La soj-era argentina, por Verónica Quintana

La Argentina, el gran granero del mundo, está convirtiéndose en una república sojera exportadora de forrajes que alimentan la producción ganadera de China y Europa. Este nuevo modo de producción que genera grandes ganancias para un determinado sector, no es más que una disfraz que cobija las siluetas de las grandes empresas multinacionales, creando más dependencia y destruyendo nuestras tierras y nuestro ecosistema

Según el último censo agrario, entre 1991 y 2001 se han sepultado alrededor de 150.000 productores pequeños, produciéndose la mayor concentración latifundista de la historia argentina: 6.200 propietarios poseen el 49,6 por ciento de la tierra productiva total de la nación. (Informes del INDEC, - Censo Agrario Nacional, 2001.

De acuerdo a los datos proporcionados por el diario Clarín del 30 de setiembre de 2003, en los últimos tiempos se han cultivado aproximadamente 13 millones de hectáreas de soja, que producirán alrededor de 37 millones de toneladas, por un valor de casi 7.000 millones de dólares. Se estima que el 95 % de esa producción corresponde al cultivo de soja transgénica, y sólo el 5 % restante de soja común.

El cultivo de soja transgénica se difundió en nuestro país gracias a las ?brillantes? medidas económicas instaladas por el ex ministro de Economía Domingo Cavallo, durante la presidencia de Carlos Menem. Estos ?grandes diseños económicos? corresponden a la política de saqueo planteada por el modelo neoliberal de explotación y devastación del territorio de los países del tercer mundo. El campo, al igual que otros sectores de la sociedad, ha sufrido las consecuencias de las políticas nefastas de estos dos inhumanos exponentes de los intereses extranjeros, provocando la concentración de la tierra en pocas manos, la disminución de los sectores constituidos por los pequeños productores agropecuarios y un sistema de producción sin agricultores.

El ingeniero Alberto Lapolla, sostiene que ?a partir de 1991, con la política de desregulación llevada adelante por Domingo Cavallo, el INTA que había desarrollado una correcta política de variedades y cultivares agrícolas durante décadas para las distintas áreas de cultivo argentinas, se vio obligado a entregar su colección de germoplasma a los semilleros multinacionales, que se apropiaron desde entonces de los secretos de la producción nacional. A partir de allí, el INTA fue poco menos que una figura decorativa al servicio de Monsanto y de las compañías cerealeras, en cuyas manos quedó el control y la exportación de granos al destruirse la Junta Nacional de Granos. Esta política desarrollada por la autoridad de agricultura de entonces, el ingeniero Felipe Solá, destruyó la soberanía alimentaria argentina, iniciando un proceso que está llegando a su cúspide, transformando a nuestro país en una colonia desde el punto de vista alimentario? (1).

En referencia a la pérdida de la soberanía alimentaria, Elba Stancich, coordinadora del Taller Ecologista ?Coalición Ríos Vivos?, expresa: ?Cuando se apuesta a un solo cultivo, perdemos la diversidad, nos hacemos mucho más vulnerables, dependemos del precio de los mercados internacionales y no nos estamos dando cuenta cómo excluimos gente, porque es una agricultura sin agricultores. Perdemos la posibilidad de tener lo que llamamos soberanía alimentaria?. En lo que respecta al resto del continente, agrega: ?Lo que estamos viendo en Latinoamérica es que en este modelo de producción no entra el pequeño y mediano campesino. Estamos advirtiendo un impacto social: la expulsión del pequeño campesinado, y la pérdida de la soberanía alimentaria de los pueblos, el derecho de decidir cómo producimos, que tipo de alimentos y calidad queremos para nuestras naciones. (...) Lo que falta discutir es un modelo productivo, un modelo agropecuario que conserve la gente en su lugar y nos permita tener una dieta balanceada con todos los alimentos que necesitamos. Es increíble que en un futuro tengamos que traer la leche de otro lado porque han disminuido la cantidad de tambos. Si esto lo evaluamos en cuanto a la cantidad de mano de obra, el prejuicio es aún mayor? (2).

