Pequeños diálogos sobre la infancia

Idioma Español
País México
Fotos: Rodolfo González y Santiago Villalobos Villalobos

Hijas, hijos, pueden dignificar la vida en el campo desde donde estén, sólo hay que mantenerles pendientes en la defensa del campo y la vida digna. Mantenerles en la lucha es una manera de que estén cerca. Si no les hemos dado responsabilidades a las y los jóvenes, no sienten que les toque hacer algo, por eso desde pequeños podemos invitar a los hijos a trabajar la milpa, para que tomen cariño a la tierra y dejarlos experimentar con parcelas agroecológicas, orgánicas y tradicionales, porque ciertamente si los metemos a usar químicos les haríamos mucho daño.

Una charla del Colectivo por la Autonomía con la partera y doctora Norma Escalante

Nos olvidamos de la niñez y la infancia y no consideramos la sobreestimulación, mala alimentación, estrés, químicos y la contaminación con que crecen. Debemos comprender todo lo que una persona actualmente vive desde antes de nacer, en la gestación, infancia y juventud pues de ahí depende el futuro propio y el de la comunidad, en última instancia el de la humanidad. Para eso dicen las parteras que hay que comprender la condición prenatal y de crianza.

Comencemos con lo que sucede prenatalmente. Él bebé dentro del vientre materno todo lo recibe de la mamá, es la figura principal. Cómo atendemos a las mamás y como valoramos la etapa de una madre que está gestando. Qué sucede social y ambientalmente en la familia, la comunidad y el trabajo. Las emociones de la madre el bebé las recibe, lo que se traduce biológicamente en la gestación mediante las hormonas y neurotransmisores. Todo este proceso es alterado, inhibido o sobre estimulado con los químicos, la contaminación y el stress. 

Lo que vive un bebé en su gestación e infancia queda en su memoria, es cómo una semilla que tiene una potencialidad cuya principal misión es ser tú misma, con todo lo que vengas a ser, tu creatividad y lo que vayas a desarrollarte como persona, esa semilla queda marcada por los condicionamientos, que pueden llegar a ser “traumas” que influyen la vida futura. 

Cuidar la forma de nacer es importante. Como es tan intensa esa experiencia definitivamente nos queda grabada, cómo lo vivimos, pero sobre todo, cómo somos acogidos, recibidos. Estamos diseñados para vivir la vida de la mejor manera desde el alumbramiento, pero nosotros como seres humanos interrumpimos o intervenimos. Por ejemplo lo natural es recibir el calor y el alimento de la madre, pero separamos al bebé de la madre y le meten a una incubadora. Quién fuera a pensar que un momento en que bebé y mamá necesitan estar juntos sometamos a ambos a tanto estrés, que desvía al bebé de una adaptación saludable y optima al medio externo y en última instancia la separación aleja el calor y el alimento que le dan toda la seguridad, primera necesidad de todo ser humano, que si no está cubierta desencadena en la recién nacida o el recién nacido la sensación de rechazo, falta de afecto, de que no se les quiere o acepta. 

Bajo esa condición todas las funciones van a ser diferentes: la digestión, la respiración, la frecuencia cardiaca, generando a su vez más intervención. Se van acumulando experiencias negativas o no deseables que alteran las funciones físicas y emocionales básicas. Si realmente eso se prolonga es un trauma.

Mamá y bebé viven un vínculo muy estrecho; las necesidades que un bebé por su naturaleza tiene son cumplidas cuando se viven de una manera natural sin interrupciones.  Se generan situaciones de sentirse no atendido, no valorado y frustrado al alterarse estos ritmos.  

Michel Odent dice que “un bebé vive en un cunero su primera experiencia de sumisión”, porque está en un lugar donde no puede hacer absolutamente nada para cambiar aquello, más que llorar. A veces el llanto es salvador, si el niño no llora suficiente tal vez no se lo llevan a la mamá. Tenemos mecanismos de defensa, llorar es uno de ellos pero es como vivir sobreviviendo. Esto nos refleja que la sociedad está en la sobrevivencia, en vez de estar en la libertad, en el crecimiento armonioso, y en la subsistencia plena. Físicamente dentro del vientre materno a través de la placenta y después de nacer con la leche materna también recibimos de mamá el entorno. 

