La Cumbre de Johannesburgo

Por WRM

Boletín Número 61 de WRM, Agosto 2002.

- El zorro a cargo del gallinero

 

Hace 10 años, en Río de Janeiro, Brasil, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (Cumbre de la Tierra) dio inicio a un proceso que se continúa en la próxima Cumbre Mundial para el Desarrollo Sustentable (CMDS), que tendrá lugar en Johannesburgo, Sudáfrica, del 26 de agosto al 7 de setiembre.

 

A diferencia de las expectativas generadas diez años atrás por la conferencia de Rio, nada hace prever que esta nueva cumbre vaya a dar lugar a compromisos serios para abordar la crisis de los bosques. Las cláusulas referentes a los bosques del Borrador del Plan de Implementación acordadas en la última reunión preparatoria de la CMDS se pueden calificar, en el mejor de los casos, como patéticas. Entre ellas, cabe la pena mencionar que:

 

* No hace ni una referencia al tema de las causas subyacentes de la deforestación

 

Cualquiera que esté involucrado en el tema bosques sabe que las "malas prácticas de manejo" no son las causas de fondo de la destrucción y degradación del bosque. Cuando existen, tales prácticas son en realidad una consecuencia de otras causas subyacentes --p.ej., la deuda externa, la imposición de políticas económicas orientadas a la exportación, la inversión transnacional, el comercio internacional, el consumo excesivo en los países del Norte, patrones de tenencia de la tierra injustos, etc. A pesar de que estas causas han sido todas ellas identificadas por los gobiernos y las agencias internacionales, que se han comprometido a abordarlas, el borrador del plan de trabajo las ignora completamente. Al ignorar el problema central del diagnóstico de la enfermedad, ya de entrada el plan resulta totalmente inadecuado para abordar el problema de la conservación de los bosques.

 

* Insiste en la promoción de monocultivos forestales, definidos como "bosques plantados"

 

En el borrador del plan de trabajo se insiste en llamar "bosques" a las plantaciones y en asignarles los mismos beneficios sociales y ambientales que a los bosques. La realidad sin embargo, es que las plantaciones de árboles a gran escala generan pobreza, aumentan las desigualdades, afectan la seguridad alimentaria, agotan los recursos hídricos y los suelos, y reducen drásticamente la diversidad biológica, para mencionar solamente sus efectos más evidentes. Es por ello que el simple hecho de que el borrador de plan insista en llamarlas "bosques" constituye otra mala señal en cuanto a su adecuación para la conservación de los bosques.

 

* Insiste en plantear como solución la transferencia de tecnología y la asignación de recursos financieros desde el Norte como parte de la solución

 

¡Como si el problema pudiera resolverse volcando más dinero y más tecnología! En la mayor parte de los casos es precisamente por causa de la disponibilidad de recursos financieros y tecnologías del norte que se destruyen los bosques del sur. Sería mucho más adecuado plantear los temas de fondo --el continuo flujo de recursos financieros del Sur al Norte y la apropiación de conocimientos y tecnología del Sur por parte del Norte-- como forma de crear condiciones adecuadas para la conservación de los bosques en el Sur.

 

* Promueve la ingerencia directa de las transnacionales en el proceso

 

En comparación con éste, los problemas mencionados en los párrafos precedentes pasan a ser de importancia relativa. En pocas palabras, el plan de trabajo promueve "asociaciones" (de transnacionales con gobiernos y organizaciones de la sociedad civil), que de hecho significa poner en manos de quienes más destruyen la solución a los problemas: las empresas transnacionales. De ellas, el borrador de plan de trabajo espera que faciliten el suministro de recursos financieros, la transferencia de tecnología, el comercio y otros "beneficios" que supuestamente resultarían en un manejo sustentable de los bosques.

 

De un plumazo las transnacionales dejan de ser parte del problema a ser parte central de la solución. Se ignora el hecho de que las corporaciones son ellas mismas una de las causas principales de la destrucción social y ambiental. Al mismo tiempo que son cada vez más las organizaciones de la sociedad civil que llaman a controlarlas y a hacerlas legalmente responsables de los impactos de sus actividades, la CMDS les abre las puertas de par en par. Pese a ser los gobiernos expertos tanto en ser zorros como en ser gallinas (y por ende conocer bien a ambas especies), ¡de hecho quieren poner al zorro a cargo del gallinero!

 

En definitiva, la documentación oficial de la CMDS está en línea con el proceso post-Rio. Durante los últimos diez años, promesa tras promesa hecha en la Cumbre de la Tierra ha sido rota. El borrador del plan de trabajo para la CMDS va incluso más allá: ni siquiera promete nada. En consecuencia, el lograr que algo positivo en materia de bosques salga de esta Cumbre dependerá casi enteramente de la capacidad de las organizaciones de la sociedad civil para lograr que se introduzcan cambios sustanciales al plan en discusión

 

- Pueblos de los bosques: un rayo de esperanza

 

El bosque tropical es uno de los ecosistemas más diversos y al mismo tiempo más amenazados del planeta. Si bien los gobiernos han coincidido en el diagnóstico, han fracasado en la aplicación de medidas internacionales y nacionales destinadas a asegurar su conservación. En ese contexto, es importante subrayar ciertos temas fundamentales que es necesario asumir seriamente para hacer posible la conservación de los bosques.

 

El primero de todos es que los bosques no están vacíos. Los bosques tropicales han estado habitados por pueblos indígenas y tradicionales durante miles de años, mucho antes de la creación de la mayoría de los estados nacionales modernos. Cada uno de esos pueblos conoce con extrema precisión los límites del territorio que utiliza, maneja y posee.

