México: ONG exigen a Fox cerrar fronteras a transgénicos, por Ignacio Juárez Galindo
Ha beneficiado a las transnacionales, denuncian
Unas 28 organizaciones campesinas, indígenas y ciudadanas de Puebla, Oaxaca y Tlaxcala, Greenpeace México, investigadores e intelectuales rechazaron de manera categórica la determinación de Vicente Fox Quesada de permitir el ingreso de maíz transgénico al país y dar pie a que esta semilla forme parte de la dieta de los mexicanos.
Exigieron, además, a la Comisión para la Cooperación Ambiental de América del Norte (CCA) dar a conocer el estudio sobre la contaminación en México, el cual recomienda al gobierno adoptar el principio de precaución y establecer una moratoria en las importaciones de transgénicos hasta que no haya información certera sobre las consecuencias que provoca su consumo en humanos y el ecosistema.
Durante el foro regional "Sin maíz no hay país", efectuado en el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades (ICSH) de la UAP, y en vísperas de la undécima reunión ministerial de la CCA, a realizarse este lunes en la capital poblana, las organizaciones indígenas se declararon "en estado de alerta" ante las políticas del gobierno federal que amenazan sus semillas y la biodiversidad, y de paso rechazaron la minuta de Ley de Bioseguridad, aprobada en el Senado a finales de 2003, por "promover el uso y consumo de transgénicos y no proteger a la población y el medio ambiente". Las comunidades indígenas, los campesinos e investigadores hicieron patente
su "fuerte preocupación" porque el gobierno de Vicente Fox ha ocultado información sobre las condiciones actuales de la contaminación por transgénicos en el campo, no ha hecho nada para frenar esta situación y se ha dedicado a defender los intereses de las empresas transnacionales, principalmente Monsanto, dedicadas a la producción de las semillas u organismos genéticamente modificados.
De hecho, Alejandro Espinosa, miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel III, calificó como "preocupante, simple y absurda" la política agraria del gobierno foxista que, en el caso del maíz, está dirigida a desalentar y negar apoyos a cualquier tipo de producción interna o local, pues "en su lógica neoliberal resulta más barato importar" la semilla que producirla en nuestro país, aunque eso signifique ir en contra del principio de soberanía alimentaria.
El también creador de las variaciones de maíz H33 y H34 cuestionó la rentabilidad de las importaciones de granos, pues, reveló, de acuerdo con los datos oficiales el costo de producción entre la semilla mexicana y la estadounidense varía entre 50 y 100 pesos. Negar la producción interna, aseveró, "es una estupidez", porque lo que aquí se cosecha no sólo beneficia a 2 millones de unidades productoras, sino que también genera ingresos indirectos por la venta de las hojas para tamal o forraje, entre otras muchas cosas.
Incluso expuso que otro ejemplo del embate del actual gobierno contra el campo fue la determinación de Javier Usabiaga, titular de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación (Sagarpa), de desaparecer la Productora Nacional de Semilla (Pronase), dedicada a regular el precio y distribución de los granos. La medida, dijo, produjo que los precios del maíz se dispararan, al grado de que la semilla mexicana es la más cara en todo el mundo, y los principales beneficiados son los productores de EU. "Para EU es estratégico dominar el consumo de granos en México por ser una compra segura; no existe otro comprador tan firme como nosotros. En Europa, por ejemplo, el maíz va para la alimentación del ganado, mientras que en México se estima que hay un consumo diario de unos 350 gramos por habitante".
Sin embargo, alertó que con la introducción del maíz transgénico los campesinos enfrentarán un incremento mayor de los precios de la semilla, así como la posibilidad de que en unos cuantos años todos los cultivos de maíz en el país estén contaminados, pues los organismos genéticamente modificados tienen una alta capacidad de replicarse.
Durante el foro "Sin maíz no hay país", organizado por Greenpeace México, el ICSH, el Centro Universitario para la Prevención de Desastres Regionales y la Red Ciudadana de Apoyo Mutuo, se dio a conocer el "Manifiesto del maíz de Puebla y Tlaxcala", en donde más de 28 comunidades de la Sierra Norte poblana, unas 29 organizaciones sociales, indígenas y campesinas, así como intelectuales e investigadores se pronunciaron, con base en el convenio 169 de la Organización Internacional de Trabajo, en contra de cualquier intervención privada o pública que "amenace la vida de nuestras comunidades con transgénicos y a la diversidad biológica y cultural".
