Resistencia frente a la energía del colonizador: la lucha por la autonomía de las comunidades indígenas de la región centro-oriental de India

Por WRM
Idioma Español
País Asia

“La gente tiene que pensar qué es lo que realmente quiere; no deben depositar su confianza únicamente en los programas o incentivos. Aquí no dependemos de la electricidad o la energía solar para el riego. Desde la época de nuestros ancestros, hemos contado con la lluvia y los ríos, y debemos reavivar esa conexión”, explica Sunita Paharia, habitante de las colinas de Rajmahal. En esta parte de la India, hay comunidades con una larga historia de resistencia contra la expropiación de sus territorios ancestrales, que están reconstruyendo su autonomía y su futuro.

En el mundo actual, la energía es el motor de la civilización. Sin embargo, la relación entre la energía y el desarrollo económico presenta una paradoja que subyace a muchas cuestiones sociopolíticas. La energía influye en las estructuras de poder existentes dentro de la sociedad, la política y la cultura, dictando quién produce, quién posee y también quién es marginado.

La energía no es simplemente una cuestión económica vinculada a la generación de electricidad, ni se limita a los sistemas de distribución para facilitar su consumo. Lo que importa es lo que la energía significa para una comunidad arraigada en determinado territorio, ya que está ligada intrínsecamente a su alimentación, sus medios de sustento, su salud y sus prácticas comunitarias, y a menudo a sus luchas por derechos, dignidad y autonomía. En este artículo examinamos los matices que existen dentro del contexto de India. 

Nos enfocamos en el territorio de bosques antiguos de las colinas de Rajmahal, que se elevan desde el río Ganges, así como sus valles y planicies más bajas, que se extienden por los estados de Jharkhand y Bengala Occidental en la región centro-oriental de la India. Esta zona es hogar de varias comunidades indígenas, como los Santal, Oraon y Pahariya. 

Estas comunidades tienen una larga y a menudo sangrienta historia de luchas por la tierra, los bosques y la naturaleza, que se remonta a la época precolonial (1).

Durante la época colonial, estas comunidades, habitantes de los bosques, siguieron luchando contra la invasión y el despojo perpetrados por las fuerzas coloniales a través de cambios ecológicos y demográficos. En 1765, la Compañía Británica de las Indias Orientales obtuvo los Diwani, o derechos de gobernanza, que marcaron el comienzo de la recaudación directa de ingresos de la región. Unos años más tarde, la Compañía introdujo un nuevo e infame sistema de tenencia llamado Asentamiento Permanente, que delegaba la autoridad y la recaudación de los ingresos de las tierras y bosques indígenas a una nueva clase recién creada de grandes terratenientes conocidos como los zamindar. Este sistema destruyó la ecología y la vida de las comunidades indígenas, mayormente agricultoras itinerantes, sustituyéndola por una agricultura sedentaria o “de asentamiento" (2). Sin embargo, el accidentado terreno boscoso de la zona montañosa alta de Rajmahal era gran parte inadecuado para tal expansión agrícola. En las colinas de Rajmahal, la comunidad aborigen Pahariya era seminómade y a menudo practicaba lo que se conoce localmente como jum (cultivo itinerante) (3). Era independiente y oponía resistencia al control externo. Para los gobernadores coloniales era extremadamente difícil dominarla, y a menudo tildaban a su población de criminales y bárbaros (4).

A comienzos del siglo XIX, para apaciguar la región, la administración británica designó un área llamada Damin-i-Koh para el asentamiento de los Santal. Estos Santal, migrantes de otros lugares de Jharkhand y Bengala Occidental, fueron llevados a Damin-i-Koh para talar bosques y convertirse en agricultores (5). Mientras creaban tensiones entre los Pahariya y los Santal, los colonizadores confinaron a la población en asentamientos, liberando a la vez sus territorios ancestrales para más actividades colonizadoras, como la agricultura a gran escala de la época. 

Después de la primera lucha por la independencia de India, en 1857, la presión sobre las tierras tribales se intensificó, ya que la expansión colonial continuaba a un ritmo acelerado. Incluso los asentamientos de los Santal fueron invadidos por los británicos.  La situación dio origen a levantamientos pequeños y grandes, y el Estado colonial intentó aplacar los disturbios con nuevas políticas. Introdujo varios cambios judiciales y administrativos, que proporcionaron a la población tribal sistemas de tenencia más seguros y protección contra el acaparamiento de tierras por personas no pertenecientes a las tribus (6). Además, el gobierno colonial declaró una parte importante de las tierras de la zona central y centro-oriental de la India como “territorios excluidos”, lo que significa, al menos en teoría, que el Estado no interferiría en los asuntos cotidianos y la vida diaria de las comunidades. 

