Poesía en tiempos de oprobio

Omar Felipe Giraldo (Bogotá, 1981), es un académico e investigador del Colegio de la Frontera Sur de México (ECOSUR), que se ha sumergido en el pensamiento agroecológico y ambiental. Su enfoque no se remite, con exclusividad, a aspectos técnicos, sino que interpela a la racionalidad capitalista desde la estética y, más concretamente, desde la poesía. En sus libros Utopías en la era de la supervivencia (2014), Ecología política de la agricultura (2018) y Afectividad ambiental. Sensibilidad, empatía, estéticas del habitar (de próxima aparición en co-autoría con Ingrid Toro), los abordajes desde la sensibilidad y diversas formas de relacionarse con los otros vivos, se convierten en una pregunta constante que nos conduce a meandros impensados. Esta fue una pequeña charla que sostuve con él, en 2019, cuando el Covid aún no había nacido.

Por Andrés Felipe Escobar

Pese a que pueda haber algún elemento caduco, pues lo que inventamos como mundo parece haber cambiado, aún restallan palabras y preguntas que, incluso, cobran mayor fuerza en un escenario pandémico. El día que nos encontramos, estábamos justo frente a unos cerros que aún no han sido talados, en el sur de San Cristóbal de Las Casas (Chiapas, México); fue en la mañana y todo evocaba una jornada tranquila pese a que, no muy lejos de allí, las mineras rompen otra parte de las cuestas y dotan al paisaje de un hálito marciano. Quizá por aquellos días pensábamos que todo el planeta iba a semejar a la Luna, sin saber que se ha dado un desocultamiento propiciado por el nuevo coronavirus. El texto, escrito en tiempo presente, simula una instantánea cuyos tonos varían como el tiempo.

- La ciencia desoculta y la poesía celebra lo que está oculto- dice Omar Giraldo -. El extractivismo busca sacar lo oculto, lo que yacía en el descanso- Me lo cuenta mientras charlamos en el comedor de su casa. Al fondo, se levantan montañas tupidas de bosque; en esta parte de San Cristóbal, las dentelladas de las mineras legales e ilegales aún no han llegado. Es un lugar límite y él lo sabe. Omar suele decir datos terribles pero su mirada es dulce y sus manos serenas, a veces siento que él sabe que no resta sino el viento que sopla durante la caída a un abismo, pero luego sonríe y aflora algo semejante a la esperanza; no una de esas edulcoradas palabrerías que te quieren hacer creer que, durante tu caída, puedes sacar alas y volar, sino una que relumbra entre los escombros con algo de sentido y te llama a voltear la mirada hacia el paisaje que pervive, justo en dirección opuesta al camino que has emprendido hacia la última caída.

- Es como si la labor científica fuese el vehículo para salir de la caverna dibujada por Platón.

- La metáfora de la caverna sirve para comprender la fórmula detrás del extractivismo: hay un mundo oculto que puede desocultarse a través de la luz de la razón. Vivimos en una estancia entre sombras, pero podemos liberarnos, y alumbrar el mundo a través del pensamiento y el intelecto.

- ¿Y esa pretendida luz es la que irradia el extractivismo?

- Así es. Pensar el extractivismo no solo es pensar la economía de la re-primarización de la economía en Latinoamérica. Es mucho más que esto: es ir hasta el fondo del pensamiento, en donde se anida este pensar que plantea la verdad como desocultamiento y la idea misma de que podemos conocer al mundo “tal cual es”, a partir de la creencia de que la idea se puede adecuar fidedignamente al objeto, y que eso es la verdad. Por supuesto que esta senda nos la ha abierto la ciencia que tanto asombro nos ha causado hacia la vida; gracias a la ciencia podemos saber que hay hoyos negros, que vivimos en constelaciones, que el universo se expande; podemos asombrarnos y entender que hay átomos y que hay un mundo microscópico que habita incluso en nosotros. Pero, por el otro lado, también ha sido un pensar al servicio de las ideas del progreso, que se basa en sacar lo oculto en la naturaleza, como los hidrocarburos o minerales, o incluso las cadenas de ADN, las cuales se extraen, se “sacan a la luz”, y se ponen al servicio de la dominación humana. Entonces, en el fondo del extractivismo, lo que hay es un pensamiento platónico y parmenidiano y, por eso, en el texto planteamos retomar el pensamiento heracliteano porque su pensamiento acontece en un momento parteaguas; porque la vía abierta por él no fue la que siguió el pensamiento occidental.

