El Estado israelí emprende la destrucción de la base material ancestral del pueblo palestino

El 31 de julio de 2025, las fuerzas agresoras israelíes “emprendieron un violento asalto contra la unidad de multiplicación de semillas del Banco de Semillas de la Unión de Comités de Trabajo Agrícola (conocida mundialmente como UAWC)” en la ciudad de Hebrón al sur de la Franja Occidental, en el marco de una grave escalada contra la soberanía agrícola palestina.

- Rini Templeton.

Éste es el comunicado íntegro de la Unión de Comités de Trabajo Agrícola (UAWC). El ejército israelí, con ayuda de bulldozers y maquinaria pesada, destruyó los almacenes, la infraestructura de la unidad, donde se guardaban equipos esenciales, semillas y herramientas para la reproducción de las semillas nativas.

La destrucción se llevó a cabo sin previo aviso, bajo protección militar, y constituye un duro golpe para los esfuerzos palestinos por preservar la biodiversidad local y garantizar la soberanía alimentaria.

Este ataque deliberado contra una instalación agrícola civil es un ataque estratégico contra los cimientos mismos de la resiliencia palestina. El banco de semillas ha desempeñado un papel fundamental en la conservación de las variedades tradicionales de semillas y el empoderamiento de los pequeños agricultores mediante la reproducción e intercambio de semillas locales.

Este ataque se produce en un contexto de recrudecimiento de la violencia de los colonos, del acaparamiento de tierras y los esfuerzos sistemáticos de la ocupación israelí para desmantelar los medios de supervivencia de las comunidades palestinas. La destrucción de un banco nacional de semillas es un acto de extinción, destinado a romper los vínculos generacionales entre los agricultores y sus tierras.

Pedimos a todos los socios internacionales, a los defensores de los derechos humanos y a los movimientos de solidaridad que denuncien con fuerza este crimen.

Pedimos una intervención internacional inmediata para que el ocupante israelí sea responsabilizado por sus repetidas violaciones de los derechos agrícolas, ambientales y humanos.

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La respuesta cundió por todo el planeta y de todas partes llegaron protestas y adhesiones que dejan ver que la sociedad civil, rural y urbana no sólo se solidariza sino que se identifica con el agravio a la reproducción de las semillas y por supuesto con la soberanía alimentaria, pero sobre todo con el rechazo al genocidio que se ejerce cada vez más brutal y más descarado.

La Vía Campesina se pronunció señalando que se trataba de “Un ataque directo contra la soberanía alimentaria y las herramientas de supervivencia campesina".

El mismo 31 de julio, desde Bagnolet, La Vía Campesina, movimiento global de campesinas, campesinos y productores en pequeña escala de alimentos, así como trabajadoras y trabajadores sin tierra, alza su voz con rabia y solidaridad inquebrantable con su organización miembro, la Union of Agricultural Work Committees (UAWC), y con todo el campesinado palestino que resiste la ocupación, el robo de tierras y el apartheid en su territorio ancestral.

Esta mañana, las fuerzas militares israelíes realizaron una redada en la unidad de multiplicación de semillas del Banco de Semillas Palestino en Hebrón, gestionada por la UAWC. Se utilizaron excavadoras y equipos militares para demoler las instalaciones de almacenamiento, donde se conservaban semillas locales, herramientas agrícolas y equipos destinados a la reproducción campesina de semillas. Esta instalación ha sido fundamental en el esfuerzo colectivo de campesinas y campesinos de Palestina para preservar variedades tradicionales de semillas y asegurar su capacidad de cultivar alimentos según sus propios saberes y prácticas. Representa años de trabajo organizado para mantener la biodiversidad y construir sistemas alimentarios independientes, resilientes y basados en los conocimientos campesinos.

Éste no es un hecho aislado. Es el segundo ataque directo contra la UAWC en los últimos años, como parte de una estrategia colonial más amplia que busca desarraigar a las comunidades palestinas, desplazar a campesinas y campesinos originarios de Palestina y reprimir cualquier forma de autodeterminación. Es la expresión de un régimen más amplio de colonialismo y apartheid, basado en la dominación, el despojo y la destrucción ecológica. Este ataque apunta al corazón mismo de nuestra lucha global por la soberanía alimentaria, la agroecología y la justicia social.

Este crimen ocurre en abierta violación de la histórica opinión consultiva emitida por la Corte Internacional de Justicia (CIJ) el 19 de julio de 2024, que afirmó que la ocupación israelí de Cisjordania, Jerusalén Este y Gaza es ilegal y debe terminar de inmediato. La CIJ destacó las graves consecuencias legales de las violaciones sistemáticas de Israel al derecho del pueblo palestino a la autodeterminación. Este nuevo ataque constituye otra violación flagrante del derecho internacional, sumándose al historial de Israel en materia de derechos humanos, justicia ambiental y derecho humanitario internacional.