Los transgénicos, un negocio formidable

Los transgénicos son organismos biológicos obtenidos por medio de ingeniería genética, a los cuales se les agrega otro organismo que ?en el caso de la soja RR, con agregados de herbicida Round Up - genera resistencia al ataque de los insectos. De esta manera el cultivo puede crecer y desarrollarse de manera cuantiosa resistiendo las pulverizaciones de herbicidas. La soja RR ocupa en nuestro país casi la mitad de la producción de granos. De igual modo, a algunos organismos se les pueden agregar genes de animales, provocando un desequilibrio en el ecosistema natural. Los resultados de estos transplantes genéticos podrán manifestarse y ser evaluados en décadas, o tal vez en siglos, produciendo un costo altísimo en la salud de la población mundial sin retorno.

Los grandes laboratorios extranjeros son los encargados de generalizar y difundir mediante campañas propagandísticas que convencen a nuestros gobiernos serviles, la idea de que los transgénicos generan ganancias exorbitantes para nuestros productores agrícolas y por consiguiente, para nuestro país. Este repentino ?interés? en el beneficio de nuestros pueblos, no obedece más que a la voluntad de aumentar las ganancias y a crear más dependencia de los agricultores hacia las compañías productoras de semillas y agroquímicos de las cuales son propietarios.

Según la Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas para América Latina (RAP-AL), Uruguay, ?los principales proponentes de la manipulación genética son los grandes laboratorios trasnacionales de las ?ciencias de la vida?, como Monsanto, DuPont, Novartis, Syngenta etc., que están empezando a explotar los nuevos avances en biología de diversas formas, trazando el marco económico para el próximo siglo de la biotecnología. Sus innovaciones van de la mano de las patentes, con las cuales se apropian de la materia prima de la nueva era económica. La conquista ahora se realiza en el campo molecular y las inversiones han sido tan enormes que la necesidad de retorno es implacable. De ahí las presiones y la urgencia para introducir los productos transgénicos. El centro de interés principal de la investigación en ingeniería genética no apunta a obtener cultivos libres de agroquímicos sino variedades resistentes a éstos, ya que es más barato adaptar el vegetal a la química que la química al vegetal (el costo de desarrollar una nueva variedad de cultivo raramente llega a los 2 millones de dólares, mientras que el costo de un nuevo herbicida excede los 40 millones). Son las empresas productoras de herbicidas las que han creado cultivos transgénicos tolerantes a sus propios productos. La soja transgénica Roundup Ready pertenece a la compañía Monsanto, el laboratorio que a su vez produce el herbicida químico Roundup? (3).

Siguiendo con el informe de RAP-AL, las estadísticas indican que a partir de la producción de cultivos de carácter transgénico se aumentó el uso de agroquímicos. Esto contradice los fundamentos de los productores de herbicidas que pretenden convencer acerca de sus beneficios para los agricultores y para las naciones. Allí queda demostrado que sus intereses están solamente sostenidos en la creación de un nuevo mercado cautivo en expansión. Las proyecciones realizadas por grupos ecologistas demuestran que ?el aumento de la producción será sólo a corto plazo, ya que por ahora no se paga patente por la semilla, y que declinaría en el mediano plazo, con el inconveniente de que el agricultor se encontrará a esa altura totalmente dependiente de las compañías, en cuanto a semillas, insumos y mercado. Los consumidores no se beneficiarán en absoluto con los productos transgénicos: no serán más baratos, ni más sabrosos ni más saludables?.

De este modo la semilla se convierte en propiedad exclusiva de los laboratorios que las fabrican, la producción alimentaria de los agricultores de cualquier país estaría sujeta a las decisiones y exigencias de las empresas multinacionales, y serían estas empresas quienes decidirían qué producimos, qué exportamos y hasta qué comemos. ?La soberanía alimentaria es el derecho de cada pueblo de controlar y decidir soberanamente sobre toda la red alimenticia, desde la producción hasta el consumo, para obtener la autosuficiencia alimentaria?, sostiene acertadamente la RAP-AL.

