Nuevo fondo verde en la COP30: trampa para pueblos y bosques del sur global

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A dos semanas del inicio de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Clima (COP30), a realizarse en la ciudad brasileña de Belém, en la región amazónica, un grupo de gobiernos de países industrializados y ONGs con perfil corporativo promueven un nuevo fondo de inversión internacional que busca movilizar cientos de miles de millones de dólares para “recompensar” la conservación de los bosques tropicales.

El  Fondo Bosques Tropicales para Siempre (TFFF, por sus siglas en inglés) se presenta como un “avance histórico” en favor de la conservación de la naturaleza mundial. Sus principales promotores son una docena de gobiernos de países industrializados —incluidos miembros del G20, los más poderosos del planeta—, en alianza con gobiernos de países amazónicos como Colombia, Ecuador y Brasil, así como de ONGs como la Sociedad para la Conservación de la Vida Silvestre (WCS), Conservación Internacional (CI), The Nature Conservancy (TNC) y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).

Su propuesta, que planean lanzar oficialmente en la COP30, aspira a recaudar mil millones de dólares a través de un fondo de inversión internacional que busca movilizar capital público, filantrópico e institucional para recompensar la conservación de bosques tropicales mediante pagos anuales por hectárea “en pie”.

El TFFF estima incorporar un fondo financiero de entre 100 y 125 mil millones de dólares mediante el cual se pagarán cuatro dólares por hectárea conservada. Incluso, asevera que planean destinar al menos 20% de estos recursos a pueblos indígenas y comunidades locales. No obstante, organizaciones ambientalistas como el Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales (WRM) advierten que el mecanismo puede convertirse en una nueva trampa de mercado que refuerce el control financiero sobre los territorios del Sur Global.

A través  del estudio, “El Fondo Bosques Tropicales para Siempre: Una nueva trampa para los pueblos y bosques del Sur global”, el WRM alerta que, pese a que Brasil es el rostro político de la iniciativa financiera —pues además anunció que contribuirá con 1,000 millones de dólares—, su origen se remonta al año 2009, cuando fue creada por un exfuncionario del Banco Mundial vinculado a grandes bancos estadounidenses.

Para la organización, estas dinámicas revelan la verdadera expresión del fondo de inversión como “colonialismo financiero impuesto desde una lógica verticalista”, la cual, aseguran tiene una relación estrecha con otros  mecanismos como REDD+ (Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación), que “fueron concebidos por actores que operan a gran distancia de las realidades del Sur global, aunque afirman saber cómo salvar los bosques tropicales (…) lo que se propone no es más que otro plan diseñado por las élites del Norte, para ser gestionado por las élites del Norte y, por consiguiente, en beneficio de las élites del Norte”.

Convertir los bosques en activos financieros

El estudio del WRM, difundido este mes de octubre, destaca que la iniciativa del TFFF esconde una estructura engañosa, debido a que, en realidad, la gerencia del fondo estará a cargo del Fondo de Inversión en Bosques Tropicales (TFIF, por sus siglas en inglés), que funcionará bajo el soporte del Banco Mundial.

El documento detalla que las decisiones estratégicas recaen en el consejo directivo del TFIF, fondo compuesto exclusivamente por los gobiernos de los países industrializados. En contraste, los gobiernos de los países con bosques tropicales no participarán en la toma de decisiones, a pesar de que el TFFF se promociona como una “propuesta originada en el Sur global”.

El WRM y organizaciones aliadas advierten que el TFFF, además de reproducir lógicas de mercado y financiarización de la naturaleza con participación desigual para los pueblos, los pagos dependan de la rentabilidad financiera del fondo y que la conservación coexista con la expansión de industrias extractivas. Aún más, preocupa que los pagos que el TFFF promete realizar a las comunidades podrían fragmentar la solidaridad entre los movimientos de resistencia o entre las comunidades en resistencia.

