Ecuador: Sani Isla, una comunidad indígena en medio de la guerra por el Oro Negro

Idioma Español
País Ecuador

Sani Isla es una comunidad Kichwa asentada en las riveras del río Napo, su territorio se encuentra entre la Reserva Faunística Cuyabeno y el Parque Nacional Yasuní, de hecho una pequeña parte de las 37.000 hectáreas que conforman la comunidad se encuentra dentro del Parque Nacional.

“Sani Lodge” es una apuesta por el turismo comunitario, que demuestra a la sociedad que es posible pensar en un modelo post-petrolero. Este resort es reconocido nacional e internacionalmente por su visión y está ubicado en el corazón de la amazonía. Brinda a sus visitantes comodidad y tranquilidad.

Sin embargo, en la amazonía del Ecuador la oscura historia del petróleo es una mancha bien conocida por la mayoría. Las primeras afectaciones se dieron con las concesiones a partir de la década del 60 a la transnacional TEXACO hoy Chevron, y posteriormente a empresas como Repsol, Agip, la estatal CEPE actual Petroecuador EP y otras, las que en el transcurso del tiempo recibieron miles de hectáreas de territorio amazónico para la exploración y explotación petrolera.

Desde que se inició la era petrolera, las poblaciones amazónicas han tenido que enfrentar los múltiples efectos generados por esta industria, tanto en su salud, sus sistemas productivos y su tejido social.

Desde el inicio de esta actividad extractiva, el país ha visto desaparecer dos pueblos indígenas, los Tetetes y los Sansahuaris, sin embargo han sido pocas las políticas públicas que respeten y cumplan con los derechos de los pueblos y nacionalidades de esta región del país; y como consecuencia de este inadecuado manejo, hoy vemos cómo la contaminación generada por la compañía TEXACO continúa cobrando víctimas inocentes.

Los últimos oasis de la Amazonía

Centenas de pueblos indígenas asentados en las riveras de los ríos amazónicos han sido víctimas de los ofrecimientos demagógicos de parte de las empresas petroleras en su deseo de ingresar a sus territorios para explotar el ansiado “oro negro”. Dádivas tangibles y ridículas como canchas de fútbol, sacos de arroz y azúcar, balones y por supuesto alcohol han sido en su oportunidad documentadas y forman parte de la oscura historia petrolera del país. Regalos que no ha servido más que para ese momento, sin remediar las verdaderas necesidades de las comunidades como es el acceso a la educación, rescate y respeto de la cultura, cuidado de la salud y unidad de la población.

Sani Isla es una comunidad Kichwa asentada en la rivera del Río Napo, Bloque 12 -otrora Bloque 15- (en los mapas delMAPA BLOQUES yasuni copia Ministerio de Recursos Naturales No Renovables del Ecuador). Esta comunidad ahora está rodeada por los campos petroleros Pañacocha, Edén Yuturi y Limoncocha. Este bloque fue operado por la transnacional petrolera Occidental hasta el 15 de Mayo del 2006, cuando el Estado ecuatoriano declaró la caducidad del contrato con esa empresa por haber transferido el 40% de sus acciones a la canadiense Encana sin autorización de las autoridades gubernamentales, generando un posible perjuicio al país. A partir de esta fecha los campos petroleros operados por Occidental pasaron a manos de la Estatal Petroamazonas.

La pesadilla de la exploración

Entre el 2000 y 2002 Occidental llevó a cabo la exploración petrolera en los alrededores de la comunidad de Sani Isla, causando serios problemas internos en la comunidad. Por un lado, algunos dirigentes locales denuncian que la comunidad sufrió una profunda división entre aquellos que sí querían la exploración y explotación petrolera y quienes deseaban mantener un estilo de vida tranquilo de acuerdo a sus costumbres ancestrales.

Alexandra Almeida experta en temas petroleros y miembro de Acción Ecológica, indica que todo proceso de exploración petrolera genera impactos ambientales locales y en los poblados cercanos. Para dicha fase de la actividad hidrocarburífera las empresas utilizan explosivos como la pentolita, que luego de ser enterrada a veinte metros bajo tierra, es detonada, generando infinidad de problemas, entre estos:

Primero: Aleja a las especies vivientes de la zona intervenida, lo que afecta directamente a las comunidades cercanas que dependen de la cacería para subsistir y genera un déficit proteínico en las personas.

Segundo: No se respeta la reglamentación sobre cómo debe realizarse la detonación, en ocasiones ésta se realiza a dos o tres metros de las riveras de ríos y lagunas y otras fuentes de agua. Judith Kimerling, calculó que con cada detonación producida en las riveras de los ríos, mueren aproximadamente 500 peces.

Tercero: La exploración petrolera es la puerta de ingreso a los demás procesos de explotación, esto es: la apertura de trochas para el paso de maquinaria, levantamiento de plataformas, perforación de pozos, derrames petroleros y de agua tóxica.