 

En directa vinculación con ese conocimiento, el segundo tema a resaltar es que los pueblos que habitan los bosques detentan derechos sobre esos territorios en virtud de haber sido los primeros que se establecieron en ellos. No obstante, la mayoría de los gobiernos nacionales no reconocen esos derechos y declaran que los bosques pertenecen legalmente al estado. Esa injusticia jurídica --en la mayoría de los casos forjada por el régimen colonial-- prepara el camino para la destrucción de los bosques a través de concesiones gubernamentales para la explotación a gran escala, que abarca madereo industrial, minería, extracción de petróleo, plantaciones y muchas otras actividades destructivas.

 

El tercer tema es que los pueblos indígenas son poseedores del conocimiento sobre el bosque. Prueba de esto es que durante siglos lograron vivir con el bosque y satisfacer todas sus necesidades materiales y espirituales a través de un manejo experto. Las causas de la mayoría de las prácticas destructivas modernas generalmente se encuentran en las presiones externas sobre los bosques resultado de políticas gubernamentales, más que de los propios pueblos que habitan el bosque.

 

El cuarto tema y tal vez el más importante, relativo al futuro de los bosques, es que los pueblos que los habitan son los más directamente interesados en su conservación, porque los bosques no solamente aseguran su sustento sino que son parte integral de su forma de vida, donde el respeto por la naturaleza está en el corazón de su cultura. No son meras "partes interesadas" sino "titulares de derechos" y en calidad de tales son quienes están más dispuestos (y capacitados) para proteger sus recursos en el largo plazo.

 

Los pueblos que habitan el bosque constituyen, pues, un rayo de esperanza para el futuro de los bosques. Tienen los derechos y el conocimiento y su supervivencia física y cultural depende de asegurar su conservación. En muchos casos, los pueblos que habitan el bosque adaptan su conocimiento a una situación cambiante, ideando y aplicando alternativas para lograr formas de vida sustentables y equitativas, apartadas del discurso oficial y ya carente de significado del "desarrollo sustentable", que gobiernos y transnacionales han vaciado del contenido que inicialmente tenía.

 

Sin embargo, el rayo de esperanza que representan estos pueblos todavía no es lo suficientemente fuerte y necesita apoyo de todas las organizaciones que trabajan por los derechos humanos y la conservación del bosque. En la medida que constituyen la principal oposición "en el terreno" a la destrucción de los bosques, los pueblos que habitan el bosque son una base para la creación de alianzas mundiales de personas dispuestas a apoyar su lucha. Pero ese apoyo no debe ser visto en el sentido de que "los asistimos", sino como un esfuerzo de colaboración para asegurar la continuación de las formas de vida presentes y futuras de todos los habitantes de la Tierra.

 

La Cumbre de Johannesburgo es una oportunidad para que los gobiernos renueven su compromiso con la conservación de los bosques. La forma de demostrar su voluntad política sería reconocer explícitamente los derechos territoriales de los pueblos indígenas y otros pueblos tradicionales del bosque, y comprometerse a incorporar esto a su legislación nacional. Sería el primer paso en la dirección correcta, porque crearía las condiciones básicas necesarias para hacer posible la conservación de los bosques. ¿Los gobiernos finalmente harán lo que es necesario hacer y permitirán que brille este rayo de esperanza?

 

- Manejo Comunitario de Bosques: una alternativa viable y necesaria

 

Diez años después de la Cumbre de la Tierra, la deforestación sigue avanzando en la mayor parte de los países del mundo y en particular en las regiones tropicales. En nuestros sucesivos boletines hemos registrado abundantemente casos y procesos de destrucción, detrás de los cuales es posible percibir, de una u otra forma, la mano del Norte.

 

Si bien este es el modelo predominante y avanza con toda la fuerza de la globalización y los mecanismos de poder de los que ésta dispone (léase instituciones financieras multilaterales, Organización Mundial de Comercio, condicionamientos crediticios, etc.), también hay otro u otros modelos diferentes. Se trata de los sistemas que los pueblos indígenas y comunidades locales que viven en y del bosque han desarrollado durante cientos o miles de años. Estas sociedades presentan una rica tradición de manejo del bosque en función de parámetros totalmente diferentes al modelo predominante, con base en la comunidad y con un objetivo de conservación. Han sido custodios ancestrales de ese ecosistema por ser éste parte intrínseca de su forma de vida, e indudablemente se convirtieron en un obstáculo para las fuerzas económicas que pretenden destruirlo siguiendo su ecuación de ganancia. Es por eso que han intentado silenciarlas y quitarles visibilidad.

 

Durante muchos años, la política forestal se apoyó en la noción de que los usuarios locales de los bosques eran ignorantes y destructivos. Las autoridades estatales en las capitales, encargadas de formular las políticas, desmerecieron los conocimientos y capacidades de los pueblos indígenas y comunidades locales, pasando por alto lo obvio: que nadie más que ellos tenían interés en manejar sustentablemente los bosques, por ser su fuente de vida y que nadie conocía mejor que ellos el funcionamiento y el manejo del bosque.

 

Es así que los supuestos expertos metieron en la misma bolsa a las prácticas indígenas de manejo del bosque que implicaban un sistema sustentable de rotación, con la de colonos-agricultores empujados por políticas gubernamentales a las áreas tropicales (para quienes el bosque era más obstáculo que recurso), acusándolos a todos por igual de ser los principales agentes de la degradación de los bosques.

 

Esa visión interesada prevaleció durante mucho tiempo, pero en años recientes las comunidades del bosque han iniciado un proceso de fortalecimiento, dando a conocer sus posiciones, creando alianzas locales, regionales, nacionales e internacionales, vinculándose con otros sectores de la sociedad civil afines a sus posiciones, reclamando el respeto de sus derechos, dialogando, defendiendo sus territorios, expresándose en los foros internacionales.

 

Y en estos momentos, en que los impactos económicos, sociales y ambientales del modelo industrial y desarrollista se revelan como pruebas más que suficientes de su insustentabilidad, en que se siente en dimensiones trágicas y duele la pérdida del antiguo vínculo armónico entre el ser humano y la naturaleza que hasta ahora permitió la vida de nuestra especie en la Tierra, se hace imperioso un cambio que implique un retorno al origen, un "religarse". Y es en ese sentido, a contracorriente del poder, que los sistemas de manejo comunitario de los recursos naturales vuelven a hacerse visibles y resurgen con la fuerza de una alternativa a seguir.