La Vía Campesina condena firmemente este ataque. Lo reconocemos como una agresión política contra el derecho de un pueblo a vivir con dignidad, cuidar su tierra y decidir su propio futuro. Expresamos nuestra solidaridad con la UAWC y con todo el campesinado palestino que continúa su lucha bajo el peso de la ocupación y la injusticia.

Hacemos un llamado a las personas aliadas, movimientos, organizaciones e instituciones internacionales en el mundo a condenar este crimen de la ocupación israelí contra la UAWC, el banco de semillas palestino y la lucha más amplia por la soberanía alimentaria en Palestina. Movilizarse urgentemente en solidaridad con campesinas, campesinos, personas defensoras de la tierra y agricultoras palestinas que siguen resistiendo la violencia colonial y defendiendo el derecho a vivir y trabajar en su tierra. Exigir una intervención internacional inmediata para que el régimen israelí rinda cuentas por sus reiteradas violaciones del derecho internacional, incluyendo la implementación del fallo de la CIJ. Las semillas campesinas son semillas de resistencia.

También la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo, CLOC-Vía Campesina, referente de La Vía Campesina en América Latina y el Caribe, expresa su solidaridad con la Unión de Comités de Trabajo Agrícola (UAWC), ante el ataque de fuerzas de la ocupación Israelí a los campos de producción y las instalaciones del banco de semillas, ubicado en Hebrón, Cisjordania, Palestina.[...] El trabajo de conservación de semillas de la UAWC ha sido un ejemplo para nuestro movimiento de cuidar y multiplicar las semillas nativas y criollas, como base para la soberanía alimentaria de los pueblos.

Reiteramos que estos ataques por parte de las fuerzas de ocupación Israelí, representan una grave violación de derechos humanos y campesinos. Denunciamos estos actos que utilizan el alimento como arma de guerra, como parte de la estrategia de genocidio contra el pueblo palestino. ¡Solidaridad con la UAWC y con el pueblo palestino! ¡Desde el río hasta el mar, Palestina será libre!

En agosto también, desde México se pronunciaron múltiples organizaciones y comunidades empeñadas en la defensa de la relación libre de las semillas y los pueblos y lograron reunir adhesiones importantes acuerpadas con el Espacio Estatal en Defensa del Maíz Nativo de Oaxaca, la Red en Defensa del Maíz, el Instituto Agroecológico IALA-México y la UNORCA.

Dice su comunicado: El Estado sionista de Israel continúa violando los derechos humanos reconocidos internacionalmente, ya que no respeta la vida de los civiles, ni su derecho a la alimentación, en una guerra de ocupación colonialista que es respaldada directamente por el gobierno de los Estados Unidos e indirectamente por los gobiernos europeos con pocas excepciones y de muchos otros países incluido México, que con su inacción propician que el derecho internacional se convierta en basura y el poder del más fuerte pueda ser impuesto a partir de ahora en cualquier lugar del planeta.

El día 31 de julio de 2025, la Unión de Comités de Trabajo Agrícola (UAWC, por sus siglas en inglés) de Palestina informó que las fuerzas de ocupación israelíes lanzaron un ataque militar contra su banco de semillas en Hebrón, Cisjordania, Palestina. [...]

Para los pueblos libres y soberanos las semillas siempre han significado garantía de continuidad histórica, de reconstitución integral de sus pueblos y naciones, con la dignidad que representa saber vivir del territorio y de la Madre Tierra. Recordemos que en México con el intento de la siembra comercial de maíz transgénico, con el establecimiento de megaproyectos de minería a cielo abierto y de otro tipo, con la imposición de la agricultura y agroindustria de exportación, se ha establecido un esquema de violencia estructural y sistemática encubierto por el Estado, que destruye, despoja y desplaza a los pueblos indígenas y campesinos que les impide seguir haciendo las milpas en ejercicio de su derecho a sus territorios que son la base de la autonomía y la libre determinación.

De una manera directa, alevosa y violenta, eso está sucedido en Palestina desde hace al menos cincuenta años, sólo que los palestinos no siembran maíz como en México, allí siembran olivos y los han sembrado desde antes que Jesucristo naciera; puede ser que haya olivos tan antiguos que ya estaban plantados cuando Jesús nació y todavía siguen dando frutos.

Para el pueblo palestino el olivo es una planta sagrada que representa su fortaleza material y espiritual, además de que es una de sus principales fuentes de alimentación y fuente de ingresos económicos; sin embargo, a partir de la ocupación sionista, los colonos israelitas han arrancado y quemado los árboles de olivo, robado sus frutos, e impedido que se realicen las cosechas, para lo cual han asesinado a hombres y mujeres palestinos en esos momentos, contando en muchos casos con la protección del ejército sionista y la garantía de impunidad del Estado de Israel.

