João Pedro Stédile: "La producción de alimentos saludables tiene que ser un interés de todo el pueblo"
El coordinador del Movimiento de Trabajadores Sin Tierra (MST), que participó de la última cumbre del BRICS, analiza la crisis de la gobernanza global y plantea la necesidad de "una economía popular para enfrentar al imperialismo". En ese tono, analiza los alcances de logros locales como el Programa de Reducción de Agrotóxicos y desacredita la COP 30 en Brasil, acaparada por las empresas. "Depende del pueblo", resume sobre el futuro.
João Pedro Stédile es coordinador del Movimiento de Trabajadores Sin Tierra (MST), la mayor organización campesina de América Latina, con cuatro décadas de recorrido por la reforma agraria, y ofició como consejero civil del Consejo Popular en la XVII Cumbre de los Brics, que se realizó en Rio de Janeiro a principios de julio. Desde allí, en entrevista con Tierra Viva, destacó la necesidad de concientizar a los pueblos para incidir en las decisiones de los gobiernos y generar cambios significativos para la población en medio de las fuertes tensiones geopolíticas actuales. “Los campesinos de toda América Latina están sufriendo mucho la crisis capitalista”, asegura João Pedro Stédile cuando es consultado sobre las deudas que los gobiernos progresistas de América Latina tienen con las comunidades de la región.
La voz de los movimientos populares y de la sociedad civil en los BRICS
El bloque de los BRICS hace más de una década que se articula en pos de la promoción de la cooperación y del multilateralismo, por mencionar sólo dos de los ejes fundamentales de los países que se autodenominan del Sur Global y que hacen de contrapeso al G20 y al G7. En medio de la fuerte crisis geopolítica mundial y durante la presidencia pro témpore brasileña, a cargo de Luiz Inácio Lula da Silva, el bloque se amplió: pasó de cinco a once miembros permanentes (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica, Arabia Saudita, Egipto, Emiratos Árabes, Etiopía, Indonesia e Irán) más otros nueve socios (Bielorrusia, Bolivia, Kazajistán, Cuba, Malasia, Nigeria, Tailandia, Uganda y Uzbekistán).
En el nuevo periodo, que inició el 1° de enero de 2025, se institucionalizó la participación de la sociedad civil y de los movimientos populares con la creación del Consejo Popular de los Brics. La iniciativa fue hecha por Rusia, el año pasado, y desde entonces comenzó a ponerse en práctica con Stédile y el MST al frente de su organización. Lo conforman 120 organizaciones de la sociedad civil y 200 personas responsables de la producción de los documentos iniciales, que elaboraron propuestas que se salen de la agenda de los gobiernos. Entre ellas, el reclamo para que se “levante el veto” que Brasil le impuso a Venezuela para su ingreso y el reclamo para concretar la mentada iniciativa ruso-china de desdolarizar los intercambios comerciales.

Foto: Rafael Lima / BRICS Brasil
“El gobierno brasileño —en la presidencia del Brics— no avanzó tanto en el debate de desdolarizar porque hay diferencias internas, pero las organizaciones populares queremos construir una nueva moneda internacional. No es cambiar el dólar por el yuan. Lo que tenemos que discutir es cuál sería el mecanismo para construir una moneda internacional, que no necesariamente precisa ser impresa, pero que regule las relaciones económicas, comerciales y financieras de los países”, explicó Stédile.
El trabajo en el Consejo Popular continuará dividido en siete ejes: salud pública, educación, crisis ambiental y alternativas para el desarrollo sustentable centrado en las personas del sur global, cultura y arte, finanzas, inteligencia artificial y economía, y soberanía digital y gobernanza. Según explicó Stédile, en cada país habrá una articulación popular con delegados y para seguir profundizando este proceso está previsto un encuentro de tres días en Salvador de Bahia para fin de año. Además, se solicitó consolidarlo de manera formal como una secretaria, con recursos propios que le dé vida permanente.
