Silvia Ribeiro

En el Proyecto maestro de maíces mexicanos (PMMM) participan Monsanto, la CNC y la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro, junto con el gobierno del famosísimo Mario Marín, de Puebla. Esperan el apoyo de los gobiernos de Tlaxcala, de Enrique Peña Nieto y de Ulises Ruiz para extender el proyecto al estado de México y Oaxaca. Finísimas personas.

México: pase, toque y lléveselo

Las trasnacionales de los transgénicos pretenden hacernos creer que los transgénicos son solamente una opción de quien los elige. Debido a la inevitable contaminación –sea por polen en los campos, por mezcla en el almacenado, distribución o venta y hasta por granos que caen durante el transporte– los transgénicos son los cultivos más imperialistas de la historia. A la contaminación biológica, se suman los juicios por patentes que sufren los agricultores contaminados y la indefensión legal de los contaminados. Al contrario de lo que dicen las empresas, si hay transgénicos, todo el resto sufrirá.

Maíz transgénico termina con el maíz orgánico

Monsanto declaró a la prensa en días pasados, que la próxima publicación del llamado régimen especial de protección del maíz, le permitirá iniciar experimentos con maíz transgénico. Qué ironía histórica que tal régimen, en lugar de proteger al maíz y sus pueblos, es otro regalo que le hace el gobierno a las trasnacionales que han privatizado las semillas, llave de toda la red alimentaria y patrimonio campesino legado a la humanidad. Para colmo: ¡producen menos!

México: ¿Quiere bajar la producción? ¡Use transgénicos!

Un informe interno confidencial del Banco Mundial (BM) de abril de 2008 demuestra que la producción de combustibles agroindustriales, particularmente los derivados del maíz, son la causa principal de los aumentos de los precios de los alimentos, reveló ayer el diario británico The Guardian. (Aditya Chakrabortty, The Guardian 4/7/ 2008).

Agrocombustibles: secretos y trampas del Banco Mundial

En el contexto de las peores crisis globales en décadas (crisis alimentaria y cambio climático), dos reuniones globales de Naciones Unidas en las últimas semanas, proponen medidas que en lugar de enfrentar las crisis las empeorarán. Más apertura comercial, alta tecnología y endeudamiento. Los que ganan, y mucho, son las trasnacionales de los agronegocios, los especuladores bursátiles y la nueva casta de los filantro-capitalistas como Bill Gates, buitres cebados en el hambre ajena.

Con licencia para matar

Ante la crisis alimentaria creciente y los desastres provocados por el cambio climático, las grandes corporaciones de los transgénicos y los agronegocios vuelven a la carga con nuevos bríos, como si no estuvieran entre sus principales causantes. Su propuesta más reciente es enfrentar el cambio climático y el hambre con cultivos “resistentes al clima”.

Genes climáticos y comerciantes de hambre

Por todo el mundo siguen aumentando los precios de los alimentos y en los países más vulnerables resultan en situaciones intolerables como hambrunas, a menudo combinadas con sequías o inundaciones, efectos perversos del cambio climático. Ante la gravedad de la crisis, caen máscaras y se vacían discursos, como la receta de los agrocombustibles y los supuestos beneficios del libre comercio y la agricultura de exportación.

El hambre de los agronegocios

En los meses recientes, a la gran cantidad de voces de la sociedad civil que alertan sobre los impactos sociales, económicos y ambientales de la nueva ola de agrocombustibles, se han unido los informes críticos de instituciones internacionales que han sido cruciales para el desarrollo del neoliberalismo, como el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional. Una de las explicaciones de la súbita “toma de conciencia” de ese tipo de instituciones es que, cobijados en esas críticas, promueven como una de las soluciones nuevas tecnologías de alto riesgo para el ambiente y la sociedad, pero con grandes ganancias para quienes las controlan.

Combustibles nuevos, biopiratería vieja