La gestión privada de los bosques es una ‘mala idea’, provoca ‘megaincendios’

Los expertos advierten que la distribución de los árboles que se emplea cuando se quiere maximizar tanto la producción de madera como el aprovechamiento del espacio es un problema muy grave, ya que al haber ejemplares de tamaño y edad similares, estos se convierten en una masa combustible uniforme.
Por esa razón, la gestión privada de los bosques con el objetivo de producir madera tiene varios inconvenientes, además de la proliferación de especies no autóctonas como es el caso del eucaliptus en España, a la hora de que estos espacios se vean afectados por incendios, por sus características, se multiplica por 1.5 las posibilidades de que estos sean de alta gravedad.
Bosques densos y uniformes arden con mayor facilidad
En los terrenos industriales privados, la distribución homogénea y concentrada de los árboles aumenta el riesgo de megaincendio debido a que este tipo de disposición favorece la velocidad de propagación de las llamas. Una continuidad vertical conocida como ‘combustibles de escalera’.
Comparado con los bosques públicos, este tipo de plantaciones tienen un 1,5 más probabilidades de sufrir un incendio de alta gravedad según un nuevo estudio liderado por Universidad de Utah (EE.UU) junto a la Universidad de California (EE.UU), Berkeley (EE.UU), y el Servicio Forestal de los Estados Unidos.
Esta investigación, pionera en el análisis conjunto de las condiciones climáticas extremas y las prácticas de gestión forestal, ha logrado elaborar mapas tridimensionales previos a cinco incendios ocurridos entre 2019 y 2021 en el norte de Sierra Nevada, California, responsables de arrasar más de 445 mil hectáreas, equivalentes al 70 % del parque.
El estudio, publicado en Global Change Biology, concluye que, durante periodos de clima extremo, la densidad de árboles es el factor más determinante en incendios de alta gravedad. Por encima incluso del efecto de las altas temperaturas asociadas al cambio climático. Por ese motivo, los autores señalan que la gestión del suelo es clave en la prevención de incendios.
Anteriormente, se había observado una mayor incidencia de incendios de alta gravedad en torno a bosques gestionados industrialmente y ahora, este estudio es el primero en identificar las estructuras forestales que los favorecen.
¿Ganancias o prevención de incendios?
La madera es un recurso muy valorado en la sociedad y constituye un motor económico para numerosas comunidades. En la silvicultura de plantación, el espacio se gestiona mediante la tala rasa de un área, seguida de la reforestación con árboles dispuestos en una cuadrícula compacta. El resultado es un paisaje homogéneo, formado por masas densas de árboles de edad y tamaño similares.
Esta gestión se puede pensar como apilar un montón de cerillas en una cuadrícula, que arderán con mucha más facilidad que si estuvieran dispersas en grupos pequeños, ya que el fuego puede alcanzar rápidamente el dosel en los bosques densos, arrasando un árbol tras otro y lanzando fragmentos de material ardiendo. Los bosques públicos tienen finalidades más variadas —como el pastoreo o el uso recreativo— y suelen presentar densidades de árboles más bajas, mayor heterogeneidad espacial y menos combustibles de escalera.
No obstante, “también han experimentado aumentos masivos en la gravedad de los incendios en las últimas décadas, lo que demuestra que se necesitan grandes cambios en el manejo forestal, incluida la reducción de la densidad de árboles, tanto en tierras industriales privadas como públicas en California”, señala Jacob Levine, investigador postdoctoral en el Centro Wilkes de Ciencias y Políticas del Clima de la Universidad de Utah y autor principal del artículo.
Políticas poco coherentes
Los bosques mixtos de coníferas están adaptados a los incendios periódicos de baja a media gravedad que arrasan parte de la vegetación, pero a su vez generan un espaciado entre los grupos de árboles que dificulta la propagación de futuras llamas.
No obstante, en el siglo XIX el gobierno estadounidense buscó aumentar los recursos maderos y frenó los ciclos naturales de los incendios al implementar políticas de extinción de incendios, además de prohibir las quemas controladas indígenas practicadas durante milenios. Con el paso de los años, la biomasa acumulada puede alimentar incendios de alta gravedad, definidos como aquellos que destruyen más del 95 % del dosel de los árboles.
Sumado a esto, las organizaciones ambientalistas suelen detener o retrasar los proyectos propuestos para reducir la densidad en los bosques públicos. Para Levine, “las afirmaciones de estos grupos de que la tala de árboles constituye un mal manejo del fuego carecen de fundamento científico”.
Antes y después de un incendio
El Bosque Nacional Plumas, área de estudio en la Sierra Nevada del norte de California, es un mosaico de propiedad privada, industrial y pública. En 2018, el Servicio Forestal de Estados Unidos, el Servicio Geológico y la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio escanearon este paisaje con sensores LiDAR, vuelos de detección y alcance de luz aerotransportada.
Los sensores dispararon miles de láseres sobre el terreno antes de que ardiera y lograron obtener una imagen de gran precisión de la vegetación como hierbas, arbustos, árboles y sus copas.
De este modo partieron de una cartografía muy detallada del paisaje inmediatamente anterior a los incendios masivos que refleja la tendencia general de la frecuencia y gravedad de los fuegos forestales, incluido el Dixie, el mayor registrado en la historia de California.
El equilibrio es la clave
Aunque el estudio demuestra que los terrenos industriales privados sufren peores consecuencias, tanto las agencias privadas como las públicas tienen mucho margen de mejora para proteger los bosques de Estados Unidos.
La mayoría de los árboles de la Sierra Nevada (California) carecen de adaptaciones para recuperarse de incendios de alta intensidad, lo que provoca que cada vez más bosques se conviertan en matorrales y pastizales.
Las empresas madereras brindan oportunidades económicas críticas a muchas regiones de California, así como una fuente sostenible de productos de madera que la mayoría de nosotros usamos todos los días. Al mismo tiempo que las prácticas de estas empresas se asocian con peores resultados de incendios.
“Claramente, necesitamos lograr un equilibrio entre los beneficios económicos de la madera y los riesgos de incendio de las plantaciones forestales. Por eso, comprender las estructuras forestales que provocan incendios de alta gravedad nos permite definir estrategias de mitigación para anticiparnos a este problema de incendios masivos y, al mismo tiempo, producir suficiente madera para satisfacer la demanda del mercado”, concluye Levine.
Es imposible ignorar el valor de la silvicultura y el peso económico mundial que tiene la madera, pero al planificar los bosques privados debería tenerse en cuenta además de la búsqueda de lucro, la preservación de los espacios, puesto que la densidad de los bosques es lo que puede agravar los incendios forestales y ese factor debe valorarse para realizar una gestión sostenible del sector.
Por Sandra M.G.
Fuente: Ecoticias