 

En 1978, en ocasión del Congreso Forestal Mundial "Bosques para la Gente" (Forests for People), ya se empezó a manifestar un cambio gradual de perspectivas. El concepto de manejo comunitario de bosques comenzó a ganar aceptación a escala internacional, en la medida en que se empezó a reconocer que quienes más saben del bosque son quienes viven de él.

 

A partir de casos exitosos y del análisis de otros que no lo han sido tanto, se ha ido conformando un movimiento, tanto a nivel nacional como internacional, que agrupa a quienes buscan promover el manejo comunitario de bosques. A nivel de procesos internacionales --y en particular de la Cumbre Mundial para el Desarrollo Sustentable (CMDS)-- esta corriente se ha materializado en el Caucus de Manejo Comunitario de Bosques, que en junio se reunió en Bali, Indonesia, paralelamente a la última reunión preparatoria de la CMDS. Quienes participan en el Caucus --entre los que se encuentra el WRM-- nos hemos comprometido a promover activamente el manejo comunitario de bosques como alternativa tanto viable como social y ambientalmente deseable a ser incorporada por la CMDS como solución frente a la crisis de los bosques.

 

Más allá de definiciones técnicas más o menos elaboradas, el propio nombre de "manejo comunitario de bosques" de por sí ya expresa en forma bastante precisa sus características, pese a lo cual puede resultar útil identificar al menos las premisas mínimas para que pueda ser considerado como tal.

 

En primer lugar, el régimen de manejo comunitario del bosque busca garantizar el acceso y control sobre los recursos del bosque a las comunidades que lo habitan, pero principalmente a las que dependen de él para satisfacer sus necesidades económicas, sociales, culturales y espirituales. El manejo del bosque debe tener como objetivo ofrecer seguridad no solo a la generación presente sino a las que vendrán, así como a aumentar la posibilidad de su sustentabilidad. Se apoya entonces en tres principios:

 

- los derechos y responsabilidades sobre los recursos del bosque deben ser claros, seguros y permanentes,

 

- los bosques deben ser manejados de manera adecuada para que provean de beneficios y valor agregado;

 

- los recursos del bosque deben ser traspasados en buenas condiciones para asegurar su viabilidad futura.

 

En términos generales, el concepto incorpora elementos definitorios básicos que no pretenden referirse a un modelo único sino a una diversidad de ellos. Cada uno tendrá características especiales propias, resultado de la cultura y las características ambientales del lugar, pero todas en torno a un marco conceptual que trasciende lo meramente técnico.

 

Dicho marco conceptual incluye una visión holística del mundo que abarca factores ecológicos, sociales, políticos, económicos, morales y espirituales. Sus valores morales se basan en la armonía y no en el conflicto; los valores sociales se traducen en vínculos basados en la cooperación y la asociación entre grupos comunitarios; los valores ecológicos buscan integrar a la gente y su ambiente con la economía a escala local a través de la adopción de un enfoque multifuncional y multiproducto. En este marco, la economía busca la reducción de la pobreza, la equidad y la autosuficiencia, y la integración social apunta a promover el desarrollo local basado en las comunidades. Por otro lado, la democracia en las decisiones sobre los recursos locales implica que las medidas deben ser adoptadas por la propia comunidad, en las formas que ella se dé. A su vez, la espiritualidad y la cultura forman parte integral de las comunidades del bosque, que lo consideran hogar de sus ancestros, de espíritus y dioses sagrados, lo que les da a sus ojos una dimensión mucho más amplia que la de mera mercancía.

 

Es importante señalar que lo anterior no es un planteo teórico, sino una descripción de situaciones reales que existen a lo largo y ancho de todos los continentes. El manejo comunitario de bosques existe y se vuelve cada vez más visible, a pesar de la oposición o el insuficiente apoyo que recibe de parte de los gobiernos y de los organismos internacionales.

 

En ese marco, la Cumbre Mundial de Desarrollo Sostenible en Johannesburgo ofrecerá una buena oportunidad para difundir este enfoque como alternativa al modelo destructivo predominante. El Caucus de Manejo Comunitario de Bosques está trabajando para sumar fuerzas y tratar de influenciar a los gobiernos como forma de incidir en la redacción de los textos de los acuerdos internacionales, identificar estrategias y mecanismos para crear un movimiento mundial que trascienda las reuniones cumbre, establecer vinculaciones con otros grupos afines, aprovechar la presencia de los medios de difusión para llegar a la opinión pública y poder crear consciencia.

 

Los gobiernos tienen en Johannesburgo la posibilidad de tomar como referente el sistema de manejo comunitario de bosques e intentar un giro en la política forestal predominante. Que tomen en cuenta o no estas sugerencias revelará el grado de compromiso que tienen con la conservación de los bosques.

 

Artículo basado en información obtenida de: "Forests, People and Rights", escrito por Liz Chidley, editado por Carolyn Marr. Down to Earth, International Campaign for Ecological Justice in Indonesia, Informe Especial de junio de 2002, ver aquí; "When there's a Way, there's a Will", Report 1: Developing Sustainability through the Community Ecosystem Trust, by Michael M'Gonigle, Brian Egan, Lisa Ambus, y Heather Mahony, David Boyd, Bryan Evans, Eco-Research Chair of Environmental Law and Policy, University of Victoria, Canada, and the International Network of Forests and Communities, julio de 2001, ver aquí.

UN PRESENTE DE DESTRUCCION

 

- La deforestación tiene sus causas y sus responsables

 

Durante los diez años transcurridos desde la Cumbre de la Tierra los gobiernos han estado enfrascados en una serie de procesos internacionales con el objetivo declarado de asegurar la conservación de los bosques. Sin embargo, poco o nada podrán mostrar en la Cumbre de Johannesburgo en cuanto a los resultados concretos logrados, por lo sencilla razón de que los bosques han seguido desapareciendo.

