Soberanía alimentaria, por Gustavo Duch

Vayan reteniendo este concepto y el nombre de quien lo formuló en el año 1996, la Vía Campesina. Porque ésta es la consigna que aglutina a más de 70 millones de pequeños campesinos y campesinas de todo el mundo, y les imprime la fuerza que genera una esperanza en un nuevo modelo de agricultura social y ecológica, que les permita vivir con dignidad e independencia

Fuerza para enfrentarse en Cancún a la poderosa OMC y no renunciar a sus principios a cambio de matices en los acuerdos, que consideran como simples limosnas; para que un país, como Bolivia, salga a la calle harto ya de tanta expoliación de recursos; y para seguir ocupando tierras improductivas en Brasil, a pesar de las duras represalias (hablamos de asesinatos) que los terratenientes llevan a cabo como en las mejores películas de cowboys.

La Soberanía Alimentaria es una alternativa para abordar los problemas de la pobreza y el hambre, los daños ambientales, la desaparición del campesinado en el medio rural de todos los rincones del planeta, y se fundamenta en tres pilares: considerar la alimentación como un Derecho Humano básico, reclamar para todos los pueblos y Estados el derecho a definir sus propias políticas agrícolas, y poner en el centro de éstas políticas a quienes producen los alimentos: agricultores, granjeros y pescadores. En palabras de la Vía Campesina, Soberanía Alimentaria significa “que los pueblos tienen derecho a producir su comida en su territorio”.

Esta reivindicación difiere del modelo de desarrollo actual basado en las fuerzas y “bondades” del mercado globalizado. Modelo que dista mucho de corregir la brecha cada día más grande entre gentes ricas y pobres, que se revela incapaz de contrarrestar injusticias como el hambre creciente o la conculcación del derecho que tienen los pueblos a explotar sus propios recursos. Este modelo de mercado propugna que los países del Sur deben aprovechar sus “ventajas” competitivas produciendo monocultivos de exportación. Pero la evidencia se impone, ya que hacer del comercio –más o menos liberalizado- el eje de la política, significa poner en peligro a la población rural: las explotaciones agrícolas familiares tradicionales que no pueden competir con las todopoderosas multinacionales, dueñas ya de los recursos para producir, como las mejores tierras y la patente de las semillas, y dueñas de las cadenas de transformación, comercialización y distribución final.

La Soberanía Alimentaria va más allá del concepto más usual de seguridad alimentaria que plantea sólo asegurar que se produzca suficiente cantidad de comida con garantía sanitaria.

La Soberanía Alimentaria se centra, como dice Annette Desmarais, catedrática de la Universidad Regina de Canadá, “en qué comida se produce, cómo se produce, dónde se produce y en qué escala”. Entonces, esta estrategia radical (porque busca la raíz de los problemas) de la Soberanía Alimentaria, plantea primero garantizar que las familias campesinas de la tierra y el mar puedan tener acceso a los recursos necesarios para producir los alimentos: la tierra, el mar, el agua de riego y las semillas. Vía Campesina y los sindicatos agrarios que engloba, en todos los países donde está operando lucha por una reforma agraria que distribuya la tierra tan injustamente acaparada por unos pocos. Reclama el libre acceso a las semillas y, por lo tanto, está en contra de los Organismos Genéticamente Modificados y otras formas de patentar la vida. Si decíamos que el modelo de mercado argumenta que la seguridad alimentaria se puede alcanzar a base de exportaciones e importaciones, la propuesta de la Soberanía Alimentaria da prioridad a la producción local para un consumo lo más cercano posible. La Vía Campesina no se opone al comercio agrícola. Se opone a un modelo que da prioridad a la agroexportación que esquilma sus recursos naturales para beneficio de grandes corporaciones. Se opone “a la plaga de importaciones a bajo precio (el dumping) que destruyen las economías rurales locales”. En definitiva, pone al comercio internacional en su justo lugar.

En las gorras rojas del Movimiento Sin Tierra Brasileño, en los chalecos de los campesinos de Corea del Sur, en las pañoletas verdes del “Campo no aguanta más” de México, aparece claramente éste lema: Soberanía Alimentaria. Llegan vientos del sur con propuestas a tener en cuenta.

Gustavo Duch
Director de Veterinarios sin Fronteras

El Mundo, España, 28-11-03

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