Realmente, si hay contaminación ambiental, se ha demostrado que hay contaminación intrauterina. Si nuestra sangre trae plomo o plástico los bebés lo están recibiendo. En la placenta y en la leche materna se han encontrado los químicos, el bisfenol, los pesticidas y muchos más. Eso se sabe y se ha demostrado desde los años ochenta, cuando se demostró que había xenoestrógenos en la leche materna y otras sustancias químicas sintéticas que interfieren con la función normal de las hormonas, y con la salud en general, imagínense ahora, treinta o cuarenta años después.

La leche materna sigue siendo la mejor opción, porque los nutrientes y elementos que contiene, como las inmunoglobulinas que son los anticuerpos, no se los va a pasar absolutamente nadie más, ni siquiera la leche de vaca, porque ésta le estaría pasando los anticuerpos y defensas que generó la vaca, no las que generó la mamá apropiadas para el ambiente donde ella vive y su bebe crecerá. Ahora también se sabe cómo con el parto vaginal y la leche materna se propicia una microbiota excelente para los recién nacidos; también con el contacto con la piel y el entorno de la mamá, no se necesita la asepsia digamos clínica. 

Esa asepsia ha sido una exageración que surgió cuando se descubrieron los microbios que planteó que todo debía ser aséptico. Es un enfoque erróneo, nosotros convivimos con cantidad de microbios saludables desde que nacemos y son parte de nuestra salud, de hecho, en el momento del parto nos agenciamos una gran cantidad de microbios saludables que nos ayudarán a estar mejor en el ambiente exterior. La microbiota genera vitaminas, proteínas y enzimas necesarias para el equilibrio de nuestra salud, entonces el no separar al bebé de la mamá conforma también una microbiota sana. 

Se ha planteado la pregunta, ya desde la filosofía, ¿quiénes somos nosotros?, si somos o tenemos muchos más microbios que células en el cuerpo, y mientras más biodiversa y equilibrada sea la población de esa microbiota lo más seguro es que mejor sea tu salud. Muchos aspectos de la inmunidad están en la microbiota y también ella propicia varios estados emocionales. Se ha demostrado que la niñez y las poblaciones rurales tienen una microbiota mucho más biodiversa debido a su contacto con la naturaleza y su crianza comunitaria más allá de la familia nuclear.

El bebé y la mamá más que un binomio son una fusión. Para la o el bebé, mamá y bebé son una sola persona. Hasta los 8 meses de vida se va creando la conciencia de ser otra persona. Por eso es que cuando mamá no ésta, bebé está en confusión, en sensación de abandono, angustia. En el proceso de gestación, bebé tiene una conciencia generalizada más que o igual que individualizada. decimos que se está encarnando un alma. Las vivencias y percepciones las siente en todo su cuerpo, globalmente. 

Los bebés tienen una “lentitud” comparada con nosotros: lo que reciben por sus sentidos, el tiempo que toma para interpretar lo que sienten y su respuesta a ellos, es muchísimo más lento que en el adulto, su  tiempo-ritmo es diferente en todas sus percepciones, pero es tratado con prisa, sin contemplación, en ambos sentidos de la palabra. Y para bebés y niños es “no me entienden”,  la comunicación puede dificultarse, ellos tienen que adaptarse a “nuestras maneras”, por eso es importante el tiempo que se pasa con ellos y adaptarnos a su manera, para que se sientan bien y crezcan de manera más armoniosa. Decimos que las y los bebés reciben una sobreestimulación que es física a través de sus sentidos, también emocional-social, pero también química-ambiental. Queremos y exigimos respuesta rápida, pero no es así. La mamá debe tener tiempo para escuchar, observar, tocar y meterse en el tiempo del bebé en la crianza y no someterlo a nuestro tiempo. Que no haya prisas antinaturales hiper-estimulantes, que aunadas a otros estimulantes como azúcares, colorantes y demás alimentos empaquetados e industrializados fomenten la hiperactividad y otros múltiples trastornos. Le bañamos, le alzamos, le alimentamos rápido. Por eso es muy importante el tiempo que la mamá pase con el bebé, sin prisas y estrés del trabajo y otras cosas que podríamos llamar un tiempo o ritmo anti-bebé. También hay mujeres con mucha angustia, estrés y depresión: éstas también se trasmiten y se aprenden. Personas adultas hay que no encuentran de dónde vienen sus emociones. Algunas las aprendimos desde que estábamos adentro.