“Nosotros debatimos los temas que son urgentes y necesarios para que tengamos, más allá de una coordinación gubernamental, una coordinación popular para enfrentar los problemas que tiene la gente y encontrar soluciones colectivamente entre todos los países que pertenecemos a los BRICS”, valoró Stédile, que está convencido de que esta participación no sólo es histórica sino necesaria, más allá de las críticas que él mismo mantiene sobre la gestión del Partido de los Trabajadores (PT) como “incompetente” en el avance de la reforma agraria y el proceso de transición a la agroecología, que permita empezar a dejar de lado el uso de agrotóxicos.

Foto: Priscila Ramos / MST
La crisis de todos los modelos en América Latina
En su lectura geopolítica, Stédile entiende que la crisis global, que tiene al frente al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, intentando instaurar nuevamente un régimen unipolar, golpea a tres propuestas que aparecieron a lo largo de las últimas décadas en América Latina: al capitalismo —liderado por la iniciativa norteamericana del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA)—, al neodesarrollismo —liderado por los mandatos pestistas y kirchneristas, en Brasil y Argentina— y a la propuesta del Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América ( ALBA), que “plantea una economía popular desde América Latina para enfrentar al imperialismo”. Esos tres proyectos encuentran un fuerte freno en la actualidad en una crisis que entiende que no es cíclica, sino “de sistema”.
“El sistema acumula capital, pero no puede organizar la producción ni bienes para la necesidad de la población”, sostuvo durante su intervención en la mesa "Los BRICS y América Latina", lo que genera desigualdades entre Occidente y el Sur Global. Sobre todo, a través de una estrategia que se lleva adelante en dos frentes: la acumulación a partir de la explotación de bienes naturales y una ofensiva a través de las guerras. En ese sentido, Stédile destaca la necesidad de organización y llamado a la concientización de los pueblos para enfrentar al imperialismo.
—¿Cuáles son las deudas de los gobiernos progresistas de América Latina en relación con los derechos de los campesinos?
—Los campesinos de América Latina están sufriendo mucho la crisis capitalista, la crisis de proyecto, porque no se consigue desarrollar políticas de soberanía alimentaria, o sea, estimular la producción de alimentos por parte del propio pueblo. No se consigue hacer una reforma agraria, sin tener un proyecto de país. La solución de los problemas del campo no son locales o individuales. Para resolver los problemas de los pobres del campo es necesario tener un proyecto de país y como los países están en crisis, con una ausencia de proyecto, eso dificulta y retarda la posibilidad de tener programas y políticas públicas para resolver los problemas del campo. Y, del otro lado, los problemas del campo ya no son más del campo en sí mismo. No es como en el tiempo de Emiliano Zapata, “tierra para quien la trabaja” y de ahí resolver el problema de los sin tierra. Cuando hablamos de soberanía alimentaria, la idea es producir alimentos sanos para todo el pueblo. La producción de alimentos saludables tiene que ser un interés de todo el pueblo, no sólo de los campesinos.
—¿Qué tarea tienen las organizaciones campesinas para impulsar estas políticas que deben involucrar a toda la sociedad?
—A los campesinos les cabe la función de tener condiciones para producir. En el mismo sentido, los campesinos se tienen que transformar en cuidadores de la naturaleza, de los árboles, del agua. ¿Quién se va a beneficiar del cuidado de la naturaleza? Toda la sociedad. Porque todo el mundo está enfrentando los cambios climáticos, pero ¿los campesinos están conscientes de ese papel que tienen que desarrollar? Ese papel es de los movimientos. Son los movimientos, el intelectual colectivo de los campesinos. Entonces, nuestro trabajo es ese, intentar concientizarlos, formar políticamente, educar, hacer debates para comenzar a cambiar las prácticas, como por ejemplo, para salir de los agrotóxicos. Es un largo tiempo de concientización y trabajo. Ahora, si los gobiernos en toda América Latina adhieren a ese proyecto, es más fácil, porque los gobiernos son los que tienen el poder público, las políticas públicas, incluso para la concientización de las masas.