En términos simples, el TFIF planea utilizar el capital prestado por inversores ricos, filántropos, bancos y gobiernos del Norte global para adquirir “bonos” emitidos por aquellos gobiernos que necesitan financiamiento, lo que implica sacar provecho de la ya abultada deuda pública de los países del Sur global, o bien por grandes empresas que los utilizan para financiar proyectos industriales a gran escala que destruyen los bosques en dichos países. “Entre estos proyectos se incluyen actividades como minería, monocultivos, infraestructura y energía ‘limpia’”, alerta el estudio del WRM.

Derivado de esta dinámica, la organización cuestiona cómo la mayor parte de las ganancias que el TFIF espera generar no se destinará a la conservación, sino al pago de intereses y beneficios para quienes prestan los fondos. “Estos actores invierten en el TFIF como una forma de ganar más dinero. Solo después de cubrir las comisiones de gestión y distribuir las ganancias entre los prestamistas, desde el TFIF se contempla la posibilidad de transferir una porción de los fondos a los gobiernos que han prometido proteger los bosques tropicales”, sostiene el movimiento.

El WRM y la Global Forest Coalition alertan que el TFFF podría agravar la exclusión de comunidades y pueblos, quienes más cuidan bosques y selvas, al reducir a los ecosistemas únicamente como activos financieros que, en consecuencia, vulnerará sus derechos y criminalizará prácticas tradicionales como el cultivo itinerante, actividades que pueden interpretar como deforestación.

Además, rescatan que mecanismos similares, como la implementación de REDD+ durante dos décadas, han arrojado aprendizajes contundentes, pues evidencian que para los negocios que lucran con la deforestación a gran escala, “las ganancias derivadas de la venta de créditos de carbono no resultan tan significativas frente a las ganancias que se obtienen con la destrucción de los bosques”.

El estudio concluye que el nuevo fondo depende de la destrucción de territorios, debido a que su modelo de generación de ganancias está basado en inversiones dentro de los mercados financieros. Los mismos que prosperan mediante la expansión de la economía capitalista. 

“Ese es el propósito original de los bonos: financiar megaproyectos energéticos, mineros, de agronegocios, así como la producción de papel y celulosa. En la actualidad, muchas de estas actividades –que incluyen a las represas hidroeléctricas o la minería de níquel para baterías, entre otras– son catalogadas como “limpias” o “verdes”, pese a que, por definición, implican destrucción territorial a gran escala. Sin canalizar el dinero para este ciclo de explotación, el TFIF no puede generar las ganancias que luego aspira destinar al TFFF como pagos por “conservación de bosques”, sostiene el movimiento. 

Acorde al análisis del WRM, el TFFF profundizará aún más las incertidumbres y amenazas para las comunidades que dependen de los bosques y pondrá en riesgo el futuro de los bosques tropicales a nivel global.

Marina Silva, ministra de Medioambiente y Cambio Climático de Brasil, se reunió con el responsable de clima de la Unión Europea, Wopke Hoekstra, en Brasília para debatir sobre el TFFF y la COP30.

Más falsas soluciones

Este modelo, advierte el informe del WRM, replica las deficiencias del programa REDD+, donde múltiples proyectos de conservación generaron conflictos territoriales y restricciones al uso tradicional de los bosques. “Al igual que REDD, es probable que se convierta en otro rotundo fracaso en el cumplimiento de esas promesas. En esencia, el TFFF no se trata de abordar las causas de la deforestación. Por el contrario, su “corazón financiero”, el TFIF, se alimenta de un mercado financiero que fomenta la deforestación”, sostiene el movimiento. 

Según advierte la Coalición Mundial por los Bosques (GFC, por sus siglas en inglés) en su análisis del TFFF, “resulta profundamente engañoso creer que la asignación de un pago por hectárea”, y más aún, uno tan exiguo, podría “resolver los problemas estructurales del capitalismo que son promovidos activamente por capitales privados, grandes corporaciones y Estados”. Como resultado, alertan ambas organizaciones, el TFFF profundizará aún más las incertidumbres y amenazas para las comunidades que dependen de los bosques y pondrá en riesgo el futuro de los bosques tropicales.

Fuente: Avispa Midia

Temas: Corporaciones, Defensa del Territorio , Privatización de la naturaleza y la vida, Tierra, territorio y bienes comunes

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