“Apostamos a construir una agenda de acción política conjunta por la soberanía alimentaria, la justicia global y el cambio de sistema”

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Mientras una flotilla plurinacional va camino a romper al bloqueo genocida en Gaza llevando ayuda humanitaria, entre el 6 y el 13 de septiembre en Sri Lanka se realizará el  3er Foro Global Nyéléni del que participarán centenares de personas de todo el mundo, protagonistas de las luchas por la soberanía alimentaria, la agroecología, contra la opresión racial, del movimiento feminista y de diversidades, por la salud de los pueblos, la justicia climática y los derechos humanos de los cinco continentes. Una enorme caja de resonancia de esa parte de la humanidad que apuesta a un mundo donde quepan muchos mundos, y que se dispone a construir una hoja de ruta y una agenda de articulación, propuesta y lucha para hacerlo realidad. Un impulso por la positiva frente a la reacción conservadora y ultra derechista que parece teñir el mundo en tiempos de enormes desafíos y crisis entrelazadas.

Sobre este proceso conversamos extensamente con el uruguayo Martín Drago, que coordina el programa de Soberanía Alimentaria de  Amigos de la Tierra Internacional, y es parte activa de la construcción de esta apuesta.

¿Qué es Nyéléni?

El nombre de Nyéléni viene de una agricultora que salvó del hambre a su comunidad en Mali. Una agricultora líder que ganó así su espacio en esa sociedad. Es un espacio físico, de reunión, donde se hace formación política de campesinos, campesinas y de movimientos sociales en Mali. Donde se realizó el  Foro por la Soberanía Alimentaria en 2007, y el  Foro por la Agroecología en 2015. También se hizo un foro global contra el acaparamiento de tierras en 2011. Entonces, es un espacio de construcción de movimiento, y también de proceso porque Nyéléni también es un proceso de construcción de acuerdos, y en eso se ha transformado casi en una metodología de cómo construir esos acuerdos, cuáles son los métodos, las dinámicas, los pasos, para construir esos procesos de acuerdos. Decimos que Nyéléni es espacio, es proceso, es metodología, y es mística.

Nyéléni es un proceso para construir una agenda de acción política conjunta por la soberanía alimentaria, la justicia global y el cambio de sistema. Nace del entendimiento de que no alcanza para construir la Soberanía Alimentaria seguir sólo bregando por la Soberanía Alimentaria, sino que es necesario articular esa lucha con otras; cualquier lucha contra la opresión, cualquier lucha contra la injusticia, los mismos tipos de injusticia y opresión que sufren los campesinos, los pueblos indígenas por el agronegocio; cualquier lucha por transformar la realidad, por construir derechos populares, por construir justicia, por una democracia participativa en los territorios, debería ser una lucha también de la soberanía alimentaria porque en la medida que no existan esas cosas va a ser imposible construir la soberanía alimentaria. Desde ahí el movimiento por la soberanía alimentaria convoca a otras luchas que entendemos son necesarias para tener una agenda más amplia.

Por ejemplo ¿cuáles son esos movimientos?

El movimiento por la economía social y solidaria; el movimiento por la salud de los pueblos; los sindicatos como un actor central para una disputa de clase en el mundo rural, pero también en el mundo urbano, que es un poco una pata floja del movimiento por la soberanía alimentaria. El movimiento por la justicia climática, el movimiento feminista popular. En el entendido de que lo que necesitamos es responder a esas crisis estructurales. También el movimiento contra la deuda; los movimientos de inmigrantes con quienes no hemos podido todavía accionar pero claramente son centrales.

¿Y qué es lo que se busca construir? ¿Un nuevo movimiento mundial, una articulación global?

Con ellos empezamos a ver desde dónde partimos, dónde están los acuerdos básicos. El movimiento por la soberanía alimentaria tiene su propuesta, sus principios, las pone en consideración, el resto las acepta y les agrega sus elementos. El proceso es ambicioso, lo que intenta construir es una agenda integral para intentar disputar la esfera económica, disputar la democracia, defender la democracia, no la democracia liberal burguesa, pero sí una democracia participativa con soberanía de los pueblos sobre su territorio. También la agenda por la justicia climática, la agenda por obviamente la dimensión por la soberanía alimentaria y la salud de los pueblos, en fin, una agenda que intenta ser amplia desde lo que hemos podido construir hasta ahora, a la que seguro le va a faltar dialogar con otras múltiples luchas, pero que entendemos que va a ser un acuerdo que nos va a permitir dialogar con muchos más sectores.

Es un documento vivo. Esa agenda de acción política que se acuerde en este foro, va a ser un momento para seguir dialogando, para seguir entendiendo dónde están los matices, inclusive las diferencias. No es un documento que solo se quede en el qué nos gustaría hacer juntos, sino en cómo hacemos el mundo que queremos o qué significa una transformación del sistema, cómo lo vamos a hacer juntos. Entonces, cuáles son las líneas de acción estratégica que vamos a intentar implementar conjuntamente. Y tener desde la formación política conjunta a la comunicación popular conjunta; la incidencia para las políticas públicas de manera transformadora, por proyectos transformadores, promoviendo no solo la propuesta, sino la forma de toma de decisiones. Y la movilización, por supuesto, que es central para articular de manera organizada la implementación de esa agenda.