- Parménides escribe un proemio que semeja un poema o, directamente, lo es, ¿podemos decir entonces que incluso el pensamiento del progreso también cuenta con una poética?

- Es importante aclarar que cuando hablamos de poesía, nos referimos mucho más que a poemas. Por poesía pensamos ante todo una actitud frente al mundo, es una apertura que tiene que ver mucho con la idea heracliteana de celebrar el ocultamiento. Es muy interesante que en el pensamiento de muchísimos pueblos, las complementariedades entre los dualismos (día y noche, femenino y masculino, luz y oscuridad) fueron la base de sus cosmo-existencias. Esto lo encontramos muy claro en el taoísmo, en el budismo y en el pensamiento de los pueblos del Abya Yala. Son pensamientos que incluyen a la oscuridad, por eso a la tierra hay que pedirle permiso, hay que hacer ejercicios rituales para la fertilidad y un sinnúmero de acciones cotidianas que respetan el descanso, los silencios, las pausas; ese recogimiento implica no forzar, no se trata de no transformar la tierra sino de tener mesura en las acciones. De ahí la necesidad de recuperar la capacidad de una actitud poética frente al mundo, una actitud que celebre el ocultamiento, que celebre la oscuridad, que se asombre sin necesidad de estar interviniendo y trayendo a la naturaleza como presencia desocultada. Los poetas no son solo los que versifican, aunque muchas veces se manifiesta en expresiones artísticas, sino también o, sobre todo, los que crean una apertura al mundo, evitando su reduccionismo. La ciencia moderna, ha generado una reducción de la naturaleza en un par de fórmulas, ha limitado la comprensión del mundo y nosotros pensamos que los poetas van en una vía opuesta, es decir, se dirigen hacia el reencantamiento del mundo.

- En un escenario de devastación explícita, vehiculada por el desocultamiento, ¿cuál sería la base de una poética del asombro? ¿Cómo se reencantaría, por ejemplo, el cerro de Salsipuedes en San Cristóbal?

- Yo creo que el lenguaje tiene mucho que ver en esto. Hemos sido profundamente críticos con esa manera violenta de nombrar el mundo, porque las palabras no son neutras, la forma como nombramos al mundo está profundamente relacionada con la manera como nosotros habitamos. Si nosotros pensamos que ese cerro es un recurso natural, es un bien mercantil, así nos vamos a relacionar con él, porque estamos en un mundo desencantado donde se nombran las cosas impoéticamente. Y esa forma de nombrar genera formas de percepción, afección y desafección; Una vez nombrada como recurso, como cosa, ya no podemos sentir el dolor de la montaña mutilada porque es un objeto inerte, y un objeto inerte no siente dolor. La poesía es ahí donde tiene mayor posibilidad: en las palabras, en la capacidad de nombrar mágica y poéticamente al mundo.

Quien dinamita la montaña de Salsipuedes, está en una relación impoética, porque habita un mundo mutilado; niega la propia montaña en cuanto montaña y la afirma en cuanto mercancía. El mundo, en este acto, es un mundo mudo, limitado, que es terrible también para quien está encendiendo el taco de dinamita y eso, sobre todo, es una tragedia para quien lo hace, pero también para todos los demás que sufrimos las consecuencias, incluyendo a la montaña misma y a todos los seres que la habitan. En cambio, quien está frente al asombro de su milpa, de su jardín, de su huerto, experimenta una actitud poética. Es una atmósfera que no se puede nombrar, pero crea un estado de satisfacción, de felicidad, de conexión profunda, y ahí, esa persona, aunque no esté versificando, está en una actitud poética porque se asombra ante la conexión de las fuerzas de la naturaleza.