No quiere decir que el bebe sea un papel en blanco, hay capacidades mentales no ordinarias que generan respuestas inesperadas. En neurobiología se dice que hay situaciones y cierto tipo de estrés que es posible que el bebé lo maneje, y hay otros que invaden esa capacidad y nos supera, y huimos, lo enfrentamos o quedamos paralizados o marcados. Hay evidencias de esto en la psicología perinatal. Conocemos niños, niñas, que vienen con ciertas (in)capacidades o alteraciones relacionadas con su gestación. 

Por eso la alimentación y nutrición desde la gestación, así como la crianza son cruciales. La agricultura orgánica tradicional para nosotras es muy importante, es prevención. Es muy bueno que haya atención e investigación para las enfermedades terribles que hay y que van surgiendo. Pero es fundamental ir a las causas y comenzar a retomar desde la gestación y el nacimiento y todo lo que conlleva en el desarrollo emocional como lo ha demostrado la psicología perinatal de la mano de la neurociencia. Es salud mental y mucha conciencia porque una mamá que cuida una cosa es muy probable que cuide otra como la alimentación y el entorno. Es prevención, porque niños y niñas nacen ya con traumas, violencia y padecimientos y tantos temas por resolver que tienen que enfrentar.  ¿Y qué hacen los niños con tanta cosa? ¿Cómo les puedes reclamar ante un camino tan terrible?  Por esto es muy importante la educación en las parejas que están empezando, los niños por si solos no pueden hacer el cambio. Sobre todo las mamás, que son un poco más sensibles y están presentes y llevan más ésta tarea desde la gestación y la crianza, tienen más intuición, hay cambios físicos, hormonales, etcétera que nos predisponen y agudizan nuestra atención y nuestro instinto materno.

La primera necesidad del ser humano desde la gestación y cuando llegamos a este mundo después del nacimiento, es sentirse seguro, segura, y después recibir alimento en todos sentidos, pues en realidad sentir seguridad es estar alimentados emocionalmente. Esa seguridad esta relacionada con la oxitocina, la hormona del amor, de la seguridad, de contacto y relaciones con otros en todas las etapas de la vida, pero es fundamental en la crianza hasta la juventud. La oxitocina es producida en grandes cantidades en la gestación, durante el parto y el posparto.

Hay que tener esperanza, lo que fue un cambio de paradigma con el método psicoprofiláctico, un método para prepararse y sentir menos dolor en el parto, llevó al parto natural, el parto humanizado, el modelo y rescate de partería y el estudio de lo que sucede con el sistema nervioso y la psique alrededor del nacimiento y a tantas transformaciones que estamos haciendo en la partería para el futuro deseado de la humanidad. 

Diálogo con José Luis Pamplona sobre la experiencia de huerta educativa “Semillas Colibrí” con niñas y niños

Nos decían los viejos huicholes que cuando se cultiva con los niños la misma naturaleza, el aire, el agua, el suelo, sus tiempos y su alimento nos van enseñando la fe y paciencia amorosa con la que la madre tierra nos está criando y nos está esperando.

En las comunidades campesinas donde se daban talleres para reproducir y almacenar semillas en los primeros encuentros no participaban niñas y niños, y todos hablaban de conservar las semillas y el patrimonio, pero para mí una de las semillas más importantes y poco cuidadas son las niñas y los niños, se habla de territorio, semillas y suelos y los adultos decían que no había interés. Pero ¿porqué comenzó a pasar eso en algunas comunidades con tanta sabiduría?