Todos sabemos que la ofensiva israelita contra el pueblo palestino ha asesinado a miles de mujeres y hombres, infantes, adultos y adultos mayores que se encontraban en Gaza, en sus casas, en escuelas, hospitales e incluso en los lugares donde les proporcionan ayuda alimentaria; así como a periodistas que cubrían el conflicto y médicos que atendían a los heridos; al mismo tiempo que ha colocado un cerco para que los gazatíes no puedan salir de su territorio, ni la solidaridad internacional pueda enviar algún tipo de ayuda, incluida la sanitaria y la alimentaria.

Tomando en cuenta lo antes mencionado, nos pronunciamos enérgicamente por el fin de la guerra y ocupación israelí en tierras de Palestina! ¡Alto al fuego de manera inmediata! ¡Exigimos el derecho de Palestina a la libre determinación! ¡Respeto irrestricto a la soberanía alimentaria del Pueblo Palestino!

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Por último, en un texto que la Vía Campesina reprodujo de inmediato, la investigadora Ila Ravichandran escribió: “Lo ocurrido en Hebrón encaja en la definición legal de ecocidio: la destrucción deliberada de ecosistemas para socavar la supervivencia humana”. La UAWC condenó este ataque como “un acto de supresión destinado a romper los vínculos generacionales entre el campesinado y sus tierras”.

“Cuando el ecocidio opera en el contexto de un genocidio, como ocurre en Palestina, funciona como un arma temporal que extiende la lógica de la eliminación mucho más allá del momento presente, extendiéndose hacia un futuro indefinido donde la recuperación se vuelve sistemáticamente imposible.

“El almacén de semillas de la UAWC albergaba más de 70 variedades de semillas baladi (reliquias), muchas de las cuales ya no existen en otros lugares, que agricultores palestinos habían cultivado y perfeccionado durante siglos. Estas semillas —de variedades raras, autóctonas y resistentes de tomates, pepinos, berenjenas, calabacines y otras, recolectadas en granjas locales de Cisjordania y Gaza— no eran semillas cualquiera. Eran bibliotecas vivientes del conocimiento agrícola palestino, portadoras de características genéticas de resistencia a la sequía, adaptación al suelo y densidad nutricional de las que carecen las variedades comerciales. Su destrucción no fue accidental. Fue estratégica.

“Las definiciones jurídicas contemporáneas de ecocidio lo describen como ’actos ilegales o descontrolados cometidos a sabiendas de que existe una probabilidad sustancial de daños graves, generalizados o a largo plazo al medio ambiente’. Sin embargo, este lenguaje clínico no capta las dimensiones temporales de la destrucción ambiental cuando se utiliza como arma de control colonial.

“A diferencia de la violencia física directa, que opera en el presente inmediato, el ecocidio opera a través de escalas temporales. La destrucción de los bancos de semillas elimina no sólo la capacidad agrícola actual, sino también las posibilidades futuras de Soberanía Alimentaria”.

“Esta dimensión temporal transforma el ecocidio de un delito ambiental a una estrategia genocida. La Convención sobre el Genocidio de 1948 define el genocidio como actos ‘perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso’. Fundamentalmente, el Artículo II(c) incluye ‘sometimiento deliberado al grupo a condiciones de vida que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial’. El ecocidio opera precisamente a través de este mecanismo: creando condiciones en las que el grupo afectado no puede sostenerse a largo plazo”.

Para Ila Ravichandran “Las prácticas agrícolas tradicionales palestinas integraban olivares con trigo, cebada, legumbres y cultivos arbóreos en policultivos que maximizaban la biodiversidad y la resiliencia. Este sistema agrícola sustentó a las comunidades palestinas durante milenios, a la vez que preservaba la salud del suelo y la conservación del agua.

“La destrucción de los bancos de semillas interrumpe esta cadena generacional de transmisión de conocimientos. Cada variedad ancestral lleva en su estructura genética la sabiduría acumulada por agricultores palestinxs que seleccionaron, guardaron y mejoraron semillas durante siglos. Cuando estas variedades se destruyen, el conocimiento cultural inherente a ellas —cuándo plantar, cómo procesar, qué variedades prosperan en microclimas específicos— queda huérfano, desconectado de su material base.

Tan sólo en agosto de 2025, las Fuerzas de Ocupación Israelíes arrancaron 3000 olivos en al-Mughayyir, cerca de la ciudad cisjordana de Ramallah, destrozando así una comunidad cuya supervivencia e identidad son inseparables de sus arboledas. Desde octubre de 2023, las fuerzas israelíes y los colonos han destruido más de 52 mil 300 olivos sólo en Cisjordania, y el récord se remonta a más de seis décadas, con estimaciones que superan los 3 millones de olivos y frutales arrancados.

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Fuente: Revista Biodiversidad, sustento y culturas #126

Temas: Criminalización de la protesta social / Derechos humanos, Soberanía alimentaria

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