- Tampoco se trata de condenar a todo el discurso científico sino de poner en perspectiva crítica a aquel que extirpa al asombro. Es decir, Galileo Galilei hizo sus exploraciones a partir de lo que le maravilló, al igual que Newton, pero esta sensación e impulso desaparecieron para dar paso a ejercicios adscriptos a mecanismos que buscan optimizar tecnologías sin preguntarse por qué o para qué hacerlo.

- El problema no es la ciencia misma, porque la ciencia no se limita a la modernidad. Aquí en Chiapas, habitamos un territorio donde la ciencia fue la base de la civilización Maya. El problema es que la ciencia moderna surge al unísono con el capitalismo y, en ese campo de fuerzas, es el capitalismo el que ordena a la ciencia, sus significados y sus sentidos, y entonces el asombro de Galileo termina convertido en el lenguaje de la naturaleza como un libro abierto que puede ser leído en clave matemática, como él mismo decía. De modo que lo que empieza con el asombro acaba en un proceso de reducción constante, hasta terminar convertido en objeto. Aun así hay que insistir que la actitud científica comienza poéticamente y muchos pueden mantenerse poéticos; hay una cienciopoética en muchas de las personas que están tratando de conectar con la maravilla del universo; el problema está no tanto en el conocimiento mismo sino en una actitud impoética que dirige todo hacia el pensamiento de la productividad, la utilidad y la explotación.

- Muchos poetas europeos del siglo XIX al deambular por las ciudades que los encerraban, percibían en esas cuadraturas y simples simetrías al aburrimiento pues ya no había lugar para el misterio…

- El problema es que las ciudades se construyeron para la fácil circulación de las mercancías y, mucho más que en la época de estos poetas, hoy nuestras ciudades son para el trabajo y operan como terminales de la industria: muy cerca de la plaza comercial y muy lejos del asombro hacia la vida. Las urbes son los espacios impoéticos de hoy y lo interesante de ellas es que la poesía se resiste a morir; las calles están llenas de gente que trata de vitalizar y entrar en ese asombro hacia la vida y es ahí donde la poesía aflora: artistas, clowns, cantantes, libros piratas. Todo ello vuelve a generar el espíritu del lugar sobre un lugar en ruinas. Las ciudades modernas son minas, pues ahí también hay extractivismo, y, aun así, hay poesía en estos lugares.

- La poesía es una resistencia y en un gesto político que supera a la consigna …

- En gran medida, el colapso civilizatorio es una crisis del sentir y del sentido, y por eso la importancia de los poetas. Hay poetas de todo cuño que no se saben a sí mismos poetas; están resignificando los espacios que habitan en tensión con el mundo impoético del capitalismo industrial. Aquí recuerdo a Foucault, cuando mencionaba que la resistencia debe ser como el poder: invisible, que se coagule por los espacios, que circule, que cree atmósferas, que fluya invisiblemente sobre un medio ambiente, que vaya sobre el lenguaje… Pues bien, así creo que deben funcionar las resistencias y nada como los poetas para ir en contravía de este mundo amputado.

- En Colombia, los campesinos de las zonas templadas, cercanas a Bogotá, dicen “mi pensado es…”; es decir, el pensamiento no es algo que emana de una interioridad opuesta a la exterioridad sino que se tiene y se ofrece, que circula, que brota…

- Sí, yo creo que en las formas populares del hablar están las posibilidades para ir en dirección a la poetización del mundo. Acá en Chiapas, por ejemplo, se dice que “la planta quiere agua” o las cosas, en general, quieren algo; están expresando en el habla que las cosas no son objetos inertes, sino que todo el tiempo manifiestan sus deseos y el arte de la vida consiste en conectar con ese deseo de las cosas. Digamos que muchas cosas están ya ahí, no hay que construirlas desde algo exterior, pero hay que politizarlas; son apenas potencialidades, necesitan ejercitación, precisan esfuerzo; esto es lo que muchos llaman una ontología política: ¿Cómo politizamos las ontologías ya existentes? Hay que incorporar esos saberes, esos sentires, esas formas de hablar común, esas expresiones populares y traerlas a mano como un ejercicio de reencantamiento del mundo. La poesía está en lo más profundo de los saberes populares, pero no nos damos cuenta de ello.

