Formas tradicionales para renovar, conservar e intercambiar diversidad local

Idioma Español
País México

"Durante décadas, las familias han circulado las semillas de sus abuelos a sus padres, y de los padres a sus hijos. La tradición familiar es heredar de generación en generación el cultivo del maíz y la milpa. Regionalmente, la importancia de las semillas nativas está estrechamente conectada con sus saberes relacionales y naturales, es decir, desde la siembra de semillas hasta el trabajo organizativo -todo un proceso social- para su resguardo".

Fondos de Semillas Familiares en la región Costa Grande, Guerrero. Marcos Cortez

En diferentes comunidades del estado de Guerrero, las semillas nativas son elementos simbólicos identitarios de cada linaje, pues son parte de su taxonomía familiar, que da sentido a la agricultura que practican. Estos elementos están implícitos en la renovación, conservación, y al mismo tiempo, en la recuperación e intercambio de las variedades locales, lo cual supera la dimensión ecotécnica y alcanza la sociocolectiva a través de los Fondos de Semillas Familiares (FSF). Ésta forma tradicional de disponer reservorios genéticos, no se fundamenta en una lógica bancaria o monetaria, por lo tanto, no se puede poner un precio, ya que es una herencia patrimonial sagrada, que incrementa acervos familiares y promueve relevos generacionales dentro de los espacios domésticos y comunitarios.

Durante décadas, las familias han circulado las semillas de sus abuelos a sus padres, y de los padres a sus hijos. La tradición familiar es heredar de generación en generación el cultivo del maíz y la milpa. Regionalmente, la importancia de las semillas nativas está estrechamente conectada con sus saberes relacionales y naturales, es decir, desde la siembra de semillas hasta el trabajo organizativo -todo un proceso social- para su resguardo. Por esta razón, las formas tradicionales que realizan las familias, se agrupan en tres actividades comunes:

1. Renovación local

Es un quehacer itinerante por la labor de refrescamiento, que consiste en evitar el cansancio de las semillas como un factor para la disminución de la fertilidad. El propósito de esta práctica es reponer los repertorios viejos con semillas nuevas, y mantener los procesos evolutivos de selección y mejoramiento autóctono desde lo local, durante cada temporal de lluvias (véase:  https://www.jornada.com.mx/2022/06/18/delcampo/articulos/conservar-biodiversidad-guerrero.html). Dependiendo de la cantidad disponible, muchas familias tratan de renovar la gran mayoría de sus semillas para mantenerlas viables en venideros ciclos productivos. Un claro ejemplo es cuando una semilla se pierde ante los trastornos climáticos o situaciones de crisis, el primer círculo de recuperación es el mismo grupo doméstico, donde los FSF son vistos como una capacidad de ahorro solidario, situación que permite la renovación o regeneración de semillas. Es una actividad hecha por las familias campesinas y comunidades locales, quienes han mejorado las semillas de acuerdo a sus necesidades. Por eso, los FSF son lugares vivos, dinámicos, polifacéticos, en los que las semillas y sus genes circulan de una familia a otra, y mantienen una autoproducción constante de cultivos nativos. Esta iniciativa resulta importante a nivel local, porque contribuye a prevenir y obtener reservas a pesar de las circunstancias extraordinarias.

2. Conservación en el sitio

Esta práctica se basa en el principio de conservar las variedades locales de semillas, directamente en las milpas y en los huertos de traspatio. En estos espacios vivientes, y en especial las mujeres, desempeñan roles primordiales para conservar la biodiversidad agrícola y los conocimientos tradicionales, utilizando métodos propios de control y manejo. Emplean plantas con propiedades acaricidas, como las hojas de hierba buena, neem, albahaca, epazote; aparte de minerales como la ceniza, cal y azufre, para repeler los insectos, y así mantener sanas las semillas. A la vez, mantienen estructuras tradicionales de almacenamiento tipo cuexcomates o trojes elaborados artesanalmente, pero también usan frascos herméticos transparentes, de vidrio o plástico; contenedores o silos metálicos, e incluso bolsas flexibles que impiden el ingreso de gases y humedad.