 

En el mejor de los casos, algunos pocos gobiernos --en particular de Europa-- podrán argumentar que en sus países han logrado revertir el proceso y que ahora tienen más "bosque" que antes. Sin embargo, ello esconde dos hechos de fundamental importancia. Por un lado, que la ampliación de su "área boscosa" se trata en realidad de la plantación de monocultivos forestales que poco tienen que ver con sus bosques originales. Por otro lado, esconde un hecho aún más importante: que la conservación de sus bosques se ha hecho a expensas de los bosques de otros países, en particular del Sur.

 

Adicionalmente, tanto esos como los restantes países del Norte son directamente responsables de los graves procesos de deforestación que han ocurrido y continúan ocurriendo en el Sur, a través de la imposición de un modelo de desarrollo que ha generado pobreza y degradación ambiental en los eufemísticamente llamados "países en vías de desarrollo".

 

En definitiva, dudamos que exista algún gobierno que se pueda atrever a afirmar seriamente en Johannesburgo que no sólo ha conservado sus bosques, sino que además no ha contribuido a la pérdida de bosques en otros países. Incluso países como China y Tailandia, que decretaron una prohibición a la corta de sus bosques, son a esta altura claramente responsables de procesos de deforestación en terceros países.

 

Para entender las afirmaciones anteriores se hace necesario comprender las distintas causas de la deforestación y la degradación de los bosques, que se agrupan en causas directas y causas subyacentes (o indirectas). Las causas directas son las más fáciles de apreciar y son aquellas a las que en la mayoría de los casos se les atribuye la responsabilidad de la deforestación. Sin embargo, en realidad son otras las causas --las llamadas "subyacentes"-- las que determinan que las directas ocurran.

 

A modo de ejemplo, cada vez más, un importante número de campesinos corta e incendia bosques para destinar el suelo a cultivos agrícolas y cría de ganado. Esto constituye una causa directa de deforestación. Sin embargo la razón por la cual los campesinos emigran al bosque es porque en su lugar de origen no disponen de tierras para cultivar y ello se origina en una política injusta en materia de distribución de tierras. Esta es una causa subyacente. Además, si los campesinos llegan al bosque es porque previamente el gobierno o las empresas madereras o mineras abrieron caminos de penetración hacia el mismo. Esta --la apertura de caminos-- es otra causa subyacente. En muchos casos, el gobierno impulsa esta migración apuntando a la expansión de la frontera agrícola con el objetivo de aumentar las exportaciones. Esto tiene implícitas varias causas subyacentes: la necesidad de pagar la deuda externa, las políticas impuestas por los organismos financieros internacionales, la existencia de mercados de consumo en los países más ricos, entre otras.

 

El motor de las causas directas

 

Entre las causas directas más importantes de la deforestación figuran la conversión del bosque a la agricultura y a la cría de ganado, la urbanización y la construcción de carreteras, la actividad de las empresas madereras, la minería, la explotación petrolera, la construcción de oleoductos y gasoductos, la cría industrial de camarón (en el caso de los bosques de manglar), los incendios y la construcción de grandes represas hidroeléctricas. Las grandes plantaciones forestales para abastecer a diferentes industrias de materia prima barata, son también causa directa de deforestación en la medida que estos cultivos son precedidos generalmente por la corta del ecosistema forestal nativo.

 

Sin embargo, el verdadero motor, causante de que todas estas actividades se realicen en forma depredadora e insustentable es el modelo de "desarrollo" vigente. Este implica la explotación irrestricta de la totalidad de los recursos del planeta, con el objetivo de alimentar un siempre creciente mercado consumidor, en particular en los países del Norte industrializado. La desigualdad de los términos de intercambio entre el Norte y el Sur, que ha generado una creciente e impagable deuda externa que obliga a extraer y exportar cada vez más recursos, sólo para pagar sus intereses, ha acrecentado la devastación. El Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, los bancos multilaterales regionales y la Organización Mundial de Comercio han sido fundamentales en todo el proceso, impulsando y apoyando financieramente desde la construcción de carreteras y de represas hidroeléctricas, hasta forzando a los gobiernos a centrar sus esfuerzos en orientar la producción hacia la exportación, con el objetivo de poder cumplir con el servicio de la deuda externa. Además, el ajuste estructural impuesto por esos organismos ha implicado el "achique" del Estado, una de cuyas consecuencias ha sido la falta de recursos humanos y financieros a nivel del Estado para atender a la protección y manejo sustentable de los bosques.

 

En la mayoría de los casos estas causas tienen que ver con estrategias macroeconómicas que ofrecen fuertes incentivos para la obtención de ganancias a corto plazo en lugar de buscar la sustentabilidad a largo plazo. También son importantes las estructuras sociales profundamente arraigadas que provocan desigualdad en la tenencia de la tierra así como discriminación de los pueblos indígenas, de los agricultores de subsistencia y de los pobres en general. En otros casos incluyen factores políticos tales como la falta de democracia participativa, la influencia de los militares y la explotación de zonas rurales por élites urbanas.

 

Las fuerzas que actúan detrás de la agricultura insustentable

 

Según la FAO, el noventa por ciento de la deforestación es provocado por prácticas de agricultura insustentable, mientras que la tala y la plantación de árboles para explotación forestal desempeñan un papel más importante en la degradación de los bosques. Por más controvertidas que sean estas cifras, en todo caso puede decirse que la agricultura insustentable es sin duda una de las principales causas directas de la deforestación y la degradación de los bosques en muchos países del mundo. Un enfoque simplista del problema podría llevar a culpar a la "ignorancia" de los agricultores involucrados en este proceso, el cual, sin duda, es mucho más complejo. Son pocos los que realmente deciden voluntariamente abandonar su tierra natal, adentrarse en el bosque, talarlo y convertirlo en tierra agrícola. Se ven empujados a todo esto por las fuerzas nacionales e internacionales que actúan en función de intereses distintos a los suyos.