- Más que una exotización del saber popular, tan cara a los programas académicos, es una incorporación de estos a otros discursos….

- Todos los pueblos tenemos nuestras virtudes y nuestros horrores. Sin querer ocultar el horror, que también tiene un espacio para la poética, la parte numinosa de los pueblos también hay que traerla a cuento: quiero hablar de un poeta tzeltal que nombramos en el texto y que vive acá, en San Cristóbal, conocido como Xuno López, él trabaja en el centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, en medio de los procesos más espantosos de violaciones de derechos humanos en el estado ¿Qué hace Xuno? No niega el horror pero, a través de los elementos culturales propios de los pueblos que están en su lenguaje, intenta crear puentes semióticos para la reconciliación. Particularmente ha trabajado dos: recuperar el ch´ulel y el Ich´el-ta-muk. Ch´ulel es la energía vital que lo anima todo, y el Ich´el-ta-muk es el respeto de todo cuanto existe por ser depositario del ch´ulel. Xuno López hace un ejercicio de recuperación, resemantización y repoetización de estos conceptos, que, como decía antes, son elementos populares que están ahí, en el lenguaje de las comunidades. Pero ellos no actúan solos: se necesita de poetas que sean capaces de conectar con ellos y resignificarlos para que puedan volver a actuar.

- El habla cotidiana se convierte en un campo de batalla y el poeta se instituye en una suerte de consciencia de cómo se libra esa refriega.

- Pero el poeta no es sólo aquél que participa en festivales de poesía.

- De hecho, puede que en un festival de poesía no haya poesía.

- Probablemente, si por poesía en tiempos de penuria pensamos en la creación de un proceso de ich´el-ta-muk, es decir, de reconocimiento a la grandeza de todo cuanto existe. Los lenguajes poéticos, en realidad son plurales; hay veces que la poesía funciona en música, otras veces en pintura. Pensemos cómo generar un proceso de repoetización a través del mural en una escuela, ahí hay poesía, pero todo funciona a campo abierto y no en espacios cerrados. Nos figuramos una poética que está en lo más sensible de las comunidades, pero que curiosamente necesita de cierto oficio de personas dentro de la comunidad que sean capaces de traer esos componentes a mano.

- Y de nuevo aparece ese origen misterioso del poeta porque son esos seres sensibles los que la traen.

- Claro, no estamos hablando de una desaparición del autor sino de un acto poético que tiene responsable; la diferencia es que este acto implica un sujeto comunitario y colectivo, porque otro de los problemas de la poesía es ese hálito del poeta ensimismado, meditabundo, y no una poesía que se hace al aire libre con otros, una poesía que emerge en polifonía.

- Es como si el poeta fuera un precipitador de la poesía que hay en esos otros con los que se reúne; ese poeta puede decir “en mi versado” más que “en mis versos”, pues estos son elementos que se dan y se reciben, no que nacen de un ilusorio interior solipsista…

- La poesía, como la conocemos hoy, es también un influjo de la modernidad. No se piensa nunca en una poesía colectiva, y tampoco pensamos en poetas que sean detonadores. Cada uno de los poetas aparece como el principio y el fin.

- Como Whitman, Baudelaire, Vallejo o Neruda: en ellos hay algo en común y es que se los refiere como universos poéticos.

- Mi referencia, en cambio, es Xuno López: un tejedor de puentes.

- Fotos de Xhareni Díaz Lezama

Noguera de Echeverri, Ana Patricia; Giraldo, Omar Felipe. (2017) “¿Para qué poetas en Tiempos de extractivismo ambiental?” En: Alimonda, Héctor; Toro Pérez, Catalina; Facundo, Martín (2017) Ecología política latinoamericana: pensamiento crítico, diferencia latinoamericana y rearticulación epistémica. p. 69-92

Contacto:  moc.liamg@ravocse.epilefserdna

Temas: Comunicación y Educación, Extractivismo, Nuevos paradigmas

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