En el documento, el cual fue leído por Francisco Pérez Vicente, dirigente de la Unidad Indígena Totonaca Náhuatl (Unitona), los participantes denunciaron que los programas gubernamentales, Sagarpa, Diconsa y empresas particulares han sido instrumentos de saqueo de conocimiento indígena sobre el maíz y fuente de contaminación de semillas. "El gobierno de México, los gobiernos estatales y municipales, las cámaras de Diputados, Senadores y el Poder Ejecutivo federal han sido los principales promotores de las amenazas y las agresiones" a los pueblos indígenas.
Por su parte, Aldo González Rojas, integrante de la Unión de Organizaciones de la Sierra Juárez de Oaxaca (Unosjo), sostuvo que, de acuerdo con estudios científicos, los pueblos indígenas de Mesoamérica tienen la relación más antigua con el maíz en todo el mundo, calculada en 6 mil años. Monsanto -a más importante empresa productora de semillas transgénicas a nivel internacional, dijo, tomó nuestra herencia y ahora controla el mercado de semillas en el planeta y amenaza con demandar a los campesinos por utilizar su semilla genéticamente modificada.
"El maíz originalmente es nuestro, nosotros no cobramos nada por la patente a nadie, y ahora nos quieren imponer condiciones y pagos que no vamos a permitir", añadió. Pero lo más preocupante, señaló el indígena oaxaqueño en una conferencia de prensa efectuada este domingo, es que el gobierno mexicano defiende los intereses de las empresas transnacionales, oculta información sobre la contaminación de cultivos transgénicos en el país y no ha hecho nada para frenar esta situación. "Hacemos un llamado a los campesinos a que tomen conciencia del problema, a la población le pedimos que sólo consuman maíz mexicano y no solapar el interés del gobierno mexicano de beneficiar a las transnacionales. Todos debemos luchar por la soberanía alimentaria", enfatizó. En el foro efectuado en el ICSH de la Universidad Autónoma de Puebla también se trato el riesgo que traería a la salud humana la ingesta de transgénicos. Ana Burguete, investigadora del departamento de Salud Pública y Genómica del Instituto Nacional de Salud Pública, advirtió que los organismos genéticamente modificados deben ser evaluados al menos en tres niveles: el clínico, el epidemiológico y del sistema de salud antes de que las autoridades permitan su uso y consumo. "Eso desafortunadamente no sucede, y los transgénicos no deberían estar en nuestra dieta". "En estos momentos consumir un alimento modificado genéticamente es como jugar a la ruleta rusa, porque no hay estudios sobre qué impactos puede tener la modificación genética en sí, qué impactos pueden tener en sus genes vecinos y qué nuevas proteínas, hasta ahora ajenas a la dieta humana, nos están suministrando. A éstos se suman posibles efectos de toxicidad, de creación de resistencia a antibióticos y posibles problemas hormonales, reproductivos y neurológicos.
"¿Por qué no se nos está informando que ya hay transgénicos en nuestra dieta? La ciencia debe tener por objeto aliviar la desigualdad¹, sin embargo, éste no ha sido el criterio para producir transgénicos", señaló la investigadora. En tanto, el investigador del ICSH e integrante de la Red Ciudadana de Apoyo Mutuo Julio Glockner Rossainz apuntó que "es indignante el servilismo de las autoridades mexicanas que han permitido la circulación de los transgénicos en el campo. En régimen que se precia de ejercer la democracia se debe demostrar en los hechos que quienes gobiernan están dispuestos a atender a la sociedad. En el ejercicio más elemental de la democracia exigimos a las autoridades hacer pública la información sobre la contaminación y que se cancele la entrada de maíz transgénico a nuestro país. Son los campesinos, que desde hace 6 mil años cultivan esta planta, quienes necesitan el apoyo, y no las empresas".
Algunas de las organizaciones que participaron en el foro fueron: Unitona, Consejo Indígena Popular de Oaxaca Ricardo Flores Magón, Comunidades Indígenas por la Defensa del Maíz y la Cultura en Puebla, Unión de la Sierra Juárez de Oaxaca, Guerreros Verdes, Centro Campesino para el Desarrollo Sustentable, Cosecha Sana, Unión Nacional de Fomento, Centro Mexicano de Derecho Ambiental, Bios Iguana, Greenpeace, Universidad de la Tierra, Unión Campesina Emiliano Zapata Vive, Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo, Centro de Estudios para el Cambio del Campo Mexicano, Grupo Vicente Guerrero, la actriz Jesusa Rodríguez y académicos.
La Jornada de Oriente, México, 21-6-04