 

En algunos países, los bosques sirven de válvulas de escape para evitar los levantamientos sociales. La concentración del poder y la tierra en pocas manos da origen a grandes masas de desposeídos que pueden llegar a protagonizar situaciones de enfrentamiento y explosión social, por lo que, para evitarlo, se les ofrece la posibilidad de acceder gratuitamente a parcelas de tierra bosque adentro. Este acceso se hace posible a través de proyectos viales promovidos por el gobierno, construidos ya sea para talar los bosques en pos del "desarrollo" o como resultado de las actividades de compañías dedicadas a la explotación forestal, la minería, la energía u otras. Son los pobres los que hacen funcionar las motosierras o quienes prenden fuego al bosque, pero es principalmente el gobierno y las empresas los que están detrás de tales acciones.

 

Las consecuencias de largo alcance de la globalización

 

Los bosques también se talan para abrir paso a la agricultura moderna o la cría de ganado a gran escala con destino al mercado de exportación. Por ejemplo, muchos bosques han sido convertidos a la ganadería en América Central, a la producción de soja en Brasil y a la fabricación de madera para celulosa en Indonesia. En el primer caso, el proceso se originó en el crecimiento explosivo de un mercado de comida rápida --hamburguesas-- en Estados Unidos. Ese mercado exigía grandes volúmenes de carne barata que podría ser producida en países cercanos a la zona tropical. El resultado fue la deforestación generalizada de América Central. La producción subvencionada y altamente "tecnificada" de carne en Europa exige un abastecimiento siempre creciente de cereales para alimentar al ganado. La soja es uno de los principales insumos de esa producción, y en Brasil --así como en muchos otros países del Sur-- se han talado enormes superficies en los bosques para asegurar la sustentabilidad económica de ese sector a través del abastecimiento de cereal barato. Una situación similar ocurre con el papel: el aumento constante del consumo de papel, particularmente en los países de altos ingresos, depende de la disponibilidad de madera barata con las que alimentar a la industria de la celulosa y el papel. Es así que se talan los bosques de Indonesia -y de muchas otras partes del mundo- para dar lugar a las plantaciones de eucalipto destinadas a abastecer ese mercado con crecientes cantidades de materia prima barata. En los casos anteriores, resulta claro que la producción de hamburguesas en Estados Unidos, o de carne en Europa y de papel en los países de ingresos elevados, constituye una causa subyacente de la deforestación de América Central, Brasil e Indonesia.

 

Las políticas de tenencia de la tierra y las desigualdades

 

El siguiente ejemplo de Ecuador puede hacerse extensivo no sólo a la mayoría de los demás países amazónicos sino también a muchos otros países del Sur en otras regiones distantes. A comienzos de la década del 70 hubo un gran flujo migratorio de agricultores que se adentraron a la Amazonía ecuatoriana, una de las zonas de bosques más preciada del mundo. La mayoría de estos agricultores venían de los Andes y las regiones costeras del país, escapando a la falta de tierra, el desempleo y la degradación de la tierra. La migración fue activamente alentada por un programa del gobierno ecuatoriano que incluía la entrega de títulos para los inmigrantes si éstos demostraban que la estaban dedicando a actividades productivas. La forma de demostrarlo era simple: deforestar el 80% del predio asignado y eso fue lo que hicieron. Por lo tanto, la causa real del terrible proceso de deforestación resultante se halla en una serie de políticas del gobierno y no en la supuesta "ignorancia" o "pobreza" del campesinado que migró a la Amazonía.

 

Modelos de producción y consumo

 

Los modelos de producción y consumo desempeñan un papel importante en la deforestación, ya que son la respuesta a la pregunta de por qué tantos, si no la mayoría, de los países tienden a centrar su producción en el abastecimiento de los mercados de exportación. Muy pocas veces la producción de alimentos para los pobres es causa de deforestación. Por el contrario, las mayores superficies de bosques convertidas a otros usos están dedicadas a la producción agropecuaria para exportación. Estos productos, que van desde café y carne a coca y soja, en muchos casos son producidos casi exclusivamente para los mercados exportadores. En la mayoría de los casos se estimula la producción para la exportación para reparar la muy a menudo seriamente alterada balanza comercial, y/o para pagar deudas que en parte son causadas por este desequilibrio de la balanza comercial. Según la actual ideología del libre comercio, el remedio estándar de instituciones internacionales como el Fondo Monetario Internacional para estos problemas es aumentar la exportación, en lugar de disminuir las importaciones.

 

Un problema mundial con muchos actores

 

La deforestación y la degradación de los bosques ocurre tanto en los países del Norte como del Sur y las causas subyacentes también se originan en ambos, si bien con diversos grados de responsabilidad. Los países industrializados no sólo redujeron o degradaron sus propios bosques en el pasado, sino que muchos lo siguen haciendo en el presente, ya sea a través de la tala a gran escala --como en muchas zonas de Canadá, Estados Unidos o Australia-- o la simplificación --y por lo tanto degradación-- de los bosques reduciéndolos a unas pocas especies de valor comercial a costa de la biodiversidad --como ocurre en Suecia, Francia o Finlandia. Al mismo tiempo, los problemas resultantes del modelo de industrialización tienen un fuerte impacto en la degradación de los bosques. Algo similar ocurre en el Sur, donde algunos bosques están siendo cortados a tala rasa --en gran parte para la agricultura insustentable orientada a la exportación, para la plantación de monocultivos de árboles y palmas oleaginosas o para la ganadería-- o están siendo degradados como resultado de la actividad maderera selectiva de las especies comercialmente más valiosas como la caoba.

