Las corporaciones energéticas transnacionales están empeñadas en masificar la explotación del carbón en las centrales eléctricas mediante la farsa del “carbón limpio” –que supuestamente capturaría y almacenaría el pernicioso gas CO2 que contribuye al cambio climático–, mientras el Banco Mundial desalienta los proyectos de energías alternativas y la Agencia Internacional de Energía (IEA, por su sigla en inglés) boicotea abiertamente las iniciativas que se proponen utilizar el viento y el sol, entre muchas otras fuentes de energía renovables y no contaminantes.