Antiguamente la abuela pasaba ese conocimiento como un tesoro, con paciencia entregaba uno a uno los saberes sobre plantas y semillas, sobre los ciclos y la agricultura y finalmente se heredaban las semillas de la comunidad y la familia. Comenzamos a reflexionar esto con las niñas y los niños. Ellos ya habían descubierto un tesoro que lo sentían como una carga. Pero fuimos viendo que las semillas no sólo traían la carga y el trabajo de los abuelos, sino saberes, historias, poder, fuerza, conocimiento y finalmente que los niños son esa nueva semilla, y se sienten revalorados.

En los programas educativos convencionales, se educa para competir y profesionalizarse en una comunidad fracasada de antemano por la condición capitalista-individualista. En las huertas se trabaja en colaboración, comunidad y empatía con los seres vivos. La respuesta es fantástica y sorprendente, siempre surge algo nuevo de generosidad, amor y compromiso. Es fundamental acercar a las abuelas y abuelos a estas experiencias con la niñez.  Recuperar a las abuelas y abuelos en convivencia sana, en los huertos escolares resultó reconexión, descubrimiento y curiosidad de saberes ancestrales. Los niños preguntan ¿por qué no me lo habías dicho? los abuelos contestan “por qué todos me decían: tú qué sabes”. Finalmente, el conocimiento se enriquece en ese diálogo ya que los niños también tienen su capacidad de observar, preguntar, investigar y experimentar. 

Si esto se respiraba desde la infancia, ahora hay que hacer un esfuerzo extra. Anteriormente tú comías desde el vientre lo que preparaba la abuela, los cuidados de la abuela. Te conectabas con ese saber transgeneracional. Los antojos de las mamás se trasmiten y afloran como sentimientos hasta que tú mismo seas abuelo.

Contaminación y presencia de pesticidas en la infancia y el territorio: Reconfiguración Agroecológica Alimentaria y de Salud (RAAS)

En Jalisco, México, a partir de la denuncia de madres de pueblos y escuelas fumigadas un grupo de científicos y organizaciones sociales junto con algunas comunidades rurales se han agrupado en un proyecto denominado: Reconfiguración Agroecológica Alimentaria y de Salud (RAAS), para revertir el probable daño renal y neurocognitivo de la infancia en comunidades rurales. Al inicio se demostró la presencia de pesticidas en los cuerpos de (en algunos casos) hasta el 100 por ciento de infantes y jóvenes rurales desde prescolar hasta secundaria. Entre ellos se identificaron indicios de daño renal entre el 25 y 48 por ciento de los cientos de casos estudiados. Esto nos llevó a decidir rastrear las rutas y saturaciones de estos agrotóxicos y hacer una propuesta de cambio de paradigma de producción agropecuaria y de la alimentación que tenga resultados en el corto plazo en la alimentación y la salud de las y los estudiantes.

En el Colectivo por la Autonomía hemos hecho algunas reflexiones sobre esta situación alarmante. Iniciamos valorando que ésta es sólo una muestra de la invasión de pesticidas en el territorio y el cuerpo, pero que en realidad todas y todos tenemos pesticidas. Como dicen en la Red en Defensa del Maíz en el caso de los transgénicos: si los tenemos hay que cuidarnos para ya no tener y si no tenemos hay que cuidarnos para que no nos lleguen”. Las regiones campesinas han cambiado sustancialmente con la agroindustria. Los pesticidas están principalmente en el territorio, en los cuerpos, en el agua, en la fauna silvestre, pero fundamentalmente en los alimentos de toda la sociedad urbana y rural, pues para eso se usan de forma masiva e indiscriminada. El gran problema de la presencia y daños en la niñez y juventud es que son individuos en pleno desarrollo y estos tóxicos desde edad temprana puede afectarlos de manera irreversible en su desarrollo, físico, neurocognitivo y emocional. El proyecto está descubriendo que el interés es mayor en los jóvenes estudiantes por cultivar los alimentos de una manera orgánica que en los adultos, con el objetivo final de incentivar sus propios comedores escolares. Nos hemos propuesto que las niñas y los niños sean cada vez más sujetos de su propia historia, entendidos como individuos con capacidad de proyecto.

