El derecho humano de comer

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Paradójico, pero no casual. Fueron los movimientos sociales los que tuvieron que volver a alertar en los últimos días —una vez más— sobre el hambre en el mundo y el feroz banquete monopólico de los alimentos.

A escaso medio año de la fecha prevista por Naciones Unidas para su realización, la Cumbre Mundial sobre Sistemas Alimentarios fue tematizada, gracias a dichos movimientos, durante la 46 sesión del Consejo de Derechos Humanos que sesionó entre el 22 de febrero y el 24 de marzo en Ginebra, Suiza.

La Vía Campesina y el Centro Europa-Tercer Mundo (CETIM), ONG progresista observadora ante la ONU, presentaron la posición de trabajadores rurales, pequeños productores y centenas de ONG y actores solidarios.

Voz campesina

En nombre de ese amplio abanico rural, la dirigente paraguaya Perla Álvarez Brítez subrayó ante el Consejo la importancia del rol de los Estados frente a la crisis alimentaria que se viene acentuando debido a la pandemia. “Es clave que los poderes públicos protejan las zonas rurales y promuevan sistemas agrarios más equitativos y transparentes y la cooperación multilateral internacional para resolver esta crisis”, subrayó en su intervención digital en la primera semana de marzo ( ver aquí)

 Y advirtió que los poderes políticos y económicos dominantes apuntan a “desmantelar los espacios multilaterales”, para privilegiar al sector privado de la alimentación en lugar del interés general de los pueblos. “Este es un hecho particularmente grave en este periodo de crisis sanitaria global”, subrayó Álvarez, quien es dirigente de la Coordinadora Nacional de Organizaciones de Mujeres Trabajadoras Rurales e Indígenas (CONAMURI) de Paraguay y portavoz de Vía Campesina.

En relación a la Cumbre alimentaria de las Naciones Unidas prevista para el último trimestre del 2021, la dirigente social sudamericana subrayó que “los lobbies empresariales que defienden los intereses del agronegocio están influyendo y capturando los preparativos”. El objetivo de esta estrategia es claro: asegurarse que los debates se focalicen únicamente en el enfoque de soluciones de mercado ignorando las propuestas campesinas, que se basan, por ejemplo, en la agroecología.

Frente a esta tendencia preocupante de presiones transnacionales sobre las Naciones Unidas, es esencial que los Estados miembros de la ONU eviten la “captura corporativa” de dicha Cumbre. Los Estados, insiste Vía Campesina, deben garantizar que las y los campesinos, los pueblos indígenas y otras personas que trabajan en las zonas rurales, estén en el centro mismo de atención de ese evento internacional. ( ver aquí)

Perla Álvarez reivindicó la Declaración sobre los Derechos Campesinos, aprobada en la Asamblea General de la ONU de diciembre del 2018, caracterizándola como la “hoja de ruta común” y baluarte en favor de sistemas alimentarios y agrícolas equitativos y justos, que defiendan la vida de los pueblos y no el interés privado. ( ver aquí )

Despertar dormidos

La Vía Campesina y el CETIM siguen de cerca los preparativos de la Cumbre considerándola “un evento tan crucial como controvertido”, afirmó Melik Özden, director del Centre Europa-Tercer Mundo, en conversación con El Cohete a la Luna.

Desde que se anunciara este evento, “constatamos la injerencia y la influencia indebida ejercida por las empresas transnacionales del agronegocio, con el fin de utilizarlo en su propio beneficio”.

Lo que no es una sorpresa, según Özden. Esas multinacionales están presentes en las instancias de negociación de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), así como en otros espacios multilaterales, que se ven cada vez más afectados por esta presión transnacional. A través de estos métodos, los monopolios pretenden asegurar su control sobre los organismos internacionales donde se toman las decisiones importantes, enfatiza.

 

Y eso es lo que explica que Vía Campesina y CETIM decidieran intervenir en el Consejo de Derechos Humanos que acaba de concluir. El objetivo principal fue llamar la atención de los participantes (Estados, instituciones multilaterales, ONG) sobre el riesgo de interferencia e injerencia que sufre la preparación de la Cumbre. Y advertir sobre la repercusión negativa que dichas presiones pueden tener sobre la alimentación y el campesinado familiar. También reivindicó como de trascendente el reciente informe de Michael Fakhri, Relator Especial de las Naciones Unidas sobre el Derecho a la Alimentación durante la sesión del Consejo de DDHH. (  ver aquí)

Sin pelos en la lengua

Fakhri, profesor de Derecho de la Universidad de Oregón, Estados Unidos, en esta 46 sesión del Consejo de Derechos Humanos presentó un informe sobre la situación actual del Derecho a la alimentación. El mismo versa sobre el impacto de la pandemia en la actual crisis inminente del hambre; los sistemas alimentarios y la gobernanza mundial; las semillas y los derechos de los agricultores; y el derecho a la alimentación en los conflictos armados y las crisis prolongadas.

Tema esencial del informe, la preparación de la Cumbre alimentaria de la ONU. “Dicho con pocas palabras: inicialmente los derechos humanos fueron excluidos de los preparativos de la misma; aunque ya han sido incluidos, aún permanecen en los márgenes”, subraya Michael Fahrki.

