Las tramas de la vida: microorganismos, semillas y alimentos

«Comer es un acto político», definió Andrea Graciano, nutricionista e integrante de la Cátedra de Soberanía Alimentaria en un panel llamado «Ciencias, alimentación y salud desde los invisibles», en el marco del VIII Congreso de Salud Socioambiental realizado en Argentina. Con disertantes locales, de México y España se abordó el sistema agroalimentario, los derechos humanos, la microbiota, el cuidado de las semillas y el rol de las corporaciones y Gobiernos.
La ciudad de Rosario es, cada dos años, sede de un congreso atípico, donde confluyen academias de diversos países junto a organizaciones sociales, ambientales, campesinas e indígenas. El evento académico-social es siempre impulsado por el Instituto de Salud Socioambiental de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Rosario, y en él, durante tres días se llevan a cabo una docena de mesas, debates, talleres y charlas.
El lema de este año fue «El rol de las ciencias ante la crisis civilizatoria. Un compromiso con la salud de la Madre Tierra».
La vida microbiana y los saberes campesinos
«La vida microbiana es el origen y sostén de los que llamamos vida. Las agriculturas también se basan en microorganismos. En manos campesinas, es central para lograr la soberanía alimentaría y la autonomía. Como las semillas, los microorganismos representan la memoria viva, un aspecto a proteger y desarrollar en forma colectiva como práctica de soberanía popular», inició su exposición Fernando Frank, ingeniero agrónomo de Argentina, docente e integrante de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y la Naturaleza de América Latina ( Uccsnal). Y alertó que, tanto las semillas como la vida microbiana, están en riesgo por los intentos de apropiárselas del capital trasnacional.

Mesa principal de panel "Ciencia, alimentación y salud desde los invisibles".
En la mesa debate se abordó un término muy conocido para especialistas, y que suele aparecer en publicidades, pero no tan explicado: la microbiota. Una definición simple podría ser: se trata del conjunto de bacterias y microorganismos que colonizan la piel y el aparato digestivo (incluida la boca y el aparato genital), y que colonizan el organismo desde el vientre materno, fundamentalmente desde el momento del nacimiento. La microbiota se va desarrollando a medida que avanza la vida y tiene múltiples funciones: protección ante bacterias que pueden provocar enfermedades, regulación del metabolismo y balance energético, digestión de alimentos y producción de vitaminas, entre otras.
El expositor fue desde esos microorganismos hasta el modelo de agronegocio (forma productiva de las grandes empresas) y la alimentación de los países de la región. Explicó que la industria alimentaria, con sus ultraprocesados, impacta de forma negativa en la microbiota. Y, en paralelo, los agrotóxicos del agro impactan en suelos y personas. Y retomó una frase de referencia del Instituto de Salud Socioambiental: «No puede haber cuerpos sanos en territorios enfermos». Y llamó a «no consumir comestibles que no nos nutren».

Fernando Frank, ingeniero agrónomo de Argentina, docente e integrante de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y la Naturaleza de América Latina (Uccsnal).
Frank, que es también parte del Comité Editorial de la revista Ciencia Digna, señaló que tanto en lo vinculado con la microbiota, como con la salud mental y el sistema digestivo, no sirve analizarlo solo de forma individual, sino que urge una mirada colectiva, como con la producción y consumo de alimentos. Y apuntó al fondo del asunto: «El capitalismo separó la agricultura de la alimentación».
Llamó a revertir esa situación. Explicó que es posible revitalizar la microbiota de los suelos, «pero primero hay que dejar de aplicar agrotóxicos». Y dio como ejemplo lo que ya hacen miles de familias campesinas, indígenas y agricultores familiares: multiplicar las semillas criollas, compartir para las próximas siembras y cultivar, no dejar de cultivar. «Así como las semillas, se multiplican los microorganismos y se multiplica la esperanza», afirmó.