Reflexiones con el Centro de Investigación y Recursos para el Desarrollo (CIRDAC, AC)

En las regiones agroindustriales están surgiendo condiciones cada vez más de violencia y marginación, aunque se quieran vender como regiones de prosperidad generalizada. Lo interesante es que niñas y niños adquieren experiencia en agricultura tradicional y agroecología desafiando la presión productivista y macroeconómica que se ha impuesto sobre la agricultura. Ya se han logrado gestionar y recuperar parcelas escolares para experimentar, conocer el suelo, las semillas y su adaptación, la bioquímica y las diversas técnicas agroecológicas, confrontando paradigmas que mantienen la contaminación y la imposición agroindustrial sobre las agriculturas propias y relacionar este proceso con remontar la vulnerabilidad en que se encuentran sus cuerpos.

Pero no sólo hay que recuperar el suelo y la semilla, sino el territorio y la esperanza. En los últimos años se respira una cierta desesperanza en las infancias rurales, ha habido mucha muerte y dolor por el Covid y la violencia, los caminos u opciones para sus vidas están muy marcados por la inmediatez, migración, violencia, crimen, vicios, hay muchos embarazos precoces y promiscuidad influenciada por los aparatos conectados a internet. La migración provoca abandono, muchas veces el papá y la mamá van y vienen a diario a las agroindustrias, en otras el abandono es más permanente migrando a otras regiones del país o a los Estados Unidos.  En contraste con esto los huertos son espacios de libertad, seguridad, convivencia, aprendizaje, armonía, reglas. Los huertos los conectan con el tiempo real, la paciencia, la observación, la sorpresa de cada planta, de los insectos, de los abonos orgánicos, de los propios sentidos, el olor, color, aroma y textura. También preguntan sobre la viabilidad de esa producción como forma de vida, ven que el abono orgánico también se puede comercializar o intercambiar.

Todo esto abre una pequeña rendija para reencontrarse con su territorio y confrontar la visión extractivista que se ha impuesto de “aprovechar” todo y no conservar nada, de despreciar el lago, la cascada, el monte, la vida silvestre y la biodiversidad. La alegría de ver crecer las plantas y recoger algunos frutos, el sueño de alimentarse sanamente y recobrar la confianza en si mismos y en la naturaleza es un momento de paz y la posibilidad de poder mantener la salud de su cuerpo y su territorio.

Agroecología en el contexto agroindustrial, diálogos con la Red en Defensa del Maíz en Jalisco, Palos Altos, ejidos de San Isidro y La Ciénega, comunidades cocas de Mezcala y wixárika de San Sebastián, GRAIN y el Colectivo por la Autonomía

Los colectivos de jóvenes denuncian la producción de basura plástica, la deforestación, el acaparamiento del agua y la tierra, a la vez que son descalificados por su falta de interés en la vida campesina y en un recambio generacional que pretende convertirlos de herederos de la tierra y el territorio a jornaleros. 

El despojo es inconmensurable, en el presente y también en el futuro, por contaminación por tóxicos y basuras agroindustriales, deforestación, crisis de agua, pero también el aislamiento de la agricultura y el territorio a temprana edad. El vaciamiento y envejecimiento del campo, acceso a la tierra, la pérdida de alimentación propia, adecuada, natural y variada. 

Todo esto sucede aceleradamente en comunidades donde aún priva la oralidad y la narración como forma de trasmisión del conocimiento, donde las familias se integraban en torno a la parcela y la vida campesina permite una formación integral en la construcción, música, artesanía (bisutería, madera, tejidos, telares, etcétera) agricultura y múltiples oficios que se van atesorando a través de la vida.