Según los estudios realizados en suelos en los cuales se aplica la siembra directa de soja, se han producido múltiples cambios que afectan de manera importante la constitución de la tierra, y por consiguiente, el ecosistema rural. Al ser siembra directa, no es necesario realizar la roturación del suelo. Esta modalidad produce compactación del suelo; disminución de su temperatura de la tierra; acumulación excesiva de residuos orgánicos que no pueden ser mineralizados; contaminación química con la consecuente agresión a la micro y macro fauna y flora; erosión y desertificación del suelo; devastación de la biodiversidad del ecosistema; e incluso inundaciones catastróficas como ?por ejemplo- la ocurrida en Santa Fe por el desborde del río Salado. Asimismo, el uso continuado de herbicida provoca la aparición de malezas resistentes a los productos, debiendo aumentar en consecuencia, el uso de mayores cantidades de químicos y agravar de manera descontrolada la contaminación del medioambiente.

Los doce asesinos

A principios del mes de enero de 2003, Silvino, el hijo de una familia campesina, salió a comprar comida. De regreso a su casa, con la comida ya en sus manos, fue accidentalmente rociado por un avión que estaba fumigando en terrenos cercanos a su casa y llega a su hogar con sus ropas mojadas. La familia se sentó a la mesa y compartió la comida que él traía en sus manos y se descompusieron de manera inmediata. Dos de sus hermanitos estuvieron en terapia intensiva por varios días, debatiéndose entre la vida y la muerte. Silvino, de sólo 11 años de edad, falleció el 7 de enero de 2003.

Casos como el de Silvino pueden ocurrir todos los días.
Los síntomas de envenenamiento por plaguicidas recorren desde las náuseas hasta el cáncer según el tipo de químico en cuestión o el grado de exposición al mismo. Ellos son: fiebre, malestares similares a los provocados por la gripe, náuseas, vómitos, diarrea, alergias, pupilas fijas, visión borrosa, pérdida de la memoria, convulsiones, opresión en el pecho, taquicardia, y hasta cáncer y daño genético. Si es ingerido o manipulado incorrectamente, puede provocar la muerte inmediata (4).

La agrupación PAN (Pesticide Action Network), junto con sus adherentes de América Latina, África, Asia, Europa y Estados Unidos ? y acompañada por la OMS- realizó una campaña de información y difusión de los 12 plaguicidas más peligrosos del planeta. En este ranking de los químicos extremadamente peligrosos se encuentran: DDT; LINDANO (Gamexane); LOS DRINES (Aldrín, Dieldrín, Endrín); CLORDANO HEPTACLORO; PARATION; PARAQUAT (Gramoxone); 2,4,5-T (Tributón 60, Tordon Basal, Tordon 225e) ; PENTACLOROPROFENOL; DBCP (Nemafume, Nemagon, Fumazone); EDB (Bromofume, Dibrome, Granosan); CANFECLORO (Toxafeno); CLORIDIMEFORMO (Fundal, Acaron). Es importante tener conocimiento de que estos herbicidas están ocultos bajo los nombres comerciales (5).

Estos productos, que aún pueden estar circulando bajo nuestro desconocimiento, pueden provocar graves accidentes en forma directa a la población rural, y en forma indirecta a los consumidores.

Este demonio que se cobra muchas vidas humanas puede estar haciendo su marcha silenciosa e invisible bajo sus nombres comerciales.

Notas

(1) ?¿Gran negocio o política de dominación colonial??, nota publicada en la revista Enfoques Alternativos de setiembre-octubre de 2003.

(2) Testimonio brindado en el programa Hipótesis ( AM 830, LT8 Radio Rosario), el día sábado 20 de febrero, en entrevista realizada por la periodista Marta Figueredo.

(3) RAP-AL: http://www.rap-al.org

(4) Informe del National Cancer Institute, National Academy of Science of Technology Assesment, EPA, OSHIA.

(5) Ver http//http://www.rap-al.org/acciones/docenasucia.html

Verónica Quintana
E-mail: veronicaquintana@arnet.com.ar

Fuente: Indymedia Argentina

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