A pesar de las reformas, la autonomía tribal siguió constantemente amenazada. El acaparamiento de tierras continuó, incluso después de la independencia de India en 1947. En nombre del “interés nacional”, se han construido enormes proyectos de infraestructura, industriales  y de energía, tales como grandes represas, centrales térmicas y actividades de minería, que han invadido bosques, tierras agrícolas y tierras comunales en todo el país. 

Tierras, energía y comunidad: la situación hoy en día

El Orden Mundial ha cambiado en el siglo XXI; sin embargo, en el territorio compartido de Jharkhand, Bengala y Bihar, la lucha ancestral de los pueblos tribales por la defensa de sus tierras y su vida contra las amenazas externas continúa. 

En el distrito de Godda, por ejemplo, los propietarios de tierras locales enfrentaron procesos penales cuando protestaron e iniciaron acciones judiciales contra su desplazamiento para la construcción de la central térmica de Godda. En 2016, el grupo empresario Adani solicitó que se aprobara esta central térmica de 1.600 MW. En 2017 se habían asegurado 917 acres (371 hectáreas), afectando a muchas aldeas, y en 2023 ya estaba funcionando la primera etapa con 800 MW. Este proyecto, el primero con categoría de Zona Económica Especial, tenía como objetivo exportar electricidad a Bangladesh. Sin embargo, ahora el Grupo Adani también tiene permitido vender la electricidad a nivel nacional (7).

En 2008, la policía disparó contra una protesta tribal pacífica en el distrito de Dumka que se manifestaba en contra de una central a carbón de 1.000 MW, de propiedad del grupo Sanjiv Goenka. Varias personas que participaban en la protesta terminaron heridas y otras fueron arrestadas (8).

En el distrito Birbhum de Bengala Occidental, que es una extensión del área de las colinas de Rajmahal, el proyecto de minería de carbón de Deocha-Pachami-Dewanganj-Harisingha, una iniciativa de 120.000 millones de rupias ($1.450 millones de dólares) que desplazará a casi 18.000 personas, ha desatado fuertes protestas. A pesar de las promesas de indemnización, los propietarios de tierras se niegan a reubicarse y exigen un trato justo. Desde 2019, las protestas encabezadas por comunidades tribales y locales han detenido la minería al revelar que los consejos autónomos de las aldeas de las comunidades tribales y dalit no fueron consultados durante los procesos de adquisición y rehabilitación de tierras (9) (10).

Mientras los proyectos se multiplican, aumentan las tensiones entre la destrucción ecológica y el despojo de la población. En este territorio en disputa, la promesa de desarrollo, que se nutre de la creciente demanda de energía, enfrenta fuerte resistencia de las comunidades locales, como es el caso de las comunidades de las colinas de Rajmahal (11).

Regeneración del territorio por las comunidades en las colinas de Rajmahal 

La comunidad Pahariya, junto con los Santal y otras comunidades tribales asentadas en la zona de las colinas de Rajmahal, dependen desde hace mucho tiempo de los manantiales naturales ubicados en las cimas de las colinas para satisfacer sus necesidades hídricas. Sin embargo, en los últimos años, la deforestación severa ha provocado que estos manantiales se sequen, generando una grave escasez de agua en la mayoría de las aldeas. 

Las comunidades han padecido los efectos perjudiciales de esto: “Debido a la gran escasez de agua y a la deforestación, las/os habitantes de las aldeas sufrían falta de alimentos y nutrición. Esta situación tan grave nos llevó a hacer algo con nuestro propio esfuerzo y nuestro trabajo”, dijo Subasini Soren, mujer indígena y activista de la zona. Y agregó: “No se trata sólo de los alimentos, lo más importante es ver cómo podemos proteger nuestras selvas y fuentes de agua, porque sin ellas no podemos sobrevivir”. Sunita Paharia, de la aldea de Bodopahar, dijo agitada: “La gente de afuera no entendería la gravedad del problema del agua. Tanto los árboles como las personas se estaban muriendo aquí”.