 

Algunas causas subyacentes se originan dentro del país --sea del Norte o del Sur-- mientras que otras pueden estar fuera de los límites nacionales. En esta situación, la mayor responsabilidad generalmente la tiene el Norte. Las políticas macroeconómicas impuestas al Sur a través de una serie de mecanismos figuran entre las principales causas profundas de la deforestación. Uno de los resultados más obvios de tales políticas ha sido la creciente incorporación de exportaciones agrícolas de países del Sur a mercados de países del Norte, generalmente a costa de los bosques. Las mismas políticas macroeconómicas han desembocado en la concentración de la riqueza en el Norte que, sumado a los poderosos incentivos al consumo desmedido, dieron como resultado modelos de consumo insustentables con fuertes repercusiones en especial --aunque no exclusivamente-- en los bosques del Sur.

 

Los gobiernos y élites del Sur también tienen la responsabilidad de algunas de las causas subyacentes de la deforestación. Las políticas gubernamentales con respecto a los derechos de los pueblos indígenas --particularmente las que afectan sus derechos sobre sus territorios-- han sido la causa estructural de muchos procesos de deforestación que no hubieran ocurrido de haberse reconocido esos derechos. Las políticas gubernamentales sobre los derechos a la tenencia de la tierra en general provocaron la concentración de las mejores tierras agrícolas en unas pocas manos y la consiguiente migración de los campesinos pobres a los bosques, lo que provocó una deforestación en gran escala. No obstante, en la mayoría de los casos las políticas gubernamentales están vinculadas a actores externos como las instituciones multilaterales, los organismos de "cooperación" y las empresas trasnacionales, y por lo tanto la responsabilidad es compartida. Es bien sabido que la construcción de caminos dentro del bosque constituye una de las principales causas subyacentes de la deforestación. Una vez que el camino está construido, abre el bosque a los madereros, a los campesinos sin tierra, a las compañías mineras y a muchos otros actores, provocando una deforestación inmediata y generalizada. La construcción de caminos es una de las actividades promovidas y financiadas por instituciones multilaterales como el Banco Mundial y otros bancos multilaterales regionales, y permite a los gobiernos cumplir con las políticas del FMI de aumento de las exportaciones. La construcción de caminos también está vinculada a los intereses de las trasnacionales, que les permite acceder a los recursos naturales e incorporarlos al mercado mundial.

 

Mirando hacia adelante

 

Lo anterior es una breve reseña de algunas causas de la deforestación y la degradación de los bosques, que prueba que la conservación de los mismos no es un tema méramente "técnico" de manejo forestal adecuado. Los bosques no están desapareciendo porque la gente y sus gobiernos sean ignorantes o porque no haya planes de gestión adecuados. Los bosques están desapareciendo porque una serie de políticas nacionales e internacionales interconectadas preparan el terreno para que ello suceda. Es por lo tanto a ese nivel que deben encontrarse las soluciones.

 

En el momento actual, el modelo económico predominante está exacerbando aun más todas las causas --tanto directas como subyacentes-- que están en la raíz del problema, en tanto todos los actores implicados --gobiernos, empresas y organismos multilaterales-- continúan mintiendo a la opinión pública asegurándole que el problema está siendo abordado.

 

La forma de evitar el engaño es informar a esa misma opinión pública acerca de las verdaderas causas --y responsables-- de la pérdida de bosques, como forma de generar una presión social que obligue a la adopción de todas las medidas necesarias, tanto a nivel nacional como internacional, para asegurar la conservación de los bosques.

 

La cumbre actual en Johannesburgo es una excelente ocasión para poner el tema sobre el tapete y para desenmascarar el falso discurso de quienes se visten de un verde ambiental cuando lo único que les interesa es el verde billete de los Estados Unidos.

LOS PRINCIPALES CULPABLES

 

- Las corporaciones se pintan de verde

 

La lógica de las ganancias de las corporaciones está determinando nuestro futuro y el de las generaciones futuras, dando forma al sistema internacional emergente dominado actualmente por instituciones que favorecen los intereses de las corporaciones. El resultado más evidente del actual proceso de globalización (la privatización y desregulación) ha permitido a las corporaciones usurpar las bases naturales de las que depende la vida.

 

A medida que se aproxima la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sustentable (CMDS), se intensifican los conflictos entre el norte y el sur, entre la sociedad civil y la industria. Los gobiernos del norte defienden la globalización dirigida por las corporaciones, que incluye la liberalización del mercado y la privatización de los servicios públicos, como parte del "desarrollo sustentable", una frase que lo abarca todo y que usan todas las partes para describir sus respuestas, no importa lo inadecuadas que puedan ser, frente al aceleramiento de la crisis social y ecológica a nivel mundial. Y el plan fundamental consiste en debilitar la capacidad de las Naciones Unidas como institución capaz de abordar en forma significativa las crisis gemelas de la pobreza y el deterioro ambiental.

 

Las profundas contradicciones entre las políticas de globalización neoliberales por un lado, y las metas sociales y ambientales por otro, se reflejan principalmente en los conflictos que surgen en torno a temas comerciales y financieros, y en los intentos de desandar las conclusiones de Río, desdiciéndose de sus resultados clave, tales como el principio de las responsabilidades comunes pero diferenciadas (que los países que tuvieron un papel más importante en los orígenes del problema tomen la delantera a la hora de aportar soluciones), y el Principio Precautorio (que es preferible que los gobiernos se equivoquen por inclinarse hacia la precaución ante la posibilidad de daños ambientales devastadores e irreparables).

 

En Johannesburgo, las conversaciones se concentran en un Plan de instrumentación y acción destinado a desarrollar políticas nacionales y mundiales, y una Declaración Política, en la que se espera que los gobiernos renueven su compromiso con el Programa 21 y la búsqueda del "desarrollo sustentable": éstos reciben el nombre de Resultados tipo I (obligatorios). Los Resultados tipo II (voluntarios) constituyen una categoría nueva y controvertida: proyectos de "asociaciones" (en inglés partnerships), que apuntan a instrumentar el "desarrollo sustentable", con un fuerte énfasis en la participación del sector privado a través de asociaciones público-privadas.

