Reticencia española hacia los transgénicos

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El productor español Casademont se muestra reticente al maíz transgénico porque, además, se ha encontrado con el inconveniente de que no ha podido ver certificado que su maíz esté libre de transgénicos. Su cosecha resultó contaminada ligeramente por el polen procedente de un campo cercano sembrado de maíz modificado y, al ser detectado, la industria alimentaria no se lo compró.

A diferencia de los países europeos, Argentina es líder en el uso de transgénicos.

Los transgénicos perjudican a la agricultura ecológica y pueden dejar tocada de muerte la agricultura tradicional», dice Casade-mont antes de elogiar las semillas tradicionales, entre otras cosas porque están mejor pagadas.

Mientras tanto, en todo el mundo, los cultivos biotec-nológicos (maíz, soja y algodón, sobre todo) aumentaron en el 2003 un 15% con relación al año anterior, hasta alcanzar los 67,7 millones de hectáreas, según informó recientemente el Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones Agro-biotec-nológicas. Seis países absorben el 99% de estos cultivos: Estados Unidos (63%), Argentina (21%), Canadá (6%), Brasil (4%), China (4%) y Sudáfrica (1%).

En Europa, además, Alemania tiene una pequeña superficie de maíz; Bulgaria cultiva unos pocos miles de hectáreas de maíz tolerante a herbicidas, y Rumania tiene 70.000 hectáreas de soja, que se importa y se comercializa también en España y se consume en la Unión Europea.

La expansión de los trans-génicos se produce en España pese al frenazo impuesto por la UE, en donde rige una prohibición temporal o moratoria de facto desde 1998 que impide que se aprueben nuevos genes para ser incorporados a las semillas (OMG). En cambio, sí se puede autorizar semillas con genes ya autorizados con anterioridad.

España, no obstante, es uno de los países que más pugnan por levantar la actual moratoria, considerando que la UE ya ha creado el marco legal para regular su utilización y prevenir los impactos sobre el medio ambiente (directivas sobre etiquetado, trazabilidad y demás), que era la condición que se autoim-puso la Comisión de la UE antes de dar luz verde a nuevos OMG -aunque algunas naciones y los ecologistas mantienen puesto el freno-.

La UE, sin embargo, está a punto de levantar la moratoria para autorizar un nuevo maíz modificado (el Bt 11). Pero todo indica que la previsión es autorizar sólo el registro para la importación y su uso en alimentación, pero no en la siembra. «Lo más importante es que no se siembre, porque es precisamente la siembra la que contamina el medio ambiente», dice Juan Felipe Carrasco, de Greenpeace. Esta organización lidera la protesta contra la autorización del maíz Bt 11 por juzgar que «se han detectado problemas en su genética y han aparecido trocitos de otro gen que no debería estar, por lo que su acción en el medio ambiente se desconoce», según explica Carrasco.

Fuente: Diario El Sol, España, 10-2-04

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