Para hacerle frente a la crisis en este contexto, en 2018 se puso en marcha una iniciativa colaborativa. Esta iniciativa, liderada por la organización local Jharkhand Vikas Parishad (JVP), comenzó en la aldea de Nipania. Con un fuerte apoyo de jóvenes voluntarias/os de JVP y de la juventud local, la población participó activamente en reuniones periódicas para garantizar una efectiva planificación participativa (12). Sunita describió: “Al principio no teníamos una idea muy amplia. De todas maneras, empezamos a reunir a la gente en el Gram Sabha, el consejo autónomo de la aldea. Luego aprobamos una resolución. Intentamos trabajar de forma tal que todas las personas de la comunidad se sientan parte y que podamos hacer realidad nuestra autonomía”.

Subasini agregó: “Las mujeres participaron mayoritariamente en todo el proceso. Efectivamente, desde lo más profundo, pudieron darse cuenta de lo que significa no tener agua. Decidieron que juntas traerían agua de fuentes lejanas para sus familias y animales domésticos: era su crisis en primer lugar, y llevaron a cabo cambios radicales”. 

Partha Dey, activista social de Bengala Occidental que ayuda a la comunidad en este asunto, también dijo: “Para empezar, toda la iniciativa es esencial para comprender el tipo de autonomía sociopolítica que se requiere para empoderar a las comunidades en temas como la energía y la alimentación, y tener en cuenta cómo esto se traduce en personas más comprometidas a nivel de base, que se sientan parte del trabajo”. 

Los esfuerzos de restauración del territorio se centraron en las áreas de la cima de la colina para mejorar la recarga de agua subterránea en los valles. Mediante la instalación de tuberías de agua desde manantiales lejanos, se proporcionó alivio inmediato y se  reavivó la esperanza entre la población. 

Damu Paharia, de la aldea de Bodopahar, dijo: “Cuando comenzamos a trabajar en una zona de recarga, la gente de otras aldeas se sintió inspirada. También convocaron una reunión del Gram Sabha para dar inicio a trabajos similares en otras zonas de recarga”. Junto con la zona de recarga de Sarunala, se tuvieron en consideración varios afluentes del río Bansloi. Eventualmente, la iniciativa se expandió a 75 aldeas de las comunidades Pahariya Santal. La población de las aldeas adoptó gradualmente métodos tradicionales de conservación del suelo y el agua, como muros de piedra, diques de contención, tapones de barrancos y estanques. 

Según Damu, en las aldeas de la zona baja del área de recarga, la gente también ha hecho más profundos los estanques y los cuerpos de agua existentes, y ha excavado nuevos lagos para preservar el agua de la zona alta durante cada monzón. Sujit Choudhury, geólogo e ingeniero con mucha experiencia, involucrado en los aspectos técnicos de las obras de restauración de la cuenca dijo: “Dividimos la zona de recarga del río Bansloi en microcuencas como la de Sarunala. La población de cada cuenca cuidó sus áreas locales. Este proceso popular asentado en las bases para cuidar la tierra y el agua fue la clave de todo este esfuerzo”. 

“Cuando los canales de agua comenzaron a llenarse y los campos se humedecieron ligeramente, iniciamos una campaña de cultivo de vegetales, frutales y otros árboles nativos. Además, empezamos a recolectar semillas, que las niñas y niños usaron para hacer bolas de semillas. Luego dispersaron estas bolas de semillas dentro de las áreas deforestadas cerca del límite del bosque tradicional. Después de la primera lluvia de la temporada, la localidad fue viendo cómo las semillas germinaban, y ahora esas plantas están creciendo”. Al describir esta transformación, Subasini se emocionó mucho.  

Sunita también dijo: “Ahora podemos sembrar más cultivos, podemos bañarnos como queramos y nuestro ganado también puede vivir cómodamente. Tenemos más arroz, maíz y daals (lentejas, garbanzos) en nuestros campos. Este fue un gran cambio para nosotras/os. Así, los esfuerzos sostenidos de la población ayudaron a restaurar gradualmente el ciclo hidrológico y el ecosistema local, mejorando la vida y los medios de sustento. Damu dijo: “Monitoreamos los canales de agua, los cuidamos, y no sólo eso, sino que también generamos conciencia en más personas a través de concentraciones y reuniones”. El liderazgo de jóvenes se convirtió en una fuerza impulsora, organizando eventos como reuniones de agricultoras/es, competencias de tiro con arco, partidos de fútbol y la popular concentración Jal Jatra (para generar conciencia sobre las cuencas). Su compromiso activo generó más atención, reforzando aún más la iniciativa. (13)

Nuevamente, Subasini explica: “Ahora la gente usa sus métodos tradicionales de rotación de cultivos. Cultivan Dhan (arroz), Til, Tisi, Sarsho (tres semillas oleaginosas), etc. Lo consumen y venden el excedente al haat (mercado local)”. 

