Proponen custodiar explotación de materiales genéticos en la Antártica
La comunidad científica está preocupada por la creciente explotación de materiales genéticos en la Antártida y propone su urgente regulación para proteger uno de los medio ambientes más frágiles del mundo
En la terminología científica, "extremófilos" son organismos que sobreviven en los hábitat más extremos de la Tierra, donde imperan condiciones (calor, frío, falta de luz o composición química) que hacen imposible la existencia de vida normal.
Por ejemplo, los termófilos son organismos que viven en fuentes termales a temperaturas que pueden superar los 100 grados centígrados mientras que los psicrófilos necesitan temperaturas que llegan a situarse ligeramente por debajo del punto de congelación.
Estas características han hecho que en los últimos años compañías farmacéuticas e investigadores de todo el mundo hayan empezado a prestar atención a los extremófilos para intentar descubrir los mecanismos que les permiten actuar en condiciones extremas y aprovechar comercialmente este conocimiento.
"La Antártica es muy interesante para las grandes compañías farmacéuticas que, como GlaxoSmithKilne, están implicadas en la investigación biotecnológica. El problema es que en la Antártida este tipo de actividades no está regulado", indicó el investigador australiano Sam Johnston.
Johnston, junto con su colega Dagmar Lohah, han preparado para el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de las Naciones Unidas un informe titulado "El régimen internacional para bioprospección. Políticas existentes y asuntos emergentes en la Antártica", en el que analizan la situación.
El informe será presentado en la Séptima Conferencia de Partes de la Convención de la ONU sobre Diversidad Biológica que se celebrará en la capital de Malasia, Kuala Lumpur, entre el 9 y el 20 de febrero.
Johnston pone como ejemplo de las investigaciones que se están desarrollando con material biológico procedente de la Antártica una glicoproteína que se encuentra en algunos peces del continente helado y que funciona como anticongelante, evitando que los animales se congelen a temperaturas por debajo de cero grados centígrados.
Esta glicoproteína fue descubierta a principios de los años 70 por investigadores de la Universidad de Illinois y en la actualidad se está considerando su utilización en numerosas aplicaciones comerciales como la preservación de productos congelados, la cirugía o la piscicultura.
"Este tipo de actividades provocan, en primer lugar, un problema de equidad. Las compañías están beneficiándose económicamente sin devolver nada a la Antártica", explica Johnston.
Como prueba del creciente interés por las posibilidades económicas de la fauna y flora del continente helado, Johnston señala que "el número de patentes basadas en la bioprospección de la Antártida se ha multiplicado en los últimos años".
La Oficina de Patentes de EEUU cuenta con 300 referencias a la Antártida mientras que su equivalente europeo, la Oficina de Patentes Europeas, contiene al menos 62 patentes que se basan en la biodiversidad del continente polar.
Una de las últimas patentes registradas en Europa procede de España y se refiere a "las características para curar heridas y tratar piel, pelo y uñas de una glicoproteína extraída de una bacteria de la Antártida, la Pseudoalteromonas antarctica".
El informe de la ONU indica que las crecientes actividades comerciales amenazan con rebasar la capacidad de las leyes nacionales e internacionales para regular conceptos como la propiedad de materiales genéticos, la emisión de patentes sobre productos derivados y las consecuencias medioambientales.
Johnston considera que "es urgente actuar en la Antártica antes de que se convierta en un problema comercial y antes de que se produzcan grandes descubrimientos, de la misma forma que se actuó con antelación para regular la minería, el turismo o la pesca de ballenas en el continente".
La Tercera, Chile, 1-2-04