia constituye un nuevo factor político en el continente que no puede ser ignorado".

Sobre todo hay que prestar atención, sugieren los expertos, a lo que ocurra en Ecuador. Allí, junto a militares encabezados por el actual mandatario, Lucio Gutiérrez, los indígenas contribuyeron en 2000 a derrocar al entonces presidente, Jamil Mahuad. Y no sólo eso: en enero pasado llegaron por primera vez al gobierno y asumieron el control de varios ministerios. Pero la alianza terminó en agosto, debido a diferencias con la política económica del mandatario.

"El presidente no tuvo ni la visión ni la apertura suficientes. Desde entonces es cada vez más evidente su incapacidad en cuanto a percibir la realidad del país", dice hoy Nina Pacari, miembro del partido indígena Pachakutik -representado por 11 diputados en el Congreso- y ex canciller del gobierno de Gutiérrez.

Aunque Pacari descartó la posibilidad de que en Ecuador se llegue a vivir un conflicto similar al que se produjo en Bolivia -pese a que ambos países comparten "una situación socioeconómica similar, que está llevando a la desesperación a la mayoría de la población"- aclaró que la paz dependerá del grado de "autoritarismo" del gobierno.

Más seguro se mostró Víctor Capitán, presidente de la Organización de Naciones y Pueblos Indígenas de la Argentina.

"El único país donde podría haber un conflicto importante es Ecuador -opinó-, si Lucio Gutiérrez sigue privilegiando los intereses de la deuda externa y no los de los indígenas."

Quizás esta vez, tras la caída del gobierno de Sánchez de Lozada, la advertencia sea escuchada.

La Nación, Argentina, 7-11-03

Comentarios