Desarrollo impulsado por la energía versus lucha por la autonomía

Según Subasini, la aldea carece de suficiente electricidad y de otros servicios que a menudo consideramos como indicadores de desarrollo. Curiosamente, Jharkhand es el mayor productor de carbón de India (14). Según los registros de la Autoridad Central de Electricidad acerca de la capacidad instalada de los estados (provincias), Jharkhand tenía una capacidad instalada total de 4.556,42 MW en noviembre de 2021. De esto, la mayoría (4.250 MW) procede de fuentes térmicas, mientras que una parte menor, aproximadamente 300 MW, se genera a partir de fuentes no térmicas (15).

Partha expresa su angustia: “Por un lado, el gobierno promueve las plantaciones privadas, incluidas la  forestación por parte de empresas, en Jharkhand. Por el otro, construyen carreteras, edificaciones e incluso letrinas de hormigón para el desarrollo de la comunidad. Irónicamente, para la gente es difícil usar estas instalaciones en zonas sin aguas subterráneas u otras fuentes de agua. Además de grandes autopistas de cuatro carriles, se están construyendo grandes represas y las actividades de minería se están extendiendo. ¿Este “desarrollo” le sirve de algo a las comunidades locales? ¿De qué manera este desarrollo impulsado por la energía promueve una verdadera autonomía a nivel de base en la que las comunidades y sus bosques puedan sobrevivir?”

Mithilesh Kumar, un activista con gran experiencia que trabaja en el manejo comunitario de bosques y los derechos tribales en Jharkhand, explicó la compleja situación: “De las minas, el carbón va directamente a las centrales térmicas que generan electricidad, pero ¿quién se beneficia? Las zonas tribales de Jharkhand sufren este nexo; además, a menudo no tienen acceso a la electricidad. El desafío más grande es que la población padece la contaminación del agua potable y efectos negativos en la salud en todos los lugares donde se practica la minería a cielo abierto. El medioambiente también se degrada, y los animales salvajes se mudan a otros lugares. La gente se ve obligada a depender de la agricultura de monocultivo, no tiene acceso a los alimentos del bosque ni a la pesca debido a la desertización del lugar”.

Esto pone en discusión las cuestiones fundamentales de la alimentación, la nutrición y la salud, en el contexto de lo que significa la energía, o su producción acelerada, para una comunidad. Y la respuesta puede encontrarse en la voz de Subasini,  que enfatiza: “Ok, pero nosotras y nosotros aquí hemos creado todo lo que significa desarrollo para nosotras/os, las comunidades tribales –las Selvas, el Agua, la Comida y la Cultura— a partir de nuestro trabajo y amor”. Mithilesh también se hace eco de esto: “Pueden vivir sin electricidad, pero no sin su sonrisa y su satisfacción entrelazadas con su cultura y sus bosques: sin recuperar el bosque y el agua, la comunidad no sobrevivirá. En todo caso, los pueblos tribales luchan por su causa, que es la única forma de afirmar su autonomía sobre sus tierras y su sociedad”.

Damu está de acuerdo con lo que dice Sunita: “La gente tiene que pensar qué es lo que realmente quiere; no deben depositar su confianza únicamente en los programas o incentivos. Aquí no dependemos de la electricidad o la energía solar para el riego. Desde la época de nuestros ancestros, hemos contado con la lluvia y los ríos, y debemos reavivar esa conexión”. Tenemos que escuchar a la naturaleza. Nuestra agricultura depende de esta comprensión. Tenemos que reconstruir la aldea centrándonos en nuestra relación con la tierra, el agua y el aire. Estos elementos significan todo para nosotras/os y nos ayudan a cultivar nuestros alimentos y a vivir felices”.
 
Subasini continúa con voz firme: “Cuando visité recientemente los lugares de las minas vi que el carbón se extrae arrasando la selva y las tierras agrícolas con bulldozers, desplazando a las comunidades, no solo a la gente, sino también sus culturas e historias. ¡Y el Estado quiere convencernos de que la energía es para nuestro desarrollo! Pero nos engañan. Nos dan teléfonos móviles y otros dispositivos digitales para engañarnos sobre lo que necesitamos para sobrevivir en esta tierra”. Aquí, concluye, con la misma pregunta de siempre: “Esta energía que afecta tanto nuestras vidas, nuestros bosques, ¿para quién es? ¿Es para quienes pueden venderla para obtener ganancias y obligarnos a sumergirnos en un mundo digital y superficial de tontos?” 