Se dice que la escuela expulsa, pero tal vez la escuela naturaliza la expulsión y lo que expulsa es el acaparamiento y la deshabilitación. Parte de la razón de asumir un enfoque agroecológico es asumir el vivir bien, dignamente, felices. 

Se están dejando de hacer algunas prácticas campesinas y nunca dejas de aprender y de buscar soluciones. Cuidar que no se nos vayan las semillas y la biodiversidad. Hay que proponer a las juventudes recuperar los bosques y el monte y cuidar lo que hay con apoyo comunitario y recuperando la memoria con los viejos, así como conocer bien el territorio y participar en las asambleas. El amor al territorio se inculca mejor en la infancia. ¿Cómo vamos a jalar a los jóvenes si no fueron niños en el campo?, Hay que reconocer el problema y enmendarlo. El campo dejó de ser un lugar para vivir bien. Hay que hacer una lucha por recuperar la dignidad del campo. 

Con el enfoque urbano industrial se han terminado los juegos, los papalotes, los trompos y la parte lúdica de ser campesino. Dicen los mayores, recuperemos el bosque, la milpa y los niños.

De igual manera desde la Revolución Verde en los años 50 se empezaron a ir los jóvenes, pero están regresando, o no todos se están yendo. Los jóvenes comprensivos dicen: hay que dejarnos de descalificaciones y culpas a jóvenes o a viejos. Hay que ver cómo resolvemos el problema, juntarnos en reuniones y asambleas, mamás y papás hemos despreciado nuestra labor, y los jóvenes por eso no la reconocen como algo importante, la modernidad jala a jóvenes y mayores y eso nos separa: máquinas, agroquímicos, celulares y otras cosas que vienen de donde mismo.

Teniendo profesión hay un salario medio y se van de empleados, se abandona el rancho. A las mujeres no nos dejan ir al campo y a los hombres sí. Las jóvenes pensamos que fuera de tu rancho son lugares donde nada tiene sentido, porque no es mi lugar, pero en mi comunidad no puedo ser yo misma. Tenemos que repensar los roles de las personas en la agricultura y la vida rural.

Hijas, hijos, pueden dignificar la vida en el campo desde donde estén, sólo hay que mantenerles pendientes en la defensa del campo y la vida digna. Mantenerles en la lucha es una manera de que estén cerca. Si no les hemos dado responsabilidades a las y los jóvenes, no sienten que les toque hacer algo, por eso desde pequeños podemos invitar a los hijos a trabajar la milpa, para que tomen cariño a la tierra y dejarlos experimentar con parcelas agroecológicas, orgánicas y tradicionales, porque ciertamente si los metemos a usar químicos les haríamos mucho daño.

Otro problema es que la educación está absolutamente desenfocada de la problemática ambiental, alimentaria y campesina y es urgente resolver desde las etapas tempranas hasta las universitarias. Donde se está priorizando el entrenamiento tecnológico en el ámbito rural como consumidores de componentes electrónicos para las distintas funciones del ámbito agroindustrial, como sensores, riegos automatizados, lámparas y todo lo que conforme la actividad agropecuaria digital o inteligente.

Las y los jóvenes han presentado sus denuncias y es obligado considerarlas. Las agendas del cambio climático y alimentaria para 2030, 2060 y hasta 2100 si tienen algún futuro es con estas infancias rurales que están bajo condiciones adversas intentando denunciar y proponer desde su visión y cosmovisión alternativas. Por eso es importante seguirles abriendo espacios en sus propias escuelas y comunidades, en las ferias de productores, en los parques, en las mismas casas y soltar los adultos el celular para abrir un verdadero diálogo y recuperar la dignidad con las infancias y juventudes rurales, que tienen en sus manos el futuro de la humanidad.

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Fuente:  Revista Biodiversidad, sustento y culturas #114

Temas: Agricultura campesina y prácticas tradicionales, Defensa de los derechos de los pueblos y comunidades, Pueblos indígenas

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