La política agrícola orientada a la exportación perturba la producción local y la Soberanía Alimentaria

Idioma Español
País Paraguay

Mientras que los economistas, las élites empresariales y el gobierno de Paraguay celebran los indicadores macroeconómicos del país —recibiendo aplausos en foros internacionales—, CONAMURI señala que la realidad para la clase trabajadora cuenta una historia muy diferente.

En Paraguay, la realidad de la alimentación refleja una profunda contradicción. Mientras el país proyecta más de 10 millones de toneladas de soja para exportación, las familias campesinas y urbanas se enfrentan a precios elevados y faltante de hortalizas básicas como tomate, cebolla o papa. En los mercados populares, se registran aumentos constantes y escasez, lo que golpea directamente la mesa del pueblo trabajador.

CONAMURI destaca que el contrabando de frutas y hortalizas agrava aún más esta situación, inundando los mercados nacionales y perjudicando la producción local. A pesar de las incautaciones ocasionales, la permisividad del Estado permite que persista un circuito ilegal que beneficia a intermediarios y comerciantes, mientras que los productores locales ven desplomarse sus precios.

La organización también destaca los problemas de infraestructura y logística que agravan la crisis: el deterioro de las carreteras, los elevados costos de transporte y el bajo nivel de los ríos encarecen la distribución de alimentos. Además, para mantener el modelo agroexportador dominante, se ha informado del uso de la fuerza estatal para incendiar viviendas, destruir cultivos de subsistencia e intensificar la represión en los conflictos por la tierra. En lugar de invertir en un modelo que fortalezca la agricultura campesina y familiar, el Estado sigue priorizando proyectos que benefician los intereses del agronegocio exportador.

Estas dinámicas impactan directamente en la dieta de la población, obligando a las familias a sustituir alimentos frescos y nutritivos por opciones más baratas y de menor calidad. La inflación de los alimentos se mantiene sistemáticamente por encima de la inflación general, lo que agrava la precariedad de los hogares.

La solución, insiste CONAMURI, no reside en el agronegocio sino en la soberanía alimentaria, entendida como el derecho de los pueblos a decidir qué producir, cómo producirlo y para quién. La organización promueve y defiende las semillas nativas y criollas, la agroecología y el fortalecimiento de las organizaciones campesinas e indígenas que garantizan alimentos sanos y accesibles en armonía con la naturaleza.

Durante más de 26 años, ha construido una historia colectiva de lucha en diversos territorios del país, enfrentando el capitalismo colonial, el patriarcado, el racismo y el avance del fascismo. Como voz de las mujeres indígenas y campesinas, la organización continúa coordinando demandas y acciones colectivas arraigadas en las prácticas cotidianas que sostienen la vida.

La declaración emitida con motivo de la Acción Internacional por la Soberanía Alimentaria también  subraya el papel fundamental de la mujer en la agricultura: la observación y adaptación de semillas y plantas, el cuidado de los cultivos, la preparación de insumos biológicos y la preservación del conocimiento ancestral sobre plantas medicinales. Estas prácticas, a menudo consideradas tareas menores, constituyen, de hecho, formas de resistencia a la agricultura capitalista industrial y oportunidades clave para fortalecer una visión territorial compartida. De estas experiencias vividas surgen propuestas y demandas moldeadas por las realidades de la comunidad.

CONAMURI subraya que la soberanía alimentaria solo puede alcanzarse mediante la lucha popular organizada, políticas públicas que prioricen la agricultura campesina e indígena, la defensa y multiplicación de semillas nativas y criollas, mercados locales que vinculen a productores con consumidores y la consolidación de la agroecología como forma de producción.

“En este Día de la Alimentación y la Soberanía Alimentaria, hacemos un llamado a la reflexión sobre el modelo agroexportador impuesto y sobre las alternativas que se están construyendo desde las bases. La agroecología, afirma, no solo es una respuesta a la crisis alimentaria que afecta a las comunidades, sino también a la crisis climática que amenaza la vida en el planeta. Elegir la agroecología es elegir la vida: un futuro donde la tierra y los alimentos estén al servicio de las personas, no del capital.” – señala el comunicado.

Fuente: La Vía Campesina

Temas: Agricultura campesina y prácticas tradicionales, Feminismo y luchas de las Mujeres, Soberanía alimentaria

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