Desde Jharkhand hasta el último rincón del planeta, las políticas agresivas de promoción de la minería para la generación de electricidad provocan el agotamiento de recursos naturales y amenazan la propia existencia de las comunidades. El ciclo continúa sin tener en cuenta la diversidad inherente a las comunidades, su historia cultural y su ecología. La historia de Rajmahal que presentamos brevemente aquí marca una ruptura en este ciclo; por un lado, rechaza el concepto colonial de energía al rechazar el extractivismo y el acaparamiento de tierras, mientras que por otro lado sitúa la energía en un espacio comunitario, vinculándola con la restauración de los bosques  y cuencas y la generación de alimentos. Para el territorio de las colinas de Rajmahal, fuertemente colonizado, lleno de cicatrices y saqueado durante tanto tiempo, esto ofrece otra visión de mundo: la de los bienes comunes, la autonomía sociopolítica y la democracia popular y de base.

Tithi Roy, de Calcuta, India.
Investigadora y activista independiente. Trabaja con comunidades de los bosques  de la zona subhimalaya del norte de Bengala

Referencias:

(1) Atravesando historias, ecologías y espacios distintos, los Pueblos Indígenas de India siguen defendiendo sus bosques, particularmente en la zona central y centro-oriental de la India, que comprende las provincias actuales de Bengala Occidental, Jharkhand, Odisha, Chhattisgarh, Madhya Pradesh y Maharashtra. Entre estas, Jharkhand se destaca por su historia de luchas por los bosques, que se remontan a la época precolonial cuando los reyes y caciques tribales lucharon ferozmente contra el formidable ejército mogol; en Ghosh, S, (2006). Reinventing Forest Commons. Documento de investigación sin publicar.
(2) Dutt, R. C, (2001). Economic History of India, Calcutta

(3) Hunter, W. W, (1868). Annals of rural Bengal (Reprinted 1996 ed.). Kolkata.

(4) Radhakrishna, M, (2001). Dishonoured By History: ‘Criminal Tribes’ and British Colonial Policy, Orient Longman, Hyderabad

(5) Damin-i-Koh comprende actualmente los distritos de Pakur, Godda, Dumka y Sahibganj de Jharkhand, adyacentes al distrito Birbhum de Bengala Occidental, Hunter, W. W. (1868). Annals of rural Bengal (Reimpresión 1996 ed.). Kolkata.

(6) En su momento, la situación llevó a levantamientos pequeños y grandes, y el Estado colonial intentó aplacar los disturbios con nuevas políticas. Bajo presión, la Corona británica introdujo varios cambios judiciales y administrativos, por ejemplo, la Ley de Tenencia de Chota Nagpur, de 1908, y el reconocimiento de sistemas consuetudinarios como el Mundari Khunt Katti, que proporcionaron a la población tribal sistemas de tenencia más seguros y protección contra el acaparamiento de tierras por personas no pertenecientes a las tribus; Ghosh, S. (2010). The struggle for Indian forests. South Asian Journal 28, Lahore

(7) Land Conflict Watch.   Jharkhand approves Adani’s thermal plant, and farmers allege it violates the LARR Act.

(8) Guha Thakurta, P.  Adani’s Godda coal-power plant and Bangladesh: Rule change on power exports benefits Modi’s ‘crony’. Adani Watch.

(9) Land Conflict Watch.  Jharkhand approves Adani’s thermal plant; farmers allege violation of LARR Act.

(10) NAPM & Sanhati (2008).  Reports on police firing in Dumka, Jharkhand: The site of a controversial power and dam project. Sanhati.

(11) Land Conflict Watch.  Tribespeople oppose land acquisition for the Deocha Pachami coal block in West Bengal.

(12) IRBMS.  Reviving water resources in the Paharia villages of Rajmahal Hills.

(13) Choudhury, S. (2023, August).  Youth empowerment in watershed management in Jharkhand, India. IUCN News and Events.

(14) Coal & Lignite Resource:  https://coal.gov.in/en/major-statistics/coal-reserves

(15) Times of India.  Despite 144 Coal Mines & 7 Plants, power crisis turns bad to worse in Jharkhand

Fuente: Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales (WRM)

Temas: Defensa de los derechos de los pueblos y comunidades, Saberes tradicionales

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