 

El sesgo actual del Texto del Presidente de la CMDS hacia el suministro de servicios basado en el mercado, se ajusta como un guante a las campañas de las corporaciones en la preparación de la CMDS. Lord Holm de Cheltenham de la compañía minera transnacional Rio Tinto, por ejemplo, es vicepresidente de la BASD (Business Action for Sustainable Development - Acción Empresarial para el Desarrollo Sustentable), una campaña conjunta del World Business Council for Sustainable Development (WBCSD, una coalición de 150 grandes corporaciones, presidida actualmente por Phil Watts de Shell, creada para dar entrada a a las posiciones de las empresas en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro (1992) y que ha contribuido a bloquear los intentos de regular las actividades del sector empresarial), y la Cámara Internacional del Comercio.

 

La receta de la BASD para el "desarrollo sustentable" es una combinación de proyectos empresariales de "asociaciones" con una mejora en las prácticas de gobierno en el Sur. El representante clave de la BASD en Sudáfrica, Reuel Khoza, presidente de la compañía de energía eléctrica sudafricana Eskom, se refirió al Compacto Global de las Naciones Unidas (una asociación voluntaria entre las Naciones Unidas, el sector empresarial y algunas ONG en torno a un grupo de principios sociales, ambientales y de derechos humanos, que ha sido criticada por amplios sectores de la sociedad civil debido a la ausencia de mecanismos de control y puesta en práctica) y a la Global Reporting Initiative (un grupo de directrices sobre la presentación de informes sobre los resultados sociales, ambientales y de derechos humanos) como garantías de transparencia en los proyectos del Tipo II.

 

Anunció que algunos proyectos de "asociación" presentados por la BASD también apuntarían a instrumentar la Nueva Sociedad para el Desarrollo Africano (New Partnership for African Development - NEPAD). La NEPAD, el "camino del desarrollo" elaborado por el gobierno sudafricano y otros gobiernos africanos, promueve la privatización del agua potable, la electricidad, el transporte y las telecomunicaciones, además de continuar con el repago de la deuda y una mayor liberalización de los mercados y el flujo de las inversiones internacionales, y es ampliamente resistida por la sociedad civil africana.

 

Otros planes del WBCSD para Johannesburgo incluyen la promoción de seis proyectos sectoriales a cargo de los grupos de trabajo creados por corporaciones del WBCSD. El proyecto para el sector forestal es uno de los más controvertidos.

 

El proyecto "Industria Forestal Sustentable" del WBCSD comenzó en 1994 cuando un grupo de empresas liderado por Aracruz Celulose de Brasil y UPM-Kymmene de Finlandia iniciaron un estudio centrado en la producción de papel. El estudio fue encomendado a una organización externa (el International Institute for Environment and Development - IEED). El informe "Towards a Sustainable Paper Cycle" (Hacia un ciclo sustentable del papel) se publicó en junio 1996. El siguiente paso fue la creación del "Diálogo de los Bosques", que incluyó a los propietarios de tierras, la industria forestal, algunas ONG y el Banco Mundial. La meta del diálogo, copresidido por el WBCSD y el World Resources Institute (WRI), era desarrollar una visión de consenso sobre los bosques del mundo y una variedad de temas concretos, como el reconocimiento mutuo de los programas de certificación para las prácticas de la industria forestal.

 

La credibilidad de la autoproclamada búsqueda de una industria forestal sustentable está seriamente cuestionada por los vergonzosos antecedentes de las dos corporaciones que dieron inicio al proyecto. UPM-Kymmene es una empresa muy criticada por los grupos activistas en favor de los bosques por sus actividades dañinas en Indonesia, una actitud que ha continuado después de haber lanzado el proyecto de "Industria Forestal Sustentable". En 1997, el gigante finlandés de los productos de madera adquirió una planta papelera en Changsu, China, donde se procesa celulosa proveniente de PT Riau Anadalan Pulp and Paper (RAPP), la segunda productora de celulosa de Indonesia. La planta de RAPP en Riau, Sumatra, fue ampliada gracias a un paquete de inversión de $750 millones, con el apoyo de agencias de crédito a la exportación finlandesas y suecas. Esta planta produce 750.000 toneladas de celulosa por año a partir de la tala de bosques húmedos tropicales, y ha sustituido más de 50 especies tropicales de madera dura por plantaciones de acacias. Las comunidades locales sufrieron impactos graves; el río, esencial para su sustento, fue contaminado, los pobladores fueron expulsados de sus tierras sin recibir compensación alguna y fueron sometidos a represión con violencia física cuando protestaron. UPM-Kymmene se retiró de RAPP, pero todavía utiliza la celulosa de esta empresa para su producción de papel en China.

 

El otro fundador del proyecto forestal del WBCSD, Aracruz Celulose, se especializa en pulpa blanqueada de eucalipto. La empresa ha causado impactos sociales y ambientales sumamente destructivos en los estados brasileños de Espírito Santo y Bahía. Aracruz ha inundado las regiones con extensas plantaciones de monocultivos de árboles y desalojó de sus tierras a pueblos indígenas como los Tupinikim y los Guarani. Ha transformado lo que solía ser el bosque tropical de la Mata Atlántica en un desierto verde de eucaliptos. Los impactos sobre las comunidades locales y el medio ambiente han llevado a la creación de un amplio movimiento de oposición, el Movimiento de Alerta contra el Desierto Verde, que reúne a grupos de pueblos indígenas, comunidades de origen africano, pescadores artesanales, agricultores y al movimiento de los campesinos sin tierra, además de ONG ambientalistas y sociales, entre otros.

