Silvana Melo

Desde el centro bonaerense resisten a los venenos

Colonia San Miguel, Hinojo. Pequeños paraísos estragados por las fumigaciones durante décadas. Las enfermedades, el cáncer, despertaron la conciencia. La resistencia de los pueblos y el cambio a la agroecología. Un dictamen de Procuración gracias a Naturaleza de Derechos.

Desde el centro bonaerense resisten a los venenos

La culpa no es de la lluvia

Las marcas feroces del capitalismo. Millones de hectáreas de desmonte. Barrios privados sobre humedales. El suelo impermeabilizado por el agronegocio. Y el cambio climático, que genera tormentas extremas cada vez con mayor frecuencia. Y sequías. Y olas de calor. Con el sufrimiento de los más frágiles. Las inundaciones no son sólo culpa de la lluvia.

La culpa no es de la lluvia

Odio, pinos y racismo en esta tierra incendiada

El estado nacional se corre de todos los incendios. Del desastre patagónico y correntino. De la vida misma. Mientras tanto, alambra fronteras, compra aviones de guerra y culpabiliza de todos los males de la tierra a los más vulnerables e indefensos. Los mapuche como enemigos. Los pinos, centro de la industria maderera e incendiarios de origen.

Odio, pinos y racismo en esta tierra incendiada

Foto: Agencia Pelota de Trapo

Les talaron los bosques, los dejaron sin su alimento y su remedio para el espíritu y el cuerpo, les saquearon la tierra para pooles de siembra, les extinguieron los animales que cazaban, les mataron las hierbas y los frutos que recogían. Los niños se apagan en el Chaco salteño.

Infancia deforestada en el Chaco salteño

Sucumbir, como la hierba

Argentina utiliza más de 500 millones de litros /kilos de agroquímicos por año. Doce millones de personas fumigadas soportan una cotidianidad envenenada. Se enferman de lo menos pensado. Se mueren. Y no forman parte de las estadísticas del modelo productivo.

Sucumbir, como la hierba

Imagen: Carmen Vivas

«Fuimos nosotros quienes generamos la epidemia de coronavirus. Puede haber comenzado desde un murciélago en una cueva, pero fue la actividad humana lo que la desencadenó» - David Quammen

La OMS y el cuento del coronavirus

Virtual o presencial, el agronegocio está en las aulas

El agronegocio sigue plantando bandera en las escuelas, donde los niños y los adolescentes son los cobayos para experimentar la construcción de líderes que consoliden el modelo. La Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (Casafe) acaba de lanzar un concurso para alumnos del nivel secundario de las escuelas técnicas y agrarias, para alentar las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA). Es decir, para enseñarles a usar los venenos que caen sobre las cabezas de los niños en los patios cercados de las escuelas rurales, que enferman a las familias de los trabajadores, que contaminan el alimento que cada día llega a la mesa. Casafe y Aapresid, con la anuencia de autoridades educativas y el aval del estado han traspasado las puertas de las aulas desde hace años con folletos, campeonatos de pulverizaciones, charlas para cooptación docente, manuales intervenidos y otros censurados.

Virtual o presencial, el agronegocio está en las aulas

El pan siempre será nuestro

Suele estar solo en la mesa de los pobres. Huérfano de maridajes. Pan, como símbolo de la comida, del alimento como derecho de la humanidad, canasta donde el sol y la tierra pusieron la vida, como semilla para el resto. Para transformar, revolucionar, hacer del estómago lleno un mitin de amaneceres. En estos días el gobierno aprobó el primer trigo transgénico del mundo. Y el pan palidece en su identidad de combustible para alterar lo establecido. El HB4, que no fue producido por Monsanto –para hablar de un demonio ya legendario- sino por Bioceres, llega con su veneno estrella en el paquete tecnológico que infectará las mesas y terminará de destituir la escasa soberanía alimentaria que se sostiene en los platos de esta tierra. Arrasados, hoy, por el hambre. Pero atravesados por la necesidad de generar divisas y de buscar fortaleza en la vecindad de las multinacionales.

El pan siempre será nuestro