Un proceso que integra eso que queremos, eso que estamos haciendo, en dos grandes niveles: con organizaciones globales de esos sectores que mencioné, la Vía Campesina, Pueblos Indígenas, y los sectores que mencioné antes; pero también procesos regionales, en los que están esos mismos sectores pero mucho más cerca de los territorios, con diálogos más cercanos y con más cosas en común. Entonces el proceso pretende que esos procesos regionales, una vez que tengamos esa agenda global común, la aterricen en sus regiones como ellos entiendan que hay que aterrizarlo, con la realidad de la región, las capacidades, las posibilidades, y los grados de articulación que lo permitan.

Esta apuesta de afrontar la policrisis sistémica, existencial, civilizatoria en la que está la humanidad, se da en un contexto de avance de las ultra derechas, de los sectores más conservadores y las corporaciones ¿Cómo caracterizan este tiempo?

Vos planteaste algunas de las grandes líneas en términos del avance conservador o fascista, el avance de esa reacción contra cualquier avance que se haya tenido en materia de derechos de los pueblos en general, de las mujeres, de las diversidades, de los campesinos, de los trabajadores y trabajadoras. Es una fuerza potente y está marcando el tiempo ¿no? Además hoy se sirve de herramientas que no tenía antes para la construcción de hegemonía; con un capitalismo que está mucho más concentrado. Es un momento bastante jodido porque la ofensiva es dura, no se los voy a decir a ustedes acá en Argentina, donde avanzan sin ningún prurito.

Son muchos los carriles por los que el capital avanza desbocado. En el control de la agricultura con la digitalización y la financiarización, pero también avanza en la digitalización de la vida en general, toda la cuestión de la expansión de las plataformas, de la economía de plataformas, como la tercerización y precarización del trabajo, la mediación de estos medios de comunicación o plataforma comunicativas, la digitalización en las relaciones interpersonales que cada vez nos aleja más y genera más individualismo. Entonces, tenés la concentración masiva de poder que es cada vez más voraz; y el avance sobre los territorios, sobre la gente, sobre quienes defienden sus derechos es feroz en muchos lugares del mundo.

El creciente armamentismo y el discurso de la guerra es también muy alarmante ni hablar del genocidio israelí en Palestina, transmitido en vivo y en directo, desbocados, sin ningún control, y la incapacidad del sistema multilateral de lidiar con el poder real. Los tipos pasan todas las fronteras, los crímenes de guerra son judicializados, se les inicia proceso en la Corte Penal Internacional y se mueven por el mundo como si no pasara nada.

Entonces el momento sí es bien jodido, pero también es importante que esto no nos agobie y nos impida movernos, algo tenés que hacer, y los pueblos hacen un montón de cosas. La gente organizada en los territorios hace millones de cosas, desde la resistencia concreta a proyectos hasta organizarse para producir, generar mejores condiciones de vida, la construcción de solidaridad. Es un momento en el que necesitamos recuperar la mística de que necesitamos y podemos hacer algo. ¿Que es difícil? Sí.

De alguna forma este proceso también intenta construir desde ahí, reconociendo cuál es el contexto, cuáles son las cosas que nosotros tendríamos que hacer para transformar la realidad en este contexto, para transformar el sistema en este contexto, y cómo lo haríamos, pero además eso de intentar recuperar la mística a partir del proceso colectivo de construir el “sí podemos”.

¿Por qué Sri Lanka?

El foro primero se iba a hacer en India, por dos razones básicamente. Una, porque entendíamos que este proceso tenía que ayudarnos a fortalecer a la región de Asia Pacífico, que es una región que tiene muchísima diversidad y muchísimo trabajo, con movimientos populares, campesinos, indígenas muy potentes, pero que por ser tan grande y tan diversa, compleja su articulación. Entendimos que estaba bueno que el foro fuera ahí para apoyar también el proceso regional. Eso fue en 2022 creo.

Lo otro importante fue que en India el año anterior se había dado toda la movilización de los campesinos para tirar las tres leyes de Modi que afectaban la agricultura campesina familiar. Estuvieron no sé cuántos meses en la calle hasta que tiraron las leyes. Después por las propias condiciones del avance del gobierno de Modi y las restricciones hacia las organizaciones sociales, estaba siendo muy difícil organizar un proceso, una reunión con quinientas personas de muchas partes del mundo. Entonces, se evaluó pensamos en Sri Lanka, que queda enfrente, y en Sri Lanka, justo antes de que tomáramos la definición de mudarnos, y ante la crisis neoliberal tremenda que estaban viviendo, la que nosotros vimos en los ochenta y en los dos mil, la están viendo con muchas cosas de lo moderno, del cambio de deuda por naturaleza, de montones de cosas, con un nuevo gobierno de corte popular, definimos movernos para ahí.