Estos son apenas los impactos de las actividades sísmicas, sin embargo en las actividades subsiguientes hay impactos aún mayores.

Pese a que Occidental entre los años 2000 y 2002 realizó la exploración sísmica en los alrededores de la comunidad de Sani Isla, los resultados de este proceso nunca fueron oficialmente publicados, no es claro si por falta de voluntad política de las autoridades de turno, o simple inoperancia burocrática.

Petroamazonas, el “nuevo y viejo conocido”

Dentro de la comunidad de Sani Isla se sabe que Occidental no encontró “yacimientos comerciales” y que por tanto decidió no continuar con los demás procesos de explotación petrolera. Sin embargo, en el año 2009 Petroamazonas inició un nuevo intento de exploración dentro de la comunidad; el propósito, según indican los dirigentes comunitarios, fue complementar los estudios realizados años antes por Occidental.

Ante esas pretensiones el sábado 9 de mayo del 2009 la comunidad de Sani Isla en una asamblea general convocada por los dirigentes locales decidió rechazar cualquier actividad petrolera dentro de su territorio; y para efectos posteriores la resolución de la reunión fue notariada el 14 de mayo del mismo año, en la notaría Trigésima Primera del Distrito Metropolitano de Quito, ante la Dra Mariela Pozo Acosta. En el documento consta como una de las resoluciones “rechazar unánimemente las pretensiones de la compañía petrolera Petroamazonas de realizar exploración sísmica 3D dentro de nuestro territorio”; también denuncian que la empresa constantemente ha mantenido “actitudes de acoso (…) con la intención de hacernos firmar un convenio que es completamente inconstitucional y que viola nuestros derechos”.

El 13 de marzo del mismo año el Gerente General de Petroamazonas Ec. Wilson Pástor Morris, trató de llegar a un acuerdo con los dirigentes de Sani Isla mediante la firma de un “convenio de indemnización”, en el que pretendían acceder al territorio comunitario para iniciar los procesos de exploración 3D en la zona, acuerdo oficial en el que la empresa se comprometía a pagar la cantidad de USD 40 por cada hectárea afectada a la comunidad.PRG 0938

Ese mismo año Acción Ecológica cuestionó el “convenio” ofertado por Pástor, haciendo una serie de observaciones legales y constitucionales. La organización señala entre otras cosas que: “…el convenio es inconstitucional pues no garantiza la participación comunitaria en la elaboración del documento sino únicamente el momento de su firma; la cláusula 3.1 impide a la comunidad realizar cualquier tipo de acto de protesta o rechazo al proyecto, lo que resulta incompatible con la Constitución puesto que en ella, se reconoce el Derecho a la Protesta”. La organización añade que la cláusula 3.2 “obliga a la comunidad a varias cosas, entre ellas realizar un censo que no habría sido ordenado por mandato legal, lo que supone una violación constitucional pues ésta garantiza la protección de datos de carácter personal, además supone la aceptación de la indemnización aún antes de que se realice la exploración”, “Tasar el valor de la indemnización previamente constituye una medida ficticia, ajena a las condiciones reales del daño causado. Esto contraría el concepto de Reparación Integral que la Constitución contempla para los daños ambientales…”

Los autores del presente reportaje requirieron de la estatal Petroamazonas EP y su Gerente General Ing. Oswaldo Madrid, su posición respecto a este tema que al parecer sigue vigente en los planes oficiales de la estatal, igualmente se hizo una petición para poder acceder al convenio que actualmente la empresa busca firmar con la comunidad de Sani Isla, sin embargo hasta la fecha de esta publicación la petición no ha sido respondida.

La comunidad del millón de voces

Sani Isla ha logrado reunir la voz de la comunidad internacional en una petición clara dirigida al Presidente del Ecuador Ec. Rafael Correa Delgado, para que frene la exploración dentro del territorio de la comunidad y simultáneamente que detenga la décimo primera ronda de licitación petrolera, oficialmente convocada desde diciembre del 2012.

Laura Rico, vocera de la organización internacional AVAAZ en una rueda de prensa el pasado 4 de febrero, solicitaba a la comunidad internacional no detener la avalancha de firmas, pues la amazonía del Ecuador tiene otras riquezas más allá del petróleo y los pobladores de estas zonas tienen grandes ideas para su convervación. La petición hoy ha superado el millón de firmas.

Mónica Chuji, vicepresidenta de las nacionalidades indígenas de la Amazonía del Ecuador (CONFENIAE), recalca que el legado de la explotación petrolera para los indígenas se puede resumir en tres palabras: división, pobreza y contaminación.

Patricio Jipa, dirigente de esta comunidad señala que han recibido numerosas y variadas ofertas para permitir la exploración y explotación dentro de su territorio, pero asegura que la decisión es unánime: No permitirán el ingreso de Petroamazonas u otra empresa petrolera a su territorio.

Fuente: Tengatai

Temas: Petróleo, Pueblos indígenas

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