Marta Arroyo Calatayud, licenciada en veterinaria, doctora en biología molecular e integrante del Instituto de Tecnología de los Alimentos de España.
Sobre microbiota también habló la científica española Marta Arroyo Calatayud, licenciada en veterinaria, doctora en biología molecular e integrante del Instituto de Tecnología de los Alimentos de su país. Puntualizó que el tema de la microbiota humana «está de moda y hay mucho comercio», sobre todo en el Norte global. Pero remarcó que se trata de una historia larga: «Hace 4000 millones de años había un ser vivo parecido a las bacterias y se fueron uniendo y generando organismos cada vez más complejos».
A modo de ejemplo sobre cómo se buscar mercantilizar todo, señaló que sectores de la ciencia y de las empresas «han llegado a decir que las leches suplementadas con probióticos son mejores que la leche materna». Desde el auditorio se tomaban la cabeza. Y Arroyo Calatayud no dudó: «Nunca jamás una leche de la industria puede ser mejor que la leche materna».
Resaltó que un gran error es considerar a los humanos por un lado y a la microbiota por el otro. Concluyó: «La microbiota humana no es un producto, no puede ser algo que decida el capitalismo».
Derechos humanos y soberanía alimentaria
Florencia Leiva es abogada especializada en derechos humanos y en políticas públicas para el cuidado de la salud. Y es parte del Equipo de Incidencia de Colansa ( Comunidad de Práctica Latinoamérica y Caribe Nutrición y Salud). El primer encuadre que propuso fue aclarar que la salud no es la ausencia de enfermedad, sino algo mucho más amplio: el bienestar físico, mental y social. «Derecho a la salud a vivir en un ambiente sano, con alimentos saludables, dietas apropiadas, con acceso al agua segura, trabajo digno, educación de calidad y acceso a información clara», precisó
Dividió su presentación en tres apartados: qué voces se escuchan, el rol del derecho como herramienta de transformación y el deber de los Estados en cumplir los derechos humanos. «¿Se escucha más las voces de las personas de a pie, de los ‘invisibles’, o de las corporaciones con sus expertos lobistas? Hay una asimetría de poder», afirmó. Y dio como ejemplo lo sucedido en Argentina con Ley de Etiquetado, donde las empresas hacían eje en los supuestos impactos negativos en la economía, pero nunca en los aspectos en la salud de las bebidas azucaradas y ultraprocesados. «Finalmente ganamos y se aprobó la ley», resumió. Y lo vinculó a la coordinación y trabajo conjunto de múltiples sectores: «Fuimos distintas voces, pero cantando la misma canción».

Florencia Leiva es abogada especializada en derechos humanos y en políticas públicas para el cuidado de la salud. Y es parte del Equipo de Incidencia de Colansa.
Resaltó el rol de los jóvenes, comunidades originarias, grupos de mujeres y organizaciones con experiencias vividas (respecto a las enfermedades). Destacó que esos sectores deben tener un rol protagónico en la elaboración de políticas públicas, y que éstas no pueden quedar solo en manos de técnicos y especialistas.
Aunque no precisó con nombres propios, el tercer ítem podría apuntar a todos los países de la región: «Respecto a los derechos humanos, no se trata de que los Estados lo tomen como una simple ‘buena práctica». Los Estados están obligados por tratados firmados a promoverlos y hacerlos cumplir. Y eso incluye el derecho a la salud, a un ambiente sano, alimentación adecuada y acceso al agua. Son derechos interrelacionados y que no pueden ser violados».
A su lado en la mesa estaba José Godoy, que viajó desde Jalisco (México) para ser parte del encuentro. Desde hace 25 años trabaja en la defensa de los territorios indígenas y campesinos, y forma parte de la Red Nacional en Defensa del Maíz en México y de la Alianza Biodiversidad en América Latina.
Contó que Jalisco era un lugar de enorme biodiversidad y vida campesina, pero que en tres décadas se transformó en «el gigante agroalimentario de México», según la publicidad empresaria y gubernamental. «No es otra cosa que ser mero exportadores de mercancías agrícolas para Estados Unidos», aseguró.
Sin embargó remarcó que desde «los invisibles» hay una gran defensa de los territorios y cuidado de la vida, donde se organizan para denunciar a la agroindustria y promover la biodiversidad, y las vidas campesinas e indígenas. Por si quedaran dudas, destacó el primer paso necesario para cambiar la realidad: «Es primordial defender los territorios. Sin territorio no hay vida». Y señaló que un hito de la lucha fue (y es) la defensa del maíz (que no se transgénico ni que se lo apropien las grandes empresas): «El maíz es nuestra hija cuando lo estamos cuidando y es nuestra madre cuando nos está alimentando».

José Godoy forma parte de la Red Nacional en Defensa del Maíz en México y de la Alianza Biodiversidad en América Latina.
Destacó el rol de las semillas y, como paso positivo, precisó que en México se mantienen y multiplican las experiencias de intercambio y redes de semillas, pilares de la agroecología y la soberanía alimentaria. Resaltó el rol fundamental de las escuelas, el intercambio de saberes y la formación. Explicó que trabajan con escuelas y, por ejemplo, toman la semilla y la abordan desde las distintas disciplinas, desde química, matemática e historia, entre otras, y así «la nueva generación ya conoce la importancia de esa fuente de vida».
El segundo punto fue el aspecto legal. Afirmó que el derecho no es neutro, que puede servir para consolidar estructuras desiguales o ser una palanca de transformación. Llamó a tener presente el rol del derecho internacional y –como sucede en la legislación ambiental– hacer uso de los principios de precaución y prevención.
Ya sobre el cierre de la charla, hizo un llamado fundamental: «Es importante para ‘los invisibles’ la gastronomía y la celebración, de nuestras cosechas y de nuestros triunfos».
La moderadora, Andrea Graciano, dio el cierre: «Comer es un acto político. Necesitamos problematizar nuestras elecciones alimentarias, entender que comemos lo que comemos porque hay un puñado de corporaciones que quieren decidir qué comemos y a qué precios. Y eso no lo podemos permitir».
Fuente: Saludable Saberlo