Recuerda que, al principio, más de 500 movimientos sociales de agricultores, sindicatos de trabajadores de la alimentación y activistas de derechos humanos plantearon su preocupación a la ONU, de que los intereses empresariales de acaparen la política alimentaria mundial. “Los primeros materiales de preparación de la Cumbre reflejaban los términos y el marco del proyecto del Foro Económico Mundial (de Davos) para transformar el sistema alimentario”. De hecho, en el primer año de los preparativos de la Cumbre no se mencionaron los derechos humanos, lo cual no era coherente con la misma convocatoria a la misma, afirma.

Fakhri también explica que “debido a la marginación constante de los derechos humanos durante la preparación de la Cumbre”, el Mecanismo de la Sociedad Civil y Pueblos Indígenas —que representa a 300 millones de afiliados— decidió impugnar la Cumbre. Y agrega: “La preocupación dominante del Relator Especial es que la Cumbre parece estar todavía muy sesgada a favor de un tipo de enfoque de los sistemas alimentarios, a saber, las soluciones basadas en el mercado”. El enfoque de los sistemas alimentarios basado en los derechos humanos antepone las personas a los beneficios. Debe velar para que los mercados atiendan las necesidades sociales. Y obliguen a los Estados a proporcionar a las personas una protección social adecuada, subraya Fakhri.

Y su crítica sin censura y directa revela argumentos conceptuales esenciales: aunque el título de la Cumbre parece indicar que deberían coexistir los múltiples sistemas alimentarios, “en la actualidad los preparativos para la Cumbre están dando prioridad a un tipo de conocimiento, a saber, la ciencia experimental, y a un tipo de política, a saber, la agricultura intensiva sostenible, también conocida como la nueva revolución verde”.

Agroecología, apuesta esencial

Y reivindica –escuchando a los movimientos sociales como Vía Campesina— la agroecología, que “supone un enfoque diferente y actualmente está ausente de los preparativos de la Cumbre”. El Relator sostiene: “La agroecología es una disciplina científica que incluye conocimientos experimentales centrados en la ecología de los entornos agrícolas. Su objetivo principal es imitar en la medida de lo posible los procesos ecológicos y las interacciones biológicas para concebir métodos de producción basados en reunir cultivos, animales, árboles, suelos y otros factores en sistemas espaciales/temporales diversificados que permitan a las explotaciones agrícolas generar una fertilidad del suelo, una protección de los cultivos y una productividad propias”.

Con la claridad extrema del rigor científico y ético, el Relator especial evalúa que “la Cumbre no solo no da ninguna cabida a la agroecología, sino que también deja de lado los conocimientos experienciales o tradicionales, lo que tiene el efecto grave de excluir a los pueblos indígenas y sus conocimientos”. Y recuerda que el mismo Secretario General de la ONU recientemente subrayó que “los pueblos indígenas constituyen menos del 6 % de la población mundial pero, sin embargo, son los guardianes del 80 % de la biodiversidad mundial en tierra”.

El Informe de Michael Fakhri, relevante en cuanto a sus fundamentos científicos y sensibilidad social, concluye con una serie de constataciones y recomendaciones.

En lo específico de la Cumbre alimentaria insiste en que no puede escapar de la nueva situación pandémica. La misma se ha propuesto “transformar los sistemas alimentarios del mundo…  Sin embargo, nada puede transformarse adecuadamente con toda una población enferma, cansada, pobre y hambrienta; la mayoría de los Estados ya no son capaces de gobernar adecuadamente durante la crisis. Los Estados deben velar para que la máxima prioridad de la agenda internacional permita confrontar la crisis de hambre inminente y las consecuencias de la pandemia de Covid-19”.

Enfatiza que la Cumbre debe estar intrínsecamente definida por los derechos humanos y el multilateralismo, lo que significa, en la práctica, frenar el intento de las transnacionales de apropiarse de ese evento para sus intereses. Y subraya la necesidad que los resultados se expresen en procesos multilaterales, por ejemplo, vía el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial y que en la misma “predominen las discusiones en torno a la agroecología”.

Vía Campesina y el CETIM enfatizaron la importancia del informe de Fakhri. Como lo señala el director de la ONG suiza, sin embargo, durante la presentación del Relator Especial, la mayoría de los Estados que tomaron la palabra se centraron en sus problemas internos relativos al derecho a la alimentación, evitando abordar las cuestiones de la CumbreEste silencio, evalúa Melik Özden, podría explicarse “por la falta de información y preparación, pero también por la preocupación de ciertos países de no atraer la ira de las empresas agroalimentarias transnacionales”. Y concluye, “nuestra iniciativa ante el Consejo de DDHH es sólo un primer paso. El CETIM y Vía Campesina, con el apoyo de las organizaciones aliadas, continuarán sus esfuerzos de movilización a todos los niveles para denunciar el dominio de las transnacionales del agronegocio en esta futura Cumbre”.

Concluye la sesión de Ginebra de marzo, se baja el telón, y el debate alimentario transita otro nivel. La voz de los movimientos sociales, coincidente con el Relator especial de la misma ONU para el tema de la alimentación, entró en el espacio simbólico de la catedral de los derechos humanos. Los graves problemas políticos que encierra la convocatoria de la Cumbre sobre Sistemas Alimentarios están sobre la mesa. Muchos Estados hacen oído sordo y miran para otro lado. Sin embargo, la sociedad civil internacional pone la cara, critica, denuncia y exige rectificaciones. Nada es banal. Lo que está en juego es la alimentación en un mundo que vio duplicarse la cantidad de hambrientos en el último año a causa de la pandemia. Comida chatarra transnacional o alimentación agroecológica, este es el debate.

Fuente: El Cohete a la Luna

Temas: Movimientos campesinos, Sistema alimentario mundial

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