Foto: Rafael Lima / BRICS Brasil
—Ustedes forman parte del Consejo Popular del Brics, ¿cree que los campesinos de la región tienen real posibilidad de incidir en las políticas?
—El primer paso es concientizar y tener en claro qué es lo que queremos. ¿Cómo incidimos en nuestros gobiernos? Sólo con la lucha de masas. Nosotros tenemos que estimular a los campesinos a luchar. Es con lucha que vamos a conquistar los cambios que son necesarios.
—Desde el Consejo también insistieron en la necesidad de que los BRICS impulsen el cambio de monedas para los intercambios comerciales entre los países. ¿Cómo imagina que debe llevarse adelante esa iniciativa?
—En el inicio puede ser una moneda que sólo se utilice entre los países de los BRICS. En la medida que ella vaya construyendo su propia referencia, algún otro país que no esté en los BRICS pero que no quiere usar el dólar, también podría pasar a relacionarse con el bloque con esa moneda. Ahora que el gobierno de Trump empezó a hablar sobre la imposición de tasas, cómo los países van a tener soberanía para resistir a esa presión será un tema de los gobiernos. Porque ellos van a tener que tener el coraje de enfrentar a Estados Unidos. En el inicio, los BRICS tenían una influencia pequeña, pero a medida que la crisis se fue agravando, tanto la crisis capitalista como de gobernanza mundial, ese espacio fue ganando más importancia y se transformó en una articulación anti-imperialista. Más allá de las resistencias dentro del bloque, como India o Arabia Saudita, la característica de los BRICS no depende de la voluntad de cada gobierno.

Foto: Rafael Lima / BRICS Brasil
La organización del poder popular frente a gobiernos y empresas
—Al mismo tiempo que iniciaban las actividades de cara a la Cumbre de Río de Janeiro, el Gobierno de Brasil instituyó el Programa Nacional de Reducción de Uso de Agrotóxicos, que como mencionó es una de las grandes luchas del MST, ¿Cuáles son los desafíos de esta iniciativa?
—Los gobiernos siempre usan más la retórica y la propaganda antes que programas en su contra. Entonces, es claro que para nosotros es positivo tener un decreto que termina que la agricultura brasileña debería migrar del agrotóxico para otra forma de producción, pero al mismo tiempo, dentro del gobierno hay fuerzas del agronegocio y de las empresas de agrotóxicos, que van a continuar librando su propia batalla. En el Congreso es peor todavía, con la presencia de la bancada ruralista, y en el Poder Judicial, también. Entonces, es una lucha de clase permanente, donde no sólo el gobierno debe involucrarse, no sólo los campesinos, sino el conjunto de la sociedad.
—¿Qué es lo que espera de ahora en adelante en lo que queda de este tercer gobierno de Lula?
—Depende del pueblo. El gobierno depende del pueblo inclusive.
—En noviembre, se llevará adelante la COP 30, en Belém do Pará, ¿cuáles son las expectativas para ese encuentro?
—Desde el MST somos incrédulos de la COP30. Es una farsa. Allá se van a juntar todos los países ricos del mundo, son ellos los que tienen la hegemonía, van a hacer discursos, van a usar la retórica, pero en concreto nada va a cambiar. En el fondo, el cambio climático es causado por los crímenes ambientales cometidos por las empresas y no hay gobierno en el mundo que consiga controlar eso, porque, en la mayoría de los países, las empresas tienen más fuerza que los propios gobiernos.
—Pero por lo que parece, Lula apuesta más a esa cumbre que a esta iniciativa de los BRICS, según la lectura que muchos están haciendo al respecto.
—Es lo que digo, hasta podés querer, pero la fuerza real en la agricultura no es del gobierno. La COP 30 no sirve para nada. Sólo a los hoteles en Belén es que les está gustando. Y van a ganar mucho dinero.
—Una breve reflexión sobre los 30 años del MST
—Es una forma de organización de los campesinos para luchar. Hay periodos en los que conseguimos avanzar más y, otros, que no tenemos tanta fuerza. Ahí, vamos sobreviviendo.
Fuente: Agencia Tierra Viva