La expansión del maíz híbrido en el Ecuador

Idioma Español
País Ecuador
Maíz híbrido en Ecuador. Foto: Alex Naranjo

Las compañías que controlan las cadenas avícolas y porcícolas en conjunto con quienes importan pesticidas son quienes ganan; mientras, las familias campesinas deben integrarse con la modernización capitalista, sacrifican la biodiversidad y fertilidad de sus tierras, sus semillas tradicionales o campesinas y la autonomía y el recurso financiero. Esto precipita una forma insidiosa de enajenar la vida campesina, privando a quienes producen maíz de sus conocimientos, sabiduría y prácticas agrícolas tradicionales.

Las compañías capitalistas necesitan expandirse para sobrevivir; ya sea a través de mecanismos directos de usurpación de territorios campesinos, o subordinando al campesinado, para que use su territorio en beneficio de la producción capitalista.

Éste es el caso del maíz híbrido y de alto rendimiento en el Ecuador. Aunque, el Ecuador no es el centro de origen de maíz, sí es un centro de diversidad de este cultivo. En el sitio Las Vegas, en la Costa Sur del Ecuador, se cultivaba maíz hace 7170 años.

En 1966, una misión científica internacional se sorprendió tras constatar la inmensa biodiversidad de maíz en un país tan pequeño; señalaron que esto se debía a la geografía contrastante y a su historia, con fuerte influencia del norte y del sur del continente. En su estudio ellos identificaron 29 razas de maíz.

El maíz es el principal cultivo transitorio por superficie sembrada en el Ecuador, lo cual refleja su valor material y simbólico para las poblaciones campesinas en la actualidad. Hay dos formas muy distintas de sembrar maíz: se cultiva maíz nativo y criollo para el “autoconsumo” y el mercado interno en casi toda la región andina, en la Amazonía y cada vez menos en la región litoral ecuatoriana. Se produce generalmente en chacras con cultivos asociados y rotación, y campesinas y campesinos dependen de semillas propias, o que adquieren en ferias de semillas por trueque o compra en mercados locales.

El otro modelo se basa en el maíz industrial duro, desarrollado por pequeños y medianos productores y productoras en pequeña escala que dependen totalmente del agronegocio para tener acceso al crédito, semillas, fertilizantes y agrotóxicos. Este maíz es el principal insumo de la cadena agroindustrial: maíz duro-industria avícola/porcícola.

En los últimos años, el Ecuador ha experimentado una fuerte expansión con el fin de producir insumos para la industria avícola y porcícola. El maíz industrial es producido por gente que produce en pequeña y mediana escala siendo las provincias de Los Ríos, Guayas (ambas en la cuenca baja del Río Guayas), Manabí y Loja, las principales zonas productoras de maíz industrial amarillo para la agroindustria avícola, que tiene como destino el consumo nacional.

Este sistema de cultivo de maíz industrial se inició a finales de la década de 1970 y fue adoptado completamente a comienzos de 1990 en el auge de las políticas neoliberales en Ecuador. El 95% de quienes lo producen trabajan en espacios de 1 a 10 hectáreas (con un promedio de 4.57 hectáreas por productor) y aportan 89% de la producción maicera. Más del 74% son dueños de los terrenos, mientras que el 22% arrienda tierras. En Ecuador, en 2021, se sembraron unas 300 mil hectáreas de maíz duro, lo que representa el 40.7% de la superficie total sembrada de cultivos transitorios, convirtiéndolo en el principal cultivo de ciclo corto en el país.

El aumento de la producción industrial de maíz en Ecuador se ha alcanzado a través de la imposición, a campesinos y campesinas que producen maíz, de paquetes tecnológicos de pesticidas, fertilizantes sintéticos y semillas híbridas corporativas. A través de políticas públicas, los gobiernos entregan “paquetes de ayuda agropecuaria” que han posicionado las controladas por los importadores de insumos agrícolas.

En muchos lugares del Ecuador, el maíz industrial se impulsa a través de la agricultura bajo contrato: el empresario entrega semillas, fertilizantes y agrotóxicos y el campesino asume una deuda que paga con producción. En el proceso quienes producen maíz deben enfrentar todos los riesgos agrícolas como inundaciones o sequías, plagas y enfermedades y deben contratar jornaleros (si es necesario), entrando en un círculo de endeudamiento si no pueden pagar con su producción la deuda que asumieron.

Las compañías que controlan las cadenas avícolas y porcícolas en conjunto con quienes importan pesticidas son quienes ganan; mientras las familias campesinas, deben integrarse con la modernización capitalista, sacrifican la biodiversidad y fertilidad de sus tierras, sus semillas tradicionales o campesinas y la autonomía y el recurso financiero. Esto precipita una forma insidiosa de enajenar la vida campesina, privando a quienes producen maíz de sus conocimientos, sabiduría y prácticas agrícolas tradicionales.

En 2008 el Ecuador se declaró libre de semillas y cultivos transgénicos, y desde entonces ha sido una preocupación de las organizaciones campesinas y ecologistas precautelar que el país mantenga esta condición; por lo que nos preocupa que a través de políticas públicas se incluya en la matriz agrícola semillas genéticamente modificadas de maíz y sus agrotóxicos asociados.

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Fuente:  Revista Biodiversidad, sustento y culturas #113

Temas: Biodiversidad agrícola, Transgénicos

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