Boletín #276 del WRM: comunidades resisten la presión sobre sus territorios
Este boletín demuestra que la lucha contra los monocultivos de árboles –y el modelo que representan– tiene mucha fuerza en el Sur Global, especialmente entre las mujeres. Ya sea en Indonesia, Tailandia, Liberia, Brasil o Colombia, las comunidades siguen en resistencia y han logrado avances.
En el marco del 21 de septiembre, Día Internacional de Lucha contra los Monocultivos de Árboles, este Boletín reúne los testimonios de movimientos y comunidades de distintas partes del mundo que construyen resistencias contra estas prácticas y luchan en defensa de la vida. Escucharlos es fundamental.
Estos relatos desvelan la realidad detrás de esos proyectos y arrancan la máscara de 'sostenibilidad' que sus impulsores se esfuerzan por construir. Los impactos diarios de esos proyectos en el ambiente, la cultura y la vida de las comunidades, en especial en la de las mujeres, no dejan dudas: los monocultivos de árboles son un brazo del capitalismo patriarcal, racista y colonial.
En pleno 2025, empresas europeas de monocultivo de árboles de caucho y de palma aceitera, como Socfin, siguen instaladas en varios países africanos, en áreas de las que fueron expulsadas comunidades enteras. Siguen privando a los habitantes de las comunidades del acceso a las tierras donde antes cultivaban alimentos y recolectaban los frutos de la palma aceitera nativa, actividades desarrolladas sobre todo por las mujeres. Empleados de estas empresas condicionan la entrada de las mujeres a esas áreas, a cambio de sexo, para que puedan recolectar frutos de palma en su propio territorio ancestral, ahora cercado y protegido por guardias de seguridad de la empresa.
¿Qué otro nombre se puede dar a esto sino capitalismo patriarcal, racista y colonial? Suzano Papel e Celulose, la mayor empresa mundial de este sector, ocupa 2,7 millones de hectáreas en Brasil. En esta zona podrían vivir unas 100.000 familias campesinas por medio de la reforma agraria, pero está destinada a una sola empresa que devasta el ambiente y concentra tierra y dinero.
Estos procesos de expansión corporativa se caracterizan por la apropiación ilegal de tierras y la expulsión de las familias campesinas. Las mujeres que viven en las zonas donde hay disputas por el uso de la tierra por parte de empresas como Suzano sufren directamente los impactos de esos desiertos verdes que matan toda la vida a su alrededor y secan manantiales y ríos con sus raíces sedientas. Entre otras cosas, están expuestas a una sobrecarga de trabajo, ya que tienen que desplazarse cada vez más lejos en busca de agua y alimentos para sus familias y comunidades. Así lo denunciaron las mujeres del MST durante sus recientes protestas, afirmando que "Suzano siembra el hambre".
Por no hablar de las amenazas que sufren por denunciarlo y luchar contra ello. ¿Qué otro nombre se puede dar a esto sino capitalismo patriarcal, racista y colonial? Como son las mujeres las que más sufren los impactos de las plantaciones de monocultivo de árboles, son ellas las que suelen liderar las organizaciones comunitarias y la defensa de sus territorios.
Este Boletín aborda de cerca esta cuestión al recorrer diferentes territorios en conflicto con las multinacionales de la palma aceitera, el caucho y el eucalipto. Pone los pies en el suelo de las comunidades que resisten ante los monocultivos de árboles. Trae relatos de quienes vieron de cerca la llegada de esos proyectos y sus impactos. Son textos redactados por lideresas y líderes comunitarios y movimientos organizados, procedentes de las localidades donde se lucha intensamente contra este modelo de extractivismo y donde las mujeres se levantan en defensa de sus comunidades y de la naturaleza como fuente de vida.
El primer artículo nos lleva a Indonesia. Los autores, integrantes del movimiento de resistencia Foro de Campesinos del Plasma de Buol (FPPB, por sus siglas en inglés), que lucha contra la multinacional de palma aceitera PT Hardaya Inti Plantations, nos cuentan cómo fueron engañados con falsas promesas que los llevaron a aceptar acuerdos de colaboración con empresas en un programa bautizado por el Gobierno como 'Plasma'. El resultado: escasez de alimentos, deudas y amenazas de inundaciones provocadas por los monocultivos de palma aceitera, que afectan de forma especial a las mujeres.
Actualmente se organizan para hacer frente a esta trampa y luchar por la recuperación de las tierras y su modo de vida tradicional. Integrantes del movimiento Territorio de Vida, Interétnico e Intercultural de Cajibío (TEVIIC), de Colombia, nos cuentan en el segundo artículo cómo unieron pueblos indígenas y campesinos en este movimiento para hacer frente a una de las multinacionales más grandes del mundo en la producción de cartón y papel: Smurfit Westrock. De forma organizada, luchan por hacer avanzar la reforma agraria desde la autonomía y la recuperación de las tierras usurpadas por la empresa.
El tercer artículo trae los testimonios de dos mujeres de movimientos campesinos que luchan por el derecho a la tierra, una de Tailandia y otra de Brasil. En ambos casos, las mujeres son protagonistas en las acciones de ocupación de tierras recuperadas a los gigantes del sector. Donde antes solo había monocultivos de árboles, ahora, gracias a ellas, se abren espacios para el cultivo de alimentos agroecológicos.
Por último, el cuarto artículo nos lleva a Liberia. Una entrevista exclusiva a una lideresa y un líder del clan Joghban revela detalles de las múltiples violencias que sufrieron con la llegada de las multinacionales del caucho, LAC-Socfin, y del aceite de palma, Equatorial Palm Oil –antigua LIBINC. Pero el tema central de la entrevista es, sobre todo, cómo las mujeres y los hombres, en colaboración, alcanzaron una victoria histórica: recuperar y lograr el reconocimiento de parte de su territorio tradicional que había sido invadido por una de esas empresas.
Si bien este Boletín presenta los impactos de los monocultivos de árboles en los artículos que lo componen, a partir de las palabras de quienes los viven en carne propia, no se trata solo de un boletín de denuncia. Es, sobre todo, un boletín para alimentar la esperanza. Demuestra que la lucha contra los monocultivos de árboles –y el modelo que representan– tiene mucha fuerza en el Sur Global, especialmente entre las mujeres.
Reunir estas resistencias en las páginas siguientes es también un esfuerzo por acercar luchas y pueblos que, a pesar de las diferencias y las distancias geográficas, comparten similitudes históricas y objetivos comunes: dicen no al monocultivo de árboles y sí a la autonomía de las comunidades.
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