Será una reunión de probablemente 500 o 600 personas, que viajan a un lugar del mundo, recóndito para la mayoría de ellas, con discusiones de varios días y donde es difícil disponer no solo de los recursos para llegar sino de tener el tiempo para estar. ¿Cómo están pensando que este esfuerzo, que en este contexto es súper valorable y necesario, llegue a los territorios? ¿Cómo “baja” a la vida cotidiana de millones y millones en todo el mundo?

Yo lo plantearía al revés ¿cómo sube? Porque la agenda que se está acordando no viene de arriba a abajo, sino que viene de abajo para arriba. Entonces, el desafío es articular esa diversidad que llega, esa diversidad de los contextos regionales, esa diversidad de narrativas, propuestas, análisis; las formas de los distintos sectores, las distintas organizaciones, y con eso intentar hacer síntesis.

Lo que intenta sacar Nyéléni es una síntesis de lo que aportan las regiones y lo global. No es un esfuerzo de decir “¿cómo hacemos dialogar algo que se nos ocurrió a nosotros?” sino al revés. El desafío es ese, cómo construir una agenda global común basada en esa diversidad, pero que dialogue con esa diversidad ¿cómo hacés que se dialogue y que todo el mundo se sienta identificado? Que diga, “esto es mío”, somos parte de esta construcción y vamos a ser parte de la implementación. En eso es fundamental respetar el proceso, que vayas a la velocidad que te permita que lleguemos todos más o menos en el mismo lugar, y que todas las organizaciones asuman que esa es una agenda propia a implementar de manera colectiva. No es un proceso que viene a reemplazar nada, sino que quiere es articular, ser más fuertes porque de a uno nos están pasando por arriba.

Es una agenda amplia. Por ejemplo todo el avance del feminismo en algunas partes del mundo, pero al momento toda la reacción que hay contra el avance del feminismo en buena parte del mundo y que lo viven las organizaciones en los territorios. Para mí es un valor agregado que tiene la participación de estos espacios, globales o regionales, es que te permiten alejarte un poquito de tu territorio para mirar tu territorio desde otro lugar, y también que esas miradas dialoguen.

Una de las regiones en el proceso es el Pacífico que es un mundo en sí mismo, con un montón de subregiones adentro y muchas lenguas como para darte una idea de los desafíos de este proceso, donde además apostamos a lograr un documento común. Una región que, en dos o tres meses procesó comentarios de diversos sectores, países, organizaciones a un documento, es re complejo pero te asegura que estás dialogando. Entonces, el documento no tiene nada que no haya vendido de alguna de las consultas, nada. Nada que no vengan de ahí, de las notas, los insumos, entra.

Entonces, todo eso hace que no sea el “cómo baja” me parece. Hace que es el “cómo dialoga” por lo menos. El sube o baja, no es una lógica que lo explica mejor. Es una cosa que tiene más horizontalidad digamos. De lo global con lo territorial, y cómo lo llevas de un lado para el otro. Entonces saltar esa lógica de arriba hacia abajo ha sido siempre un objetivo, una preocupación permanente ¿no? Y en esto es clave lo metodológico también contra el colonialismo epistémico: Esta lógica de que “las cosas se hacen así”… así las harás vos, nosotros no discutimos así. ¿Cómo construimos un acuerdo en eso? ¿Cómo te vas preocupando de no dejar a nadie atrás, de construir formas para dialogar, para construir acuerdos que no pierdan eso? En cómo construir el documento y para construir los acuerdos políticos.

Para cerrar ¿qué te dejaría tranquilo de este camino tan trabajoso? A vos personalmente y a la organización de la que sos parte claro.

Tener la mejor agenda de acción política conjunta que se pueda. Hemos puesto muchísimo trabajo de voluntad política en esto como organización. El proceso está siendo muy participativo, participa mucha gente, pero me parece que lo fundamental es, pues si vos te marcaste el objetivo de construir una agenda, una plataforma, un programa de acción política conjunta, a partir del máximo común denominador. Ya lo que hay es muchísimo. Y después seguir y lograr que la barra que llego hasta acá siga junta y sumando. Salir con un buen documento acordado por todo el mundo, con la mística de que está acordado por representantes de los pueblos de todos lados del planeta, un foro en 16 lenguas, donde cada uno trajo lo suyo, participó, y eso que sale llevarlo a sus organizaciones y a implementarlo, pero además a hacer cosas juntos y en un año ver cuánto avanzamos y qué sectores nuevos sumamos y qué procesos generamos con otros sectores a partir de esta agenda para seguirla enriqueciendo porque es un documento vivo. Es un montón.

Esta entrevista forma parte de la cobertura colaborativa de la Agencia Tierra Viva y Huerquen Comunicación del Seminario “El Futuro de Nuestro Alimento” realizado en Buenos Aires el 13 y 14 de junio de este año y organizado por la Oficina Cono Sur de la Fundación Rosa Luxemburgo (FRL) junto al Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), el Movimiento Nacional Campesino e Indígena – Somos Tierra (MNCI-ST) y el Grupo ETC.

Fuente: Huerquen

Temas: Agroecología, Crisis capitalista / Alternativas de los pueblos, Formación, Soberanía alimentaria

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