 

Las contradicciones existentes entre la compañía y la sociedad local se pusieron en evidencia a comienzos de agosto cuando se abrió la tercera planta de procesamiento de celulosa en presencia del Presidente de Brasil, mientras una manifestación popular se reunía en el exterior para protestar contra la empresa. Esta fue solamente una de las actividades organizadas por el Movimiento de Alerta contra el Desierto Verde durante la "Primera quincena de Resistencia contra el Desierto Verde". Entre otras se incluyeron manifestaciones contra Aracruz frente a la sede del Parlamento, a las puertas del Banco Safra (un banco brasileño que posee el 28% de las acciones ordinarias de Aracruz), y también frente a las oficinas de la consultora finlandesa Yaakko Poyry, que trabaja para Aracruz, en Vitoria, la ciudad capital del estado. Al mismo tiempo, el presidente noruego de Aracruz, Erling Sven Lorentzen, no se presentó ante la Comisión Investigadora del Parlamento del Estado de Espirito Santo que investiga irregularidades en las actividades de la compañía, aduciendo que "no era la persona indicada para ser escuchada por la Comisión, en la medida en que no participaba directamente en la administración de la empresa".

 

Esas son las "credenciales verdes" de las dos corporaciones que lideran la Industria Forestal Sustentable. ¿Dará la WSSD más credenciales de "desarrollo sustentable" al sector de las corporaciones, que sólo puede ser descrito como social y ambientamente consciente mediante el mecanismo de canalizar millones de dólares a empresas de relaciones públicas ansiosas de volverlo "verde"?

 

Artículo basado en información obtenida de: "Countdown to Rio+10: 'Sustainable Development' and the Public-Private Pantomime", Corporate Europe Observer, Número 12, agosto 2002 ; "Social Responsibility and the Mechanical Bull: The International Chamber of Commerce Dresses for Success" ; "Exporting Enron Environmentalism: The Bush Vision for Johannesburg", Victor Menotti, International Forum on Globalization ; Comunicado de Prensa del Movimiento de Alerta contra el Desierto Verde, Vitória, 14 de agosto de 2002. Correo electrónico de contacto: rb.moc.arret@seesaf

 

- Fondo Monetario Internacional: financiando la deforestación

 

A diferencia de lo ocurrido con el Banco Mundial, las denuncias sobre los impactos del FMI sobre los bosques han recibido una atención relativamente baja. Sin embargo, los préstamos y políticas del Fondo Monetario Internacional (FMI) han provocado amplios procesos de deforestación en países de África, América Latina y Asia.

 

A través de la imposición de sus "programas de ajuste estructural", el FMI influye en las políticas y prácticas económicas de los países, al condicionar los préstamos a la aceptación de una serie de medidas de liberalización del comercio y de la inversión. Junto con sus socios, principalmente el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio, el FMI ha contribuido a promover un modelo de privatización, desregulación, inversión extranjera y crecimiento orientado a la exportación. A través de estas políticas, el FMI impone una receta única para todos, supuestamente con el objetivo de lograr un crecimiento económico que permitiría a los países del Sur obtener ingresos en divisas fuertes. Sin embargo, en la mayor parte de los países clientes del FMI no sólo no se alcanzaron los objetivos de desarrollo, sino que el resultado general de esas políticas sobre los bosques ha sido devastador.

 

Aunque los artífices de la globalización corporativa sostienen que la liberalización del comercio y la inversión constituyen la mejor estrategia para obtener avances en la protección del medio ambiente, los datos demuestran que los fondos para los programas ambientales han sido trabados por los significativos recortes presupuestales impuestos a los países por el FMI. Los gastos del estado en importantes programas ambientales se han reducido sustancialmente en Brasil, Nicaragua, Guyana, Papua Nueva Guinea, Indonesia, Tanzania, y Camerún. Los recortes presupuestales inducidos por el FMI han impedido el desarrollo de las siguientes actividades:

 

- Promoción del uso responsable del bosque y el desarrollo sustentable

 

- Aplicación de medidas de protección de los bosques y la fauna

 

- Prevención de desastres mineros

 

- Demarcación de tierras indígenas

 

Además, la financiación insuficiente que reciben los organismos reguladores ha creado condiciones propicias para:

 

- Madereo ilegal generalizado, incluyendo los parques nacionales y las reservas protegidas

 

- Corrupción en los sistemas de control

 

- Incapacidad de responder rápidamente ante los desastres naturales

 

- Expansión de la caza furtiva de especies en peligro

 

La prosperidad económica a largo plazo se debe basar en modelos de desarrollo sustentable. En su lugar el FMI prioriza medidas de liberalización económica en vez de objetivos clave a nivel social y ambiental. Los mecanismos principales de liberalización económica del FMI incluyen: reducción de impuestos a la exportación; flexibilización de leyes y reglamentaciones sobre minería y bosques, eliminación de barreras a la exportación de troncos sin procesar; oferta de exenciones impositivas a empresas extranjeras; levantamiento de prohibiciones a la inversión extranjera incluyendo la propiedad de la tierra; y cualquier otra forma de eliminación de barreras al comercio. La implementación de tales mecanismos de liberalización --claramente orientados a beneficiar a las corporaciones transnacionales-- ha tenido un profundo impacto en los bosques del mundo y sobre los medios de vida de los pueblos que en ellos habitan. Sin ninguna mejora real en las salvaguardas ambientales, la fórmula del FMI ha sido una receta para la deforestación acelerada en ya demasiados países.

 

Además, las políticas del FMI han tenido indirectamente impactos sobre los bosques y la fauna a través del agravamiento de las condiciones de pobreza en muchos países tropicales. El desplazamiento de comunidades, la devaluación de la moneda nacional, la eliminación de los servicios sociales y otras medidas promovidas por el FMI que apuntan a rebajar el nivel de vida de los pobladores locales, determina que la población rural de muchos países se haya visto forzada a explotar los recursos de los bosques para intentar satisfacer sus necesidades básicas.

Boletín Número 61 - Agosto 2002

 

Fuente: WRM

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