Estas técnicas aseguran la conservación y almacenamiento de las semillas en lugares secos y limpios en el interior del hogar, a un bajo costo, y con la reutilización de materiales caseros para el acondicionamiento del área, la cual, no ocupa ningún procedimiento de calefacción ni refrigeración. Con la conservación de semillas, las familias amplían la diversidad alimentaria, mejoran el acceso, la disponibilidad y la calidad de los alimentos tradicionales.

3. Intercambio libre

Es una forma de apropiación de los recursos genéticos locales para sustituir semillas industriales, y esto sirva para establecer formas de organización que permitan cimentar la relación comunidad-naturaleza, y así, fortalecer los procesos de circulación y adaptabilidad. El intercambio para las familias es un acto de dar o recibir semillas, sin dinero de por medio. En la mayoría de los casos se hacen intercambios de semillas no necesariamente de la misma especie; esto es, si se intercambia semilla de maíz, se puede compensar con semillas de calabaza, frijol, jitomate, chile, bule, jamaica, ajonjolí, entre muchas más; dado que los FSF, no sólo son de maíz, sino de diversas variedades nativas y endémicas del lugar.

Aquí es donde ponen en práctica lo que denominan trueque solidario campesino, basado en los principios de la solidaridad y reciprocidad. Este suceso se vuelve un rasgo sociocultutal en el que las propias familias administran variedades específicas, y comparten con otras comunidades locales, desde diferentes puntos de encuentro: fiestas, ferias, foros, tianguis, talleres, visitas de campo, diálogos de saberes (véase:  https://www.jornada.com.mx/2021/11/20/delcampo/articulos/fiesta-maiz.html). Experimentan con la pluralidad de semillas nativas para preservar la variabilidad genética, asimismo, el intercambio de semillas lo hacen entre familiares afines a su linaje, pues con estas prácticas conservan herencia identitaria de ramificación de la vida. En particular, cuando una familia no tiene semillas para sembrar, ésta recurre al mismo linaje, pero si estos no tuvieran, se acude a otras familias de la comunidad, donde el acuerdo que se toma, es que las semillas prestadas de manera solidaria, es la misma cantidad que se regresará. En sí, los intercambios y la circulación de semillas, atestiguan la movilidad del germoplasma vivo, gracias a la diversidad y la riqueza que hay en manos campesinas, siendo una actividad con destino a la revaloración de nuestra cultura alimentaria.

Retos claves

Hoy en día, las semillas nativas se enfrentan, por un lado, a los desafíos de la superioridad técnica de las semillas mejoradas y la modernización tecnológica, y por el otro, a las restricciones relacionadas con los derechos de propiedad intelectual sobre la diversidad local. Frente a estos escenarios, familias campesinas guerrerenses de las regiones: Norte, Montaña y Costa Grande, llevan a cabo acciones de renovación, conservación e intercambio de semillas, con el objetivo de garantizar soberanía y autonomía alimentaria. Con el establecimiento de los FSF reducen la dependencia de semillas foráneas, y priorizan las variedades locales, demostrando a los programas gubernamentales que hay alternativas y prácticas sencillas que debieran apoyar y fortalecer. Un futuro inmediato, es que más familias dispongan de sus propias semillas nativas, y con ello, transiten hacia los Fondos de Semillas Regionales o Comunitarios, y éstos tengan mayor impacto territorial, además de generar mayor incidencia en políticas agroalimentarias, de acuerdo con la vasta diversidad cultural, geográfica y climática que existen en cada región.

Sin duda, este es un trabajo local, pero merece reconocimiento legítimo, a fin de posicionar el tema de la diversidad biológica, la alimentación y la agricultura familiar campesina. Los FSF son la primera acción de defensa colectiva contra las empresas multinacionales, que perciben a las semillas nativas como simples mercancías que pueden patentar, sin importar los daños colaterales generados en los saberes patrimoniales. Por todo lo anterior, es importante que las familias campesinas sigan reinventando estrategias para la protección de las semillas nativas, por medio de la conservación en el propio sitio, el intercambio libre y la autoproducción local regenerativa, con la ayuda de métodos de selección y mejoramiento participativo, como formas de vidas entreveradas para sostener la diversidad biocultural.

Contacto:
Marcos Cortez Bacilio  -  moc.liamg@oilicabsocram

Fuente: La Jornada

Temas: Agricultura campesina y prácticas tradicionales, Semillas

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